Nueva vida 4

La historia llega a su final

Nueva vida 4

Lo inevitable ya había ocurrido, mi padre iba a hacer su acto de presencia. La única duda que tenía era si de verdad sabía que yo estaba aquí o era mera casualidad. A quien quiero engañar, lo sabía y estaba jugando al gato y al ratón.

Salí antes de trabajar y me dirigí directo a casa, antes de nada me comuniqué con las chicas para que todas estuvieran en casa. Al entrar todas notaron mi semblante serio y preocupado.

• ¿Qué ocurre hermanito?

Coloque la carpeta sobre la mesa, delante de Isabella y le indique que echara un vistazo. Cuando llego a la parte de la firma, se quedó totalmente blanca, Todas la miraron con asombro exceptuando Anabel y Aurora.

• ¿Qué es lo que pasa cariño?

• ¡Mi padre ya está aquí!

• ¿Qué podemos hacer?

• De momento seguiremos haciendo vida normal, si de verdad sabe que estoy aquí. Isabella, Aurora y Anabel os protegerán.

• ¿Y tú que?

• ¡Plantaré cara a mi padre!

• ¿Sabes lo que significa eso no hermanito?

• No sabemos que significa eso explicaros (Nadia fuera de sí).

• Recordáis la frase que le decía el general Zod a Superman. O mueres tú o muero yo, ¡eso significa!

Nadia salió del salón hacia nuestra habitación llorando y muy preocupada, Maria miraba hacia el suelo con la mirada perdida. Aurora y Anabel estaban dispuestas a luchar hasta el final y mi hermana era la mejor guerrera que podía tener de mi lado.

Había llegado el momento, ¿sería capaz de matar a mi propio padre llegado el momento?, yo no era como él. Para mi padre las vidas humanas no significaban nada, eran piezas de ajedrez en un tablero, piezas prescindibles para poder sacrificar.

Yo no era así, para mí las vidas humanas era el mejor regalo que este mundo nos había concedido, tenía claro que la protegería a cualquier costo. Aunque eso significaría la pérdida de mi alma.

Fui hacia la habitación y me encontré a Nadia llorando bocabajo sobre la cama, me acerque y acaricie su rostro, lo levante y la bese.

• ¿Sabes que jamás dejaría que os parara nada verdad?

• ¿Y tú que?, ¡si te pierdo me muero!

• No me vas a perder, yo siempre tengo un plan.

Nadia se abrazó a mí con tanta fuerza que pensé que me iba a partir por la mitad, cuando rompió el abrazo me miro, tenía una mirada de decisión.

• Te apoyaré siempre amor mío.

Esas palabras infundieron un gran valor en mí, cosa que me escaseaba últimamente. Mientras cenábamos, parecía que las cosas volvían a su cauce e incluso conseguimos reírnos con las ocurrencias de Anabel.

Por lo que contaron, las gemelas salieras a dar un paseo y de compras, debieron conocer a unos chicos y debieron de irse a tomar algo con ellos. Según contaba Aurora entre risas, Anabel consiguió que los chicos salieran corriendo.

Menudo problema teníamos con estas dos, eran capaces de mantener una comunicación totalmente con un ordenador, pero cuando se trataban de seres vivos era cuando empezaban los problemas. Si salíamos con vida del envite contra mi padre tendríamos que poner solución a eso.

Por la mañana me dirigí a la empresa del padre de Sofía, quería advertirle con que clase de persona estaba haciendo negocios. Además de decirle que sus vidas estaban en peligro.

Mi padre no se interesaría en un proyecto como este si no era para blanquear el dinero. El problema venía en que solía ocultar ese hecho a sus nuevos socios. Cuando estos se enteraban les daba a elegir, o seguían con el negocio o la tumba.

Me presente en las oficinas y pregunte por el padre de Sofía, me dijeron que ambos estaban reunidos. Les dije que no importaba que esperaría el tiempo que fuera necesario, me acompañaron a una sala de espera y me ofrecieron café. Les dije que prefería agua.

Tenía la boca seca, como les dices a tu ex y a su padre que su nuevo negocio puede costarles la vida a toda su familia en el peor de los casos. En el mejor Sofía y su padre pasando una larga temporada en la cárcel.

