Nueva vida 2

La historia sigue

Nueva vida 2

La rehabilitación con Nadia estaba yendo muy bien, Nadia era como un pitbull y no me pasaba ni una. La rodilla cada vez me dolía menos y mi relación con Nadia cada día iba mejor.

Me dejo claro que ella no salía con pacientes, yo le dije que si tenía que surgir algo, esperaría hasta terminar la rehabilitación. Ella se reía dándome un casto beso en la mejilla y diciéndome guapo. Cada día que pasaba en ese hospital estaba perdiendo destreza, pero sin embargo ganaba en felicidad.

Estuve un mes de rehabilitación, el día que me daban el alta Nadia vino a visitarme. Me dijo que si no tenía prisa me presentaría a su madre. Me puse tenso, Nadia no sabía nada de lo ocurrido con su madre o eso creía yo.

En un momento que Nadia y yo hablábamos mientras me traían el alta, entro Maria en la habitación, estaba guapísima.

• ¿Dino eres tú?

• Si soy yo Maria, te veo estupenda.

Nadia se quedó muy sorprendida, se nos quedó mirando a los dos y nos preguntó.

• ¿Os conocéis?

Maria me miro y entonces le dije quien era yo de verdad.

• Nadia, mi nombre verdadero no es Dino Romano, es Dino D'angelo.

Nadia se quedó mirando a su madre, su mirada se oscureció, vi en sus ojos que si tenía alguna oportunidad con ella la había perdido definitivamente.

• Nadia soy yo, el Dino de este último mes.

• No es verdad, eres miembro de una familia de carniceros.

• ¡Hija no hables así!

• ¿Encima le defiendes?

• ¡Hija, él no puede volver a pisar su país nunca más, le matarían y todo por defenderme!

• ¡Me da igual!

Nadia salió de la habitación, Maria me miraba muy apenada. Yo me levante y la abrace, pensé que así sería mejor. Mi padre tarde o temprano daría conmigo, de esta forma no habría víctimas colaterales.

Trajeron mi alta y cogiendo mi bolsa de deporte acompañé a Maria a su coche.

• ¡Siento mucho que esto haya acabado así Dino!

• Yo no, estar cerca de mí os pone en peligro, ahora mismo mi padre tiene su mirada fijada en mí. Yo soy el que le ha puesto en evidencia, seguir con vuestra vida y sed felices las dos, ¿me lo prometes?

Maria asintió con la cabeza, yo me monté en mi coche y encendí el motor dirigiéndome a mi piso. Mientras iba conduciendo pensaba en las veces que había sido feliz en mi vida. Ninguna, mi padre convirtió la relación con mi hermana en una competición, mi madre estaba subyugada a todo lo que decía mi padre. Y que decir del señor del mal, ese no se quería ni a sí mismo.

Cuando llegue a mi piso, lo primero que hice fue una limpieza a fondo, nunca se sabe quien puede venir de visita y me gustaba tener la casa presentable. Después pegarme una ducha, al mirarme al espejo me di cuenta de que había perdido masa muscular y que había ganado peso.

No es que me importara como algo estético, pero en estas condiciones si daban conmigo lo tendría muy complicado. Me hice un cuadro de entrenamiento que empezaría al día siguiente de forma estricta.

Mi primer día en mi nuevo puesto de trabajo fue normal, me presentaron a todos mis compañeros. Me di cuenta de que no pase desapercibido para algunas de las mujeres, no sabría decir por qué, yo solo tenía a una mujer en la cabeza Nadia.

En esa empresa había mujeres mucho más espectaculares que ella, pero ninguna me llamaba la intención como lo hizo ella. Deje ce pensar en eso porque poco se podía hacer.

Me di cuenta de que los proyectos de esta nueva empresa eran de mayor escala, eso me gustaba pues sería todo un reto para mí. Los planos que tendría que hacer serian mayores y más complicados. Me gane la fama de solitario, cuando un compañero se acercaba yo le hablaba amablemente, pero sin ir más haya.

Me encontraba inmerso en un proyecto de un hotel que querían construir, la verdad que las horas que pasaba inmerso en mi trabajo eran las mejores del día. Así no tendría que pensar que el hombre más peligroso del mundo había puesto precio a mi cabeza.

Fue pensar en el señor del mal y recibir una llamada de mi hermana, me levanté y me dirigí a la sala de descanso.

• ¿Qué ocurre hermanita?

• Papa ira en unos días a la ciudad donde vives hacer negocios te aviso para que estés atento.

• Gracias hermanita, ¿qué tal todo por allí?

