Nuestro amor no morirá (19)

...me voy, me voy de la ciudad, no sé cuando volveré pero de algo de lo sí estoy seguro es que volveré...

Siento haber tardado un poco, pero aquí está el siguiente capítulo. Disfrútenlo y espero sus mensajes, comentarios y valoraciones.

Capitulo 19 – Complete

Iván

No lograba dormir, tenía miedo, miedo de cerrar los ojos y darme cuenta que todo esto era un sueño. Gire mi cabeza y aunque no podía ver mucho sabía perfectamente que Joaco estaba a mi lado durmiendo, lo abrace por debajo de las cobijas mientras me pegaba a él, el roce de su piel desnuda con la mía hicieron que mi piel se enchinara, su respiración me hacia cosquillas por encima de la frente mientras su aroma me inundaba más y más. En mi cabeza seguían las palabras que Joaco me había dicho, las palabras que me habían hecho feliz y sonreír de una manera inexplicable.

Al poco tiempo sentí como Joaco me rodeaba por la cintura haciéndome pegar aún más a él, cruzo sus piernas con las mías al tiempo que su mano me hacia ligeras caricias en mi espalda desnuda. Habían sido pocas las noches en las que habíamos dormido juntos pero esta…esta era la primera vez como novios.

Poco a poco el sueño fue apoderándose de mí, pero antes de cerrar los ojos vi, en la oscuridad de mi recamara, el anillo en mi dedo que era lo único que brillaba en aquella oscuridad.

Adair

El frio aire de la madrugada recorrió todo mi cuerpo. Estaba parado enfrente de aquella casa mientras intentaba coger fuerzas para depositar la carta en el buzón, por tanto tiempo aquella casa fue mi hogar, entraba y salía cuando yo quería y al volver siempre estaba mi madre esperándome y ahora…ahora estaba enfrente de ella, sin poder entrar, sin poder ver a mi madre preocupada por mí. Di un paso, luego otro y así hasta llegar a la puerta de la entrada donde las lagrimas que intente contener salieron, con mano temblorosa deposite la carta en el buzón.

-      ¡Madre! Prometo venir a verte lo antes posible. Perdóname.

Me enjugue las lagrimas, di media vuelta y me dirigí hacia la camioneta donde Ethan y Max me esperaban. Al entrar en ella ambos me recibieron con una palmadita en la espalda.

-      Y bien, ¿ahora qué hacemos? – pregunto Ethan recargándose en el asiento.

-      Quisiera ir a Oviedo, claro si no hay problema – dije sin mirar a ninguno de los dos.

-      Claro, no hay problema, será un camino largo pero llegaremos – Max encendió la camioneta y empezamos avanzar.

Por mi ventana mire mi casa alejándose con todos mis recuerdos en ella, sonreí tristemente al recordarlos y aunque sabía que no podía hacer nada no deje que eso me desanimara, nuevos recuerdos y experiencias vendrán de ahora en adelante y que mejor que vivirlas con nuevas personas.

Haziel

Eran casi las seis de la mañana y no tenía mucho que acabábamos de salir del trabajo y lo primero que había hecho al llegar a casa fue tumbarme en la cama. Antes amaba las noches de los viernes, pero ahora las detestaba, siempre iba de fiesta con mis amigos, siempre pensando en nosotros y nada más, pero nunca, hasta ahora, me paso por la cabeza lo agotados que debían estar los empleados de los bares a los que íbamos. Axel se acostó a mi lado, su mano fría por la ducha acaricio mi mejilla, cuando me gire para verlo, Axel ya estaba durmiendo que no pude evitar sonreír al verlo.

Me levante para apagar la luz, me quite las zapatillas y me recosté a su lado pero antes de cerrar mis ojos escucho mi móvil sonar encima del escritorio de Axel, intente ir por el pero el cansancio me lo impidió. “Al rato veo quien es” pensé justo antes de quedarme dormido al lado de mi novio.