Tardaron más de tres horas en terminar la reunión, menos mal que me había tomado la mañana libre en mi empresa. Cuando ya me había releído todas las revistas unas cuatro veces, aparecieron los dos.

• ¿Qué te trae por aquí Dino?

• Tengo que hablar con los dos, ¡es urgente!

Me acompañaron al despacho de Sofía que estaba más cerca, nos sentamos y me preguntaron.

• ¿Cuál es el problema Dino?

• ¿Qué conocéis del cliente que os ha ofrecido este proyecto?

• Que es un empresario importante en Italia.

• Sofía, ¡no es un empresario es un carnicero!

Los dos se me quedaron mirando muy extrañados al principio, pero después su semblante se fue oscureciendo.

• Cuéntanos lo que sepas.

• ¡Dante D'angelo es mi padre!

• ¡Y que tiene que ver eso con este proyecto!

• Mi padre no es un empresario, todos sus negocios son una tapadera de algún otro negocio ilícito, estoy convencido de que os quiere usar para blanquear dinero.

• No puede ser, mira el proyecto es muy válido.

• Os aseguro que los materiales que pongan en el presupuesto, luego no serán los que se usen en la obra, serán de mucha menor calidad.

• ¿Qué podemos hacer?

• ¿Habéis llegado a un acuerdo?

• Sí.

• ¿Habéis firmado algo?

• Todavía no.

• Contratar abogados nuevos y no firméis nada, si ellos ven alguna irregularidad.

Sofía y su padre se quedaron muy preocupados, les dije que estuvieran tranquilos, al salir de su empresa me sonó el móvil, era el abogado de mi padre.

• Tu padre está perdiendo la paciencia Dino.

• Dile que deje a esta gente en paz, es a mí a quien quiere.

• Muy bien, tu padre preparará una fiesta para celebrar el nuevo proyecto. Espera verte allí.

Colgó la llamada, me parece que a las chicas no les haría ninguna gracia. Cogí mi coche no antes de mirar sus bajos, después levante el capo y revise que no estuviera un cable de más o de pinta sospechosa, toda precaución era poca.

Cuando se lo conté a las chicas, estas pusieron el grito en el cielo. Nadia e Isabella sobre todo, pensé que no tendría que preocuparme de mi padre. Ellas me matarían antes.

• ¡No vas a ir solo ni de coña!

• ¡Sí que lo are!

• ¡Estás loco hermanito!, eso es lo que él quiere.

• ¡Lo que él quiere es que pase por el aro!

• ¡Joder porque eres tan cabezón!

Nadia estaba fuera de sí, pensé que me iba a saltar a la yugular en cualquier momento.

• ¡No iras solo yo iré contigo y no se hable más!

Pegue un manotazo sobre la mesa para zanjar la discusión, iría solo y se acabó. Preferí salir a tomar el aire y a calmar los ánimos. Sé que dentro tuvieron una conversación.

• Nadia tranquila, Dino sabe defenderse muy bien. Si mi padre ha cometido un error ha sido ese, enseñarle a defenderse demasiado bien.

• ¿Qué quieres decir Isabella?

• Crees que tiene ese físico para impresionar a las mujeres, conseguir ese físico le costó dolor, sudor y mucha sangre. Tu novio es experto en Ninjutsu.

• Es bueno.

• Si Nadia es muy bueno, lo único que diferencia a Dino de mi padre es que mi padre no tiene conciencia, esa es la única ventaja que tiene mi padre sobre él.

• ¡Eso quiere decir que puede perder!

• No lo sé, Dino no se deja vencer nunca, será un combate muy sangriento.

Nos metimos todos en la cama, esa noche no hubo sexo, solo pensamientos y mucho miedo. Yo pasé la noche abrazado a Nadia, ninguno de los dos dormimos. A media noche me levanté y me encontré a Maria en la cocina estaba cocinando.

Me pregunto si tenia hambre y le dije que si, entonces una a una se fueron levantando. Eso parecía una procesión, la pobre Maria no daba a vasto. Mi hermana volvió a ponerse el delantal para ayudar.

