Nueva vida

El despertar sexual a tres de mi mujer.

NUEVA VIDA

1º PARTE

El secreto de nuestro matrimonio, no sabría decirlo a ciencia cierta, pero si es verdad que nuestra vida sexual, tal y como hoy la entendemos, influye bastante, si se sabe separar sentimientos y amor, todo es posible.

En la actualidad tengo 37 años y mi mujer 34, llevamos juntos casi toda la vida, nos conocimos siendo unos críos y hemos crecido juntos, estamos muy unidos así como enamorados el uno del otro, por lo que nos conocemos a la perfección. Se puede decir que tenemos los papeles cambiados, es decir, casi siempre es a ella a quien "le apetece" a diario y a mi no tanto, en una palabra que ella es bastante caliente, nunca dice no a nada y siempre está dispuesta a realizar cualquier tipo de juego de cama. Esto para cualquier hombre, entre los que me incluyo, es una suerte, pues se goza del sexo con total plenitud, y casi no tienes ganas de pensar en "otras". Pero también es verdad que con el tiempo ella sigue igual y yo en cambio cada vez estoy mas cansado y me apetece menos, por lo que a menudo pensaba si no llegaría el día que no pudiera estar a la altura.

En fin, que con todas estas cosas en la cabeza y sabiendo lo morbosa que es ella y que a mí también me apetecía probar, comenzamos a incluir en nuestros juegos acciones que incluían mediante consoladores y demás a terceras personas. Echábamos unos polvos muy buenos, y yo no veía la hora de hacer realidad el realizar un trío o un intercambio, pues deseaba fervientemente verla en brazos de otro que no fuese yo. Durante el tiempo que fuimos novios, en una ocasión que discutimos y decidimos dejarlo, estuvimos sin vernos durante casi un mes, tiempo en el que ella conoció a otro chico y mantuvo relaciones con él, aunque siempre me ha jurado que no llegó a acostarse con él, pues no quería que pensara que era una cualquiera (antes eran otros tiempos), pero si hizo otro tipo de cosas, vamos que raro era el día que no se la chupaba en el coche. Durante mucho tiempo me imaginaba esas imágenes en mi cabeza y quizás eso sea lo que me hacia querer verla con otro, supongo que necesitaba vivir esas experiencias con ella y no por separado.

Ella cada vez estaba mas convencida y una noche por fin, fuimos a un local de parejas liberales, a condición de que solo íbamos como observadores y no íbamos a hacer nada, no habíamos ido nunca, así que estabamos muy nerviosos y cortados, aunque después de que nos enseñaran el local, sentarnos y tomarnos algo, nos relajamos un poco. Observábamos como se desarrollaban las cosas por allí. Varias parejas, nos miraban con descaro o eso pensábamos nosotros, en la zona más oscura donde se bailaba, apenas había nadie, y en la barra varios hombres solos tomaban sus copas. Fueron estos últimos en los que me fijé con mas detenimiento, y preguntándole a ella, convino conmino que el mas guapete era uno que parecía tener sobre los 28 años e iba vestido de traje de chaqueta. Le pregunté si le apetecía que lo invitara a la mesa, me dijo que no, aunque cuando nos traían la segunda copa y bajo la mirada de asombro de mi mujer, le dije a la camarera si no le importaba preguntarle al chico de la corbata si quería tomarse la copa en nuestra mesa. Ella hizo un gesto de protesta, pero le pedí silencio. De inmediato el chico se acercó hasta nosotros presentándose, hicimos lo mismo y le pedí que se sentara bajo la atenta y minuciosa mirada de mi mujer. En sus ojos vi que le gustaba. Hablamos de cosas triviales, nos contó que era de fuera y que por razones de trabajo tenia que estar 2 días a la semana en la ciudad y que de vez en cuando frecuentaba el local, le pregunté si antes lo habían invitado a una mesa otras parejas y él nos dijo que si, es decir ya tenia experiencia en el tema, cosa que me gustó. Era ya nuestra tercera copa, cuando comenzó a salir el tema del sexo, nuestros gustos, costumbres, y hábitos. Hablamos sin tapujos sobre nuestras fantasías y temores.

