Nuestro nuevo compañero de piso: el policía 2

Desde aquel día, busqué la manera de conseguir algo suyo y me esmeré a tope por tenerlo entre mis...

NUESTRO NUEVO COMPAÑERO DE PISO: EL POLICIA II PARTE

Hola de nuevo a

tod@s

, espero que todo siga bien. Como

much@s

me pedíais, este relato es la continuación del que mandé hace unos días. Espero que no os defraude. Gracias.

...A partir de esa noche, iba a estar todas las noches en alerta, ante la posibilidad de nuevos ruidos, que me indicaran que algo bueno iba a suceder.

A la mañana siguiente, los vi en la cocina y tenían una semisonrisa que daba gusto. Les pregunté por qué tenían esa cara de pícaros y no me dijeron nada en especial (qué cabrones, pensé para mí, os habéis pasado la noche follando y no me lo contáis, no os preocupéis que el que ríe el último ríe mejor).

Pasaron lo días y no sucedía nada, así que busqué la manera de llegar a lo que yo también quería probar. Cuando Álvaro no estaba en casa, trataba de calentar a Daniel. Aunque no tengo un gran cuerpo, soy un joven muy resultón, así que, cuando quiero, también sé cómo hacer que se fijen en mí. Realizaba labores que dejaran ver mis piernas que (aunque está mal que yo lo diga) son muy bonitas, así como mi culo, que es mi mejor arma. Después de un rato juntos, notaba que Daniel me estaba mirando cuando yo no le "prestaba" atención.

-Este tío va a caer fijo.-me decía a mi mismo para animarme.

Los días fueron pasando, pero no sucedía nada que me ayudara en mis intenciones. Hasta que un día por fin lo vi. Daniel tenía unos horarios un tanto raros, aparte de sus turnos que ya no coincidían con los nuestros. Salía todas las noches y solía llegar muy tarde. Siempre que llegaba a casa, se cambiaba de ropa y se iba al salón a ver la tele una rato, hasta que decidía marcharse a su habitación. Así las cosas, decidí dormir en el salón y esperar a que él llegase, y ver cómo se comportaba cuando me viese durmiendo. Así fue. Me quedé viendo la tele hasta las tres de la mañana y decidí apagarla, pues ya me estaba quedando sobado. Estaba entrando en un sueño profundo cuando escuché en mi sueño la puerta de la calle. Desperté de golpe y me hice el dormido.

Me había dado una ducha por la tarde y había trabajado mi culito a base de bien, de manera que si intentaba algo, se iba a llevar una sorpresa por lo bien que le iba a saber y a oler. Para dormir, me puse unos slips blancos muy sensuales que me hacen un culo perfecto. Además, en vez de taparme entero con la manta, decidí dejarlo medio al aire para que, cuando entrase en el salón, fuese lo primero que llamase su atención. Tanto Álvaro como Daniel sabían que yo tenía un sueño bastante pesado y se podía caer la casa antes de que yo despertase. Así que si venía un poco caliente, no tendría que pensar mucho, pues se convencería de que yo no me iba ni a enterar.

Como os dije, me hice el dormido y escuché sus pasos por el pasillo acercarse al salón. Me estaba poniendo nervioso por intentar adivinar a priori lo que sucedería. Encendió la luz y allí me vió con el culo al aire y durmiendo profundamente.

-Pufff.....- soltó con fastidio, como dando a entender que le había jorobado el plan de ver la tele un rato antes de acostarse.

Al momento escuché sus pasos alejándose por el pasillo, lo cual me decepcionó un montón. Creo que hasta se me bajó la erección que tenía. No sabía qué hacer: si seguir allí y dormir en el sofá o levantar el campamento y marcharme a dormir a mi cama. Estaba decidiendo cuando volvía sentir los pasos venir hacia mi. Entró en el salón y apagó la luz. Puso la televisión en voz baja y se sentó en un orejero que teníamos al lado del sofá donde yo estaba tumbado. Pasó un tiempo que me pareció eterno. Por un momento pensé que me quedaría dormido. Así fue. No tardé mucho en dormirme ya que allí no iba a pasar nada.