Aurora y Anabel se empezaron a reír de ella y está en compensación les hizo las tortillas chamuscadas, las gemelas dejaron de reírse en el momento y le pusieron pucheros.

Yo compartí la mitad de la mía con ellas. Aunque estábamos preocupados las risas no cesaban y eso no se paga ni con todo el dinero del mundo.

Llego el día de la fiesta, me monté en el coche y me puse en marcha hacia el lugar donde se celebraría. Mi hermana, Aurora y Anabel se quedarían para proteger a Nadia y su madre Maria.

Cuando llegue un aparcacoches me lo aparco y entre en el edificio. La fiesta se celebraba en una gran salón con grandes ventanales. Mi padre no era tonto, estaba seguro de que había apostado a francotiradores en sitios específicos.

El señor del mal todavía no había hecho su entrada triunfal, me acerque a Sofía que estaba muy nerviosa, le pregunte por su padre y me dijo que había ido al baño a echarse agua fresca en la cara.

• Dino, ¿cómo puedes estar tan tranquilo?

• ¿Eso parece?

• Sí.

• Pues no lo estoy para nada.

El padre de Sofía se acercó hacia nosotros, tenia muy mal aspecto, le mire y le pregunte.

• Te encuentras bien.

• No, tenías razón, tu padre es un desalmado. Si no seguimos con el negocio nos mata.

• Eso ya lo veremos.

Entonces hizo la entrada Mi padre, escoltado por dos gorilas. Miro a trabes de toda la sala hasta que dio conmigo. Me miro y sonrió, empezó a caminar, pero se parió cuando vio que me ponía en guardia.

• Hola hijo veo que no te fías de mí.

• ¿Tengo motivos para hacerlo?

• No muchos la verdad, pero solo he venido a hacerte la oferta por última vez.

• ¡La respuesta es no como siempre!

• ¡Qué decepción!

El padre de Sofía intento interceder para calmar los ánimos, uno de los gorilas de mi padre le agarro del cuello y empezó a ahogarlo. Sofía se colgó del cuello del gorila, pero este se deshizo de ella fácilmente.

Mi padre solo sonreía, de un golpe seco en la articulación del codo se lo rompí, este pego un grito y soltó al padre de Sofía. Le cogí de la cabeza al gorila y se la metí en un vol que parecía contener una bebida alcohólica. Mientras le apretaba la cabeza contra el fondo del vol mire a mi padre.

• Vas a terminar ahogándolo.

• ¡Tienes más!

• Ese es el espíritu que me gusta.

De repente el padre de Sofía cayo fulminado al suelo, mis sospechar de los francotiradores no eran erradas, solté al gorila que empezó a respirar tomando bocanadas de aire.

La herida del padre de Sofía tenia muy mala pinta, mi padre me miro y yo a él con sumo odio.

• Solo me valías como hederero, ahora solo me queda destruirte. Prepárate para sufrir hijo.

Llamamos a una ambulancia, acompañe a Sofía al hospital, a su padre le operaron. Estaba grabe, pero fuera de peligro, la mire y le dije que lo mejor que podían hacer era tomarse unas vacaciones y desaparecer por un tiempo cuando su padre, se recuperara.

Llame a Nadia y le conté lo ocurrido, le pedí si podía venir a buscar. No me veía capaz de conducir, estaba muy nervioso. Nadia apareció a los veinte minutos, saludo a Sofía y le dijo que lo sentía mucha, de hecho la abrazo pues la pobre Sofía lloraba desconsoladamente.

Nadia no venía sola, Isabella venía con ella, como me conocía. Impidió que fuera esa misma noche a por mi padre, me dejo las cosas muy claritas. Si iba esa noche no saldría vivo.

Tenía razón, mi padre había conseguido lo que se proponía sacarme de mis casillas para que le atacara, dejándome llevar por mis instintos primarios. Nos despedimos de Sofía y volvimos a casa.

Me fui directo a la ducha, entonces note el roce de otro cuerpo. Era Nadia la que se abrazó a mí. Me di la vuelta y nuestras bocas se juntaron en un apasionado beso. No podía evitar pensar que esa lucha podía acabar muy mal para mí. Quería pasar el máximo de tiempo con Nadia y demostrarle lo mucho que la quería.

