Nueva oportunidad 1. ¿Cuanto tiempo ha pasado?
Cuando despiertan no lo hacen en el proceso que deberían, por eso su primera preocupación es ¿cuánto tiempo ha pasado? Es una buena pregunta, 50 hombres y 50 mujeres se criogenizaron; pero no todos vuelven a la vida, ¿cuantos quedaran con vida?
Nueva oportunidad
Capítulo 1. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Despierto como si no hubiera pasado un segundo desde que dormí, salvo que me duele todo el cuerpo conforme lo voy moviendo; me duele la nariz como si llevara siglos sin respirar, me duele el cuerpo como si llevara años sin moverlo. Mi boca esta reseca, tengo una sed abismal; mi estómago ruge, demandando un hambre voraz. Cuando voy recuperando el control de mis sentidos, escucho una alarma que resuena una y otra vez, conforme voy centrando la vista reparo en que hay una luz roja parpadeante; me incorporo no sin cierta dificultad, el cristal de la capsula se ha abierto.
Sentado miro a mi alrededor, mi cabeza duele como si fuera a explotar; me gustaría más ahora mismo estar muerto que vivo, ya que me siento morir. Vomito un extraño liquido azul, cuando lo veo en el suelo; recuerdo que fue una de las cosas que trague, ahora me siento más falto de nutrientes y más deshidratado. A mi alrededor algunos se están levantando, caen al suelo; otros se sientan como yo y vomitan, incluso alguno se levanta echando sangre por todos los orificios y luego explota entre gritos de pánico. Es un espectáculo soez, brutal; pero lo más preocupante de todo esto es que algunos no se levantan, algunos ni siquiera están y donde están los doctores.
Me levanto no sin cierto esfuerzo brutal, algunos también lo están intentando; otros se acuestan de nuevo y cierran la capsula, intentando descansar.
- ¡Peligro! Las baterías están a punto de agotarse, los criogenizados han sido despertados por un cómputo de emergencia; todo el personal sanitario, acuda al ala A y al Ala B. – pide una voz robótica, que parece pregrabada.
- ¿Qué diablos? – pronuncio con dificultad y dolor, como si llevara décadas sin hablar.
Entre tambaleándome de un lado a otro, agarrándome a las capsulas; aferrándome a la pared y algún tropiezo, consigo llegar a la sala donde están los monitores. Obviamente no entiendo nada, salvo que no hay nadie de echo; todos los monitores parecen encajar algún error, que desconozco y hay paredes tirados por el suelo.
Los cojo uno por uno e intento leer, contienen muchos datos que no entiendo.
- ¿no te parece raro? – dice un tipo, junto a mí.
- ¿el qué? – pregunto, aunque todo es raro; a decir verdad.
- Primero no hay nadie cuando debería haber como mínimo 1 persona, segundo todo ese material es clasificado debería estar ordenado y guardado; no por el suelo y desperdigado, tercero…nos ha levantado la máquina, por su cuenta y no un ser humano. – enumera mostrando un buen poder de deducción.
- ¿Qué insinúas? – le pregunto, ya que aún no puedo pensar con claridad.
- Insinúo, que algo raro o malo; está pasando aquí, conforme vayamos viendo más cosas…podre decirte más. – me suelta, empezando a leer papeles uno detrás de otro.
Niego con la cabeza.
- Eso ya lo sé, que algo malo o raro está pasando aquí, no hace falta que lo jures. – protesto.
Veo que de los 50, solo unos 20 nos hemos levantado; algunos miran las capsulas, otros buscan la salida y unos pocos información.
Me acerco a los que están registrando las capsulas.
- Ocho faltan, doce han muerto o están en coma y nueve o diez dicen que no pueden levantarse. – me informa un compañero.
- Quedamos 20 en pie y 10 acostados, ¿no? – le pregunto.
- Si, en reducidas cuentas sí. – me confirma.
- ¿Qué les ha pasado? – pregunto, conforme mirando a los que están en coma o muertos.
