Nuestro huesped arribó

Hermoso, alto, alegre y muy dispuesto caribeño, dispuesto a llevarse la mejor impresión. Desde que lo conocimos se dejó lo amaramos.

NUESTRO HUESPED ARRIBÓ

(Este relato corresponde anterior al ‘TUVIERON QUE CUMPLIR CON COMPROMISO DE NEGOCIOS‘)

El sábado regresamos a casa ya de madrugada y el domingo tuvimos que ir al aeropuerto, Yak, como Horacio le dice, llegó en la tarde.

Nos sentíamos muy desvelados, pero valió la pena la desvelada, nos divertimos mucho y, lo que es mejor, nos dedicamos a Gloria. Vio algo de lo que ya yo le había platicado, sobre nuestras vidas y diversiones con los amigos.

Para ir por Yak nos tuvimos que vestir calientito. De nuevo le presté vestidos míos a Gloria, y la vestí a que se viera muy hermosa. Se puso del perfume que ya conocía, del mismo que nos regalaron Greg, Maurice y no recuerdo quien más. Un chal, para completar el vestido e ir un poco más calientitas. Las dos llevábamos puesto los relojes que Horacio nos había obsequiado y gravados con nuestros nombres.

Recibimos a Yak, inmediatamente nos reconoció, y nosotras a él. Nos abrazó a la vez y lo besamos, también a Horacio lo abrazó.

“Ya recuerdo que dicen que son las dos esposas de Horacio y actúan juntas.” Es lo primero que nos dijo.

“Las recuerdo muy bien, recuerdo cuando se cambiaron de vestidos en el congreso, todo mundo las admiró. Recuerdo que esa misma noche regresaron a su suite, cuando iba yo saliendo, todas desaliñadas, creo que les llovió, o algo así.” Nos platicó

“Saben una cosa, antes de que se me olvide, hubo quien dijo que Paul las había tenido a la vez.” Nos acabó de informar.

“No me imagino quién lo haya dicho.” Dijo Gloria

“Debe de haber sido alguien que las vio en la suite.” Opinó Horacio

“Según sabemos, solamente estaban en su recamara Pier y Madelaine y ellos no dijeron nada, ya hemos hablado con ellos.” Le dije, pero a la vez le estaba confirmando a Yak, que era verdad. Ya las metí, ni modo.

No se habló más de eso, seguimos felices platicando de muchas otras cosas y llegamos a su hotel.

“¡Espérenme, voy, dejo mi equipaje, que es poco, y bajo! ¿No les apetece un pequeño brindis de bienvenida, aquí en el bar del hotel?” propuso Yak

“¡Claro, te esperamos, ¿verdad chicos, o no se animan? Aprovechemos que ahorita todavía está en calma.” Propuso Gloria

Yak regresó, buscamos un lugar agradable en el bar, que estaba casi vacío, y tomamos asiento, a las dos nos tenía a cada uno de sus lados. La música estaba hermosa, suave, jazz.

Tomábamos la copa, de repente Yak me sacó a bailar, Horacio sacó a Gloria. Una música suavecita, que arrullaba, las dos les pegamos la cara a sus pechos, él me quedaba muy alto como para poner mi cabeza en su hombro, pero yo sentía agradable. A la altura de mi vientre sentía perfectamente su bola. Al estar bailando pegaditos, él me apretaba con toda intención, busqué más roce con esa bola tan sugestiva. Al llegar al bar, mi espíritu no tenía nada sexual en la mente, pero esa sensación de tener una bola tan cerca, que me imaginaba que ha de haber contenido algo grandioso dentro, no podía dejarla pasar por alto. Me le apreté lo más que pude, a veces mis piernas se enredaban con las suyas.

Dejamos pasar una pieza y luego Gloria bailó con él y yo con Horacio. Al ponerse de pie, le dije al oído “Disfruta su bola, aunque sea en tu panza, por encimita.”