No hubo preliminares, simplemente la cogí a horcajadas y apoyándola contra la pared de la ducha, se la fui introduciendo despacio mientras no nos dejábamos de besar.

Nuestras miradas se cruzaban constantemente. En esos momentos no sentía miedo u odio, solo amor hacia esta mujer que me revolucionaba todos los sentidos y me hacía muy feliz.

Cuando nos corrimos los dos a la vez, fue cuando nos dimos cuenta de que no habíamos usado protección. La verdad que los dos sonreímos, la idea de tener un hijo me gustaba mucho, poder ser el padre que yo jamás tuve, quererle, educarle y envejecer viéndole crecer y orgulloso de ser su padre.

A la mañana siguiente tuve una discusión con mi hermana, según ella me estaba dejando llevar demasiado por mis sentimientos y eso sería mi perdición. Cosa que mi padre ya sabía y utilizaba contra mí. Como decía mi hermana el diablo sabe más por viejo que por diablo.

• Dino papa no tiene conciencia, ni escrúpulos, ni piedad, esa es mucha ventaja contra ti.

• ¿Qué quieres decir?

• Eres un guerrero excepcional, pero cuando llegue la hora de la verdad vacilaras, ¡lo sé!

• ¿Y qué quieres que haga?

• ¡Poco se puede hacer la verdad!

La discusión acabó ahí, cada uno se fue a su habitación como hacíamos de jóvenes hasta calmarnos. Las semanas fueron pasando y notaba cada vez más extraña a mi hermana.

Que mi padre no diera señales de vida me tenia muy nervioso. Mis jefes me obligaron a coger vacaciones, no me veían centrado y lo achacaban al estrés por todo el trabajo que teníamos, si ellos supieran.

Era un sábado por la mañana cuando las chicas incluida Maria decidieron ir a hacer compras, yo me quede en la terraza haciendo mis ejercicios matutinos, todas se despidieron de mí y lo último que les dije fue que tuvieran cuidado.

No habían pasado ni cinco minutos cuando escuche una explosión, me puse histérico, me puse una camiseta y baje corriendo por las escaleras, las bajaba de tres en tres. Cuando llegue al sitio donde salía una humareda negra, me di cuenta de que lo que estaba en llamas era el monovolumen que compramos hace poco para ir toda la familia.

Lo reconocí por la matrícula, caí de rodillas al suelo y empecé a gritar como un loco, un policía se acercó alertado por mis gritos y me pregunto que me pasaba, yo solo decía mi familia, mi familia.

Me llevaron a comisaría para que prestara declaración y me pusieron en manos de un psicólogo. No hable nada con él, lo que me pasaba no se arreglaría con una charla con un desconocido. Sabía quien era el culpable y lo que tenía que hacer.

Cuando salí de comisaría fui directo a mi piso, en una de las paredes de la casa tenia escondidas diversas armas ninja, mi ninjato, kunais, shurikens…

Me puse un chaleco antibalas ligero, pero con un trenzado de una aleación que no solo paraba balas, sino que era muy resistente contra apuñalamientos o cortes, una especie de riñonera donde llevaba mis shuriken y material de primeros auxilios, una cartuchera que se sujetaba en la pierna donde podía llevar hasta diez kunais, un arco y flechas que me había regalado mi hermana años atrás y por último una máscara que me cubría la mitad del rostro.

Cogí mi coche y conduje hasta la mansión donde se había hospedado mi padre, cuando estaba llegando, acelere destruyendo la verja y acelere más hasta empotrar el coche contra la entrada de la casa, empecé a escuchar pasos y decidí salir del coche y subir a una especie de columna horizontal que había encima de mí.

Espere allí que llegaran, con sendas flechas los abatí, salte al suelo y desenvainando mi ninjato, me fui moviendo sigilosamente, pronto escuche pisadas de dos personas. Cuando fueron a doblar la esquina clave mi ninjato en uno y utilice si cuerpo para parar los disparos del otro, le lance uno de los kunai acertándole en el cuello.

