Nuestros encuentros com pekos

Escrito por Billy Rodriguez

Nuestros encuentros con Pecos

Un viernes, a las 10 de la mañana estoy en mi casa, Billy trabajando y suena el timbre.  Atiendo y es una hermosa mujer. Esta es la conversación:

  • Hola, me dice, soy Maju, la novia de Pecos. Alabaste su miembro muy entusismada y vengo a invitarte en su nombre a una reunión de sexo con él.

  • Pero está mi marido, también.

  • Mejor. así es más morbo. Si lo desean pasamos a buscarlos a las 10 pm.

Fue un día de nervios y cachondeo. Por fin a la hora justa pasaron a buscarnos.  Fuimos a una quinta apartada pero hermosa.

Apenas descendimos del coche nos besamos con Pecos, ya sentí su miembro en todo su esplendor. Entramos, tomamos un fernet con cola, como para no aparecer como locos y Pecos me fue desnudando. Maju y Billy se tocaban y se masturbaban.

Pecos me llevó al borde de su hermosa cama, se arrodilló y con una par de almohadones puso su enorme y hermosa pija frente a mi chorreante vagina. Yo levanté mis piernas hasta que mis rodillas tocaron mis hombros, mostrando todos mis tesosros.  No tuvo piedad, me enterró su potente falo hasta los testículos en mi hambrienta abertura. Sentí que me abría el cuello del útero y no se hasta donde llegó. Mis orgasmos se sucedían de tal forma que parecía ser uno solo, pero increíble. Los chorros de su acabada parecían inundar mis ovarios.

Sacó un almohadón y su pija bajó de altura y sin más me la metió en el culo, lubricado por mis jugos y su acabada.

Lo sentía tan dentro de mis tripas que creía que me llegaría al estómago. Yo seguía con los orgasmos. Maju y Billy estaban en un 69 que pensé sería sublime. Pecos es increíble, no solamente no se le ablandó sino que volvió a acabar dentro de mi culo, llenando mi tripa hasta hacer presión.

La sacó y me la metió en la boca, chupé y chupé, sintiendo variados gustos y aromas que me encantaron.

Estaba destrozada pero feliz. Maju se subió sobre mí en un 69 y sorbió todos los fluidos que yo largaba, mientras me pasaba la leche de Billy a mi boca.

Miré a los hombres y se masturbaban como locos. Volví a mamar la divina concha de Maju.

Cuando volví a mirar a nuestros hombres, estaban en un glorioso 69. Ya no podía calentarme más, pero Maju comenzó con mi culo, me lamía hacía presión con la punta de la lengua, mientras saboreaba la leche de Pecos.

Sus dedos comenzaron a penetrame, de a uno, iba sumando dedos hasta llegar a cuatro. La próxima vez te meto la mano entera, me dijo.

Me fui adormeciendo feliz. Cuando llegó el nuevo día, estábamos sucios de semen, sudor y saliva. Me fui a bañar, pero detrás mío llego el Pecos.

  • Putita, métete en la bañera.

Así lo hice y el me bañó entera, pero con la lluvia de su adorada pija.

En otra ocasión, relataré otros encuentros con nuestra nueva pareja: Maju y el Pecos.

Silvina