“¿Qué le dijiste? ¡bárbara, oí un poquito!” Me preguntó Horacio

“Nada, que creo que tu colega está caliente y se le está parando.”

“¡No se te escapa una!” reímos y le pregunté

“¿Qué te está pasando a ti? Condenado caliente, ¡Ya sabes que sé que Gloria provoca que cada vez que tienes oportunidad y la ves, se te para a ti!” le dije

“También cuando te veo a ti, y es porque estaba imaginándome lo que ha de estar sintiendo Yak, con estas dos lindas y muy buenas chicas, que se nota que están deseosas. ¡Pero, que son de mi propiedad, ¿EH?!”

Después de la pieza y ya que Yak la quería seguir, fuimos a un balconcito y ellos nos ayudaron a sentarnos sobre el barandal de piedra, nuestras rodillas les quedaban a la cintura.

Horacio inició el desorden, me sobó una pierna y su mano subió y subió debajo de mi falda, hasta mitad de mi muslo. Aquel copión le hacía lo mismo a Gloria, pero no paró a medio muslo, siguió y siguió. Ha de haber encontrado resistencia y se notaba que su mano rascaba algo. Gloria solo observaba como le hacía, y nosotros como que copiábamos, la mano de Horacio ya había encontrado mi pubis, mi vagina y hasta mi hoyito.

Gloria le guiaba su mano para que también Yak le llegara a su punto más sensible y deseable. De repente se estremeció, no puso atención y se resbaló de su asiento. La falda se le subió hasta la cintura y nos divertimos viéndola.

“¡AAHH, obsérvale bien su mano, acabamos de conocernos y éste va muy rápido!” Me dijo en el oído

Yo me había dejado resbalar, así que estábamos de nuevo parados en el piso, pero Yak insistió en volvernos a subir y sentarnos en el barandal, entre Gloria y yo cambiamos lugares.

“Me quieren hacer lo que hicieron en el congreso ¿verdad?, pero ya me di cuenta, de todas maneras, quiero probarlas a las dos.” Y me metió la mano por debajo de la falda, hasta mi pubis. Me metió unos dedos en mi vagina, sacó su mano, la olio y se la llevó a la boca. “¡Me encanta conocer a mis chicas! Ahora te deseo a ti, ¿Me permites, Compañero?” Se pasó del otro lado, junto a la pierna de Gloria y, discretamente le fue acariciando el muslo, le subía la mano y llegó a su pantis mojado. Tuvo que haberle metido sus dedos, pero ésta se contorneaba y le detiene la mano. La sacó, y lo mismo, en ese momento Horacio le pidió que le dejara checar a él también, y le chupó la mano. Dieron su veredicto, pagamos y nos dirigimos a su habitación en el octavo piso, la 802.

Entramos en la habitación y los cuatro nos desvestimos. Yak me tomó del brazo e hizo que le viera su pene, se lo chupara. ¡Otro descubrimiento más de mi parte! Un pene bien dotado.

“¡GLORIA, LO TIENE MUY RICO! ¡TE VA A ENCANTAR, ven, chúpale un poquito, mira que encanto, que huevos tan lindos!” se me salió decirle, pobre Horacio, con esto lo hice menos, pero ya está acostumbrado a que yo me tope con superdotados cuando él está presente.

“¿Podrían que se las cogiera a las dos, a la vez, como cuando Paul?” preguntó Horacio.

“¡Habría que probar! ¡Sale, Gloria tu acuéstate de este lado, yo junto, ¡pero cuando él se venga te subes en mi panza y que le queden nuestras dos pepitas una arriba de la otra! ¡Te pones viva para que nos vaya dejando su semen mita y mita! ¿Sale?!!!

Yak entendió cuál era el plan, nos comió las pepitas y las dejó bien mojadas. Primero me la metió a mí, despacito que estaba bien grandota, todavía no conocía el tamaño. Me cupo  toda, se me acomodó, dos o tres bombazos, la sacó y se la metió a Gloria, que le costó un poco de más trabajo, seguramente Gloria es más estrecha que yo, pero lo logró, también unos cuantos bombazos, la sacó y vuelta conmigo. Me la metió, se detuvo quieto un rato, yo sentía pequeñas palpitaciones de él, no se fuera a vaciar todo en mí.