De repente noté algo que me sobresaltó. Alguien se había sentado en el sofá y, aunque con cuidado, yo lo había notado. Se inclinó sobre mi cabeza y noté que me acariciaban el pelo, cosa que me pareció muy sensual. Estaba intentando despertar del sueño y pensar lo que estaba pasando cuando me empezaron a acariciar el culo por encima de la ropa. Fue apartando la manta para ver mis piernas y la mano sobadora pasó a mi entrepierna que estaba incandescente.

  • Joder, cómo estás Dani.- dijo entre dientes mi sobón secreto. Yo no daba rastros de notar nada de lo que estaba pasando, así que él seguía animándose. Noté que me levantaba con una mano un trozo de tela que cubría mi nalga derecha y metía sus dedos en busca de mi peludito ano. No tardó mucho en llegar. Debía estar super caliente porque hizo una exclamación como si no se lo esperara.

-Debes de tener un sueño buenísimo. Madre mía ¡cómo estás!.- decía mi tocador anónimo susurrando. Estas palabras a mi me calentaban con tal premura que pensé que como siguiera tocándome un rato más, me correría sin poder remediarlo. Él siguió sobándome y decidió bajarme el slip. Se demoró bastante tiempo, pues imagino que él no quería que yo despertara. Pero finalmente, me sacó el slip por lo tobillos y lo lanzó hacia el orejero donde antes se había sentado.

Ahora ya estaba excitado, pues oía su respiración entrecortada. No en vano, estaba haciendo algo impropio con alguien del que no sabía sus gustos sexuales. De repente note algo húmedo en mi culo. No sé cómo lo hizo, pero se colocó de tal manera que me estaba dando lengua en el culo sin apenas apoyarse en el sofá. Al cabo de un ratito sintiendo la punta de su lengua cómo trataba de internarse en mi hoyito, sentí uno de sus dedos, que se quería internar en mi húmeda cavidad. Se lo debió chupar, porque entró rápido, resbalando por la saliva que había aplicado en la zona previamente. Me estaba encantando aquella sensación. Recordaba cómo eran los dedos de Daniel: divinos; largos, con las uñas perfectamente recortadas y, sobre todo, enormes. Alternaba la lengua con el dedo de una manera prodigiosa. Ahora entendía lo que había hecho calentar a Álvaro el día que los sorprendí en el salón.

Después de un rato, que me pareció enorme, comencé a sentir otro dedo. Apenas me dolía ya que había lubricado muy bien mi pasadizo. Los dos dedos entraban y salían a un ritmo ligero, como si me estuviera follando. Pero él quería más. No se iba a conformar con aquello. Se notaba que buscaba más. De pronto, me sacó los dedos del culo y se levantó con cuidado. Noté que se marchaba.

  • ¡Qué raro! .- pensé yo. ¿Dónde irá éste ahora?

No tardé mucho en darme cuenta. Fue a buscar un condón. El tío era legal: me iba a follar pero no quería pasarme ninguna enfermedad. Por un momento pensé en despertar y darle un beso de agradecimiento. Sin embargo, decidí ocultar mis emociones bajos mis párpados y ya veríamos más tarde. Fue a por un condón porque escuché cómo lo sacaba de su envoltorio. Sin embargo, debió traer algo más. Al momento lo noté. Debía ser algún lubricante o alguna crema, ya que acababa de meterme otra vez un dedo en el culito untado con una sustancia fría. Di un respingo que le sobresaltó, ya que paró de inmediato. Hice como que me recolocaba, sobre todo para dejarle una mejor posición. Me metió hasta tres dedos que entraban y salían de mis entrañas furiosos y felices a la vez. Vaya polvazo que me estaba echando con sus manos. No me podía imaginar cómo sería cuando sintiese aquella porra que unos días atrás perforó el ano de Álvaro. ¡¡Cuántas ganas me estaban entrando de que me follase ya!! Estuve a punto de abrir los ojos y decírselo:

-¡¡Fóllame de una puta vez, joder!! ¡¡Qué pesado eres!!.- sin embargo me aguanté la hoguera que tenía dentro. Lo dejé hacer.