- Pueden ser miles de cosas, quien sabe; un error de las maquinas, un fallo de cálculo en los potingues e incluso una reacción alérgica a las inyecciones. – supone, imaginando lo que puede ser.
- Entiendo… - asumo, con gesto triste.
Me marcho a ver los que están intentando abrir la puerta, al acercarme me fijo son el policía y el militar con los que hable; antes de todo esto, también está el científico entusiasta.
- ¿conseguís algo? – pregunto, el policía me sonríe al verme; el militar me mira muy serio, el científico parece preocupado.
- La puerta está atascada. – comunica el militar, que intenta abrirla con las manos.
- No se puede. – niega el policía, que jala desde la otra parte.
- ¿y ahora qué? – les pregunto, pero ninguno tiene respuesta. - ¿Qué ha salido mal? – le pregunto al científico.
- No es que algo haya salido mal – contesta.
- ¿entonces? – le pregunto, mirando el caos; que tenemos a nuestro alrededor.
- Es como si se hubieran olvidado de nosotros. – responde, dejándome mucho más confundido.
- ¿Y qué te dice eso? – le interrogo.
- He estado leyendo las cifras de los papeles, las de las capsulas que aun funcionan; las de los monitores y es extraño, pero…ninguna coincide. – me dice, dejándome perplejo.
- ¿eso que puede significar? – vuelvo a preguntarle.
- No lo sé, pero las capsulas solo estaban fabricadas para marcar 1 año; los papeles al menos han contabilizado 20 años; los ordenadores cuentan 48, eso solo significa que llevamos solos 28 años y que por algún motivo no nos despertaron cuando paso 1 año.
- ¿¡48 años?! – grito, tapándome la boca con las manos.
- Y lo peor, que las baterías se acaben; solo puede significar que este sitio, está abandonado. – sentencia el científico.
Los pocos que estábamos escuchando, caímos en la desesperación; justo cuando las puertas se abren, uno que está tocando el ordenador grita satisfecho.
- ¡Eureka!, baby como te quiero. – le grita a la máquina.
Pero el pasillo tiene un panorama mucho más desalentador todavía, hay esqueletos; sangre por los pasillos, como si hubieran intentado detener algo que salía o entraba. Hay muchos casquillos de balas, boquetes de bala; algunos llevan armas rotas, lanzas y espadas. Agarro una pistola, no tiene balas; pero me siento más seguro con ella, también agarro una espada quebrada.
- ¿Qué haces? – me pregunta, uno.
- Sentirme seguro. – respondo, mientras desnudo a un esqueleto; poniéndome su bata.
Muchos me imitan, el militar se pone a investigarlo todo; el policía también, el científico organiza a la gente para ayudar a levantarse a los que no pueden y el chico del ordenador avanza por delante seguido de un par.
- Deberíamos seguir juntos. – le aconsejo.
- Y un cuerno, yo me largo de aquí. – responde.
Muchos lo siguen, nos quedamos unos diez; cinco de los que no podían caminar ya pueden, y esos nos ayudan a cargar a los otros cinco.
- ¿Qué veis? – le pregunto al policía y al militar.
- Aquí hubo un combate contra alguien. – responde el policía.
- Hubo dos, contra algo. – responde el militar, dejándonos perplejos.
- ¿algo? – pregunto.
- Algo. – responde.
El no parece tener respuesta, pero está tranquilo; mientras todos los demás estamos asustados y el policía también luce tranquilo, pero en sus ojos veo el miedo.
Seguimos avanzando con cierta cautela, el pasillo se bifurca; en el letrero reza: “Izquierda vestuarios / centro de investigación, derecha ala B / vestuarios femeninos.
- ¿os parece si investigamos como están las chicas? – pregunto más que proponer.
- Me parece bien – suelta el militar.
- Bueno…si vamos a las taquillas, estará mi arma de reglamento. – discute el policía.