Le pregunté si estaba a punto de venirse, “¡No, todavía me falta, pero estoy sintiendo los movimientos que me haces en el pene, los siento y me viene más placer! Yo te digo cuando y me salgo después de dejarles una partecita a cada una.”

Así seguimos, lo gozamos mucho y lo recordaremos como a Greg. No duró mucho, de repente, ¡paz! ¡paz! ¡paz! Se lo sacó a la carrera a Gloria y me lo metió de un golpe a mí, causándome un gozo enorme. No solo sentí su eyaculación, también los espasmos al final. También Gloria lo gozó, más al mero final, antes de que se le aguadara se lo metió a ella y ya dentro de ella se le ablandó, pero le dejó su parte  de semen.

El lunes Horacio y Yak tenían un compromiso con los dueños de mi compañía, tenían que descansar un poco. Yo había pedido días de descanso, hoy los acompañaríamos a  la visita. Solamente los acompañaríamos hasta presentarlos con los dueños y quedaríamos libres. Las chicas se sorprendieron al verme entrar vestida civilizadamente y no con el uniforme. Fui a mi escritorio, llamé a Paty, que es la que actúa como ayudante mía. “¿Hay algo pendiente?” y le di instrucciones.

No se le escapó haber visto que llegamos con Yak y Horacio y preguntó sobre él.

“¡Cliente distinguido!” le contesté.

Ella es muy alegre y relajienta. Pregunta todo, siempre está brincoteando y moviéndose en toda la oficina. “¡Está muy bueno el tío ese, como quisiera que me diera una buena zarandeada debajo de sus huesos!”

“¡Mañana le van a ofrecer una comida al visitante, en el hotel, las que deseen asistir, bienvenidas, el chiste es enseñarle quienes son nuestras colaboradoras, mientras más asistan, mejor! No necesitan traer el uniforme, solo vengan vestidas bonitas.” Les informé, para animarlas.

“¿Tú crees que se pueda con este señor? ¡Me encantó, siempre he soñado con un negro que me estruja y que me parta! ¿Querrá?” Me dijo en confidencia Paty.

“¡No sé, son cosas que uno sola tiene que lograr! ¿Que si él querrá? ¡Claro, se le han de antojar las mexicanitas como tú, bien chiquitas, con todo concentrado, pero muy buenas!”

Salimos del edificio de la oficina, directo a comprarle ropita a Gloria. Primero ropa para la comida de mañana y luego para la cena formal, a la que estábamos invitadas. Hoy comeríamos con Horacio.

Compramos para Gloria un vestido de jersey, de una sola pieza hasta la mitad del muslo y pantimedias calientitas y dos chales para calentarnos los hombros. Esto para la comida de mañana, para la cena sí fue problemático, al final escogimos dos vestidos de cocktail, como nos ha gustado, con abertura a un lado, en una pierna, para enseñarla y provocar lo más, colores oscuros pero floreados, evitamos nos viéramos como mujer mayor. Los dos vestidos muy escotados del pecho, el de Gloria sin mostrar tirantes de brasier, yo no me pondría brasier, así que no se me iba a ver nada, no importaba.

Subimos a mi oficina y Paty me preguntó quién era Gloria. “Ella trabaja con mi marido, está al cargo de una oficina en la frontera, ahora trajo a éste, que es su cliente y lo acompaña.”

“¡AH, TU RIVAL!” Afirmó Paty.

La miré de reojo, reí y le dije “¡Pue que! ¡Mal pensada!”

A Paty, discretamente le puse un papelito que le decía que Yak estaba hospedado en el hotel, en la habitación 802. Yo lo dejo a las 5, pero pasamos a recogerlo a las 8. Ella lo tomó y lo escondió mostrándome una sonrisa, comprendiendo el mensaje.

