Nuestro primer corneador 2
-Mi amor, me escribió Mati, pregunta si estoy lista para el sábado- le dije a mi marido con naturalidad.
Después de una noche de buen sexo, con Mati nos quedamos dormidos tal como estabamos, él desnudo y yo sólo con la tanguita cola less blanca con un moñito de seda atrás que me había regalado mi marido. A él le había mandado un breve mensaje. "Me quedo a dormir con Mati, te manda saludos, mañana te cuento".
Me desperté antes que Mati y lo vi desnudo a mi lado. Era muy lindo, un cuerpo armonioso sin ser muy atlético. Belleza natural. Estaba boca arriba, y su pene en reposo se extendía hacia su panza, levemente inclinado hacia mi lado, dejando a la vista sus huevos.
Agarré el teléfono y le mandé un mensaje a mi marido: "Hago un pete y voy, mi amor". Al instante contestó: "Que lo disfruten, saludos". Me sonreí imaginando como estaría esperandome, desde la noche anterior, y aún así me deseaba que disfrute con otro un poco más. Cómo no enamorarse, no?
Dejé el teléfono y me puse suavemente entre las piernas de Mati que seguía dormido. Me acerqué a su pene, que todavía olía a sexo de la noche anterior. Bajé hasta sus testículos, que tenían olor a macho, y sacando mi lengua los empecé a lamer suavemente. Recién cuando empecé a besarlos y chuparlos con toda la boca Mati se empezó a despertar. Volví a sacar mi lengua y empecé a recorrer sus huevos de abajo hacía arriba, llegando a la base del pene que empezaba a ponerse un poco más duro. Continué con mi lengua recorriendo esa pija y viendo como Mati abría los ojos. Al llegar a la punta juegué con mi lengua mirandolo a los ojos y le dije:
-Buen día...
Inmediatamente tomé su miembro con la mano, todavía estaba tomando tamaño, pero no estaba del todo dura y parada, y me lo metí en la boca. Lo chupé un buen rato, y cuando hizo ademán de buscar un preservativo le dije:
-No hace falta, hoy te lo hago todo con la boca, como a vos te gusta.
-Me parece que a vos también te gusta- me dijo, mientras yo lo chupaba. Asentí, sin sacarmela de la boca. El continuó:
-Si tanto te gusta, vas a volver a chuparmela, no?
Yo asentí, saboreandola y mirandolo a los ojos.
-Y seguramente también vas a querer que te coja como anoche.
Asentí, excitada, empezando a tocarme con una mano, mientras con la otra lo masturbaba sin sacar su glande de mi boca.
-Que suerte que tengo, porque me calentás mucho, estás hermosa, y veo que todavía te ponés muy putita conmigo- hizo una pausa y agregó:- aunque estés casada.
La situación me puso muy caliente y tuve un suave orgasmo, y parece que a el también, porque no tardó en eyacular en mi boca, diciendome:-AAyy, tragatela toda de nuevo, putita, tomá.
Nos miramos a los ojos, me la tragué, lo limpié con la lengua y me fui a duchar.
Cuando salí todavía estaba desnudo. Hablamos un poco sobre la noche y el despertar, le aclaré que nunca había hecho algo así, y le pedí nuevamente mucha discreción. Me dijo que lo entendía, que no era la primera vez que estaba con una mujer casada, y que le parecía entender muy bien lo que pasaba. Sin mencionarlo, dió a entender que desde un principio sabía que mi marido estaba al tanto de todo y era claro que eso lo excitaba por demás.
Ya era casi el mediodía, así que me tenía que ir.
-Pero estamos en contacto, eh? mirá que quiero repetir- le dije.
-Por supuesto, yo también quiero más- dijo, aún acostado y desnudo.
Me agaché para besarlo suavemente en los labios, después besé suavemente su pene y me fui.
Al llegar a casa nos abrazamos y besamos profundamente con mi marido. Estaba esperando ansioso para que le cuente algo, así que nos fuimos a la cama. Le aclaré que entre la noche y el orgasmo que había tenido esa mañana mientras me tocaba chupandosela a Mati, estaba bastante satisfecha, pero que mi mano estaba a su disposición. Así que se desnudó, y mientras le contaba lo masturbé. Creo que lo que más lo excitó fue saber que Mati me había cogido con esa tanguita puesta, y que además había hecho notar que me lo hacía con la bombacha que había comprado el.
Durante los dias siguientes estuvimos muy bien con mi marido, y lo mantenía al tanto de mi comunicación con Mati, ya que nos mandabamos mensajes. El jueves a la noche, mientras cenaba con mi marido, me llega un mensaje de Mati. Una foto suya, desnudo, en el baño, en la que por el espejo se ve su pene, aunque no en primer plano. El texto decía: "Lista para el sábado?".
Sonreí, era toda una tentación el juego.
-Mi amor, me escribió Mati, pregunta si estoy lista para el sábado- le dije a mi marido con naturalidad.
-Que bien. Y? estás lista?- preguntó él.
-Ay, para ese pedazo...-le contesté mientras miraba la foto- siempre estoy lista.- y nos reimos los dos.
-Qué estás mirando?- me preguntó.
-La foto que me mandó, está hermoso.
-Bueno, respondele entonces, no lo tengas esperando, pobre- apuró mi marido.
-A ver que te parece esto...- y le leí el mensaje que pensaba mandarle:-"Muero de ganas. Ya le aviso a mi marido que el sábado no estoy". Estará bien así?-
-Perfecto- respondió mi marido.
