Nuestro primer intercambio con una pareja madura
Moví instintivamente mi cadera como restregándome con él, cosa que hizo resoplara suavemente en mi oído a la vez que su mano paso de mi cadera a mi sexo y sentí por primera vez su enormes dedos hurgar sabiamente en mi sexo mojado
Decidimos dar un paso más y esta vez fui yo la lanzada y le propuse a Carlos mi marido probar con un matrimonio que tiempo a tras nos habían dicho que habían hecho algún intercambio y que les parecido una aventura muy instructiva para ambos, aunque entonces nosotros como pareja no nos atraía esas experiencias.
Los conocimos en una cena de empresa e hicimos amistad aunque llevamos tiempo sin saber nada de ellos, son una pareja bastante más madura que nosotros pero se mantenían físicamente muy bien y además tanto el como ella eran muy atractivos.
Tras localizar su teléfono nos pusimos en contacto con ellos y quedamos a cenar en un restaurante conocido, fluyendo entre todos una buena relación durante la cena y las copas, pues el tiempo parecía haber mejora aún más la imagen de ambos, el mantenía aun un cuerpo fuerte y varonil aunque siempre su aspecto fue de muy campechano, un hombre de esos de aspecto rudo de campo pero tremendamente atractivo ya su pelo se le había vuelto completamente blanco y seguía luciendo aquella barba de dos días que aún le hacían parecer más rudo, ella había adelgazado y tenía un cuerpazo envidiable que puso los dientes largos a mi marido pues su figura era digna de envidia para los 60 años que rondaba con toda seguridad.
Supieron en todo momento el motivo de porque los habíamos llamado aunque no se lo habíamos dicho, pues ya en las copas él fue directo al grano y sin ningún tapujo nos dijo si ya estábamos decididos a pasar a otro nivel en el tema del sexo.
Carlos les dijo que si y les pregunto si ellos seguían en el tema, afirmándolo ambos aunque nos dijeron que no lo hacían con frecuencia solo cuando veían a alguna pareja de su agrado.
Carlos les conto nuestra primera aventura aunque no plena de detalles, a la vez que les dijo que podían intentar comenzar con ellos aunque de una forma más natural y sin forzar la situación para ver cómo iba saliendo todo.
Aceptaron y en una hora estábamos en nuestro piso tomando otra copa y jugueteando un poco, iniciándonos con nuestras parejas, pues Carlos parecía estar lanzado y comenzó a besarme y desnudarme sin miramientos.
El la desvistió con elegancia mientras la besaba sin quietarle ojo por parte mía a su enorme bulto que marcaba su pantalón, pues me parecía que aquello iba a explotar y reventar la cremallera.
Nos dijeron que nos fuésemos mejor a la cama y les indicamos el dormitorio, donde allí ya sin tapujos nos desnudamos.
Quede atónita al verlo a le desnudo, pues colgaba aun dormido un enorme y grueso pene que sin ser de largo como el del amigo anterior del trio, sí que tenía un grosor prometedor, además su aspecto de hombre rudo de campo le hacían parecer un hombre masculino muy sexy aflorando un buen matorral de pelo en su sexo y no menos frondoso en su pecho, este con una frondosidad que hacia atrayente seguro a cualquier mujer.
Ella tenía una figura que casi me daba envidia pues parecía más esbelta que la mía e incluso su pechos eran algo más tersos que los míos, pero en algunas partes se le notaba ya sus años cosa que una aun disimulaba.
Comenzaron sus caricias y besuqueos a la vez que el no perdió tiempo en agasajar su sexo bien arreglado mientras ella agarraba sin miramientos aquel enorme y grueso vástago que parecía crecer y engordar por segundos, en una de las posturas sus partes estaban cerca de mi cara y pude ver en primicia aquella gordas y peludas pelotas que me dejaron atónita, mientras su rabo parecía tener una textura dura y a la vez esponjosa con una uniformidad desde la base a su punta muy equilibrada, comparando con el de Carlos era más o menos misma longitud quizás algún centímetro más pero más grueso y más recto, pues el de mi marido tiene una ligera curvatura que para mi gusto lo hace muy sexy, pero aquel rozaba la perfección.