Recogimos a Yak y a Horacio y fuimos a un restorán muy elegante en donde nos íbamos a encontrar con los dos directivos de la empresa en donde yo trabajo, era con esposas. Llegaron, más o menos puntuales y nos sentamos. Yak quedó entre las dos señoras, Horacio y uno de los señores, a los lados de ellas, yo junto a un señor, Gloria junto al otro. Se notaba que las dos señoras estaban emocionadas por estar junto a ese negro, nuestro negro, muy elegante, bien vestido. Mucha plática social, pero no se trató nada de negocios, al día siguiente se tratarían.

En la noche fuimos a recoger a Yak, oh, sorpresa, que vemos a Paty saliendo del elevador. Por detrás, llevaba mal abotonado el vestidito que traía, bonito, muy corto.

Trató de colarse para que no la viéramos, pero:

“¡Ven, vamos al baño!” y la guie al baño de mujeres. “¡Sácate el vestido, enderézatelo y vuelve a ponértelo, yo te lo abrocho por detrás!” Estaba muy asustada, con algo de miedo, probablemente su conciencia no la tenía tranquila. No creo que porque yo la haya descubierto siendo que yo le enseñé el camino. La terminé de aliñar, le dí una nalgadita, como a los bebes y la despedí.

A las 8 bajó Yak, se le notaba que se había aseado, olía bonito, a loción de hombre. Asistimos a la cena muy formal y se trataron muchos temas, el principal, el tema de las señoras, el del amor, que dicen, les tenemos a las personas de color, las mujeres sueñan con uno, muy guapo y fuerte, y los hombres sueñan con esas muñequitas de color. Nos separamos ya muy tarde, Yak ya no tenía ánimos de nada. ¡CLARO, YA SE HABÍA SERVIDO CON PATY! Nosotros también estábamos muy cansados y nos fuimos a la casa.

Hoy se fue Horacio desde temprano, recogió a Yak y fueron a la oficina de mis jefes. A la comida asistieron algunas empleadas, ningún hombre, los socios jefes de la empresa y nosotros cuatro. Paty, la chica alegre e inquieta, estuvo demasiado apagada. Todo mundo le preguntaba por qué estas así. “Estoy muy cansada, casi no dormí” les contestaba. Me le acerqué y le pedí me dijera qué le pasaba. “¡Oh, nada! Solo que me emociona recordar que sí me zarandearon como yo deseaba y puede que, hasta más, pero me siento muy cansada y, creo, hasta que es así cuando se siente una cogida, violada por varios, la tiene enorme y yo me la dejé ir hasta el fondo. No me lastimó, pero ahora me siento cansada y golpeada. Sí me duele por afuerita, entre las piernas. ¿Es normal eso?” me preguntó.

“Estas muy joven y él la tiene muy larga. Más adelante ya no tendrás molestias. ¡Ándale, ánimo y prepárate para otra sesión otro día, por lo pronto relájate y sigue soñando con tu aventura! Sentiste muy bonito, ¿no? ¿No te gustaría que te la volviera a meter, aunque te lastimara? ¿Hoy mismo?” “Piensa que se dieron los dos algo que es hermoso. Pero dime, estas así ¿porque te quitó la virginidad?”

“¡Oh, no, nada de eso!” Contestó ya con más ánimo.

“Muéstrale que estas muy contenta porque te dio lo que debía, así lo animas a más. ¿No te gustaría repetir?” le preguntó Gloria.

“¿Pero cuando?, él se va y yo no puedo pegármele.”

“Ten paciencia, quién sabe que se pueda, pero tienes que colaborar con una carita bonita.”

Las palabras de Gloria realizaron milagros, Paty se enderezó y volvió a ser la misma.

