Nuestro amor secreto...no lo es tanto.
Llevaba un tiempo queriendo quedarme embarazada,en bucle sin sentido, ocultando demasiadas cosas a mi misma, a los demás. Esta es la historia que cambío mi vida.Mi secreto a voces. Evidentemente cambié los nombres.Es real y no puedo evitar estemecerme al recordar. Besos lectores/as
Hace poco, sólo dos años que nos casamos, aunque mi marido yo estábamos juntos desde hace 8. La vida como a todo el mundo nos puso pequeñas pruebas que poco a poco fuimos superando. Tengo 32 años y un buen puesto en una multinacional, al igual que él. Fue al poco de casarnos cuando quisimos tener un hijo, pero la naturaleza no fue justa con nosotros. Debido a un problema en la calidad del semen de mi marido, se hacía muy difícil que pudiéramos tener un niño. Lo intentamos todo, pero sin resultado. Hace muchos años desde la adolescencia que compartimos amistad con un chico encantador, de hecho siempre tuve dudas sobre a quien elegir entre mi marido y él. He de reconocer que siempre me he sentido atraída por su amigo, al igual que sé de buena tinta que él se sentía atraído por mi. Siempre enmascarados en una bruma alcohólica nos confesamos. Él se arrepentía de no haber sido lo suficientemente rápido, yo asentía mientras le confesaba que siempre me había atraído. Incluso levantando los celos de mi marido en alguna ocasión, siempre por nuestra falta de mesura en los abrazos y besos que tras las bienvenidas o despedidas llegan. No perdíamos oportunidad de hablarnos muy cerca de la boca, o agarrarnos por la cintura sin motivo.
La vida da muchas vueltas, pero nuestro amigo siempre ha sido una constante en ella. Ayudándonos incluso a seguir juntos en alguna crisis. Nuestro amigo Santi finalmente encontró el amor en una preciosa chica castaña de grandes ojos marrones y figura atlética. Llegados a este punto, he de reconocer que todas las mujeres fantaseamos con otras chicas, es una verdad que sólo confesamos en contadas ocasiones, pero fue cuando conocí a Susana el momento en el que me atrajo como si fuese una gata en celo. No podía creer lo que me sucedía. Tenía tan idealizado a Santi, que hasta su mujer me volvía loca. No tardamos mucho en hacernos buenas amigas, Santi conocedor de mis secretos inconfesables hacia él. En una hábil maniobra y seguramente alertado por los mismos signos que avisaban a mi marido, se percató que Susana era muy de mi agrado. No tardó Santi en confesarme en una de nuestras charlas a escasos milímetros de nuestras bocas, mientras disfrutábamos como siempre del sabor de la saliva que a ambos se nos escapaba al hablar, a una distancia tan escandalosamente inapropiada, que Susana confesaba entre gemidos su atracción sexual hacia mí.
Era algo maquiavélico, nunca una mujer me había atraído tanto, pero ahora tenía la confirmación de que ella también se sentía atraída por mí. Esto hizo que mi corazón se acelerase de inmediato. Cada fin de semana buscaba excusas para quedar los cuatro e ir a una disco o a cenar. Más tarde, amparada en el influjo del alcohol me permitía robarles besos en los labios a ambos. Disfrazando de juego inocente algo que no lo era. Siempre buscaba el uso de medias y faldas cortas, para buscar un contacto entre piel más directo. Los cuatro nos convertimos prácticamente en hermanos, casi inseparables.
Un día mientras cenábamos en un apartamento en la playa, surgió la conversación de nuestra maternidad fallida. Santi siempre nos decía que nos relajásemos, que en el momento que no lo pensáramos, lo conseguiríamos. Susana ya casi mi hermana a esas alturas tenía el problema inverso al mío, ella se quedaba embarazada con tremenda facilidad. Fue entonces cuando mi marido dijo que tenían razón, que el sexo cuando deja ser un juego deja de ser divertido…y entonces animada por el mojito de mi vaso, me animé y tendí la trampa.
