Nuestro primer Intercambio

Al principio fueron preguntas, cada vez más subidas de tono, de ahí pasamos a ir apostando nuestras prendas de vestir hasta quedar los cuatro totalmente desnudos y terminamos con las “temibles penitencias”.

Nuestro Primer Intercambio

Ya llevábamos saliendo algún tiempo con Pilar, saliendo es un decir, nuestra relación se limitaba a furtivas escapadas de la oficina a un motel o a cualquier otro lugar donde pudiéramos dar rienda suelta a nuestros deseos, a nuestras ganas de placer.

Habíamos hablado de nuestros respectivos intentos por ampliar horizontes sexuales: ella me contó que su esposo una sola vez le habló sobre su fantasía de hacer un trío, pero no pasó de una conversación caliente; por mi parte, en más de una ocasión le había planteado el tema a mi esposa e incluso llegamos a hacer un par de contactos con otras parejas vía Internet, pero ella nunca quiso dar el siguiente paso: reunirse con ellos para conocernos personalmente.

Es así que, ansiosos de romper límites, nos contactamos con una pareja muy simpática y de buen nivel, a los que yo conocía de antes y sabía de su interés por estos temas, para efectos del relato los llamaré Javier y Mónica. Después de un par de llamadas, en una primera ocasión nos fuimos a un pub a tomar unas cervezas y conversamos bastante sobre nosotros, nuestros intereses y experiencias, acordamos volver a hacerlo. Como un mes después repetimos las cervezas en otro boliche, pero en esta ocasión decidimos dar un paso más y jugar un juego picante, para lo cual compramos un par de botellas de vino y nos fuimos los cuatro a un motel, en el coche de ellos.

Una vez en la habitación, Mónica prendió el TV y puso el canal de videos porno, tanto a Pilar como a mi nos llamó la atención su gran interés por el video que pasaban, haciendo de tanto en tanto comentarios como "qué enorme la tiene ese tipo" y cosas por el estilo; Javier, su marido, parecía no prestarle mucha atención. Adaptamos un tradicional juego de dados que tiene el objetivo original de hacer beber a los participantes, en un juego picante con el objetivo de irnos conociendo más íntimamente. Al principio fueron preguntas, cada vez más subidas de tono, de ahí pasamos a ir apostando nuestras prendas de vestir hasta quedar los cuatro totalmente desnudos y terminamos con las "temibles penitencias".

"Besa el cuello y orejas de… durante 30 segundos…", "mastúrbate durante…", "acaricia los senos de… durante…", "abre las piernas y deja que te veamos durante…", "hazle sexo oral a…", fue justamente cuando le toco a Javier la "penitencia" de hacerle sexo oral a Pilar que se desencadenó todo: supuestamente debía hacerlo por un minuto, pero mi chica comenzó a gemir y a mover las caderas, Javier no parecía tener intenciones de detenerse y cada vez hacía más ruido con su boca, su esposa Mónica por primera vez dejó de mirar el video para concentrarse en la pareja circunstancial y yo, qué les puedo decir, me excité tanto que comencé a sobar los pechos de Pilar y a besarla ardientemente en la boca.

Luego fue el turno de Mónica para chupármela, lo cual hizo con bastante dedicación y yo me calenté bastante por el morbo de la situación, pero debo reconocer objetivamente que no lo disfruté tanto como cuando me la chupa Pilar, quien le pone tanta pasión y sentimiento, además de una muy buena técnica, que me cuesta mucho contenerme para no terminar demasiado rápido. Fue justamente cuando vi a Pilar hacerle sexo oral a Javier que pensé en ello, y casi deseé cambiar de lugar con él a pesar de que la idea era justamente intercambiar parejas.

Cuando me tocó besar la intimidad de Mónica le puse mucho empeño y la calenté bastante, subiendo a sus pechos para chupar y mordisquear sus pezones, besar su cuello y sus orejas para volver a bajar y meter la lengua en su mojada vagina, entonces consideré que era buen momento para penetrarla, por lo que miré a su marido como pidiendo su autorización, me puse un condón y la clavé en posición misionera.