Como asistente mía, le tocó a Paty llevar el micrófono, primero a nuestros jefes y al final a Yak. Se lo colocó enfrente y con la otra mano le acariciaba desde la espalda hasta el cuello. Él estiró el brazo, la abrazó y le agradeció algo. Todos los presentes observábamos. La otra secretaria, que tiene su escritorio al lado del de Paty, medio confidente de ella, me dijo:

“YA LIGÓ, a ver que le dice al novio.”

“¡Déjala que disfrute de su aventura, después será otra cosa, ¿no te gustaría estar en su lugar y tú, la que ligue? Le pregunté.

El convivio finalizó, Gloria y yo llevamos a Yak al hotel, solamente a  recoger su equipaje. Paty estaba a la entrada, en el lobby, esperándolo para despedirse de él. Gloria se separó y fue, discretamente, a la boutique del hotel, compró un perfumito y lo pidió envuelto de regalo. Regresó, Yak estaba pagando y, discretamente, le entregó el paquetito y le aconsejó que se lo diera a Paty, que estaba en el lobby esperándolo para despedirse. Se lo entregó, Paty se derretía de amor, él la besó, y en eso trajeron 3 ramos de rosas, las rojas se las entregó directamente a Paty, los otros dos ramos eran rosas color rosa, uno para Gloria y el otro para mí. Paty había llegado en su coche, un Fiat pequeño, el ramo sí le cabía, pero lo tenía que acomodar para que no se maltratara, la acompañamos y como estaba un joven esperándola, le preguntamos si lo conocía.

“Si, es mi prometido, le pedí que me manejara, no sabía yo que iba a necesitar. Además, quiero que se dé cuenta con quién le pongo los cuernos.”

Ellos se despidieron. A nosotras nos dio mucha tristeza esa escena, pero tenía que hacerse.

Conduje hasta nuestra casa en donde nos encontraríamos con Horacio, íbamos  solo a recoger su equipaje y algo para unos días que Gloria y yo pasaríamos en nuestra casita solas, mientras los señores saldrían de viaje a varios  destinos en las costas. Saldrían mañana del aeropuerto de la ciudad cerca de nuestra casita, y a su regreso también llegarían ahí. Quedamos que estarían de regreso el viernes por la tarde. Pernoctaríamos en la Casita para estar temprano a tomar el avión.

Viajamos en el coche de Horacio, el mío quedó en casa. En el camino Horacio le pregunto a Yak que si sabía volar.

“Hace años lo practiqué, pero no lo consideré de utilidad para mi sistema de vida, y lo dejé.”

“¿Llegaste a volar a unos 10 mil pies de altura?” preguntó Horacio.

“No, a esa altura es muy peligroso volar en los monomotores que podíamos usar.”

“¿Me podrías decir como a que altura vamos viajando?”

“No sabría.” Contestó

“Ahora vamos pasando por los 10,000 pies, la casa queda como a los 9,500.”

En el camino Yak nos platicó de su familia, tiene 3 hijos, dos varones y una chica, toda su adoración.

“Cuando ví a Paty se me hizo ella. Pensé, ¡si algún tío la corteja, ella merece que la premien bonito!”

“¡Platícanos! ¿estuvo bonito con Paty, te gustó ella y lo que te dio, y a ella le gustó?” Le preguntó Gloria.

“¡Extraordinario!, como dicen los franceses. No he tenido algo mejor.”

“¿Ni lo que te dimos nosotras?” Le pregunté, “¡Di la verdad, no nos ofendemos!”  le dije.

“¡Tendremos que enseñarte algo mejor, algo que te vaya a hacer que te vengas de solo imaginar, o vernos!” le prometió Gloria.

“¡Con el perdón de este señor, aquí enfrente al volante, les puedo decir que ustedes son las mejores hembras que he tenido, es un placer enorme cuando se las dejo adentro, me hacen soñar, como que me deslizo sobre nubes! Las dos son igualitas, me viene la sensación de que veo doble, de que me estoy follando a una diosa, a una sirenita, que como a los dioses antiguos, me están complaciendo. Oigo hasta música. ¡Ustedes son mis sirenitas!”