Esteban

Me encantaba sentir el aire fresco de la mañana entrar por mi nariz y sentirlo hasta en mi pecho. Cuando desperté ayer y esta mañana Leo no estaba en casa pero había una nota en donde me decía que regresaría tarde ya que tenía que arreglar unos papeles. Ayer había intentado ir al colegio, pero en su lugar fui al lugar al que me dirigía ahora mismo. No entendía porque pero siempre al entrar a cualquier cementerio, a cualquier hora, siempre se sentía frio.

-      Hola amigo aquí me tienes otra vez – dije una vez que llegue a la tumba de Brandon -  sabes, me haces mucha falta, ayer ya no pude decírtelo pero creo que por un tiempo no vas a verme por aquí. He decidido que…bueno, que quiero hacer una nueva vida, una vida al lado de él pero aún no lo sabe – en aquel momento no pude evitar ponerme feliz pero también nostálgico – Deséame suerte hermano.

Sabía que Brandon estaba a mi lado, era una sensación extraña pero desde aquel día siento como si alguien me observara y estuviera pegado a mi lado todo el tiempo, era tonto pero se sentía agradable.

Cuando volví a casa Leo también había vuelto.

-      Hola pensé que seguías dormido – me dijo cuando entre – iba a ir a despertarte justo ahora.

-      ¿Acabas de llegar? – le dije mientras me sentaba a su lado.

-      Si, por fin arregle mis papeles en el hospital – ambos nos quedamos en silencio, me sentía nervioso, mi cuerpo deseaba decírselo pero mi cabeza me decía que no era buen momento.

-      Oye – mi mano fue deslizándose por su brazo para alcanzar la suya. Su mano me recibió entrelazando sus dedos con los míos - ¿Tienes algo que hacer esta tarde?

-      ¿Esta tarde? Mmm…no ¿por?

-      Quería invitarte a comer, o hacer algo, no sé podemos ir a ver una película o ir a tomar algo, claro si quieres.

-      ¿Por qué no querría? – me tomo por la barbilla mientras me hacia girar para verle. Lo que más me gustaba de Leo era su sonrisa, me hacía sentir seguro y protegido – Claro que quiero, es más vámonos de una vez.

Al final opte por invitarlo a salir y escogería la oportunidad para decírselo. Leo me tomo por el brazo e hizo que me levantara del sillón, estuvimos a punto de salir pero se detuvo justo antes de abrir la puerta, se giro y en un abrir y cerrar los ojos sus labios besaron los míos.

Joaco

No pude evitar sonreír, había pensado que cuando despertara Iván ya no estaría a mi lado pero no fue así. Me sentía extraño, me sentía feliz pero de una manera diferente, “novios” aquella palabra seguía en mi cabeza, aquella palabra era lo que ahora éramos Iván y yo, éramos novios. Por debajo de las cobijas sentí como Iván entrelazaba su mano con la mía, cuando gire a verlo él me recibió con un beso de buenos días, al separarnos la sonrisa que tenía en su rostro trataba de esconder algo ya que en sus ojos podía ver preocupación.

-      ¿Qué tienes? – le pregunte al tiempo que lo abrazaba.

-      ¿Yo?, nada – la voz de Iván sonaba algo preocupada.

-      No mientas, se que tienes algo ¿Qué pasa? – Iván no contesto, trato de cambiar de tema pero no lo deje, soltó un pequeño berrinche y volvió a hablar.

-      Bueno, hace unos días le estuve dando vueltas a algo. Y ahora que somos novios – cuando pronuncio aquellas palabras no pude evitar sonreír de nuevo – no sé si hacerlo.

-      ¿Hacer qué? – aquello me había sorprendido y puesto nervioso, tan así que aparte a Iván para mirarlo sorprendido, no llevábamos ni un día como novios y ya quería hacerlo.

-      Contarles…contarles a nuestros padres sobre lo nuestro – me había olvidado por completo de aquello, mi padre había aceptado que fuera gay y me apoyaba en todo pero no estaba seguro si aceptaría que tuviera una relación con mi hermano, aunque no es mi hermano de sangre pero lo es políticamente pero me alegraba de que se tratara de eso y no de otra cosa, ya que también quería hacerlo pero no quería presionarlo – Pero creo que lo mejor es no…

-      Hay que hacerlo – dije sin pensar.

