Nuestro primer intercambio de parejas.
Cuando pensaba que había estado chupándosela a otro hombre y follando con él, se producía en mí una mezcla de sentimientos que no acierto a describir, pero todo se resumía en una enorme calentura y unas ganas locas de follar con ella.
Esta es una breve historia donde explico como nos iniciamos dentro del mundo de los intercambios de parejas. Una de las mejores decisiones que tomemos como pareja, la cual, sin duda, salvó nuestro matrimonio. Debo decir que mi mujer, Raquel, por aquella época era todo un bombón y los hombres se volvían locos por ella, lo cual me había costado más de una discusión cuando algún grosero mal educado se propasaba con ella cuando salíamos de fiesta, pero no lo hacía por celos, sino por principios. Después de lo de mi prima y su marido (Relato, Hice el amor con mi prima y su marido) empezó a madurar en mí la idea de ver como mi mujer follaba con otros hombres, me apetecía compartirla y ver como gozaba. Ella también se lo merecía. Y claro, a mí también me apetecía estar con otras mujeres y con otros hombres. Pero ocurría que cada vez que intentaba hablarle del tema, ella se enfadaba, me decía que no la quería, que lo único que yo quería era acostarme con otras mujeres, usándola a ella como moneda de cambio. Era verdad que yo quería acostarme con otras mujeres, pero también quería verla gozar con otros hombres y otras pollas, empleé mil argumentos para convencerla. Por ejemplo, y era verdad, que nuestra relación se estaba enfriando y que antes de que llegásemos a buscar orgasmos por separado era mejor que los buscásemos juntos sin necesidad de escondernos. Después de meses golpeando la roca, una noche accedió a que fuésemos a un club de intercambio para ver cómo era, y así saber si aquello nos gustaba o no. Cuando llegamos estaban a punto de cerrar, pero la dueña, una rubia muy guapa, nos explicó amablemente como era aquel mundo y cuáles eran las ventajas del amor libre y de la sinceridad dentro de la pareja. Lo argumentó todo tan bien que, para mi sorpresa, Raquel aprobaba todo lo que aquella mujer le decía, me quedé alucinado. No fuimos y quedamos en volver el sábado siguiente. Y por fin llegó el día, afortunadamente mi mujer no se había echado para atrás y parecía casi tan atraída por la idea de conocer ese nuevo mundo como yo. Entramos al local un poco asustados, se nos explicaron las normas a seguir, tomamos unas copas en la barra para calmar un poco los nervios, y pasamos a un salón donde había unos sofás y un televisor con una película porno en pantalla, aunque nadie la miraba. En los sofás había algunas parejas besándose y acariciándose, pero estaban vestidas. Nos sentamos y nos quedamos allí sin saber qué hacer, al cabo de un largo rato se nos acercó un hombre y nos dijo: —Vosotros sois nuevos por aquí, ¿verdad? —¿Se nos nota verdad? Somos nuevos aquí y también en todo esto, —dije. —Esto es muy sencillo, —nos explicó—, en la sala de al lado están las camas y el yacusi, normalmente las parejas se conocen allí, y luego follan allí mismo o se van a las camas. No olvides que antes de tocar a alguna mujer tienes que pedir permiso a ambos. Ahora si queréis os podéis venir con mi mujer y conmigo, vamos hacia allí. Nos desnudamos y nos metimos los cuatro en el agua. Nosotros estábamos acostumbrados a ir a playas naturistas, por lo que no teníamos mucho pudor, y nuestros cuerpos estaban muy bien por aquellas fechas. Una vez en el agua aquello me pareció el paraíso, habíamos al menos seis parejas en el yacusi, yo nunca había tenido tanta gente desnuda tan cerca de mí. Sentados en el borde de la bañera, me puse de inmediato a besar a abrazar a la mujer de nuestro nuevo amigo, no se puede decir que la tía tuviese un tipazo, era más bien baja y rellenita, pero en general era atractiva y su cara era muy bonita. Pronto descubrí que Sara era una mujer muy ardiente, la chupaba como si fuese su última vez, le tuve que pedir que parase para no correrme en su boca, y le propuse irnos fuera del agua, dejé allí a mi mujer con su nueva pareja. Cuando miré por última vez hacia la bañera, vi como mi mujer se la estaba chupando a ese tipo sin ningún pudor, me dio un ataque de morbo indescriptible, estuve de a punto de correrme allí mismo al verla. Ya en la cama, nos tumbamos mi nueva amiga y yo, de inmediato me puse a tocarle el coño, metí mis dedos en su