Se levantó de nuevo y se puso de espaldas a mi. Abrí un poquito los ojos y vi que se iba a desnudar. ¡Ya viene!.- pensé para mi. De repente dejó caer sus pantalones del pijama y dejó un culo al aire que me entraron ganas de saltar sobre él y comérmelo allí mismo. Tuve que recurrir a mis pensamientos más puros para no lanzarme sobre él. Estaba con aquellos pensamiento cuando se agachó a coger algo del suelo y me puso a la altura de la cara su peludo y rosadito ano. Era precioso. ¡¡Cuánto me hubiese gustado en ese momento clavársela allí mismo!! Así, de repente, de golpe, para que supiera lo que me iba a hacer en unos momentos.

De incorporó y se dio la vuelta. Con los ojos cerrados pero un poquito abiertos entre las pestañas lo vi. Era un rabo majestuoso. Me di envidia a mi mísmo de poder estar allí en aquel momento. Aquel monumento fálico, era más propio del dios de la virilidad. ¡¡Qué portento!! ¡¡Qué maravilla!! Lo que unos días antes me había parecido enorme, ahora estaba delante de mis narices y tenía un aspecto descomunal. Casi me entró miedo del dolor que me iba a provocar aquel émbolo de carne.

Se estiró y se apoyó sobre los brazos del sofá para no tocarme más que con lo que me iba a destrozar el ano. Noté la punta de su lanza colocándose en mi entrada y, a continuación, como que no quiere la cosa, empujó y me metió la cabeza entera. Ahogué un grito de dolor. No pensé que fuese a soportar aquel palo enorme dentro de mi, y menos, haciéndome el dormido. Pensando en ésto, dio un segundo empujón y me debió entrar la mitad de aquella maravilla perforadora. Esta vez no pude por menos que moverme. Se quedó un rato quieto, cosa que ayudó a que mi pobre culito se adaptase a aquella herramienta que me estaba invadiendo. Al cabo de dos minutos, con otro tirón, noté su pubis chocar contra mis nalgas. Aquello estaba entero dentro de mi. No me lo podía creer. ¿Con qué me habría lubricado para que me lo pudiese comer entero?

Estaba tratando de pensar qué me habría esparcido por mi anillo y dentro de mi ojete, cuando comenzó un lento vaivén que me puso al borde de la locura. ¡¡Cómo follaba el hijoputa!! Cada embestida que me daba notaba mis intestinos en la boca del estómago y, cuando se retiraba, notaba un vacío que pedía mentalmente que fuese de nuevo rellenado. Así era: relleno, vacío, relleno, vacío,...., me sentía como un pollo relleno entre el calor que yo tenía y aquella polla anónima que se había presentado sin avisar y que me ensartaba con tanto ímpetu. No eran embestidas fuertes, pero el instrumento era tan grande que notabas cómo tu cuerpo iba y venía merced al dueño de aquel prodigio de la naturaleza.

Estábamos medio de lado, así que Daniel comenzó a tocarme el rabo y a masturbarme. Le debía excitar mucho ya que noté que su polla creció un poquito más. Aquello se estaba saliendo del guión a pasos agigantados. La situación se me estaba escapando de las manos y no sabía lo que iba a seguir. De repente, abrí mis ojos y me encontré a escasos centímetros sus preciosos ojos verdes. Que me miraban de una manera tierna y excitada, como de alguien que está al borde del orgasmo.

  • ¿¿¡¡Pero qué estás haciéndome, cabrón!!??.- le solté de repente. Se quedó alucinado y comenzó a correrse. Me la sacó de golpe y después de retirar el condón se corrió sobre mi dejándome el culo, el brazo y parte de mi cuerpo completamente bañada de lefa.

  • ¡¡Me acabas de violar!! ¡¡Hijo de puta!!.- el muy gilipollas se quedó mudo, entre el orgasmo y mis palabras. Como pude me incorporé y le di un empujón, que lo tiró sobre el sofá. Hice un poco de teatro, tratando de hacerle sentir culpable. Di en la diana, ya que al cabo de un momento estaba casi llorando de lo que había hecho. Me dijo que lo perdonara, que venía muy caliente porque una tía lo puso a cien y después se marchó a casa y que no sabía lo que había hecho. De repente me dijo que yo se lo hiciera a él para quedar en paz. Yo me puse muy bravo, pero se tiró sobre mi y me empezó a acariciar. No tardé mucho en dejar de luchar contra mi mente, y dejarle hacer lo que quisiera. Me tiró de nuevo sobre el sofá y me palpó todo el cuerpo. Me estuvo masturbando un rato y después me la empezó a chupar. Mi polla estaba a mil y tenía vida propia. El me estaba haciendo una de mis mejores mamadas y a la vez noté que me volvió a meter un dedo. Lo que sentía no se puede expresar con palabras. Estaba tan excitado que no sabía qué parte de mi cuerpo me estaba dando más placer.

