Nuestro hijo adoptivo XV

Nos lo pasamos bien en casa de Raúl

Nuestro hijo adoptivo XV

Adri, Raúl y yo nos fuimos a casa de este último para que mis padres pudieran hablar y espero que solucionar todo.

Llegamos a su pisito de solteros, la verdad que bastante bien montado para ser de tres chicos jóvenes.

-          Bienvenidos a mi humilde morada – nos dijo abriendo los brazos y señalando como si estuviéramos en la apertura de un cabaret.

-          ¡Joder! Menudo pisito tienes montado, ¿no?

-          Ya ves. Yo me esperaba un piso pequeño y antiguo.

-          Pues ya veis que no. Dejad las cosas en mi cuarto y vamos al salón.

Al llegar a la habitación nos encontramos una cama enorme, un espejo en el techo y también en las puertas del ropero.

-          ¿Haces pelis porno o qué? – le dije riendo y viendo el tinglado que tenía montado en la habitación.

-          Tengo onlyfans. Pero aún no me da para solo vivir de ello.

-          Yo estaba pensando en abrir uno – le contestó Adri

-          Pues con ese culo seguro que no te faltan ni colaboradores ni suscriptores – le agarró el culo y comenzó a manoseárselo.

-          Vamos a cenar algo antes, que hay que coger fuerzas para luego.

Nos pusimos a cocinar algo, y después de comernos hasta los cubiertos, comenzaron a caer las copas como el agua.

-          Roder que putra cogorrrza que llievo , se me muevlen los cuatros-cuaplos-cuadros… - dijo Raúl con lengua de trapo por las 4-5 copas que llevaba en menos de 2 horas.

-          Aprrrrrendle a hablalar, tontttto – le dijo Adri.

-          Qué dos. Si no os mantenéis de pie. Seguro que ni se os pone dura

-          ¡¿Qué no?! – dijo Adri poniéndose de pie, sacándose el rabo y comenzando una paja

-          ¿Lo ves? No crece ni un milímetro

-          Si tuviera una boca en mi polla o en mi culo, seguro que cambiaba la cosa

-          No lo creo …jajajajajajajaj – comencé a reírme como un loco.

-          Plienso como Ersequel-exicriel-ezlecliet… como ese, ¡joooooder!

Los tres nos echamos a reír. Nos tomamos alguna copa más y seguimos riendo y hablando.

-          GGGGRRRRR… - Raúl se quedó ko y roncando como un lirón

-          Como ronca el tío, parece una cortacésped. Vamos a llevarle a la cama

-          Selás tú. Yo no pedo ni conmilo-conmigo. Mira – se levantó y cayó sentado otra vez en el sofá partiéndose el culo de risa

-          Pues que se quede aquí y vamos a su cuarto a dormir – le tumbé un poco y le eché una mantita por encima.

Cogí a Adri por debajo de los sobacos y con mucho esfuerzo le llevé a la cama. Le dejé caer y comenzó a reírse al rebotar contra el colchón.

-          ¿Me desnudas? – me dijo y se quedó dormido

Comencé a desnudarle con mucho trabajo. Primero le quité las zapatillas y un ligero olor a pies, nada repugnante, llenó la habitación. Le quité la camiseta, y le desabroché el pantalón. No llevaba ropa interior.

Le bajé un poco el pantalón. Su polla, flácida, comenzó a escapar de su ropa. Le terminé de bajar los pantalones y su polla resbaló por su muslo.

La verdad que tenía buen cuerpo, no se podía negar.

Le cogí de los brazos y le subí hasta la almohada. Al dejarle caer, cayó más boca abajo que boca arriba y pude ver su culo lampiño y duro. Mi polla se despertó ligeramente a causa del calentón y de las copas que llevaba encima.

Me despeloté y me metí en la cama boca arriba. Vi cuerpo desnudo en el espejo del techo. Comencé a acariciarme el cuerpo lentamente. Mis manos pasaban por mi pecho, mi cuello, mi abdomen y ligeramente acariciaban mi polla flácida que comenzaba a despertar.

Adri se movió, y sin dejar de mirar el espejo, donde se le veía completamente, dejó a la vista todo su culo. Se notaba la curvatura de la zona lumbar para luego convertirse en el monte de esos dos caparazones.

Agarré mi falo ya completamente duro y comencé un pajote rápido. No quitaba ojo de mi cuerpo, que morbazo tocarme y verme a la vez. Pero mis ojos, inconscientemente iban cada vez más al cuerpo de mi amigo.