vagina, la tenia muy lubricada y caliente, y el flujo que de ella manaba le bajaba hacia el culo, aproveché para sacar los dedos y meterle uno por el culo, doy un respingo, parecía que le había dado la corriente. —¿Te gusta el culo? —Me dijo—, parecía más una afirmación que una pregunta. —Sí, —respondí—, me encanta meterla también por ahí. —A mí también me gusta, pero debo estar aun más excitada para ello. —¿Si te como el coño te calentaras lo suficiente? —Le pregunté. —Inténtalo, me dijo, y cuando esté a punto te aviso, pero no te garantizo nada. ¿Vale? —Bueno, por algo se empieza, —pensé. Así que fui bajando por su cuerpo hasta llegar a sus tetas, eran grandes, con una enorme aureola marón, de forma alternativa fui chupando los pezones, para luego seguir bajando hasta su coño, este se abría ante mis ojos, rojo como una rosa y rodeado de vello negro. Me disponía a meter ahí mi lengua, cuando su voz me interrumpió. —Espera, si me la quieres meter por el culo tienes que ir haciendo lo que yo te diga. —Pues tu dirás, —Respondí sorprendido. —No me lo comas todavía, primero métemela en el coño. Pero para antes de correrte, -Añadió riendo. Afortunadamente voz no era autoritaria, me daba las ordenes con dulzura, y yo intrigado, estaba dispuesto a obedecerla en todo. No me gustan los rollos esos de "amas y esclavos", y cosas similares. Me puse entre sus piernas y empujé hasta que ya no me quedaba nada por meter, y me fui moviendo despacio, a la vez que nuestras bocas se fundían en un largo beso. --Sigue así, despacio, ya te diré cuando debes parar. Obedecí, por nada del mundo quería yo correrme antes de probar su culo, por lo que no aceleré el ritmo a pesar de que mi polla me lo pedía a gritos. --Ya puedes parar, aunque por poco tiempo, mi coño ha probado tu polla, no quería renunciar a eso. Ahora me lo puedes comer. Tengo que estar muy caliente cuando me la metas por el culo. ¿Comprendes ahora porque he cambiado el orden habitual de las cosas? --Si ahora lo veo claro cariño, estaba algo confundido. --Dije riendo. Ahora volvía a tener aquel coño ante mis ojos, de su vagina dilata salia un flujo espeso que le caía hacia el ano para terminar en la toalla que tenia debajo. A sus flujos vaginales había que sumar algo de semen que inevitablemente se me había escapado. Cegado por el deseo, lo barrí todo con mi lengua, varias veces, desde el ano hasta el clítoris. Introduje mi lengua en su vagina hasta donde me era posible, y luego subí hasta el clítoris. Lo lamí con fuerza y aspiré varias veces ese garbancito, Bajo mi boca sentia como su pelvis se tensaba cada vez más. Sabia que de un momento a otro me iba a pedir que lo dejara, y así fue. Incorporandose ligeramente, empujo mi cabeza hacia atrás, por lo que paré de inmediato. --Lo siento, pero no acertaba a poder decirte que pararas. --Su voz era ronca, y su tono tan bajo que me costo entender lo que decía. --¿Te encuentras bien? --Le pregunté. --Si, solo que estaba a punto de correrme y quería evitarlo a toda costa. Venga, vamos a lo del culo antes de que me enfríe. Y se puso rápidamente a cuatro pata delante de mí. --Ahora mete tus dedos en mi coño para mojarlos, y luego me metes uno en el culo, ya te avisaré cundo este preparada para que me la metas. De nuevo obedecí, pronto tuve mi dedo indice dentro de su culo. Entró con mucha facilidad, lo fui metiendo y sacando despacio. --Ahora méteme otro dedo más. Con un poco de esfuerzo, el segundo dedo entró también, así que los seguí moviendo dentro de su culo. --Ya es suficiente, méteme la polla con cuidado. --Su voz seguía siendo ronca, calenturienta. Sin perder tiempo me masturbé ligeramente para que mi falo recuperara la firmeza, y apliqué mi glande en su ano, empujé despacio, pero al meter la punta mi amiga cerró instintivamente el culo. --Lo siento, vuelve a intentarlo por favor. Me sorprendió, era ella quien me pedía por favor que le metiera la polla. Esta vez empujé con más fuerza para no darle tiempo a retirar el culo, un grito ahogado se escapó de su boca, pero aguantó, entonces seguí empujando hasta que la tuvo toda dentro. --Ya esta cariño, ya ha entrado toda. --Ya puedes moverte sin miedo, no me duele, fóllame el culo hasta correrte dentro. Por fin pude dar rienda suelta a mi deseo, aguanté tanto como pude dentro de aquel culo, sentía como la leche quería escapar de mi polla, pero yo empujaba cada vez más