• Mal, tu desobediencia ha dejado en una situación difícil a papa, y eso que todavía no sabe que te deje escapar.

• ¿Qué me dejaste escapar a mí?

• ¿Crees que no hubiera podido darte caza?

• ¡Los tiros no van por ahí y lo sabes!

• ¡Que insinúas!

• Crees que no me fije en como mirabas a Maria hermanita, a ti esa mujer te gusto.

• Así es, joder me sigues leyendo como un libro abierto, ¡protégela bien he hermanito!

• Dalo por hecho hermanita, si las cosas se ponen muy feas. ¿Podré contar contigo?

• Claro que si, por esa mujer are lo que sea.

La muy cabrona empezó a reírse, pero sabía que si las cosas se ponían feas, la tendría a mi lado combatiendo. Me despedí de ella y me enfoqué en mi trabajo, se me paso la jornada laboral volando. No me apetecía conducir decidí coger un taxi hasta casa.

Cuando llegue me lleve una sorpresa enorme, sentada en uno de los bancos que había en un parque cercano a mi edificio estaba sentada Nadia. Me acerqué a ella, me miro sin darme tempo a reaccionar me dio un abrazo. Empezó a pedirme perdón por su comportamiento, yo la separe, bese su frente y le dije que estuviera tranquila.

Subimos a mi casa, Nadia estaba muy nerviosa. Le dije si quería beber algo y me pidió un refresco sin alcohol, entonces entramos en materia, empezó a llorar y me dijo que le gustaba y no quería perderme por su mal genio y sus rabietas. Yo le sonreí y le dije que por eso no me iba a perder, entonces me dijo que le contara mi historia familiar.

• Muy bien te la contaré.

Empecé contándole que el que de verdad mandaba en la familia era el abuelo, este era un cabrón más grande que mi padre, pero sin embargo con nosotros siempre fue muy cariñoso. Incluso quería mucho a mama. En aquel entonces mi padre era el brazo ejecutor de mi abuelo, este quería a alguien muerto y mi padre lo eliminaba. Mi hermana y yo éramos demasiado jóvenes para darnos cuenta de todo esto. Hasta que un día todo cambio.

• ¿Qué ocurrió?

Mi abuelo se empezó a dar cuenta que Italia era grande y que todas las familias se estaban matando habiendo territorio suficiente para todos. Concertó una reunión con los demás jefes y decidieron repartirse el territorio a partes iguales.

• ¿Pero eso era bueno no?

Sí que lo era, pero mi padre no estaba de acuerdo, su ambición era tan grande que lo quería todo para él. Tuvieron una gran discusión, a los pocos días el abuelo apareció muerto. Mi padre culpó a las otras familias y la guerra empezó otra vez.

Mi padre quería que yo ocupara el puesto que él ocupaba, yo sin embargo no tenía ninguna intención de ser el brazo ejecutor de un tirano. Accedí a todo el adiestramiento y entrenamiento, pero no para lo que el quería. Sabía que algún día tendría que hacerle frente y quería estar preparado para hacer lo que había que hacer.

Mi padre y yo empezamos a chocar, yo en vez de ejecutar a los rivales, negociaba con ellos consiguiendo grandes beneficios para la familia. Mi padre veía mi forma de actuar como una debilidad, entonces empezó a darle más responsabilidad a mi hermana. Con un idéntico resultado al mío.

La diferencia es que mi hermana sabia como capear el temporal, dando una de cal y otra de arena, yo pasaba literalmente de lo que pedía mi padre. Mi último acto de rebeldía fue salvarle la vida a tu madre, eso sello mi destino.

• ¿Qué quieres decir?

Mi padre no durará en matarme cuando llegue el momento, para el soy un obstáculo para conseguir ese imaginario poder que solo ve en su cabeza, mientras tanto la gente sufre y muere.

• ¿Dino si llega el momento, serás capaz de matar a tu padre?

Esa pregunta me la Hizo una Nadia con la cabeza agachada, temerosa de mi respuesta.

• No lo sé Nadia, lo que tengo claro es que si amenaza a las personas a las que quiero, que se prepare.

Sé que me está buscando Nadia, de momento estáis a salvo, pero eso no será para siempre. Si intenta haceros daño, no quiero ni pensarlo.

Entonces dos lágrimas empezaron a descender por mi rostro, cuando llegara ese día, me convertiría en la persona contra la que he estado luchando toda mi vida. Nadia se levantó y me beso.

Me levanto, nos empezamos a besar y terminamos ella sentada sobre la isla que tengo en la cocina, abrí sus piernas y le arranque el tanga que llagaba puesto, estaba empapado. Mire su sexo y tenía un vello de tono cobrizo, estaba totalmente brillante de la excitación.