Casi no me di cuenta con tanta observación que Carlos estaba empalmado y sin apenas miramientos me la metió en la boca para que se la chupara, provocándome unas arcadas que fueron las risas de todos, pues ella entre risas me dijo, tranquila no te la comas tan deprisa que hay noche para degustar.
Se pusieron ellos tras unos juegos eróticos y mordisqueos a ejecutar un 69 de lujo que me puso ardiendo viendo como ella devoraba aquel falo enorme y como el con su boca y dedos le hacia las delicias en su sexo, mientras mi marido ya también me andaba devorando el mío con una elegancia y gusto que me hizo explotar rápidamente.
Me pareció mal ser la primera en llegar al orgasmo pues parecía dar la imagen de salida, aunque esto no corto a Carlos que devoro mis jugos y subió a mis pechos para comerlos y darme un placer exquisito, mientras mi mano buscaba su duro rabo que rápidamente metió en mi para comenzar una secuencia suaves de movimientos de cadera que me estaban volviendo loca de gusto.
Lo cierto es que la situación me había hecho estar tan caliente que cualquier roce de mi marido esta noche me hacía disfrutar como nunca.
El acababa de sacarle a ella un enorme orgasmo pues sus gritos de placer no pasaron desapercibidos y más sus espasmos musculares sobre la cama que denotaron había tenido un orgasmo explosivo, no cesando el en la comida de su sexo si bien ella decía que parara sujetándole la cabeza, pero el introducía su experta lengua y jugueteaba seguro con su clítoris al que con toda seguridad andaba acariciando, a la vez una mano una de sus manos parecía estar jugando con su agujero trasero pues ella levantaba la cadera a los movimientos de esta.
Ciertamente estaban teniendo un 69 de escándalo, pues ella devoraba la parte que podía meterse en la boca de aquella enorme y gruesa polla que una no cesaba de mirar admirando y deseando mientras mi marido sabiamente me follaba.
Me besaba en el cuello y los pechos dejándome ver como a nuestro lado el ahora cambiaba de postura y tras girarla y meterle parte de la almohada debajo de su barriga, agarro su enorme y grueso rabo y comenzó a frotárselo y azotar su trasero mientras ella gemía sobre el colchón rogando se la metiera.
Carlos me tenía atolondrada de placer esa noche pues sin darme cuenta me llego un segundo orgasmo algo menos intenso pero muy placentero que encendió mas a mi marido para martillearme más fuerte e intensamente, frenando cuando vio se iba a correr, pues quería prolongar aquella noche aquel festín.
Animado por lo que el también había visto en la otra pareja, me giro pero me puso mirándolos a ellos mientras se puso a jugar con agujerito de atrás, aunque le puse impedimentos él consiguió meter un dedo mientras me acariciaba también mi sexo.
Estaba extasiada con la imagen que tenía delante pues él ahora le introdujo lentamente su grueso vástago hasta la base de sus huevos, gimiendo ella ahora como una fuera en celo ante las acometidas de su esposo que se movía como un ángel tras ella.
Le tenía cogida por atrás agarrándole y sobando los pechos, que parecían dos melocotones entre su gruesas y fuertes manos que ahora me parecieron muy atractivas, pues sus rudos y gruesos dedos debían ser una delicia tenerlos jugando en mi sexo.
Absorta y pedida en mis observaciones, no note como Carlos me había metido la punta en mi agujerito de la puerta trasera, y aunque intente girarme para decirle que no, lo que hice fue con ese movimiento metérmelo más, suspirando a la vez pues ante mi sorpresa recibí más placer que dolor mientras el comenzó con movimientos suaves a meter y sacar con maestría imitando igualmente a su colega en el manoseo de mis pechos y pezones.