“¡Qué bonito! ¡Te amamos las dos!” dijo Gloria.

“¡Cuando te vayas vamos a sentir lo que Paty ha de estar sintiendo, rompes corazones!” le dije

“¡QUE BUENO!, pero nuestros corazones sí se consolarán pronto,” dijo Gloria.

“¡Este señor de enfrente se encargará de eso, así que no te dejes intimidar!” le dije

“¡Ya empezaste, esos ramos de rosas que nos obsequiaste traían tu sello de  amor y son los que se encargan de rompernos los corazones! Primero tendrás que repararlos con cariño, ya después te vas, quedaremos muy tristes, pero a la vez contentas de que te conocimos a fondo y que te llevas nuestro amor.”

Llegamos a nuestra casita, no falto el Dino, que salió a saludarnos, lo tuve que hacer a un lado, parece que entendió. Yak nos dijo que en su casa también tiene un perro, que es muy raro en Aruba tener mascotas.

Horacio se ocupó en prender la calefacción, y hacer  a un lado las ramas y vegetales acumulados en la puerta y jardín. Después Gloria y yo nos ocupamos en que el interior estuviera acogedor, pero lo más urgente fue preparar la cama para Yak, en el cuarto para visitas. Horacio se encargó de enseñarle a Yak el terreno y su huerto de árboles frutales. Entraron ambos congelándose del frio que reinaba afuera. Le tomé las manos a Yak y se las froté. Gloria hizo lo mismo con Horacio.

Ya entramos un poco en calor.

“¿Saben cómo se pueden calentar las manos más rápido?” preguntó Gloria.

“¡Vean, poniéndose las manos, o en la barriga, o entre las piernas! Dejarlas ahí y se les van calentando.”

Fui con Yak, le levanté el sweater y la camisa que llevaba y le planté mis manos en su barriga. “¡Ay, están muy frías!” reclamó, Gloria hacía lo mismo con Horacio, pero ella avanzó más, le desató el cinturón, le bajó la cremallera y le metió sus manos deteniéndole la bolsa de sus huevos.

“¡Ay, están muy Frías tus manos, pero déjamelas ahí, te las voy a calentar!” le dijo Horacio. Se dirigió a Gloria y primero le levantó el pullover que traía puesto, pero mejor se decidió por meterle las manos debajo de esa faldita de jersey y del pantihose que llevaba puesto, calientita, hasta su entrepierna.

“¡Que bárbaro, las traes heladas, déjalas ahí, te las voy a apretar para que se te calienten sabroso, ¿quieres?” le preguntó Gloria.

Yak iba fijándose lo que hacían Gloria y Horacio y empezó a hacerme lo mismo, pero sus manos son enormes y las sentí mucho más frías. “¡Mételas ahí para que te las pueda calentar!” le dije y, después de abrirle el pantalón le dije

“¡Aquí está tu gallinita que te va a calentar tus huevitos!”

“Los tengo muy fríos, necesito me los calientes en ese lugarcito en donde se calientan mejor.” Le bajé los pantalones y calzoncillos, yo me deshice de mis pantis, lo recosté en el sofá grande y me le monté dejando que su hermosura se me fuera metiendo. “¡Despacito para irlo calentado poco a poco!” dije, como disculpando la lentitud de mi penetración. “Ya está bien adentro, ahora tengo que confirmar que Gloria no está sufriendo porque tiene frío adentro de ella.” Dijo el tramposo de Yak.

Intercambiamos Gloria y yo, ella se le montó a Yak y se midieron la temperatura interior. El pobre de Horacio estaba solo, muriéndose de frío.

“¡Ven, mi vida, nosotros tenemos un calefactor más corto, pero más sabroso!” y me le monté. Me entró rico, como siempre, rozándome mis paredes interiores, acariciándome mi punto G, que no se en donde me queda, pero buscármelo es aún un placer. Veíamos a la pareja, Gloria con Yak encima de ella, ella con una pierna levantada, él con todo su pene dentro de ella, le bombeaba y la jalaba de la pierna o nalga que tenía a la mano.