Ella ya había comentado en la ronda de preguntas íntimas que no era muy expresiva en la cama, es decir, que no gemía muy alto y mucho menos gritaba, que sus orgasmos eran más bien breves y discretos. Y lo comprobé, para mi pesar me di cuenta que no respondía a mis embistes como yo estaba acostumbrado que lo hagan, no solo Pilar sino otras parejas que había tenido, y la verdad es que eso me desmotivó un poco. No es que tuviera cara de aburrida o de no sentir nada, pero se limitaba a cerrar los ojos, morderse los labios y gemir bajito, apretando en sus manos las sábanas.

Entonces vi a mi lado en la cama a Pilar tendida boca arriba, con las piernas abiertas y la cabeza colgando hacia atrás a un costado de la cama, en ese momento Javier se aproximó a ella por el extremo donde estaba su cabeza, separó las piernas y le metió el pene en la boca, iniciando un mete y saca que ella recibía como mejor podía tratando de no atragantarse por la posición. Luego él se recostó sobre ella en posición invertida y comenzó a lamerle la vagina haciendo un apasionado 69. Ver eso me calentó mucho más que lo que yo hacía con Mónica, por lo que aceleré el ritmo y al darme cuenta que Mónica llegaba a su orgasmo, eyaculé dentro de ella pero en el preservativo.

Nos quedamos un tanto aletargados y, mientras nos acariciábamos distraídamente, Mónica comenzó a ver de nuevo el video porno mientras que yo no podía despegar mis ojos de la pareja de al lado. El cambió de posición, se metió entre sus piernas, se colocó un preservativo y la comenzó a cabalgar con furia, mientras ella gemía cada vez más alto, removiendo las caderas, abriendo y levantando las piernas, es decir, el tipo de manifestaciones de placer que a mi me encantan y una de las razones por la que me gusta tanto hacer el amor con ella. Es que mi Pilar es toda una hembra en la cama.

Y claro, se notaba que Javier también lo apreciaba, sobre todo considerando que su esposa es tan poco expresiva, así que durante los siguientes 10 ó 15 minutos el hombre le dio como si fuera la última vez en su vida, cambiando ligeramente la posición de tanto en tanto, transpirando como caballo de carrera, mientras ella no paraba de gritar y retorcerse de placer, ofreciendo un espectáculo mucho mejor y por supuesto más real que el del video porno que miraba mi pareja circunstancial.

Confieso que sentí cierta envidia, mi experiencia con Mónica había sido mas bien regularcita, más motivada por la excitación provocada por el morbo de la situación que por ella; en cambio Javier estaba alucinando, se movía como poseído y Pilar, mi Pilar, recompensaba su esfuerzo regalándole una serie de orgasmos intensos y terriblemente ruidosos. Yo estaba con el pene erecto de nuevo pero, curiosamente, no me inspiraba volver a cogerme a Mónica, quería a mi chica.

Así que esperé que el hombre terminara, bufando como un toro, y ni bien se retiró de mi chica que estaba con los ojos en blanco producto de sus fuertes orgasmos, la tomé de las caderas levantándola y dándole la vuelta, para penetrarla por el ano. Ella comenzó a gritar tanto de placer como un poco de dolor, como suele hacer al principio cada vez que la sodomizo, pero pronto se retorcía de puro gusto, hasta que volvió a llegar una vez más, corta pero intensa, con lo cual quedó rendida. Pero yo todavía tenía cuerda así que continué bombeándole el trasero por unos buenos minutos, tiempo que ella aguantó valientemente a pesar de que ya no podía tener otro orgasmo, hasta que terminé sin preservativo en su adolorido recto.

La cosa quedó ahí, ya habían pasado como dos horas desde que llegamos al motel, algunos nos duchamos, todos nos vestimos, pedimos la cuenta y nos sorprendimos al recibir la correspondiente a una sola pareja; increíble, no se habían dado cuenta que éramos cuatro, lo cual nos causó mucha gracia y se aumentó a la lista de anécdotas de esa noche tan especial para nosotros. Algunos días después hablamos con Pilar del tema, fue muy excitante y divertido, pero ambos coincidimos en que la pasamos aún mejor los dos solos, así que el siguiente intercambio tendrá que esperar un poco.

Damian