fuerte, Su esfinter me comprimía la polla, el placer era inmenso. Con un alarido que parecía de dolor, terminé eyaculando dentro de aquel culo, los espasmos de mi polla fueron muchos, una inmensa cantidad de semen inundó el interior de aquella cavidad oscura. --Gracias Sara, --Dije cuando recuperé el aliento. --Gracias a ti también Toni, has sido muy paciente conmigo. --¿Pero acaso hemos terminado? --¿No? --Preguntó sorprendida. --No, tu no te has corrido, no es justo, déjame que te vuelva a comer el coño. --Pero si ya no debes tener ganas. --No te preocupes por eso, lo haré encantado, es lo menos que te debo. Se puso de nuevo boca arriba, me puse sobre ella, y la volví a besar y de nuevo lamí sus pechos. --A ver si te vas a volver a calentar. --Me dijo con voz alegre. --Pues si no fuese ya tan tarde...¿Quien sabe? --Respondí. De nuevo tenia aquel coño ante mis ojos, más abajo una mancha en la toalla indicaba el sitio donde su culo había regurgitado mi semen, un nuevo chorro salio cuando levanto las rodillas para abrirse bien de piernas. Hundí mi boca dentro de aquella raja, su calor inundaba mi cara, su pelvis se volvió a tensar tan pronto como mi lengua rozo su clítoris, ahora había dando rienda suelta al deseo, y no se estaba conteniendo para no correrse. De pronto sujetó con sus manos mi cabeza, y su cuerpo se empezó a mover arriba y abajo, hasta que cayó rendida. Retiré mi boca, me dolían los labios por la presión, mi mirada busco su cara, estaba roja. --Que bien me he corrido, gracias. --Dijo al cabo de un rato. --Soy yo quien esta en deuda contigo. --Bueno, voy a lavarme, lo necesito. --Espero que nos volvamos a ver muy pronto. --Yo, también. --Y se dirigió hacia en cuarto de baño. Cuando me incorporé vi que mi mujer ya estaba vestida y estaba sentada con aquel tío fumando un pitillo.Vi que se frotaba los ojos, y asustado, pensé que estaba llorando, dios mío, pensé, me ha visto follando y ahora está llorando. Hoy día sé que aquello fue un pensamiento ridículo, pero fue lo que ocurrió. Me apresuré a vestirme, y salimos del local sin mediar palabra. Mientras conducía de vuelta a casa ella iba a mi lado en silencio, pensativa, yo estaba asustado me daba miedo preguntarle que le había pasado. Al fin me decidí: —¿Qué te ha pasado? Le pregunté. —Nada. —¿Cómo que nada? ¿Pero no estabas llorando? —Pregunté. —¿Yo? No, sería que me picaban los ojos por el humo. Yo respiré aliviado, a la vez que me daba cuenta de lo tonto que había sido al pensar aquello. —¿Pero lo habéis hecho? —SI. —¿Pero cuando? —Dentro del agua, cuando os habéis ido. Un nuevo subidón de morbo, este fue tremendo, la erección casi me impedía conducir, tuve que parar y pedir a Raquel que condujese ella. —¿Y te ha gustado? —le pregunté. —Sí, pero ha sido muy rápido, ese tío parecía no tener demasiadas ganas, parece que estaba deseando terminar, creo que lo ha hecho más bien para que tú te acostaras con su mujer. Es posible que la decisión la tomara ella y él tuvo que seguirle el juego sin tener muchas ganas de follar. —¿Entonces no te arrepientes de haberlo hecho? —No, además ahora soy ya quien quiero volver lo antes posible, es divertido. —Vaya, hay que ver con qué rapidez han cambiado las cosas. --¿Y a ti como te ha ido? --Me pregunto. --Muy bien al principio no me gustaba mucho esa mujer, pero lo he pasado muy bien con ella, hasta se la he metido por el culo. --Os hemos visto, y yo me he calentado al veros, y no me hubiese importado echar otro polvo pero su marido parecía no inmutarse. Estaba loco por llegar a casa, cuando pensaba que había estado chupándosela a otro hombre y follando con él, se producía en mí una mezcla de sentimientos que no acierto a describir, pero todo se resumía en una enorme calentura y unas ganas locas de follar con ella. Cuando llegamos, nos duchamos y nos fuimos a la cama, era ya muy tarde, pero os puedo asegurar que aquella noche volvimos a disfrutar de nuestros cuerpos como no lo habíamos hecho desde hacía años. Nos entregamos como locos el uno al otro. Tanto era el morbo que sentíamos los dos después de aquello. Aquella decisión había revivido la llama del deseo entre nosotros. Quizá salvando nuestro matrimonio. Volvimos más veces a aquel local, allí conoció mi mujer lo que era una doble penetración, el lesbianismo y otras cosas más. Espero que os guste y me animéis a seguir escribiendo.
Besos a todos y a todas.