Nuestro décimo aniversario (Parte 1)
Celebramos nuestro aniversario de la mejor manera y con una grata sorpresa.
Nuestro amor cumplía 10 primaveras y no queríamos desaprovechar la ocasión para darnos un buen festín en un lujoso restaurante de Madrid, donde conseguir mesa se antoja siempre muy difícil, pero gracias a nuestra previsión conseguimos mesa justo para el día de nuestro aniversario.
Ella llevaba un mono muy elegante con un escote discreto pero el cuál deja intuir que debajo de esa tela se esconden unos preciosos pechos, llevaba unos tacones no muy altos, pero lo suficiente para lucir sus preciosos pies. El mono al no quedarle muy ajustado daba la sensación de que no llevaba ropa interior.
Llegamos al restaurante, nos acomodan y empezamos a pensar qué pedimos, cuando estamos de celebración y sabemos que después va a pasar algo no solemos comer o cenar algo que sea copioso y ni mucho menos que nos deje que no podamos ni movernos, pedimos un vino rosado ya que teníamos antojo. Cuando nos sirven el vino y brindamos por nosotros no pude resistirme a mirar sus labios pintados de rojo pasión, termina de beber y me mira mordiéndose el labio… Aquí empieza –pensé-.
No había mucha separación entre los 2, estábamos sentados enfrentados uno con el otro. Cuando ya comenzamos a cenar noté cierto roce de su pie con mi pierna, lo realizó de manera bastante sutil, suave, con ternura, cada vez iba subiendo más y más, no llegó a la entrepierna, pero no hizo falta para provocar en mí la reacción que seguramente buscaba… Dentro de mi pantalón algo creció y pensé que me iba a estallar… El pantalón claro. Seguimos cenando cruzando miradas de deseo, habiendo terminado el plato ella se levantó y fue al baño, cuando regresó se dirigía hacia mí con una leve sonrisa, se sentó en la mesa, me dio la mano y me dijo: “Felicidades cariño”, me dejó en la mano algo parecido a un mando que podría confundirse con cualquier otra cosa, nadie salvo nosotros sabemos el significado que tiene ese mando, el cuál dispone de 3 botones, sólo el hecho de conocer la utilidad del mando e imaginarme a mi mujer retorciéndose de placer en un lujoso restaurante donde nadie sabrá qué le está ocurriendo. Tenía muchísimas ganas de usarlo, pero no iba a usarlo nada más tenerlo en posesión, sería demasiado fácil.
Seguimos cenando y llegaron los postres, ella pidió muerte por chocolate y yo tarta de la abuela. Esperé pacientemente este momento, y justo iba a meterse la cuchara en su boca, pulsé el botón, me miró fijamente, sus ojos blancos, la había pillado por sorpresa, se había manchado con la cuchara la nariz, se recompuso a pocos segundos, con su dedo índice, se quitó la tarta de la nariz y con su lengua se chupó el dedo y se lo metió en la boca suavemente para terminar de limpiarlo, ella sin necesidad de ningún artilugio, sólo de su poder de seducción había conseguido otra reacción en mí. Después de mirarnos fijamente durante un instante apagué el aparato que se había introducido en su coño.
Salimos del restaurante y nos fuimos caminando a un pub cercano a tomarnos una copa. Ella se sentó a mi derecha, ya no estábamos tan lejos, nos sirvieron las copas, nos besamos, fue un beso lento pero muy pasional, mis labios tocaban sus suaves labios muy suavemente, nuestras lenguas se entrelazaron, no nos aceleramos, pero justo en ese momento apreté el botón del mando que encendía esa máquina de lujuria que nos apresa en nuestros más sinceros deseos, nuestro ritmo subió, yo intenté frenarla, a duras penas lo conseguí:
Yo: Despacio María, hay que dejar algo para luego
María: ¿Cómo voy a dejar algo para luego si no paras de ponerme cachonda? Estás siendo muy malo.
Yo: Tu verás, después de darme la sorpresa qué me has dado, ¿qué esperabas?
María: Malo…
Lo apagué, seguimos tomando la copa e intentando llevar alguna conversación lo cual se hacía cada vez más difícil de llevar… Ella necesitaba volver a ir al baño, se levantó y yo me quedé en la mesa esperando, pero realmente yo también lo necesitaba, así que yo también fui, pero se me ocurrió una idea por el camino: dado que no hay mucha gente por qué no hacerle una visita al baño… Fui al baño de mujeres, cerré la puerta y activé de nuevo el aparato a lo que se oyó un disimulado gemido:
María: ¿Estás ahí?
Yo: Por supuesto, quería darte algo más de guerra.
Me abrió la puerta de su baño y me metí con ella que ya había terminado y estaba casi vestida, tenía medio mono bajado así que la tenía delante de mí en sujetador, estaba radiante como siempre, comenzamos a besarnos con el aparato aún encendido, ella no frenaba, quería más, le bajé el mono a la altura de las rodillas y le di la vuelta, apagué el aparato y lo saqué, estaba chorreando, me bajé la bragueta y con la punta de mi polla le rocé su coño, muy despacio, le cogí sus nalgas y se las abrí, quería contemplar su coño chorreando, me suplicó que se la metiera del tirón, que estaba lista, quería sentir mi polla dentro de su coño y eso hice, se la metí del tirón a lo que soltó un grito ahogado, se estaba conteniendo, le susurré al oído: “no te contengas, vamos a corrernos juntos, disfrutemos este momento”, a partir de ahí los 2 nos dejamos llevar por nuestro deseo de follar. Follamos duro, sin contemplaciones, le di unos tímidos cachetes en su culo antes de correrme dentro de su coño, noté como su coño se apretaba, los dos habíamos disfrutado de un orgasmo bastante intenso, nos recompusimos como pudimos y salimos del baño con sendas sonrisas, salimos sin mirar si había alguien, total nos podrían haber oído perfectamente.
Salimos del pub a seguir celebrándolo en la casa, la noche es joven, pensamos los dos.