Nueva vida (2)

Ahora tengo otra suegra, Petra. Esta tampoco me va a decepcionar en el terreno sexual.

NUEVA VIDA ( II PARTE)

¿Recuerdan la primera parte de mi relato " Nueva vida "? Rocío, la que fue mi primera suegra, Petra, la suegra actual y yo, nos tuvimos que quedar por determinadas circunstancias a pasar la noche juntos los tres en la misma habitación de un motel. Rocío no podía dormir y se acercó a charlar conmigo. Me contó como había mantenido una relación sexual con mi hijo, Marcos. Ese relató me calentó tanto que me entraron ganas de follar con ella...

Estábamos pues sentados los dos juntos en el sofá y cogí su mano para ponerla sobre mi verga erecta y le susurré:

  • Rocío quiero volver a follar contigo.

-¿Aquí y ahora? Puede que tu suegra Petra se despierte y nos sorprenda. A mi también me apetece pero habrá de ser en otro lugar; imagina el escándalo que puede armarse sin nos pilla jodiendo.

  • No tiene más remedio que ser aquí, no nos vamos a ir afuera con la torrencial lluvia que está cayendo. Ella duerme como un tronco, ni se dará cuenta...

Así intentaba convencer a Rocío al mismo tiempo que le empezaba a acariciar con mucha delicadeza los muslos, el culo y las tetas y ella se iba dejando hacer. Ella comenzó a menear mi polla supertiesa en tanto nos fundíamos en un beso que me hizo estremecer. A pesar de los años pasados, y como suelen decir que no pasan en balde, que no crea nadie que Rocío había perdido atractivo; era algo más vieja pero yo la deseaba igual que siempre. Me abrí camino entre sus piernas hasta llegar hasta su deliciosa raja una vez hube apartado sus bragas. Empecé a lamer el coño que con tanta nostalgia había recordado durante años pasados. Parecerá una estupidez, pero a punto estuve de llorar emocionado. Me comí aquel chumino querido como si fuese el alimento que me iba a conceder la vida eterna; Rocío agradecía el trabajo de mi afanada lengua con entrecortados gemidos que me hicieron temer que Petra se despertase; mas no me hizo ese temor detenerme sino que avancé con mi lengua por la encharcada cueva vaginal al tiempo que mis dedos estimulaban el clítoris de la madura mujer. Mi rabo duro como el granito exigía ya cierto trato especial, por lo que sugerí a Rocío que cambiásemos de posición. A regañadientes accedió ya que aún ella no había llegado al orgasmo; sin embargo, cuando se tragó mi verga entera chupó con la maestría que siempre le había caracterizado. No fui ingrato con ella y procuramos adoptar la mejor posición posible en aquel sofá para dedicarnos un 69. En este menester estuvimos un rato delicioso reteniendo a propósito el orgasmo, dado que queríamos reservarlo para la follada final. Entonces, la hice poner a cuatro patas y desde atrás se la hundí en su coño. Dimos comienzo a los pertinentes vaivenes, primero despacito y luego después a un ritmo mayor. Ambos gemíamos de placer, sobre todo ella, a la que tuve que tapar la boca con la mano no fuese que Petra, mi suegra, se despertara y nos pillase "in fraganti", con el consiguiente perjuicio de que tuviésemos que dejar la deliciosa tarea a medias. Pero la verdad es que no pusimos mucho empeño en disimular ruidos, chirridos del sofá y gemidos, y pasó lo que tenía que pasar. De repente se encendió la luz y allí estaba Petra, puesta en pie junto a su cama, y viendo como Rocío y yo nos pegábamos el lote follando.

  • ¡Esto es una vergüenza!, nos dijo. Teníais muchas ganas de darle al asunto y os habéis puesto a hacerlo aquí mismo delante mía. ¡Cuando se entere mi hija te vas a enterar cabrón!- me dijo concretamente a mí, mientras intentaba vestirse para huir de allí.

He de decir que pese a la sorpresa de que nos hubiese descubierto y además amenazase con decírselo a mi mujer, Rocío y yo no nos privamos de culear un poco más para alcanzar un orgasmo gozoso. No nos importó que Petra nos contemplase, casi al borde del llanto, mientras recogía sus cosas para salir de allí al mismo tiempo que seguía recriminándonos que éramos una mujer mayor y un hombre joven lujuriosos y puercos. La verdad es que por un momento temí que se lo contará a mi mujer, a pesar de que Cati y yo nos concedíamos libertad para tener relaciones extramatrimoniales, pero no sabía como le iba a sentar saber que había estado follando con mi ex suegra en presencia de Petra, mi suegra actual.