Con los movimientos intensos y fuertes que él le daba ella se fue girando hasta casi poner su cabeza junto a la mía, mientras ellos nos fustigaban con sus látigos de placer, mi marido por atrás y a ella el suyo por su chochito, viendo como sus ojos se entornaban por el gusto recibido pues otro enorme orgasmo pareció llegarle y dejarla casi exhausta.
Se repuso mientras él seguía castigándola si se le puede llamar a eso castigo, pues yo suspiraba que me él me lo hiciera igual, aunque mi marido ciertamente me estaba haciendo gozar de lo lindo, cuando ante mi sorpresa ella busco mi boca y me beso.
Esto encendió a ambos al vernos a las dos con las bocas juntas, cosa que nunca había hecho, pero me pareció muy excitante en ese momento, acelerando como un poseso mi marido sus embestidas y derramando dentro de mi toda hasta la última gota de su copiosa corrida.
Contagio a su oponente pues este inundo la sala de rudos y fuertes gritos de garganta mientras se corría en el interior de su mujer.
Me dejo atónita aquella fuerza con la que gimió mientras se corría y golpeaba con fuertes toques de cadera a su mujer que ahora sufría unas embestidas colosales.
Pensé la reventaba pero ella disfrutaba como una posesa pidiéndole más y más.
Fueron brutales los dos polvos aquellos y la muestra fue que quedamos nosotras sin apenas poder movernos sobre la cama en la misma postura que acababan de follarnos, mientras ellos se tumbaron sobre la cama boca arriba resoplando y recobrando el aliento por aquel buen polvo que nos habían metido.
Mire a ambos de reojo, y a mi marido la polla se le encogió rápidamente aunque le quedo toda enrojecida por el agujero más estrecho que había trabajado, mirando seguidamente la de él, que estaba reposada sobre sus enormes y peludas pelotas con la cabeza aun goteando de esa blanquecina y espesa crema que por allí había salido.
No parecía encogérsele como a mi marido pues mantenía aun cierta firmeza y ganas no me faltaban para haberme lanzado y comérsela ahora mismo, pero hubiera parecido una salida y no quería dar esa imagen.
Apenas sin hablar nos acurrucamos un poco en la cama los cuatro y me quede dormida, mi marido estaba en un lado de la cama y su mujer en el otro.
Al par de hora que creo dormimos o más, me desperté medio desorientada por el intenso sueño, notando que estaba mi cabeza apoyada por el cuello sobre un brazo, rápidamente me di cuenta no era el de mi marido por lo velludo y fuerte que era, a la vez mi espalda estaba rozando sobre un cuerpo que tampoco era el de Carlos, pues lo tenía frente a mi aun dormitando.
Fui a intentar zafarme aunque estaba muy a gusto pues mi trasero rozaba con lo que antes había suspirado y deseado tener, pues me pareció que si despertaba mi marido yo andaba ya restregándome sin miramientos, cuando el con su otra mano me acaricio la cintura, notando su aliento de macho por ni nuca, a la vez que me susurro al oído que no hiciera ruido para despertarlos a ambos.
Me quede temblorosa pero a la vez tremendamente excitada pues su respiración me hacía subir de temperatura y más cuando su mano en mi cadera me acerco más hacia él, sintiendo ahora como crecía y se endurecía nuevamente su pene apoyado en mis posaderas.
Moví instintivamente mi cadera como restregándome con él, cosa que hizo resoplara suavemente en mi oído a la vez que su mano paso de mi cadera a mi sexo y sentí por primera vez su enormes dedos hurgar sabiamente en mi sexo mojado.
Sabia tocarme pues rápidamente toco en la tecla que me hizo ponerme cardiaca de gusto, mientras mordisqueaba mis orejas por los lóbulos y los chupaba.
