Nuestro nuevo juguete de 22cm

Algo que empezó como una broma de mi marido, terminó siendo una experiencia que me llevó al placer extremo.

En muchas de nuestras conversaciones sobre sexo, siempre salía el tema sobre hacer tríos, tanto con mujeres u hombres. Durante estas conversaciones nunca imaginamos que esta situación llegaría, es más, fuimos más lejos e hicimos una orgía. Pero de esto ya se habló en otro momento, hoy quiero contar como fue nuestra primera experiencia con una segunda polla, aunque esta fuera de látex.

Siempre que teníamos encuentros sexuales, mi marido bromeaba con añadir un juguete al momento. Un día nos decidimos a entrar a un sex-shop. Allí vimos diferentes modelos, a mí, personalmente, me gustaban todos, así que mi marido le preguntó a la dependienta:

-          Perdona, ¿nos podrías recomendar algún juguete?, dijo mi marido.

-          Hola, claro que sí, acercaos a esta estantería, y os enseño los que tengo aquí, contestó ella.

Nos acercamos a una enorme vitrina, había de todos los tamaños y formas. Empecé a excitarme poco a poco, y para que engañarnos, me interesé por los grandes.

-          He probado algunos, y recomiendo los que se asemejan a las reales y si le añades la vibración seguro que os gusta, dijo la dependienta.

Después de ver y pensarlo un rato nos decidimos por uno. Era una réplica perfecta de una polla de 22cm, con las venas marcadas y el glande reproducido a la perfección. Probamos las diferentes velocidades y fue cuando nos decidimos por él. Yo estaba cachondísima solo de pensar que eso estaría dentro de mí en unas horas, mi marido, que me conoce perfectamente, sabía lo que estaba pensando en ese momento y se sonrió.

A la hora del pago, la chica nos recomendó unos lubricantes. Si yo no estaba acostumbrada a meterme esas medidas, lo necesitaría. Así que nos decidimos por el básico, sin olores, ni sabores.

-          Seguro que os encanta probar esta nueva experiencia, espero que lo disfrutéis, nos dijo la dependienta mientras nos despedíamos de ella.

Mi marido y yo fuimos hablando del tema durante todo el trayecto dirección a nuestra casa. Cuando llegamos pensamos que era el mejor momento para probarlo, yo venía cachonda de la tienda y ya me había encargado de calentar a mi marido de camino a casa.

Le pedí a mi marido que se sentara en el sofá y me esperara, al momento yo aparecí en ropa interior, un tipo de ropa interior que yo me guardaba para grandes ocasiones. El sujetador era de transparencias, se podían ver perfectamente mis pezones duros a través de la fina y trasparente tela, el tanga solo tenía un pequeño hilo por detrás y un triangulito que se encargaba de tapar una pequeña zona de mi vagina, todo esto lo completaba con unos zapatos de 10cm de tacón y unos labios rojo pasión. Cuando mi marido me vio supe que le había gustado cuando empecé a intuir su gran bulto a través de sus pantalones. Empezamos con largos besos, donde nuestras lenguas jugueteaban dentro de nuestras bocas, estos besos los alternaba con besos en el cuello, esos que a mi marido le vuelven loco. Poco a poco le fui quitando la ropa y me quedé con su dura polla en mis manos.

-          Cariño hoy te la voy a chupar hasta que te corras en mi boca y después me vas a chupar el coño mientras me metes el nuevo juguetito, ¿ok?, dije yo.

Esas palabras volvieron loco a mi marido. Empecé a chupar lentamente el glande. Pasaba mi lengua por toda la cabeza. Seguidamente empecé a pasar mi lengua por todo el tronco, me gustaba llenarla con mi saliva y mirar a mi marido a los ojos mientras le practicaba una perfecta felación.