-      ¿Enserio? – Iván abrió sus ojos como platos - ¿estás seguro?

-      Si, ¿Por qué no? Es más, hay que hacerlo ahorita – nunca le guarde un secreto a mi padre, bueno si solo uno pero era momento de decirle la verdad de todo.

-      ¿No crees que es muy rápido para decirles?

-      Si, si lo creo pero siento que es mejor hacerlo ahora antes de que se enteren por otras personas.

-      Bueno, creo…creo que en eso tienes razón.

-      Vale – me levante de la cama y me dirigí hacia mi armario de donde saque una playera para mí y una para Iván – Ten, póntela – cuando se la puso tome a Iván por el brazo y lo saque de la cama de un tirón.

Sabía que decirles ahora era muy rápido y arriesgado, pero era mejor que se enteraran por nosotros a tiempo antes de que lo hiciera por otros medios. Al llegar a bajo nuestros padres se encontraban desayunando ya, al vernos nos sonrieron, sentí como Iván trataba de esconderse detrás de mí, trague saliva mientras el olor a café empezaba a inundar la sala.

-      Buenas días hijos, ¿quieren desayunar? – dijo mi padre.

-      La verdad es que queríamos hablar con ustedes – cuando dije eso no solo mis pies empezaron a temblar, todo mi cuerpo lo hiso.

-      ¡Oh muy bien! Siéntense y así nos cuentan que pasa – Stella se levanto de su silla y se dirigió a la cocina, al volver lo hiso con dos platos llenos de comida – A Joaco esto llego para ti esta mañana no se de quien sea no tiene nombre.

Stella me entrego un sobre blanco que no tenía remitente, en la parte trasera del sobre ponía “Joaco y Axel”. Al principio no pude reconocer la letra pero luego recordé que la única persona que escribía en manuscrita era…Adair.

Esteban

A pesar de que yo invite a Leo a desayunar, él escogió el lugar y termino pagando la mayor parte de la cuenta, estaba mal pero cada vez que intentaba hacerlo siempre se me adelantaba. Me sentía nervioso, no sabía cómo acomodar mis palabras para decírselo, intente con varias opciones pero ninguna me convencía.

-      ¿Qué tienes? – la voz de Leo me hiso salir de mis preocupaciones.

-      Nada, ¿Por qué lo dices?

-      Porque no has hablado mucho desde que salimos de casa, por eso pensé que tenias algo – hice que Leo se detuviera, tome sus manos y lo mire a los ojos, mi cuerpo empezó a temblar pero me sentía feliz.

-      Tengo que hablar contigo, podemos ir a un lugar un poco más tranquilo – Leo no respondió solo asintió, me tomo por los hombros y me guio hasta un parque no muy lejos de ahí, al llegar nos sentamos en una de las bancas del parque, me seque el sudor de las manos y empecé a hablar – Bueno lo que quería decirte es… - de nuevo tome sus manos, cogí una bocanada de aire y seguí hablando – quiero…si quiero…vivir contigo, quiero acompañarte a donde vayas, no quiero…volver a estar solo – Leo me miraba incrédulo pero con una sonrisa.

-       ¿Estas…estas seguro de lo que me estás diciendo?

-      ¿Por qué no lo estaría?

-      ¿Cuándo decidiste esto?

-      Ayer que saliste en la mañana, no sé porque pensé que me habías dejado, suena imbécil ¿no? Pero no sé, eso fue lo que… - sentí como los labios de Leo besaron los míos quedando mis palabras en el aire.

-      ¿En verdad creíste que te había dejado?, ¿Así sin despedirme, sin abrazarte? ¿sin decirte cuanto te amo? – aquello que me había dicho hiso que mi corazón se acelerara.

-      Bueno que más da ¿no? – me sentía avergonzado.

-      Pero me hiso muy feliz escuchar eso – esta vez Leo fue quien tomo mis manos.

-      Y bien ¿Cuándo nos vamos?

-      Ya tan raido te quieres ir.

-      Bueno entre más rápido mejor ¿no? Pero antes debo hacer algo, ¿me permites?

-      Adelante.