Seguí por un pasillo, me encontré a dos hombres vigilando una puerta que daba a otra estancia, me atacaron. Metiendo la mano en mi riñonera saque dos shuriken que lance al cuello de cada hombre. Después con sendos golpes de mi ninjato los dejé fuera de combate.

Al abrir la puerta me encontré a mi padre sentado en una especie de trono, como si fuera un emperador, eso se había creído siempre que era, lo mire y le dije.

• ¡Has matado lo que más quería y lo vas a pagar con tu vida!

• No hijo, te he liberado, ahora estás listo para cumplir tu destino.

Me sorprendía lo fácil que me había resultado llegar hasta donde mi padre, tan seguro estaba de su victoria. Se iba a arrepentir de subestimarme.

• ¡Yo no quiero saber nada de mi destino, yo no tengo nada que ver con un psicópata como tú!

• Veo que no te convenceré con palabras.

Los hombres de esa sala salieron de ella y trajeron una especie de caja que parecía una caja fuerte, mi padre la abrió y me explico su funcionamiento.

• ¿Ves esta caja hijo?, la uso para ejecutar a mis enemigos. Una vez dentro los lanzo al mar y por una cámara veo como empieza a entrar el agua y sus caras de sufrimiento hasta que mueren, la caja tiene unos orificios diseñados para que la caja se vaya llenando poco a poco.

• ¿Y crees que el siguiente en sufrir voy a ser yo verdad?

• ¡Así, es!

• ¡Tú ya me lo has quitado todo, ya no puedes hacerme sufrir más!

Mi padre se puso en la mitad del tatami, sabía que no podía confiarme, pero tenia un físico bastante descuidado, nada que ver con el hombre que yo conocía.

Deje todas mis armas en el suelo y también me puse en la mitad del tatami mirándolo fijamente, mi padre sonreía. Lanzo su primer golpe alcanzándome en el rostro, pero contraataque rápido con una patada a su estómago. Eso hizo retroceder a mi padre.

Mi padre se levantó, me lanzo una patada que detuve, contraatacando al pie de apoyo haciéndolo caer al suelo. Cuando se levantó cojeaba, otra vez deje que me atacara, pare su puñetazo agachándome, con sendos codazos en las rodillas, un golpe en la boca del estómago y una patada en la cara, lo dejé tirado en el suelo.

Lo miré y le dije.

• Te has acostumbrado a que los demás te hagan el trabajo sucio y has perdido toda la destreza, este combate no tiene sentido.

Me agache y saque una especie de injertable que llevaba en un pequeño bolsillo del pantalón, sabía que esas palabras enfurecerían a mi padre y así fue. Se levantó enrabietado y solo tuve que apartarme pues sus movimientos eran torpes y erráticos e infectarle el tranquilizante en el cuello.

Cuando se despertó se encontraba dentro de esa caja que tanto le gustaba, con las manos y los pies esposados y sujeto a la caja por unas cadenas. Muchos de sus hombres huyeron, pero unos pocos me ayudaron a cargar la caja y llevarla a una cala donde mi padre había ejecutado algún que otro enemigo.

• Veo que te has despertado papa, te hemos puesto un traje para que no mueras de hipotermia, yo a diferencia de ti no he puesto una cámara, sino un sensor que me indicara cuando tu corazón deje de latir.

• ¡No puedes hacerme esto soy el gran Dante D'angelo!

Yo no me moleste ni en contestarle, cerramos la caja y la empujamos por el barranco. Pronto empezó a hundirse, no veía su sufrimiento, pero viendo como se aceleraba su corazón podía saber lo mucho que estaba sufriendo, al cabo de un rato su corazón dejo de latir.

Los hombres de mi padre me ayudaron a limpiar cualquier rastro de que yo hubiera estado allí, escribí algunas cartas y les ordene que se las entregaran a cada jefe de las familias rivales.

En los días siguientes me dedique a incinerar a todos mis seres queridos e hice una bonita misa en su honor, entonces fui al lugar que más le gustaba a Nadia para esparcir las cenizas de todas, de esa forma estarían todas juntas y yo podría venir a visitarlas.