- Hagamos dos grupos, vosotros vais a las taquillas; nosotros a por las chicas. – propongo.
He de decir que el 80 % eligió ir a las taquillas, asi que solo el militar; un par de muchachos y yo, elegimos ir a mirar a las chicas. Conforme avanzamos por un ramaje de pasillos bastante accidentado, medio en ruinas; con plantas creciendo a placer, techos o paredes derruidas y boquetes extraños en las paredes.
Llegamos a la puerta de las chicas, están intentando abrirla por la fuerza; pero aun haciendo palanca con una tubería de hierro oxidada no pueden, nosotros terminamos de abrirla.
Estas se sobresaltan al vernos, alguna pega un grito; se tapan como pueden, si la situación no fuera la que es…sería una suerte estar frente a este harem. Ellas tienen la misma pinta que nosotros, exceptuando que alguna tiene sangre por todos sus orificios y no exploto o el líquido azul; le desborda por todos lados y cuando digo todos, quiero decir todos…pero siguen vivas.
- Tranquilas, venimos a ayudar. – dice el militar.
- ¿a ayudar respecto a qué? – le pregunta una pelirroja de ojos azules, con el coño pelirrojo; señalando a sus compañeras, viendo que hay algunas que no se ponen de pie y están siendo cargadas por las demás.
- No somos médicos ni científicos, solo chicos normales; que creemos que lo mejor es ir juntos o eso pienso. – les confieso.
- ¿Por qué? ¿Qué habéis visto? – nos pregunta, una rubia ojos verdes; con cuerpo de modelo, que también tiene el chocho rubio.
- Cuéntaselo – le pido al militar y este asiente.
Mientras él las pone en orden, entro para ver la sala; mientras uno de los que venía se abraza con una chica que parece su mujer y el otro, abraza a dos chicas que serán amigas o familia suya. Esta sala parece estar mucho más estropeada que la nuestra, tiene boquetes; crecen plantas, entra el sol exterior y algunas capsulas fueron aplastadas por cascotes. Eso explica, porque solo hay 10 chicas; cargando con otras 3, las demás están muertas en coma o aplastadas.
Cuando vuelvo hasta ellas, todas tienen el semblante preocupado; la inmensa mayoría luce asustada, excepto la pelirroja.
- ¿Cuál es el plan? – pregunta esta.
El militar me mira a mí, es curioso que el militar; haya decidido seguirme a mí, un simple cocinero fracasado.
- He pensado ir al vestuario femenino, para que os vistáis y recojáis todo lo útil que podamos llevar.
- Buen plan, guiadnos. – felicita y pide la pelirroja.
- Vamos. – le digo al militar y este asiente.
Mientras vamos andando, nosotros dos al frente; uno abrazado a su pareja, otro de la mano de sus amigas o familia. Las demás abrazadas entre ellas, la pelirroja va en medio; sin taparse lo más mínimo, sin miedo alguno y con sus grandes pechos rebotando.
Cuando llegamos al vestuario femenino, las luces de este parpadean; la puerta esta partida en dos, el marco rajado y manchado de sangre.
- ¿y ahora? – le pregunto al militar.
- ¿y esto?
- ¿Qué coño ha pasado aquí?
- Joder… ¿pero qué mierda?
- ¿Qué puede haber hecho esto?
Dicen las chicas asustadas, el militar; que se muestra tranquilo, a pesar de estar nervioso.
- Dejadme pasar a mi primero. – ofrece.
- Voy contigo. – le contesto.
- Vale, izquierda tu; derecha yo, nos vemos en el centro. – agradece, aunque no lo dice y me coordina.
- Yo voy por el centro. – dice la pelirroja.
El militar asiente y no dice nada, da la señal y cada uno hace su recorrido; entro por la izquierda, tapándome con las taquillas. Escucho ruidos raros, me aferro a la espada; ya que el arma esta descargada y aunque la espada está quebrada algo hará, paso entre taquillas reventadas y abolladas. Algunas carecen de puertas, otras la puerta ha sido sacada de sitio; pero la mayoría, están fatal.