Llegado el momento, Alberto, que es como se llama este chico, nos dijo si queríamos pasar a los reservados con él, mi corazón dio un brinco excitación, pero Mari, mi mujer, dijo que no, que no estaba preparada aún. Un poco decepcionado, pero aceptando la situación, entonces Alberto le pidió de salir a bailar, por lo menos para romper el hielo, ella estaba reticente, así que la animé para que lo hiciera. De la mano los vi desaparecer al fondo del local. No se distinguía mucho desde mi posición, pero con esmero y paciencia poco a poco conseguía ver algo, aunque solo eran siluetas, bailaban muy juntos, llegué a ver o por lo menos a creer que se estaban besando, era difícil de distinguir, además de que había otras parejas allí. Estuve tentado de acercarme, pero desistí, ya que me daba un poco de corte. Pasó un gran rato, hubo un momento en que los vi perfectamente, él estaba situado pegado a su espalda y la abrazaba, ella tenia su cabeza hacia atrás reposando en su hombro mientras se movían al compás de la música, mi polla cobraba vida por segundos al ver tan excitante escena. Fijándome bien, pude ver perfectamente a otra pareja que follaban tranquilamente contra la pared de la pista, bueno, mi calentura estaba a mil por hora. Viendo a esta pareja casi no me di cuenta que Mari y Alberto volvían a la mesa.

Te felicito, tienes una espléndida y caliente mujer, me dijo al sentarse Alberto.

Les contemplé unos instantes, ella tenia el pelo alborozado, así como un gesto muy extraño en la cara, él tenia la cara sudorosa y las mejillas coloreadas. Los dos llevaban la ropa descompuesta.

Cariño, tengo que ir al baño, ahora vuelvo, me dijo mi mujer mientras me señalaba una serie de pequeñas manchas de color blanco que le caía por toda la minifalda y parte de la pierna, así como entre sus dedos, los cuales se los estaba limpiando con una servilleta

Me quedé de una pieza, el tío se había corrido. Mi corazón galopaba dentro de mi pecho, y tenia mil preguntas por hacer, pero antes de que esto ocurriera y ella se fuese al baño, Alberto se disculpó, nos dijo que debía marcharse y que si cambiábamos de opinión (dirigiéndose a ella), que lo llamásemos y nos dio una tarjeta con su numero.

Estaba totalmente absorto en mis pensamientos cuando ella volvió del baño y me dijo que nos fuéramos, que necesitaba hacer el amor conmigo inmediatamente.

En el coche empecé a atosigarla con preguntas, así me contó que habían estado bailando, casi sin hablar, que él le pidió que se dejara llevar, le estuvo tocando el culo un buen rato mientras bailaban, y que en determinados momentos notaba como otras manos la tocaban (las otras parejas que bailaban), incluso no sabia bien quien le había levantado la falda, pero el caso es que le habían sobado el culo desnudo a placer, que Alberto colocado a su espalda, había comenzado a meterle las manos por dentro de la braga y le había tocado el coño, y que ella quizás por lo morbosa de la situación o del lugar se había dejado por completo hacer. La había estado masturbando sintiendo ella su polla restregarse contra su culo, pues se la había sacado del pantalón, y finalmente ella se corrió gimiendo como una loca. Entonces Alberto había llevado la mano de ella hasta su polla y le pidió que se la tocara, ella lo estuvo masturbando rápidamente hasta que eyaculó con el resultado que yo ya había visto.

Yo estaba super cachondo escuchando su relato, a pesar de que iba conduciendo, me saqué la polla como pude y le ordené que me la chupara, se reclinó y se la metió en la boca enterita, comenzando a realizarme una rápida y enérgica felación. Nunca antes había conducido así, pero necesitaba correrme, estaba a punto, y le pregunté si se había quedado con ganas de follar con Alberto, ella sacándose la polla de la boca un segundo, me miró y me dijo que si, que le hubiera encantado follarselo allí mismo. En cuanto volvió a metérsela en la boca sentí como mi semen manaba a borbotones, corriéndome en su boca y lo hice con un gusto tan tremendo, que tuve que reducir la marcha para no tener un accidente, ella se tragó la corrida enterita, cuando se la sacó de la boca no había rastro de leche. Al llegar por el ascensor ya nos comíamos a besos y nada mas cerrar la puerta de casa contra la pared, como había visto hacer a la otra pareja, empecé a follarla sin quitarnos la ropa, pegamos un polvazo de órdago, como hacia tiempo que no lo hacíamos, finalmente terminamos en la cama desnudos yo le pedía que me contara lo que sentía mientras estuvo con Alberto, y con esos pensamientos me dormí aquella noche.