A mí me tenía Horacio montada sobre su vientre. Él me veía mis pechos, me observaba y me decía que me amaba como siempre.

“¿Me amas, aunque tenga el pitote de Yak dentro?” le pregunté.

“¡MÁS! Siento que te estoy dando algo que te hace feliz. A veces me desespero de que no te la metan bien adentro, no te están dando el placer que deseo te den. Soy raro, medio cornuto, pero me encanta verte ensartada en alguno.”

“¿En cuál te ha gustado más haberme visto ensartada?” quería conocer su apreciación.

“No sé, en todos, cada uno con lo suyo, por ejemplo, Maurice la tiene más o menos de mi tamaño, pero creo que es el que más buenos recuerdos me trae, te tuvimos ensartada por los dos lados.”

“¿Te gusta ver que me ensarten por los dos lados? ¿Cortos o largos?” Le pregunté

“¡Sí, sobre todo si de un lado estoy yo! ¿si es muy gruesa, te lastima?”

“Depende de cómo me la introducen, pero al final, cuando la tengo toda adentro, me encanta sentirla, sobre todo cuando me están dejando semen, ya sabes que semen de cualquiera me puede volver loca.”

“¡Dino, Paco, Paul, Greg y de Horacio! ¿verdad?” opinó Horacio.

“Así es, pero me estas tocando el tema de Dino, me ha hecho falta tenerlo. Tendrá que esperar a que se vayan todos, hasta Gloria, y tú estés viéndome” Le dije

“¿No habías dicho que intentarías incorporar a Gloria a la zoofilia?”

“Ya no sé. Yak nos está entreteniendo y no he pensado ni en Dino, ni en Kaiser, que, ¡a propósito Gloria quiere saber de Kaiser, me ha preguntado ya varias veces! ¿crees que le llegara a interesar? Tengo miedo de que si no le interesa la pierdo como amiga. ¿Me darías permiso de que copulara con el Kaiser? Emi me lo pide, ella ya no estaría disponible.”

“¿Ella ya ha hecho sexo con Kaiser? ¿O cómo te lo pide?” me preguntó

“¡Oh tontito! Otro día te cuento.

La sala, que habíamos amueblado muy acogedora, ya se sentía cliente. Los cuatro nos habíamos refugiado en ella. Horacio sirvió tragos y Gloria y yo les cocinamos pequeñas cosas para que todo mundo quedara satisfecho y, lo más importante, muy energizados.

La recamara en donde preveíamos iba a dormir Yak, ya se sentía caliente, él dejó sus cosas ahí, se quedó en pants y una camiseta deportiva. Horacio casi en la misma vestidura.

Al estar cenando y bebiendo, Yak inició con juegos de indirectas eróticas. Al final quedamos los cuarto casi desnudos, Horacio y Gloria completamente y el castigo era irle a besar sus geniales al más desnudo, así que a Gloria le tocó, no solo le besó el pene, se lo metió todo lo que pudo en la boca. Horacio le besó su conchita, pero aprovechó y le metió la lengua hasta adentro y le succionaba el clítoris. Se extendieron demasiado tiempo poniéndonos a los espectadores demasiado calientes, le terminé de bajar el pants que traía Yak e inmediatamente nos enfrascamos en un 69.

¡Pene riquísimo! ¡que rico! Me lo comía, le chupaba su glande, lo acariciaba y me lo tallaba en mi cara. Él, un experto, me acariciaba con su lengua el clítoris, me apretaba de las caderas y me metía su lengua más dentro, la sentía como que me entraba directamente a la mera entrada de mi vagina. Se ayudó con sus dedos y a mí me puso más loca, yo me agitaba, él gozaba mis movimientos y me movía la cadera para un lado y para el otro, su lengua perforándome más y más.