Mi polla no estaba mucho mejor, si no la liberaba de los pantalones donde estaba aprisionada reventaría, me metí entre sus piernas y empecé a jugar con su clítoris. Sus gemidos eran música celestial para mí, no tardo en correrse.

Cuando se recuperó lo primero que hizo fue besarme y relamerse, después miro mi entrepierna y la empezó a liberar de su encierro. Se agachó y se la metió en la boca. Mientas me hacían la mejor mamada del mundo no pude más que perderme en esos ojos verdes y en las oleadas de placer que me estaban recorriendo la espalda

Cuando estaba a punto de correrme la pare, quería sentir mi polla en su interior. Entre besos y caricias fuimos andando poco a poco a mi habitación, entonces se terminó de desnudar. Ante mí apareció una mujer de bandera con banda de música, que poco la favorecían los uniformes del hospital.

También me di cuenta de que Nadia también solía usar ropa más holgada como yo, entonces fui yo el que se desnudó. Nadia nunca me había visto desnudo del todo, al verme se relamió. Pensé que me comería vivo.

Se pegó contra la pared, sacando su culo hacia fuera facilitándome la penetración, mientras la penetraba con penetraciones profundad besaba su cuello. Entonces se dio la vuelta, pego un salto y pasándome los brazos por el cuello y las piernas por la espalda volví a penetrarla.

Estaba siendo el mejor sexo que había tenido en mi vida, sus ojos me transmitían sentimiento y yo hacia lo propio con los míos, terminamos corriéndonos los dos a la vez.

Después de ducharnos, nos dimos cuenta de que se había hecho tarde, le dije de quedarse a cenar y después a dormir.

• No he traído nada Dino.

• Pues duermes desnuda.

• ¿Eso es lo que tú quieres no pillin?

Nadia se empezó a reír, la cena fue estupenda, volvíamos a tener esa sintonía que tuvimos en la rehabilitación, después de ver una película decidimos irnos a dormir. Al día siguiente teníamos que madrugar los dos ella se durmió antes, yo me dedique a verla dormir y a pensar en lo rápido que me estaba enamorando de Nadia.

Las semanas fueron pasando la tónica era la misma, Nadia pasaba casi todos los días en mi casa. Empecé a enseñarle Taijutsu, Kenjutsu y Bojutsu. En uno de los entrenamientos se me escapo un golpe y le hice una herida algo aparatosa en el brazo izquierdo.

Me sentí fatal por ello, pero Nadia no le dio ninguna importancia, ella quería aprender y siendo blando no aprendería nada. Semana tras semana Nadia adquiría conocimientos muy rápido, parecía que habría nacido para practicar este arte marcial

• Aprendes muy rápido condenada, dentro de poco me enseñarás tú a mí.

Nadia se rio, me dio un golpecito, después fuimos a la ducha donde volvimos a hacer el amor. Tuvimos la conversación y decidimos ser pareja, Nadia se mudó a mi casa.

Una de las mañanas me dijo que durante unas semanas nos veríamos menos, había entrado en el hospital una chica de dieciocho años, con un traumatismo gravísimo en la columna vertebral.

Los médicos le dieron muy pocos esperanzas de que volvería a andar, Nadia me dijo que quería intentarlo. Quería ayudar a esa chiquilla, si no era a andar por lo menos que no se terminara hundiendo del todo.

Me miro y al ver mi sonrisa se tranquilizó, como me iba a parecer mal que intentara ayudar a esa chica, con dieciocho años en una silla de ruedas para siempre. Solo de pensarlo se me hacía un nudo en la garganta.

• Ayúdala amor mío, tenéis que hacer todo lo posible para que esa chiquilla tenga la mayor calidad de vida posible.

• Eres el mejor Dino, cualquier otro se hubiera mosqueado, pero tú me has comprendido a la primera, no sabes cuanto te quiero.

• Sí que lo sé, menos de lo que yo te quiero a ti.

Nos despedimos con un beso después de desayunar, la dejé en el hospital y yo me dirigí a mi trabajo, el proyecto en el que estábamos inmersos se estaba complicando. Pero lo que no sabía era lo que se me iba a complicar a mí la vida en ese día.

Cuando entre, me dijeron que tenía una visita en el despacho, cuando entre y vi quien era, tuve que hacer esfuerzos por disimular la arcada que me entro. Era ni más ni menos que mi ex Sofía.

• ¡Hola Sofía, para que has venido, aparte para provocarme una úlcera!

• El proyecto donde estáis trabajando lo estáis haciendo colaborando con nosotros, no estamos nada contentos.