Petra abrió la puerta y salió al exterior; Rocío y yo la retuvimos sin mala intención pues se pondría empapada por la lluvia y podía coger una pulmonía. Intentamos tranquilizarla, pero aún así se resistía, y entonces, debido a los forcejeos los tres caímos al suelo. Petra ( a la que de aquí en adelante llamaré suegra), continuaba llorando y queriéndose levantar del suelo para marcharse. Se hallaba semidesnuda, y Rocío y yo desnudos enteramente, encima de ella queriéndola retener honestamente, solo que el vernos en aquellas circunstancias me llevó a pensar en una violación o una situación de sexo no consentido y eso me excitó, aunque ni por asomo se me hubiera ocurrido jamás violar a mi suegra.

Sus pechos estaban casi descubiertos y su piel estaba mojada al haber salido corriendo bajo la lluvia en su intento de huir. Rocío y yo también estábamos mojados.

  • ¿Qué tiene esta vieja para que le hagas el amor? –me preguntó mi suegra enfadada entre sollozos.

  • Es una mujer ardiente y atractiva –le dije-.

  • ¿No te basta con tu mujer?- me inquirió.

  • Esta noche mi mujer no está aquí, eso es todo. Necesitaba follar.

  • ¿Y tú? –le dijo a Rocío- ¿no tendrías que buscar otras cosas ya a tu edad?

  • ¡Busco lo que cualquier mujer!-contestó Rocío-. Necesito placer, nada tiene que ver la edad. Tú también lo desearás a menudo, aunque seas madura, como yo.

  • ¡Dejadme en paz, estáis locos! ¡Tú eres una vulgar puta y él un cerdo!

Oír aquello pareció molestarle a Rocío, que señalando mi polla erecta, dijo a mi suegra:

  • Mira lo que tiene tu yerno entre las piernas, ¿no me dirás que no deseas una verga así, después de tanto tiempo como supongo llevarás sin probar una?

  • ¡Asquerosa, puta, zorra, y tú, cabrón, cerdo, puerco! –decía mi suegra habiendo relajado sus músculos, sin ofrecer ya apenas resistencia y eso sí, sin dejar de mirar mi polla dura como una roca.

Rocío acarició mi pene y susurró unas palabras al oído de la hipócrita de mi suegra que a la postre resultaron el detonante:

  • Mira Petra, esta polla dura y deseosa de coño, está dura y rígida porque te desea, puedes acariciarla, tú también la quieres saborear, sueñas con que te penetre y derribe ese muro de represión sexual que los años han forjado en ti. Eres una mujer caliente, se nota, darías cabida en el interior de tu ser no sólo a esta polla sino a cien en una misma noche si tuvieras a tu disposición a un regimiento de hombres hambrientos de coño. No seas hipócrita y admite que has sentido envidia y deseo al vernos follar a los dos. Yo que tú, tomaría la polla de tu yerno y disfrutaría de ella toda la noche, quizá tengas pocas ocasiones como esta a lo largo de la vida.

Todavía no había acabado Rocío de decir todas estas cosas que tan caliente me pusieron cuando mi suegra ya me acariciaba con algo de timidez y delicadeza la polla. No podía imaginar en ese momento que mi suegra se iba a convertir en adelante en una de las mujeres que más ferviente admiración iba a sentir por mi rica verga. Pero continúo mi relato. Rocío siguió dando instrucciones a Petra de lo que había de hacer, así que le sugirió que me mamara la polla, y ella no lo dudó en absoluto, y pasó de una negación total a mantener una relación sexual a convertirse en la más necesitada en ese aspecto durante la noche.

Cerré los ojos de puro placer que sentía al chupármela Petra, pero al cabo de unos instantes los abrí para contemplar algo fascinante: Rocío le estaba comiendo el coño a Petra, que recibió el cunnilingus con suma satisfacción; para acabar de excitarme hasta tocar el cielo sólo hacía falta aquella escena lésbica entre dos maduras. No supe si las tendencias lésbicas de ambas venían del pasado o fueron producto de la desorbitada excitación que sentían. El caso es que a mí me encantó ver aquello y mi pene experimentó un endurecimiento más pronunciado que aquella noche agradecimos los tres. En mi azarosa vida sexual jamás había montado un trío con dos mujeres. Sí había estado con otro hombre y con otra mujer (Gregorio y Rocío), o habíamos hecho intercambios de pareja Cati y yo con nuestros amigos Ernesto y Yoly, pero cada pareja había follado en una habitación distinta, nunca había sido una orgía. Sin embargo, estar con dos mujeres a la vez, era algo que había deseado siempre, y si eran dos maduras mejor que mejor.

Petra, mi suegra, resultó ser una mujer insaciable. Aquella noche tuve incontables coitos con ella, además de los que tuve con Rocío. Me dejaron exhausto, tumbado en una de las camas, y poco a poco me fui quedando dormido, mientras ellas en la otra cama continuaron besándose delicadamente, acariciando y lamiendo sus coños y disfrutando hasta el amanecer de sus respectivos cuerpos de mujer. En todo caso mi historia no acaba aquí, continuará.

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