No podía contener tanto placer y mi corazón estaba a explotar y más con la sabiduría de sus dedos en mi sexo
Como pude pase una mano hacia mi trasero para palpar y acariciar su gordo y duro rabo y quede atónita al tocarlo, pues aquella textura y dureza me dejo anonadada y fuera de sí.
Me dijo suavemente al oído que me iba a follar allí mismo que lo deseaba y que estaba muy caliente.
Gire mi cabeza entre los leves gemidos y le dije que me follara ya que estaba muy mojada e iba a explotar ya.
Subió con la mano uno de mis muslos sacando previamente sus dedos de mi sexo y llevando la cabeza de su duro rabo a mi puerta la froto hasta que le dije que me la metiera ya.
Empujo con un leve golpe de cadera y entro no sin problemas por el enorme grosor de aquella polla y la postura que teníamos, escapándoseme un alarido de placer que despertó a mí marido.
Este no se esperaba verme así al despertar pero su cara se transformó rápidamente en toda alegría al verme cogida y con la cara desencajada de placer, a la vez que me beso diciendo disfrútala que lo deseas.
Salto por encima de ambos con delicadeza y paso a ponerse al lado de su mujer, y aunque no la veía note estaba despierta y esperando ya los agasajos de mi marido, pues pronto escuche decirle que durita la tenía ya y que quería una sesión como la que me había dado a mí, ya que su marido le hacía mucho daño por atrás por el grosor de su rabo.
Me giro más para ponerse más cómodo y ahora quedo tras de mi aprisionándome sobre el colchón boca abajo y penetrándome más fuerte y profundamente con su grueso y hermoso rabo.
Pareció el sueño haberlo rejuvenecido pues me follaba con tanta intensidad y fuerza que apenas podía recomponerme entre alaridos de place y el tremendo orgasmo que pronto afloro de mis entrañas, mientras sentía su fuerte respiración de macho tras mi nuca y su pectoral frotarse por mi espalda a cada acometida de su dura polla en mi sexo.
Me susurro al oído que notaba me gustaba me follase así y que estaba falta de un buen polvo salvaje, a la vez me dijo que dijera para que me escuchase mi marido que quería me follase más duro.
No fui capaz de repetir sus palabras pero si dije que me encantaba como me estaba follando y que quería más.
Entonces la saco y levantándose de mi espalda se tumbó sobre la cama y cogiéndome me hizo me sentara sobre el clavándomela entera hasta sentir entre mi sexo sus huevos peludos.
Ahora pude ver que mi marido estaba clavándosela por atrás a su mujer que gemía mordiendo la almohada ante la follada de Carlos que le metía y sacaba su dura polla lentamente, y solo había que ver la cara de ella para saber que estaba gozando.
Aunque seguro que menos que yo pues andaba como loca cabalgando sobre aquel rudo macho al que golpeaba en el pecho levemente cuando otro orgasmo más intenso que el anterior me volvió a llegar.
Quede unos segundos sin respuesta física para cabalgar pero el agarrando mis caderas con sus fuertes manos me movía ayudado con sus golpes de cadera hasta que volver a retomar fuerzas y moverme como una potra salvaje sobre aquel corcel.
No sé lo que duro pero si sé que quede exhausta y rendida sobre la cama cuando casi al unísono nos corrimos juntos, sintiendo la fuerza de su semen como se derramaba dentro de mí, cayendo de lado a la cama sin fuerzas ni para respirar.
Fue tan intenso que no me di cuenta cuando mi marido acabo con su mujer, pero al final estábamos todos rendidos sobre la cama tras aquel encuentro tan caliente y magnifico.
Pase la primera a la ducha y tras de mi siguieron paulatinamente todos hasta que se vistieron y se marcharon, pues se había hecho tarde y según contaron al día siguiente ella trabajaba.
Nos despedimos sin quedar en nada pero sabíamos que seguro habría otro encuentro pues para nosotros fue de lujo y creo que para ellos aunque con más experiencia que la nuestra tampoco desmereció en nada.