• ¡Y a mí que me cuentas, tendrías que hablar con mis superiores!

• No, el problema son tus planos, estás tardando demasiado en entregarlos y el tiempo se nos echa encima.

• Si crees que es tan fácil dibujar un plano basándose en los cálculos de arquitectos e ingenieros lo haces tú y punto.

• No quiero discutir Dino, he preferido venir yo antes de que vendría Carlos.

• ¿Ese es el tío del despacho verdad?

• Si la verdad que le has hecho un favor, porque con la chulería que destila. Lo habría terminado echando por la ventana.

• Dino…

• Si me perdonas Sofía, ahora estoy muy ocupado, ya conoces la salida.

Después de la desagradable visita de mi ex, me puse con los planos y después de unas semanas de arduo trabajo terminamos todos los planos una semana antes del plazo establecido.

Las dos empresas decidieron hacer una fiesta, para que nos relajáramos y poder conocernos entre nosotros, yo invite a Nadia que acepto encantada. Faltaba una semana para la fiesta y decidí cogerme unos días de vacaciones.

Durante esos días fui al hospital para conocer a esa chiquilla de la que me hablo Nadia, cuando la vi me impresiono la mirada de decisión que tenía esa chica. Estaba dispuesta a luchar con uñas y dientes. La chica se llamaba Lidia y consiguió que Nadia se sonrojara al decirla si yo era su novio.

La pobre Nadia se puso roja como un tomate, Lidia y yo nos reímos a mandíbula partida, estuve en una de las sesiones de rehabilitación y se me hizo un nudo en el estómago, se me saltaban las lágrimas de ver a esa chiquilla dar lo mejor de sí y no conseguir resultados, decidí llamar a Isabella y comentarle el asunto.

• Dino no te prometo nada, pero investigaré si existe algún tratamiento que pueda ayudar a esa chica. ¿No será barato lo sabes verdad?

• Eso no será problema.

• ¿Por qué?

• Porque lo pagaremos nosotros.

Isabella se río y me dijo que de acuerdo, pero que lo haríamos a medias, lo comente con Nadia, esta se puso muy contenta, pero se sorprendió de que si tenía tanto dinero porque trabajaba. Yo le dije que no sabía estar todo el día sin hacer nada.

• Nadia no te prometo nada, pero si se puede quiero ayudar a Lidia.

Isabella hizo averiguaciones y encontramos una clínica en estados unidos que se especializaba en ese tipo de lesiones, lo hablamos con sus padres y les dijimos que no se preocuparan de nada que todo estaba cubierto. Lidia se acercó a mí y me dijo.

• ¿Cómo podremos agradecértelo a ti y a tu hermana?

• Esforzándote mucho y volviendo andando.

Los padres me abrazaron, Nadia estaba muy contenta y me lo hizo saber después en nuestra casa. Casi me deja seco, se nos estaba haciendo tarde para ir a la fiesta y tuvimos que vestirnos a todo correr.

Cuando llegamos a la fiesta, Nadia iba guapísima, todo iba bien hasta que nos cruzamos con Sofía y Carlos. De repente vi que Nadia se ponía muy nerviosa y agachaba la cabeza.

Sofía se empezó a poner nerviosa al ver mi rostro, cogí a mi novia y la llevé a un sitio apartado para preguntarle que le ocurría.

• Que ocurre Nadia, ha sido ver a ese maromo y te has puesto así.

Nadia no contestaba mientras lloraba, entonces decidí meterme en el baño para repescarme un poco la cara y aclarar mis ideas, en lo único que no pensaba era en que Nadia me hubiera sido infiel, pensé que igual ese cabrón se hubiera propasado.

Entonces entro Carlos con su chulería y me dio su móvil para que viese algo. En las imágenes se veía claramente a Nadia follando con el. El tío cogió su móvil y me dijo.

• Dos de dos pringado (riéndose).

Le solté un puñetazo en toda la boca del estómago que hinco las dos rodillas y se quedó sin poder respirar, entonces lo cogí y lo acerque a donde estaban los inodoros. De todos ellos elegí el que tenía postre y metí su cabeza en la taza del water.

Puse mi pierna sobre su cabeza y empiece a imprimir fuerza, de vez en cuando aflojaba para que pudiera respirar, entonces cuando ya vi que se estaba poniendo azul lo saque.

Le empujé contra la pared y le dije.

• ¡Ándate con cuidado lombriz, la siguiente vez no seré tan educado, ¡me has entendido!

Salí del baño y mire a Nadia, después cogí una copa y salí a tomar un poco el aire y a calmarme un poco.

Continuará.