De un solo golpe me la metí toda en la boca, la sacaba a gran velocidad mientras con la mano la pajeaba. Le cogí las manos a mi marido y las puse en mi cabeza, empezó a follarme la boca. Esa sensación de ser dominada me encantaba.  La saliva empezó a caerme por la comisura de los labios, caía sobre mis tetas y eso me ponía muy cachonda.

-          Cariño me voy a correr, dijo mi marido.

Sin sacarla de mi boca, le cogí del culo y la metí toda dentro. Yo misma empecé a mover mi cabeza a gran velocidad. En esos momentos, noté como empezó a correrse dentro de mi boca. Me encantaba notar todo su semen caliente dentro y antes de sacármela de la boca, empecé a tragar todo lo que podía, ya que la corrida fue muy abundante.

Poco a poco noté como la polla de mi marido iba haciéndose pequeña. La saqué de mi boca y mi marido cayó exhausto en el sofá. Tenía la polla brillante.

-          Estoy muy cachonda, quiero estrenar ahora mismo nuestro nuevo juguete, le dije.

-          Acuéstate en la cama y ahora voy, dijo mi marido.

Me fui directa a la cama. Me desnudé y allí lo esperé.

En esos momentos entró él. Llevaba en una mano el gran consolador, parecía la polla de uno de los chicos del camping, era enorme, la verdad que la veía muy grande y eso me gustaba. En la otra mano llevaba el lubricante.

-          Relájate que hoy vas a disfrutar, dijo él.

Empezó pasando su lengua por mi rajita. La llevo completamente depilada y esto hacía que aún brillara más. Seguía succionando mi clítoris, mientras me lo masajeaba con sus dedos. El muy cabrón no metía ni un solo dedo dentro y esto me estaba calentando mucho. En esos momentos sacó el consolador y pasó el glande de este por mi raja, estaba tan mojada que no hizo falta utilizar el lubricante y metió de un solo golpe el glande para seguir centímetro a centímetro hasta completar los 22cm. Esta situación me hacía sentir llena.

-          Muévelo rápido dentro de mí, le pedí a  mi marido.

Él me metía el consolador a una velocidad impactante, mientras me comía el clítoris con pequeños mordiscos. El placer que estaba sintiendo, no lo había sentido nunca, era una sensación de placer máximo. Cuando mi marido ponía su boca junto con la mía, la notaba completamente empapada de mis flujos y esto me hacía besarle con más intensidad.

Bajé mi mano por su cuerpo, y me encontré su polla completamente empalmada, así que le susurré al oído:

-          Méteme tu polla en mi culo, quiero notar tu duro miembro dentro de mi agujero más estrecho.

-          Tus deseos son órdenes, dijo mi marido.

Se sentó al borde de la cama y sacó el lubricante, con un pequeño masaje le empapé su polla. Él hizo lo mismo con mi culo y empezó a encararme su polla. Yo iba bajando poco a poco e iba notando como entraba, estaba tan cachonda que no me dolía lo más mínimo. Empecé a darle ritmo, me gustaba notar la polla de mi marido entrar y salir de mi culo.

-          Coge el consolador y mételo por tu coño, me ordenó mi marido.

Cogí el consolador y poco a poco lo introduje en mi coño. Lo metía y sacaba rápido, igual que mi marido hacía con su polla dentro de mi culo. Puse el vibrador a toda velocidad, empecé a notar un placer que hasta el momento no había experimentado. Mi marido empezó a gemir a mi oído, notaba la polla de látex vibrar dentro de mi coño mientras él me daba caña por el culo.

-          Cariño, ¡me corroooo!, ¡me corroooooo!, dije yo.

En el momento que yo gritaba de placer, mi marido me dijo lo mismo y noté como su caliente semen, entraba a presión dentro de mi culo. Cuando me levanté y saqué la polla de mi marido de mi abierto culo y el consolador, que aun vibraba, de mi coño, empezó a caer todo el semen de mi marido por mis piernas.

Quedé exhausta en la cama, acabábamos de estrenar por primera vez el juguete y estaba deseando volverlo a usar.

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