Mi mano libre, como a cámara lenta, se iba acercando a ese cuerpo joven, desnudo y dormido. Rocé la piel de su cadera con mi dedo meñique. Al notar la temperatura de su cuerpo, mi polla dio un respingó y se llenó más de sangre.

Alargué mi mano hasta posar toda la palma en su culo. Comencé un ligero movimiento palpando cada centímetro de piel tersa y lampiña.

Mi mirada iba de mi cuerpo excitado al de mi amigo. ¿Y si…?... fue el pensamiento que pasó por mi mente.

Me incliné.

Le abrí las piernas y colocándome de rodillas, sentado sobre mis talones, me incliné para perforarle el culo con mi lengua. Cuando estaba muy cerca, miré hacia mi izquierda, donde tenía el espejo del ropero. Nos vi a los dos. Saqué la lengua sin quitar la vista de mi imagen y lamí la redondez de sus cachas como si chupara un helado.

Se las abrí.

Al hacerlo, la imagen de su agujero completamente rasurado y rosado me volvió loco. Parecía un coñito. Terminé de inclinarme y comencé a devorarlo con ansia. Me tumbé todo lo largo que era, dejando los pies fuera de la cama y comencé a morrearme con su ojete. No sé si sería el alcohol o qué, sólo se que deseaba hacer mío ese culo. Volver a penetrarlo y llenarlo.

Le azoté.

Me quedé quieto por si se despertaba, pero no movió ni un ápice de musculado cuerpo.

Ma volví a arriesgar y le di otro cachete. En esta ocasión si que emitió un pequeño sonido, como una queja, y se movió un poco.

Me moví rápido y me hice el dormido. Mi polla cayó dura y algo mojada sobre mi abdomen mojándome de mi propia leche. Aguanté unos segundos y noté que no se movía ni se oía ruido alguno.

Moví mi cara hacia el lado y abrí los ojos para mirarle. Estaba completamente dormido, e imagino que soñando porque sus párpados se movían.

Me volví a arriesgar y recuperé mi posición anterior. Volví a colocarme para seguir follándome ese culo con mi lengua y preparárselo para acabar metiéndole mi polla hasta descargar mis pelotas en el.

Abriéndole el culo de par en par, pasé mi lengua desde el perineo hasta el agujero haciendo más presión en esta zona. Ponía la lengua dura y apretaba en ese hoyito sin llegar a traspasar la frontera de carne que era su entrada.

De repente sentí su mano haciendo presión en mi cabeza y consiguiendo que la punta de mi lengua penetrase las puertas de su culo. Esto dio paso a una follada consentida de su interior.

Abrí los ojos mirando al espejo y nuestras miradas se encontraron mientras que mi lengua palpaba su raja y sus cachas. No sé el tiempo que estuve comiéndome este manjar, pero no me cansaba. Era una de las comidas que debería mandar cualquier nutricionista varias veces al día, como la fruta.

Le volví a azotar. En esta ocasión si que salió un gemido de su boca.

-          ¡Túmbate! – me ordenó.

Le obedecí sin resistencia ninguna.  Apoyé mi cabeza en la almohada y puse mis manos cruzadas debajo de esta.

Ahora fue él el que se metió entre mis piernas y cogiendo mi rabo con una mano y mis pelotas con la otra su lengua empezó a jugar con toda mi entrepierna.

Cerré mis ojos al contacto de su boca con mi capullo, pero enseguida los abrí para ver la imagen que se reflejaba sobre nosotros. Y lo que vi me puso más cachondo.

Nuestros cuerpos unidos por su cabeza y mi rabo formaban un único cuerpo. Podía ver mi cara de placer y su culo solo moviendo ligeramente mis ojos. Y si miraba a mi derecha, podía ver como mi polla salía y se perdía en el interior de su boca consiguiendo que llegara al Edén.

Le agarré de la coronilla haciendo presión hasta sentir su nariz clavándose en mi pubis, y comencé a follarle la garganta. Me estaba llenando los pelos de mi polla de las babas que se le escapaban. Lo único que se oía en la habitación, aparte de mis gemidos, eran sus arcadas. Pero ahora quería usarle, quería hacerle mío. Que consiguiera lo que llevaba semanas buscando.

Le dejé respirar un poco dejando caer mi cuerpo al colchón. Me miró con cara de puta deseosa de polla. Y se la volví a clavar, pero dejando en esta ocasión que fuera él el que llevara el ritmo de la comida de rabo.

-          Qué rápido aprendes.

-          He tenido buenos maestros – le dije volviendo a coger su cabeza y llevándola a mi nabo. – Y ahora te voy a reventar ese coñito a pelo hasta preñarte.