Me encontraba con la urna de Nadia en la mano y secándome las lágrimas cuando se acercó una mujer, que bestia una sudadera con capucha y me dijo.

• A sido una misa muy bonita.

Reconocí esa voz, la reconocería en cualquier sitio era la voz de Isabella, al quitarse la capucha lo único que podía hacer yo era llorar e intentar respirar. Creo que me dio una ataque de ansiedad, las otras cuatro también se quitaron la capucha y me miraban con lágrimas.

Yo estaba de rodillas en el suelo, con un llanto incontrolable y lo único que me salió del alma fue decirlas.

• ¡Sabéis lo que me habéis hecho pasar!

• Lo siento hermano era necesario para que pudieras vencer a nuestro padre.

Me levante abrace a las cinco, pero me marche sin decir nada más, llegue a casa y me fui a Italia para poder ver a mi madre que ya era libre de ese monstruo, al verme se puso a llorar y me abrazo, le conté lo que Isabella y las chicas habían hecho y entonces mi madre me dijo.

• Se que estás dolido Dino, pero perdónalas, Isabella jamás haría nada que te haría daño y si no era por fuerza mayor.

Lo peor era que tenia razón sabia porque lo había hecho, de esta manera esfumo las dudas que me podrían surgir al ser mi padre, pero joder, se le podía haber ocurrido otra cosa digo yo.

Me reuní con los jefes de las otras familias, estaban muy satisfechos con la repartición del territorio de mi padre, salí de esa reunión con su palabra que nos dejarían vivir en paz y cuidarían de mi madre. No tenía ninguna duda de ello.

Había pasado un mes y volvía a estar en frente de la entrada de mi casa, al abrir la puerta allí estaban las cinco mujeres hechas un manojo de nervios, mi madre les había avisado y eso que le hice prometer que no las avisaría.

Estuvimos hablando largo y tendido, me pidieron perdón y me explicaron como lo hicieron, según parece los hombres que me ayudaron con la caja donde encerramos a mi padre trabajaban para mi hermana. Estos la avisaron de las intenciones que tenía mi padre de matarnos con un explosivo.

Los hombres de mi hermana consiguieron un monovolumen igualito al nuestro, con un sistema de conducción a distancia. Estos también se encargaron de conseguir unos cadáveres de tamaños similares. Como yo estaba haciendo mis ejercicios no me di cuenta de la jugada. Después unos cientos de metros más adelante donde nadie resultaría herido lo hicieron estallar.

Mientras tanto las chicas se escondieron en una casita que los hombres de mi hermana les habían conseguido en un pueblito escondido, solo esperaron que yo venciera a mi padre para resucitar y darme el susto de mi vida.

EPILOGO

Ya ha pasado un año de todo eso, me costó, pero ya les he perdonado a todas, Nadia estuvo muy preocupada y pensó que lo nuestro se había acabado para siempre, pero esa nunca fue mi intención, nuestra relación esta más que consolidada y me acaba de dar la noticia que vamos a ser padres de gemelas, después de todo lo pasado que te den una noticia como esta te hace feliz de verdad.

Maria e Isabela formalizaron su relación y son muy felices, me alegro de que mi hermana sentara la cabeza, ahora quiere quedarse embarazada y están mirando clínicas, pronto volverá a crecer la familia.

Aurora y Anabel trabajan revisando las vulnerabilidades de los sistemas de seguridad de los bancos, salen con dos chicos, se le ve felices y nos visitan constantemente.

Mama rehizo su vida con un buen hombre que la quiere y la hace feliz, normalmente somos nosotros los que vamos a Italia, pero ahora que Nadia esta embarazada, es ella la que nos visita y esta feliz con lo de ser abuela.

Nadia me ha dicho que cuando nazcan las gemelas le gustaría terminar la carrera de enfermería, tiene todo mi apoyo. Me ha demostrado mil veces que consigue todo lo que se propone.

Lo último que supimos de Sofía y su padre fue que vendieron la empresa y se mudaron de ciudad, espero que les vaya bien.

Mi vida ha cambiado, de nacer en una familia donde mi futuro ya estaba decidido a poder tomar mis propias decisiones y con una familia que me quiere y yo quiero y admiro.

FIN.