Nuestro primer encuentro...
Siempre habíamos tonteado hasta el punto de ponernos muy cachondos, pero la cosa esta vez llegó mucho más lejos...
Tonteábamos constantemente y las indirectas cada vez eran más directas, la verdad no me puedo quejar a mi me gustaba la situación. Nos conocíamos desde pequeños y no siempre me había atraído de esta manera, pero en los últimos años había llamado mi atención y supongo que ahora más al saber que tenía novia, eso siempre añade morbo a las relaciones.
Todo había empezado como una broma ya que me había dicho que le ponía el rollo colegiala. Una noche cualquiera estaba en casa aburrida, me acababa de masturbar y no me había saciado. De repente apareció la ventanita del Messenger y me habló, la conversación no iba muy enserio y como siempre hablando en un tono calentito, no me lo pensé mucho y le empecé a calentar, me divertía, siempre me ha gustado hacerlo, pensé en aquello de la colegiala porno y me puse al tema.
Le empecé a decir que viniera a mi casa, que estaba caliente y él, tan vago como siempre o no queriendo ceder a la tentación, se hacia derogar.
-Seguro que te gustaría verme ahora- le dije.
-Ponme la cam.
-Eso no vale, como mucho si quieres te puedo dar un buen motivo para venir…
Me mando una invitación de video llamada, lo primero que pudo ver fue a mí de pie, solo dejé ver mi culo insinuante debajo de una faldita de pliegues muy, muy corta -parte de la que siempre he estado orgullosa y a el tanto le gustaba- .
Se le cambió la cara y me dijo que quería más, como tampoco me cuesta mucho ceder así que me senté en la silla dejando ver mis pechos gracias al escote que me proporcionaba la camisa anudada debajo de ellos. En ese momento empecé a acariciarme con una mano los pechos y con la otra jugar picarescamente con mis coletitas, lo notaba cachondo, seguro que ya estaba empalmado, aunque no más que yo, que ya había manchado y desbordado el tanga de mis líquidos naturales.
Le quité la cam y le dije que si quería más tendría que venir a buscarlo, pero que no me conformaría con que viniera y recibiera sino que quería más de él, quería que ya que estaba cumpliendo su fantasía de colegiala el fuera mi profesor. Obviamente aceptó y no tardo mucho en llegar.
La verdad es que su actitud me asombró mucho, no pensaba que se lo fuera a tomar tan enserio y que me fuera a hacer disfrutar como la perra que soy.
Sonó el timbre y abrí la puerta, lo esperaba sentada en una silla junto a la mesa haciendo ver que escribía, me había hecho dos coletas altas que me caían hasta el pecho, llevaba una camisa blanca anudada al escote dejando ver todo lo que le quería enseñar, una faldita extremadamente corta azul de pliegues y a cuadros que no me tapaba nada, un tanguita de encaje negro transparente a juego con un ligero que poco duraría y unos tacones negros y altos.
Lo vi entrar normal, pasivo y frío como de costumbre, pero sin decir ni hola me soltó:
-¿Esta es manera de recibirme? - y me levanto de la silla bruscamente. Sorprendida no supe que decirle, así que me limite a mirar.
-Encima ¿no me contestas? ¿Estos son tus modales? Tendré que enseñarte a comportarte.
Se sentó en la silla y me tumbo en sus piernas, me arrancó el ligero y empezó a azotarme, yo aun no había reaccionado, estaba fuera de mi y tan cachonda que pensaba que era uno de mis sueños.
No tenía muy claro si me dolía o me encantaba pero cada vez iba a más, igual que el tamaño de su polla que notaba como iba creciendo.
-Te gusta eh! Ahora verás… y sin decir nada más me empezó a meter los dedos en mi coño, estaba tan mojada que apenas los notaba
-Cariño, creo que será mejor que me la metas ya
-¿Te he dado permiso para hablar? - y me azotó más fuerte- ¡y contéstame como me merezco!
-Sí, señor, haz conmigo lo que quieras.
-Mejor, ahora agáchate y sorprenderme
No quería defraudarle con todo lo que me había corrido y sin que me hubiera tocado así que lo hice lo mejor que se. Se quito los pantalones y le baje los calzoncillos con la boca, no paré de mirarle en todo el rato porque me estaba volviendo loca. Empecé a masturbarle mientras le daba pequeños bocaditos en las piernas, iba gimiendo así que supuse que le gustaba, mientras más me acercaba a su miembro más me apretaba hacia él. Tenía muchas ganas así que empecé a lamerle poco a poco, primero las ingles, luego los huevos, la parte de abajo del pene, hasta que subí al glande y me lo metí entero a la boca, me la comía como si fuera la primera de mi vida, con más ganas que nunca y sin parar, el gemía y gemía, me avisó que estaba apunto, pero eso no me detuvo quería su leche y la quería ya.