Sin darme tiempo a reaccionar siquiera, se movió y se colocó sobre mi polla. Dejando mi rabo entre sus cachas comenzó a moverse de tal forma que me estaba haciendo una paja con su culo. Notaba como mi capullo rozaba su agujero o sus pelotas en cada movimiento de cadera de este.

Cada vez se movía más rápido.

Dando un ligero descanso a sus movimientos, se inclinó y su boca se unió con la mía. Penetro con su lengua hasta encontrar la mía y comenzamos un juego de espadas mojadas.

Mis manos avariciosa recorrían su cuerpo desde la espalda hasta el culo. Le tocaba, magreaba, azotaba…consiguiendo que nuestros gemidos ahogados por nuestras bocas se escucharan, aun así, fuera de ellas.

-          ¡Fóllame! – fue más una orden que un comentario al uso.

-          Ahora mismo, mi zorrita – le dije con otra cachetada en su culo

Agarré la base de mi rabo y comencé a darle pollazos en la raja.

Él, moviendo sutilmente su culo apoyó la entrada a su interior justo en mi capullo. Sin soltar mi rabo, haciendo presión en la base para que se hinchara más, hacía presión contra ese esfínter ya bastante dilatado.

En cuanto tenía ya dentro todo mi capullo, le agarré de la cadera y le empujé para que se la metiera de golpe.

-          Hoooooostiiiiiiiaaaaaas – dejó escapar mientras gemía.

Nos quedamos los dos quietos. Aunque su culo dilata y lo tiene bien trabajado, mis más de 20 cmtros de polla son algo difícil de digerir de golpe.

Inclinó su cuerpo hacia atrás apoyando las manos en el colchón y mirando al techo.

Los dos teníamos la misma imagen. Nuestros cuerpos desnudos y sudados disfrutando de un polvazo de impresión.

Comenzó a cabalgarme con ansia. Sus caderas se movían como poseídas haciendo círculos.

-          Si, nene, si. Muévete más. Vacíame las pelotas, cabrón.

-          Mmmmmmm…. Que rico, tío. Que pollón tienes. Quiero que me goteen tus mecos por mi culo.

Siguió unos minutos más así, cabalgándome como en un toro mecánico, pero en este caso estaba bien unido a la base.

Me moví sin sacársela del ojal. Me costó un poco ce trabajo, para que negarlo, pero conseguí ponerme de pie con sus piernas abrazando mi culo, y lo estampé contra la pared.

Su espalda notó lo rugosa de esta, pero no fue nada al sentir mis embestidas. Mi polla entraba y salía casi entera de su interior. Me lo estaba follando lento, pero fuerte. Sacaba varios centímetros de su culo, y cuando ya tenía casi todo fuera, de una sola estacada mis pelotas rebotaban contra su cuerpo. Y así lo repetí varias veces.

Le perforaba sin remordimientos ni compasión.

Sus uñas estaban dejándome tatuajes en la espalda con cada embestida.

Nuestras bocas deseosas de placer, entremezclaban nuestras babas y el sudor que resbalaba por nuestra cara.

Se me estaban cansando las piernas de estar en esta posición, en la que estuvimos varios largos minutos y decidí ir a la postura clásica.

Igualmente, sin sacársela del culo, le tumbé en la cama conmigo encima y comencé a follármelo en un glorioso misionero.

Abrió los ojos y pudo contemplar mi espalda arañada por sus manos, y mi culo subiendo y bajando en cada metida de polla. Notaba como se relajaba al sacarla y como se contraía y endurecía al metérsela.

Si antes iba despacio, ahora mi cadera se había convertido en un molinillo y le penetraba rápido y sin descanso.

-          Me voy a correr, Adri

-          Siiiiii….préñame ya. Yo también estoy apunto.

En pocas embestidas más noté como mi polla escupía leche sin descanso a la par que mi abdomen se pringaba por la corrida de Adri.

Con las últimas convulsiones al sentir que nuestras pelotas se quedaban vacías, nos quedamos exhaustos y tumbados el uno sobre el otro.

Se la saqué con cuidado, y me tumbé a su lado. Ambos nos mirábamos a través del espejo.

No sé que hora sería, pero por la ventana ya comenzaba a entrar bastante luz y eso que la persiana estaba casi bajada del todo.

El tlfn rompió la tranquilidad que reinaba en la habitación. Me levanté rápido haciendo que mi polla me empapara el muslo de los restos de leche.

-          ¡Han atropellado a mi padre! – dije dejando que el tlfn se me cayera a los pies.

-          ¡¿Qué dices?! – dijo cogiendo el tlfn y terminando de escuchar lo que mi otro padre le decía- Venga, vístete y vamos al hospital, nene.