Al llegar al centro, hay una figura de una chica de espaldas; esta masticando algo, parece que le falta un brazo y carezco de valor para acercarme si estoy solo…pero ante mi vista aparecen la pelirroja a espaldas de la morena de pelo rizado, el militar a la derecha de esta; voy a moverme hacia ella, pero la primera en hacerlo es la pelirroja.
- Hola, ¿estás bien? Si estás sola puedes venir con nosotros. – ofrece, mientras se acerca a la mujer solitaria.
Esa chica deja de comer, entonces me percato de que lo que esta comiendo es un brazo humano; gira su cabeza pasando por mi lado; la mitad de su cara parece humana, la otra mitad parece mutada o algo asi. Se da la vuelta, mostrando que mientras que en un lado carece de brazo; en el otro tiene 4 brazos, gruñe a la pelirroja y salta contra ella. Esta grita estupefacta, pero el militar; se pone en medio, clavando la punta de su lanza rota en la frente de esta…que cae inerte al suelo.
- ¿Qué era eso? – pregunto aun con los ojos abiertos de par en par.
- Lo que quiera que fuera, ya no es humano. – responde el militar.
- Gracias por salvarme. – agradece la pelirroja.
- Comprobare el perímetro. – dice este, mientras se marcha.
Vamos entrando todos, las chicas van a sus respectivas taquillas; por mi parte, me pongo a intentar abrir las demás.
- ¿te ayudo? – me pregunta una voz femenina.
Cuando me doy la vuelta, veo una castaña de ojos negros; vestida con minifalda vaquera, camisa vaquera y chaleco vaquero.
- Eh…si, jala por aquí. – le pido, mientras jalo por el otro lado.
Entre los dos conseguimos abrirla, pero salvo ropa; un bolso normal de chica, no hay nada más.
- Gracias, por venir a buscarnos. – me agradece.
- De nada, coge lo que te sirva de aquí. – le digo, mientras voy a la siguiente.
- ¿Qué crees que le paso? – me pregunta, mientras registra la taquilla.
- No lo sé, está claro que ha mutado o algo asi; me pregunto, que la hizo mutar. – digo en voz alta.
Ella y otras chicas me miran, pero nadie dijo nada.
Tras abrir todas las taquillas, me fijo en la muerta; estaba comiendo un brazo humano, la perforación del militar fue en la parte humana. Tras cada uno coger sus cosas, sobran:
- Varias mudas de ropa femeninas exterior e interior
- Varios bolsos de mujer, llenos de cosas.
- Pistolas de bolsosx4 con 10 balas.
- Taser electricox2
- Spray pimientax1
- Pistola electricax1
- Extensiblex1
- Navajax1
Le doy al militar, 1 pistola de bolso con 4 balas el cargador lleno; el taser eléctrico y la navaja, por mi parte cojo la pistola eléctrica y la extensible. Luego deje que se organizaran los demás.
La pelirroja era una guardia civil, asi que iba bien equipada por si misma; entre las chicas también había una policía y una guardia de seguridad.
- Bueno, ahora que sabemos que hay mutantes; que estamos equipados, necesitamos juntarnos con la otra mitad del grupo y luego ver que podemos hacer. – organizo, hasta que unos gritos desde el pasillo; nos hacen apuntar hacia la puerta, tras ella entran el policía y el científico
- ¿Qué coño pasa? – preguntamos el militar, la pelirroja y yo al unísono.
Estos cierran la puerta, cuando entran cuatro chicos más.
Entre las rejas que han cerrado, aparecen varios mutantes; uno ardiendo, otro que intenta penetrar la reja con sus brazos cuchillas y uno que vuela y tira una especie de plumas que dañan la puerta.
- Van a entrar… - contesta, el policía.
- Tranquilo, estamos seguros; cuéntanos, ¿Qué está pasando? – le pregunto.
El científico asiente y él se pone a contar…