En la posición que yo estaba, se la vi de nuevo. Y fui directo a por ella. Ahora iba a ser mía y la iba a disfrutar como nunca. Nos pusimos de manera que el 69 fue preciso. Se la comencé a chupar con ganas, casi entera. Él daba suspiros del gusto que mi lengua le estaba dando. Era como un polo gigante, pero que no se derretía, sino que cada vez se hacía más grande. Desde esta posición, me metí un dedo en la boca y se lo restregué por el ano. Pegó un bote que casi me tira al suelo. Aquello le debió gustar mucho. También le había gustado mucho cuando Álvaro se lo folló. Me dio pie a dar un paso más. Le metí el dedo bien adentro y seguí chupándole la polla. Aquello no tenía fin. Él estaba haciendo exactamente lo mismo. Cada vez estábamos más excitados. De pronto me dijo:

-¿Quieres follarme? .- yo no contesté nada, así que comentó...

-Es lo mínimo que debo hacer por ti, después de lo que te he hecho esta noche.- sus palabras sonaban completamente sinceras. Como pude le dije:

-No quiero follarte porque me lo debas, sino porque quieres que te folle. ¿Quieres que lo haga?.- le pregunté de forma directa.

-¡Si!.- respondió rápido y tajante. No hizo falta nada más. Saqué un condón de la caja que había traído, lo extraje de su envoltorio y me lo coloqué. Lo puse boca arriba y le coloqué sus piernas sobre mis hombros. Quería verlo cuando se la metiera por el culo. Quería ver sus preciosos ojos cómo se abrirían al sentirme. Así fue. Apunté con mi dardo en su entrada y dejé que entrase en su cueva. Estaba enormemente estrecho, pero apenas le dolió por el trabajo que le había hecho a conciencia. Cuando la sintió toda dentro me pidió que lo follara fuerte. Así lo hice. Comencé un movimiento rápido y continuo a la vez que se la agarraba y lo comenzaba de nuevo a masturbar. La tenía caliente y dura. Aquello le había excitado tanto como a mi.

Me apeteció un montón proporcionarle un orgasmo anal y así lo busqué. Lo estuve masturbando un rato, apretándosela fuerte y subiendo y bajando mi mano de manera contundente por aquel tronco infinito. A la vez mi rabo entraba haciendo círculo en su culo. Estaba a punto de reventar cuando noté que su polla se ensanchaba en mi mano derecha. Se la empecé a menear más rápido y noté los primeros movimientos anteriores al orgasmo. Seguí bombeándolo a la vez que aumentaba en ritmo de mi paja y noté los primeros trallazos de leche sobre su pecho y cómo su culo se cerraba palpitando alrededor de mi polla. Estaba teniendo un orgasmo anal y lo estaba disfrutando sin tocarse, ya que yo estaba haciendo todo el trabajo por él. Ese orgasmo es el mejor que alguien te puede proporcionar: que te corras mientras te hacen una paja y no puedas hacer nada mientras, a la vez, te follan el culo a una velocidad de vértigo. No tardé mucho en sacarla de aquel horno y, después de retirar el condón, lanzarle todo mi néctar sobre su pecho. Mi corrida fue todavía más copiosa que la suya. Me imagino que por lo que tuve que esperar y hacer para poder tenerla.

Después de correrme me desplomé sobre él y lo besé por primera vez en sus labios carnosos. Fue un beso dulce, tierno y muy caliente. Después lamí parte de nuestras corridas y se las devolví en un beso con fruición, duro, carnal, sin descanso. Así nos quedamos por un rato en el sofá de casa. No hablamos del tema. Cada uno se fue a su habitación. Yo me fui a soñar con aquella noche de gloria en la que había conseguido lo que quería y, además, que lo iba a tener a mi disposición para cuando quisiera, ya que había conseguido hacerle sentir culpable por lo que había comenzado.

Un abrazo a tod@s.

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