Saque mi móvil de mi bolsillo, me levante de aquella banca y me aleje un poco de Leo. Busque unos números en mis contactos y marque el primero que encontré.

Iván

Cuando Joaco recibió aquella carta puso una cara de asombro, nadie pregunto sobre quien la había mandado. Mi madre nos paso los platos que había traído, cuando los cogimos Joaquín se apresuro a terminarse su desayuno.

-      Gracias – dijo levantándose de la mesa llevando su plato al lavatrastos y subió las escaleras de dos en dos.

-      Y bien, ¿de qué querían hablar? – me dijo mi madre una vez que me hube quedado solo con ellos.

-      No, de nada – ambos me miraron de reojo antes de volver a su charla. Cuando termine de comer subí las escaleras para ir con Joaco pero el ya venía de regreso.

-      Iván, lo siento debo ir con Axel, es algo urgente – me dijo cuando nos topamos en las escaleras.

-      Si no te preocupes – Joaco tomo mis manos, me miro con una media sonrisa y beso mi frente.

-      Te amo, cuando vuelva hablaremos con ellos, por lo que no les vayas a decir nada aún, quiero hacerlo contigo ¿vale?

-      Vale – Joaco termino de bajar las escaleras, dio media vuelta y desapareció de mi vista – También te amo – aquellas fueron las palabras que quise decirle antes de que se fuera pero fue tarde.

Subí a la habitación de Joaco, cogí mi móvil, iba a escribir un mensaje pero en eso la pantalla brillo avisándome que alguien llamaba, me lleve una sorpresa al ver el nombre de la persona quien me estaba llamando.

-      ¿Hola?, ¿Iván? – la voz de Esteban sonó del otro lado del altavoz.

-      Si soy yo ¿Qué pasa?

-      Nada, solo…quiero hablar contigo, ¿podemos vernos a la una?

-      Si claro ¿en dónde?

-      En el colegio, bueno debo irme, te estaré esperando.

Era raro que Esteban me llamara, mire mi reloj y aún tenía dos horas para alistarme pero antes de irme a la ducha decidí escribir aquel mensaje.

Axel

Al principio creí que era mi móvil, pero luego escuche bien y descubrí que aquel sonido era el timbre de la casa. De mala gana salí de la cama, tome una camisa que se encontraba encima de una silla, al ponérmela me di cuenta que era de Haziel ya que me quedaba algo justa pero me valió lo que quería era ir y romperle la cara a la persona que me había despertado, ya que tocaba el timbre como si fuera un loco. Antes de que llegara a la puerta pensé que aquella persona se había ido ya que había parado de tocar el timbre pero aún así decidí ir a ver, al abrir mi puerta me llevo la sorpresa de encontrarme con un Joaco sonriéndole a la pantalla de su móvil.

-      Joder tío, hubieras avisado que venias, estaba dispuesto a partirte la cara cuando abriera la puerta – le dije mientras me tranquilizaba un poco y le dejaba pasar.

-      Lo siento, pero es algo urgente.

-      ¿Si es algo urgente, por qué esa sonrisa? – pregunte curioso.

-      Bueno eso es por… - Joaco me paso su móvil y leí el mensaje que hace momentos estaba leyendo.

-      Vaya, entonces…esto…quiere decir…que ustedes…

-      Si, somos novios – Joaco no pude evitar sonrojarse.

-      Enhorabuena tío – le dije mientras le estrechaba la mano y le daba un abrazo. Al separarnos me di cuenta que era la primera vez que veía así de contento a Joaco – Bueno me alegro mucho por ustedes, ahora si no es molestia quisiera volver ir a dormir…

-      Pero esto no era lo que vine hacer, bueno si y no pero aparte de eso hay otra cosa – Joaco desdoblo un papel de su bolsillo – esta mañana llego esto y a juzgar por la letra creo que es de Adair – tome el sobre doblado  que Joaco me extendía.

-      ¿La leemos? – dije luego de estar seguro de que era de Adair.

-      Ábrela entonces – Joaco se coloco a mi lado y ambos abrimos aquella carta.

