Nuestro primer intercambio (1)

Nuestra primera experiencia de intercambio en una casa de turismo rural.

Nuestro primer intercambio

El pasado fin de semana, decidimos irnos a una casa de turismo rural, cansados un poco de los niños y del ajetreo del trabajo cotidiano. Encontramos una casita que parecía perfecta, en el medio del campo, tranquila, piscina climatizada, sauna, en fin tenia de todo. No lo pensamos e hicimos la reserva.

Al llegar a la casa el propietario nos enseño la habitación y el resto de la casa, que todo hay que decirlo estaba decorada con muy buen gusto, nos enseño los jardines y la piscina.

-Que bonito es todo-dijo mi mujer al ver lo bien integrada que estaba la piscina con el entorno, unas enormes cristaleras lo separaban de un jardín rebosante de plantas y árboles autóctonos.

-Con lo bonita que es la casa, me imagino que tendrá todas las habitaciones ocupadas.-Le dije al propietario, mientras cogía cariñosamente de la mano a mi mujer.

-Pues verán, este fin de semana de las 9 habitaciones solo están ocupadas 2 la suya y la de otra pareja, pero no se preocupen que parece gente tranquila y no creo que molesten.

-Bien, vamos a descansar un poco del viaje y después bajaremos a comer.-Le dijo mi mujer con ganas de quedarnos de una vez a solas.

El propietario nos indico que la comida se servía a las 13:00, como aun eran las 12, decidimos irnos a cambiar con calma y después bajar a comer.

Al entrar en nuestro cuarto, mi mujer me comento que lo mejor seria ponernos los bañadores para después de comer darnos un bañito en la piscina. La idea me pareció estupenda, sobre todo después de ver el bañador nuevo que se había comprado, era uno de esos bañadores de piscina, súper ajustados al cuerpo, que marcaban perfectamente el contorno de su silueta de una forma que parecía estar desnuda, sobre todo en su pecho, he de decir que tiene unas tetas pequeñas pero con unos grandes pezones, que parecían querer reventar la tela del bañador. La simple visión de sus lindas tetitas todas apretadas bajo la tela del bañador provocó una erección que no paso desapercibida por mi mujer.

-Cariño, que te pasa, te noto acalorado.

-Es que te queda de muerte, prepárate como estemos solos en la piscina.

Mi mujer se echo a reír mientras se ponía una camiseta y un pantalón de chándal por encima

-Tranquilo cariño, tenemos mucho tiempo y nadie que nos moleste, venga date prisa- Al decir esto metió su mano dentro de mi bañador agorándome el pené, empezó a masajearlo de arriba hacia abajo apretando con fuerza, mientras me daba un beso apasionado.

-Venga, tengo hambre, vamos.

-Pues prepárate para el postre, veras que caramelo te vas a comer .

Entre risas bajamos al comedor donde estaba la otra pareja comiendo. Era un matrimonio de unos 40 años, más o menos como nosotros, también vestían ropa informal y al estar solos, nos invitaron a sentarnos con ellos. Aunque con un poco de reparo ante dos desconocidos, aceptamos y empezamos a comer. Pedro y María, se mostraron muy amables, y tenían una charla agradable, hablamos de nuestros trabajos, de nuestros hijos, en fin de todo. Cuando me di cuenta, ya habíamos tomado dos botellas de vino, en fin, mire para mi mujer y vi como le brillaban los ojos, muestra de que estaba algo bebida, bueno, creo que todos lo estábamos.

-Tenéis que perdonarme pero debo de ir al baño-dijo mi mujer mientras se levantaba.

-Espera dijo María, te acompaño, creo que hemos tomado demasiado vino y también necesito ir al servicio.

Al llegar al servicio, según me contó después mi mujer, María se empezo a quitar la ropa, ya que al igual que ella, llevaba puesto el bañador por debajo.

-Ala ya esta-Exclamo María, cuando se quedo completamente desnuda frente a mi mujer-Espera que te ayudo

Acercándose a ella empezo a subirle la camiseta, cuando la tenia a la altura de la cabeza, se la dejo ahí, y empezo a bajarle el bañador por los hombros dejándole sus tetitas al aire.

-Que pechos más bonitos tienes, son pequeños pero muy hermosos, menudos pezones, parecen estar durísimos, permíteme- Mi mujer que no podía ver nada, empezo a notar como se clavaban los dientes de Maria en sus aureolas, mientras su lengua daba pequeños círculos en torno a su pezón.

Aunque un poco acalorada, mi mujer logro quitarse la camiseta y separar a Maria. Nunca había estado en una situación similar

-Perdona María, pero es que me estoy meando- Rápidamente entro en un reservado y después de hacer sus necesidades salió apresurándose .

María seguía desnuda esperando en la puerta.

-Perdona, no se que me paso, debió ser el vino, pero en verdad, tienes unos pechos maravillosos.

Mi mujer que estaba colorada como un tomate no supo más que decir

-Los tuyos también son muy bonitos, mucho más grandes que los míos, y parecen estar muy firmes.

-Que va, lo malo de los pechos grandes es que con la edad se nos ponen un poco fofos, mira- Y sin darle tiempo a reaccionar cogió su mano y la puso entre sus pechos, apretando con fuerza- Ves, están blanditos, no te gusta.

Mi mujer empezo a masajearle los pechos, primero dejándose llevar por la mano de María que la aleccionaba, pero después ella misma para su sorpresa, puso su otra mano en el otro pecho y empezo a estrujarlo.

-Si, la verdad es que da mucho gusto, nunca me lo hubiera imaginado.

María soltó la mano de mi mujer, para poder amarrarla por la cintura y acercarla, quedando pegadas la una a la otra. Mi mujer cerro los ojos al notar como María deslizaba sus deditos por su clítoris, mientras con su boca buscaba sus bonitas tetitas

Mi mujer completamente abandonada abrió las piernas dejándola hacer, nunca había estado con otra mujer antes, y para ella era una sensación desconocida que le estaba resultando de lo más placentera. María dejo sus pechitos y se hundió en su entrepierna empezando a succionarle el chochito. Mi mujer tubo un orgasmo rapidísimo, lanzando un gritito de palcer.

Un poco apurada, le dijo a María que debían ir al comedor, que nosotros estaríamos un poco aburridos sin ellas, y así era.

-Por favor María, de esto ni una palabra, me muero de vergüenza si mi marido se entera.

-Tranquila cariño.

Nos vestimos rápidamente y antes de salir, la volvió a agarrar por la cintura dándole un profundo beso.

-Venga volvamos, dijo mi mujer toda acalorada.

Al entrar en el comedor, nuestros maridos, reían a carcajada limpia, acompañados de unas buenas copas de coñac.

Mire para mi mujer y note algo raro en ella

-Cariño que te pasa te noto un poco acalorada

-Nada, nada, tengo sed, dame una copa.

Al cabo de un rato y después de tres o cuatro copas, mi mujer volvía a reír y participar en la conversación, que por cierto, se estaba poniendo de lo más picante. Nos tomamos unos cafés tranquilamente y después fue María la que tuvo la idea.

-Venga chicos, creo que todos tenemos los bañadores, porqué no vamos a la piscina a refrescarnos un poco.

Todos estuvimos de acuerdo y nos fuimos a la piscina, mi mujer por el camino se abrazo a mi, lo cual le agradecí, ya que todos íbamos haciendo pequeñas eses por el jardín.

Continuara...