No aguantábamos más ese 69, Nos dimos la vuelta y ¡zas!, me la metió hasta adentro, ¡OUCH! Sentí un dolorcito sabroso, sin miramientos, un solo bombazo, solo tenía que estar bien adentro. Lo sentía muy rico, sentía que me llegaba, probablemente, hasta mi matriz, sentía ese golpecito ahí dentro, su glande me llegaba hasta ese punto de intimidad.

Se vino, dejándome, como antes ya lo había sentido, una cantidad ahí adentro, que se me hizo enorme, en el fondo de mi organismo, donde termina mi cavidad, aprisionado por mi carnita sensible. Al sentirlo ahí, acurrucado en el interior de mi cuerpo, lo acaricié y masaje succionándoselo, como les gusta a los hombres, ordeñándoselo con mi matriz.

Yak se vino, a chorros. Tuvo uno, o varios orgasmos, ¡no sé cuántos fueron! Y quedó rendido.

“¡Qué linda eres!”, me dijo. Me abrazó y me besó en mis labios, un beso de amor. Quedamos dormidos, su cara junto a la mía, una mano cubriéndome un seno y una pierna sobre la mía, desnudos. Alguien nos cubrió en la noche con las cobijas. Nos dimos cuenta al despertar. Gloria se subió a la cama, cubierta solamente por una blusa de Horacio, se me montó y preguntó ¿Cómo nos había ido, si la habíamos gozado?

“Yak es el que te tiene que contestar,” le dije. Yak volvía del baño solo cubierto por una bata corta. Escogía ropa para meterse al baño y vestirse apropiadamente.

“¡No, Ese es mío por ahora!” le dijo, lo empujó a la cama y se dedicó a chuparle el pene. ¡Que rico sabe, sabe a Silvia!”

Yak la acarició, la tomó de la cadera y le dio la vuelta colocándola de rodillas frente a la cama. La observó, le abrió las nalgas, se inclinó y le metió la lengua en su pepita. “¡Oh, sabe a Horacio!” y todos reímos. Le acarició con el pene desde su colita hasta su vagina, que le quedaba muy abajo. Por mi mente me pasó la esperanza de que se la metiera por el ano, Yak continuaba lubricándole todo su trasero, su entrepiernas, se tomó tiempo, Horacio estaba de pie junto a mí, creo que observando y esperando que se la metieran por el ano.

¡No! ¡gran decepción general, no fue por el ano, se lo fue incrustado, lentamente hasta llegar casi al final. La levantó de las caderas, sin dejarse salir. Él quedo sentado sobre la orilla de la cama con ella sentada sobre su pene. Ahí continuó metiéndola más, Gloria le ayudaba hasta que ella la sintió, como yo, que tenía su glande pegándole a su matriz. Gritó de júbilo, como siempre lo hacía. Asustó a Yak, y como siempre, la tuve que disculpar, pero la felicitaba. Se dejaba levantar y regresar a su posición de sentada, dándose sentones cada vez, con todo adentro y lanzaba sus pujiditos acostumbrados.

Yak mantenía su pene bien paradito, según pensaba yo maliciosamente, me faltó para dejárselo bien exprimido. Los dos explotaron a la vez. Yak la detuvo de las caderas y la acurrucó en la cama, parecía que su pene todavía continuaba dentro de ella. Gloria se dio la vuelta y se lo limpió con la boca.

“¡Ahora si me sabe a Horacio, a Silvia y a Gloria, a bañarse todo mundo!”

Como estaba programado, por asuntos de sus negocios, Horacio y Yak tuvieron que viajar, estarían tres noches fuera, regresarían el sábado.

La noche anterior de que salieran de viaje la pasamos muy cariñosamente, tanto Gloria con Yak, como Horacio y yo, claro que cada uno tuvo su placer.

En la mañana los llevamos al aeropuerto y de ahí Gloria propuso caerles de sorpresa a nuestros amigos, seguro que no se iban a molestar, la confianza que nos tenemos permite abusos.