Aquel segundo encuentro fue también a solas, pero con Mati se empezó a blanquear la situación. Me contó que había estado con tres mujeres casadas anteriormente, y que sospechaba que la última que había conocido también tenía un marido que estaba al tanto de todo, aunque se vieron pocas veces y nunca lo confirmó.
-Bueno, yo te lo confirmo, mi marido sabe, le parece bien, y le cuento todo lo que hacemos- le dije. -Espero que no te moleste- agregué.
-Para nada- me dijo -Con semejante par de tetas mirá que me va a molestar que tu marido lo sepa- dijo riendo.
Después de charlar y cenar fue a darse una ducha, mientras yo aproveché para mandarle un mensaje a mi marido contandole que Mati ya sabía todo. La respuesta obvia de mi marido fue que cuando podría vernos. Me daba cuenta de lo mucho que lo estaba excitando, y le prometí llevarle alguna foto que me sacara Mati.
Cuando salió de la ducha, desnudo por supuesto, casi me encandila de lo lindo que estaba. Se me acercó, yo sentada y aún vestida, llevaba un vestido a medio muslo suelto, de los que me gustan, y de breteles arriba, algo ajustado, sin corpiño. Se paró a mi lado, pasé mi mano por su cintura y la bajé a su cola. Su pene semierecto quedaba justamente a mi altura. Lo miraba con deseo.
-Chupame la pija, putita- me dijo.
Instantaneamente saqué la lengua y lo lamí desde los testículos hasta la punta, mientras metía mi mano en mi entrepierna para tocarme. En eso estaba cuando mientras me desnudaba le dije:
-Sacame una foto con mi celu chupandotela, así se la mandamos después a mi marido.
Sonrió, me puso la pija otra vez en la boca, con suavidad, y me sacó la foto. Una sola, después no nos queriamos distraer. Pasamos a hacer un 69, una delicia su lengua en mi sexo y en mi cola, no podía más. Me saqué su hermoso pene de la boca y le supliqué con voz ronca:
-Metemela, por favor... cogeme, Mati, dale...
Se puso un preservativo mientras yo me tocaba desparramada en la cama. Se acercó con su pene erecto y enfundado y solo atiné a decir:
-Meteme esa hermosura...
Mientras habría las piernas sensualmente. Se puso sobre mi, apoyó la punta de su verga en mi conchita empapada, y mirandome me dijo:
-Preparate, hoy te la voy a meter hasta el fondo de un golpe.
-No, suavecito, mejor- le respondí.
-No, hasta el fondo o nada. Yo se que te va a gustar, no te preocupes que te mojé bien
-No, suavecito- insistí.
-Hasta el fondo o nada- insistió él, frotandome su glande listo para la penetración en la entrada de mi vagina.
Suspiré.
-Hasta el fondo- le dije, abrazandolo con brazos y piernas. Se tensó, y de pronto la tenía toda adentro, e inmediatamente me la sacó de golpe, dejandome otra vez vacía. Me miró sonriente mientras yo estaba sin aliento, extasiada.
-Otra vez, por favor, de nuevo- le rogué con voz temblorosa. Me tenía derretida de placer.
-¿Te gustó, putita?- me dijo, y antes que pudiera responderle lo hizo otra vez. Su enorme verga hasta el fondo, y de nuevo para afuera sin un solo bombeo. Esta vez noté que estaba tremendamente dura. Me dejó otra vez sin aliento.
-Sos increible- le dije cuando pude, buscando con mi pelvis la cabeza de su pija para volver a ubicarla en la entrada. Todavía lo tenía abrazado con brazos y piernas, rodeandolo como para que no se me escapara.
Mirandome a los ojos lo hizo una tercera vez. El contraste entre el lleno total de mi vagina con su pija adentro y el vacío cuando la sacaba inmediatamente me hizo aflojar toda esta vez, dejando escapar el primer gemido, gutural, ronco. Con un hilo de voz le dije:
-Una más y acabo-
No terminé de decirlo y lo estaba haciendo. Toda su pija adentro, rápido y con fuerza, y luego para afuera, igualmente veloz. Pero esta vez, mientras yo estaba por recuperar aliento y largar mis primeros alaridos de placer, me masajeó el clítoris apoyando con firmeza el tronco de su pene, la parte media, más gruesa. Fue como una descarga y el orgasmo me dejó unos minutos completamente laxa.
Me recuperé de a poco, Mati a mi lado, me besó diciendo:
-¿Viste que te iba a gustar?
-Además de grande y hermosa, la sabés usar- le respondí sonriendo. Y agregué:
-¿Sabés que merece premio, no? Cogemos un ratito más y después... te la chupo toda... hasta el final.
Diciendo esto, lo besé, agarrandole la pija, y lo monté. Esta vez si fue todo más suave, hasta que me dijo:
-No puedo más, si te sigo chupando estas tetas hermosas que tenés, acabo.
Me saqué su miembro y le saqué el forro, poniendome en cuatro para chuparsela.
-Esta es la parte que me gusta- le dije, guiñandole un ojo y pasandole la lengua por la cabeza.
-Al que le va a gustar es a tu marido- respondió, mientras me sacaba la segunda y última foto.
-¿Habré salido muy puta?- dije, aferrada a su mástil.
-Así como estás se te nota, si- contestó.
Esa noche también me quedé a dormir con Mati.