-Sí es un juego al que le damos mucha importancia, por eso sólo se hace en pareja y encerrados, eso no es un juego- Conocedora del carácter de mi marido, sabía que llevándole la contraria le haría reaccionar.
-Eso no es cierto!!, simplemente hay que acostumbrarse,-
La trampa estaba tendida, fue Santi el que me ayudó, sin esperarlo, sin pedirlo, pero deseándolo.
-Estoy convencido de que todos somos juguetones, a mi me encanta cuando vosotras os besáis-
El rostro de Susana ya se encontraba acalorado por la cantidad de alcohol, pero la frase de Santi terminó por hacerla de un color rojo intenso. Víctima del alcohol y subida en una brisa de risa intensa, se deslizó hasta el sillón en el que me encontraba sentada y acercó sus labios como tantas veces hacía en las largas noches de fiesta. Pero esta vez ella esperaba un beso corto en los labios, pero halló por mi parte un beso profundo, la obligué a abrir la boca introduciendo mi lengua en ella, al principio trató de escapar forzando aún más su risa. Pero una vez que se cercioró de que era una oportunidad única para saborearnos la una a la otra, abandonó toda resistencia y poso su mano delicadamente en mi mejilla, mientras ambas presentábamos a nuestras lenguas un silencio se adueñó de la habitación. Ambos chicos nos miraban ensimismados con sus copas en la mano. Sentí como de mi entrepierna empezaba a fluir un lento, calido y espeso flujo. Yo vestía mi habitual minifalda con zapatos de tacón, aunque mis pernas permanecían elegantemente cruzadas, no tardé en abandonar esa posición para invitar a todo el mundo a ver mi sexo, y a Susana en particular a introducir su mano bajo mi falda para acariciarme. Esa invitación gestual no tardó en ser aceptada. Los chicos, sobre todo mi marido, quizás no sabiendo que decir o hacer comenzaron a reír escandalosamente. Mientras la mano de Susana acariciaba mi pubis y su lengua exploraba mi boca, abrí los ojos lo suficiente como para mirar a mi marido y estirar la mano hacia él con la intención de unirle al juego. Es un hombre y como tal es morboso por naturaleza, obedeció mis órdenes como si de un perrito se tratase, se sentó a la espalda de Susana y tras mirar Santi que sonreía de esa manera picarona que me enloquecía, con un simple arqueo de cejas autorizó a mi marido a participar. En un momento Susana estaba siendo devorada por mi marido y por mí. No podía creer que estuviese cumpliendo mi fantasía de tres años atrás. Mi marido quito el vestido a Susana, sacándolo por la cabeza, fue el único momento en el que separé mi boca de la suya, que se movía con magistral destreza. La ropa interior de Susana era preciosa, el perfecto conjunto de encaje negro, me hizo sospechar de la preparación del encuentro, pero a esas alturas no podía pensar más que en la suavidad de su piel, el sabor de su boca y en recorrer por completo la longitud de sus piernas, hasta llegar a la preciosa vagina que se adivinaba tras esa exigua ropa interior. Así ella se recostó sobre mi marido, que a esas alturas ya acariciaba su pecho mientras buscaba ahora su boca. Fue entonces cuando al verla recostada, retiré las braguitas esquivé quitarle sus también preciosos zapatos de tacón. Se abrió ante mi una preciosa y depilada vagina. Era mi primera experiencia Homosexual, no sabía como comportarme exactamente, pero el instinto sustituyó a la experiencia. El primer contacto de mi boca con sus labios vaginales fue como el beso del sediento a una fuente de agua fresca, en principio tímido, pero tras unos breves segundos mi lengua me pidió entrar en la intimidad de Susana, la cual agradeció retorciéndose dulcemente ante tal intrusión. En ese momento recordé al otro amor de mi vida, en esta ocasión el secreto. Que todavía inmóvil y sonriente contemplaba la escena que seguramente habría soñado tantas veces como yo. Levante la cabeza y vi a mi marido besándose con Susana de la