Nuestro bosque

Un paseo con mi dueña

Luzco una gran erección a pesar de estar al aire libre… La compañía de mi duera es todo lo que necesito para mostrar mi orgullo golpeado mi vientre mientras gateo cerca de sus piernas.

En una de sus delicadas manos sostiene mi correa de paseo y en la otra un palo de madera clara que golpea apartando las ramas.

Llegamos a su claro y llano favorito del parque. Allí sin más tira el palo liso lo más lejos que pudo. Yo pierdo de vista ese momento entretenido en sus píes forrados de unas botas de campo hasta que oigo el ruido del palo rebotar en el robusto árbol. Un árbol gigante que limita este llano a lo más oscuro y frondoso vegetal delante de nosotros.

Entonces ella se agacha y desata de un clip la correa de mi collar de mascota humana.

“Busca!”

De píes y manos sobre el terreno llano corro hacia el árbol.

Donde?

Ahora si que desespero…

Mis pies y manos al tacto áspero de la tierra. A las cortantes ojas secas. La humedad de los charcos de barro….Esausto  dejo mis rodillas a probar el suelo de este bosque.

Alzó la vista reconociendo que aún no me he perdido. Se que el palo liso y seco rebotó desde aquel árbol. Con el otoño encima cuesta distinguir… Lo se… Gateo con el rastre de mis rodillas lastimadas en busca del ángulo lógico del choque. Tiene que estar serca! .

Mi lengua sale en un gemido desesperado. Las babas me caen a cada paso. Pierdo incluso la dureza de mi inicial erección de el excitante momento cuando me sacó apasear.

Su voz…. “Chico, donde andas?” Y Silva.

Miro atrás y solo veo árboles y el naranja de sus hojas ocultando la silueta de mi ama.

Ladro y orgulloso no me doy por vencido… Quiero devolverle el palo que me tiró.

Se que me oyó y que me espera en el mismo sitio. No puedo perder más tiempo y busco entre tantas ramas secas ese palo.

Tan solo un alivio se añade a mi sexo por perder la dureza de mi pene. Ya no me aprieta tanto la argolla metálica en la base de mis geniales. Mis bolas caen con la gravedad y golpean como campanas ente mis muslos sudorosos.

Veo un rayo de luz entre lo oscuro. El rayo que sale del alto de otro gran árbol acaba presentándome por fin ese palo como una estrella musical en un teatro. Mi mente toca una linda melodía de triunfo y me lanzo a morder mi trofeo.

Por fin!

La energía vuelve a mi y corro de píes y manos en busca del segundo silbido salido de sus dulces labios. También el gran árbol es mi guía para traspasar la frontera de los arbustos hasta el llano.

Ay mi diosa! Allí está… No se había movido del sitio y me sonríe al verme.

El aro vuelve a apretar y mis bolas suben retraídos. Mi glande babea y golpea mi vientre con más fuerza que nunca.

Mi ama… mi diosa…

Allí está orgullosa de mi. Orgullosa de mi evolución como su mascota. Orgullosa de mi capacidad y adaptación a mi nuva vida. Orgullosa de mi devoción hacia ella. Orgullosa de mi ágil movimiento. Orgullosa de su propiedad… oh cuanto la amo!.