forma más apasionada que se puede besar un ser humano, tratando de hacer sus respectivas lenguas una sola e interminable. Volví a bajar la cabeza y tras lamer un par de veces más a Susana, recuperé mi posición de rodillas, Santi se acercó hacia mi. Sin más comenzó a bajar sus pantalones, dejando su sexo al descubierto, deseba lamerlo, sentirlo en mi garganta, pero cual fue mi sorpresa cuando decidió arrodillarse frente a mi, y a una (como siempre) inapropiada distancia de mi boca decirme…Te quiero. Me moría de ganas de ser penetrada por aquel hombre que había esperado pacientemente por mí, que llegó tarde a la partida y aceptó su derrota sin participar. Aquel hombre, mi amigo, mi compañero, deseaba que todo de él formase parte de mi, su sangre su semen, su saliva fundirme en su piel. Me desnudó con violencia, permanecimos de rodillas, nuestros besos no tenían fin, pagando 15 años de atrasos. Mientras mi marido ya había dado la vuelta a Susana que ahora se encontraba encima de él, cara a cara y se desnudaban entre pequeños mordiscos de juego. Al llegar a la zona de los pantalones de mi marido Susana no los bajó, introdujo su mano en la bragueta y haciendo un hábil movimiento sacó el pene de mi chico y lo metió en su boca. No pude evitar sonreír mientras veía tal escena, aunque el sillón era pequeño y nosotros nos encontrábamos de rodillas en el suelo, decidimos acomodarnos los cuatro en el mismo. Se que debería haber practicado en ese momento sexo oral con Santi, pero no era capaz, me sentía egoísta, le quería para mi. Le senté en el sofá ya desnudo, mientras su mujer lamia el pene de mi marido yo me encontraba exaltada quería que me penetrase sin pérdida de tiempo, cuanto antes. Me senté encima de él, a horcajadas y abrí mis piernas tanto como pude para excitarle mediante la visión de mi sexo y mi ano. Tantas veces imaginado y nunca saboreado. Acaricié su rosado pene antes de introducirlo en mi cuerpo, a continuación lo introduje y una sensación de bienestar me envolvió por completo. Mi marido posicionó a Susana en la pose del perrito, de manera que su boca llegaba a besar la base del pene de Santi y mis labios vaginales al unísono. Yo mientras acariciaba su espalda mientras se preparaba para recibir la embestida de mi marido, Santi buscaba mi pequeño pecho con su mano derecha, yo le ayudaba a encontrarlo sin dudar. En un momento de pasión, mientras las dos éramos generosamente penetradas, mi marido alargó su mano hacia la mía y entrelazamos los dedos como siempre hacíamos. Haciendo de esa experiencia una más, diciéndonos con ese gesto, una vez más aquí estamos los dos juntos… me sentí fuerte por mi relación, débil por ser penetrada tan profundamente, alegre por encontrar a una pareja de cómplices y enamorada de mi vida , de mi marido y de mis amigos. Unos minutos después Santi eyaculó en mi interior, Sentí un torrente de calor que me inundaba el alma, una cantidad de semen que jamás había visto. Incluso cuando acabamos los cuatro, nos quedamos desnudos los cuatro fumando, saboreando el momento, no dejaba de resbalar semen de Santi por mi pierna, Pero me encontraba tan satisfecha y a gusto, tirada en un sofá desnuda con las piernas abiertas con mis amigos, sin tabús sin perjuicio, que no quería que el momento acabase. Pero todo en la vida tiene un principio y un final. Al mes siguiente ni Susana ni yo tuvimos el periodo. Por arte de magia maravillosa, ambas nos quedamos embarazadas de quien supuestamente no debíamos. Ahora los niños juegan en el parque, a pesar del torrente de emociones y sensaciones que se desencadenó de aquello, sólo puedo decir que estoy encantada de la situación, me encanta haber llevado en mis entrañas al hijo de mi mejor amigo, y que mi marido hiciese madre a mí ya casi hermana. No cambiaría esta situación, ni el morbo que me proporciona ver la cara de mi hijo y mi sobri por nada en el mundo.