“Amigos: Ustedes son las personas más importantes de mi vida, con las que puedo contar sin temor a que me juzguen, o me mal aconsejen. Siempre he pensado que soy afortunado en haberlos encontrado, porque de no haber sido así, no tengo idea de cómo habría salido adelante cada vez que la vida me daba sorpresas desagradables o increíbles. Sé que a pesar de todo, seguiremos apoyándonos los unos a los otros como hemos hecho hasta ahora, siempre leales, siempre alegres. Lo que quiero decirles con este es que…me voy, me voy de la ciudad, no sé cuando volveré pero de algo de lo sí  estoy seguro es que volveré así que espero que me estén esperando. No les puedo decir las causas del porque lo hago pero quiero que sepan que estoy bien, ciertas circunstancias me hicieron tomar esta decisión pero no se preocupen por mí ¿vale? Que estaré bien.

Me duele hacerlo pero aún con todo, voy a procurar ir siempre con la cabeza en alto como ustedes me han enseñado, hoy no sé cómo podría agradecerles, sé que no todo el mundo tiene la suerte de conocer a personas excelentes, como lo son ustedes. Nunca he expresado esto en voz alta, pero admiro cada rasgo de sus personalidades, la manera en que se motivan a mirar siempre adelante y la forma que tienen para hacer que deje atrás cualquiera de mis temores. Nunca quisiera perder su amistad, ni aunque pasen cien años. Es por eso que hoy quiero hacer una promesa, que quiero mantener intacta. Y es que nunca los voy a olvidar. Gracias por todo, los quiero.”

Al terminar de leerla voltee a ver a Joaco quien estaba igual que yo, ambos llorábamos, llorábamos por la despedida de nuestro mejor amigo. Doble la hoja, pase mi brazo por los hombros de Joaco al tiempo que lo atraía a mí.

-      Jamás te olvidaremos – dijimos los dos al unisonó.

Iván

Pensé que llegaría con buen tiempo pero cuando llegue Esteban ya estaba esperándome recargado cerca del portón de entrada del colegio. Al verme alzo y agito su brazo en forma de saludo, a lo cual yo hice lo mismo.

-      Hola, me alegro que hayas podido venir – me dijo con una sonrisa seria – no te voy a quitar mucho tiempo – el silencio que vino después de eso se empezaba a volver incomodo, estuve a punto de romperlo pero Esteban siguió hablando – Iván, sé que no hablamos mucho pero yo en verdad te considero un gran amigo… –no estaba entendiendo nada, ya juzgar por su cara creo que me entendió perfectamente.

-      Bueno, llevo unos meses saliendo con Leo, el doctor encargado de Brandon… - me le quede viendo con mirada interrogante ya que seguía sin comprender – bueno lo que quiero decirte es que…me voy…Iván me voy de la ciudad con Leo y quería despedirme de ti, no sé porque, solo sentí la necesidad de hacerlo – me quede en silencio por un momento antes de hablar.

-      Se te extrañara ¿lo sabes no?, pero si este es tu sueño que mas da, ve con todo…amigo – no era muy amigo de Esteban, pero me alegraba saber que me había tomado en cuenta.

-      Muchas gracias en verdad lo hare, ah y oye también sigue tus sueños eh, que nada te detenga, y gracias, gracias por todo.

-      Eso hare - Esteban me dio un abrazo de despedida, en ese momento sentí algo de nostalgia ya que siempre era duro despedir a alguien.

-      Bueno me voy, cuídate y espero verte otra vez.

-      Lo mismo digo.

Esteban dio media vuelta y siguió su camino, mis ojos lo vieron alejarse cada vez más. Me sentía feliz por él, dejar todo por estar con la persona que ama era algo que admirar.

-      Que te vaya bien Esteban

Mis palabras quedaron flotando en aire de que aquella tarde.

Axel

Luego de que nos tranquilizáramos le dije a Joaco si quería quedarse a almorzar pero me dijo que tenía otra cosa que hacer por lo que tenía que irse, me despedí de él normalmente pero después de cerrar la puerta no pude evitar ponerme de nuevo triste, subí a mi habitación con ese peso en el pecho pero que fue desapareciendo al tiempo que iba acercándome más y más ya que mi novio al verme me sonrió haciéndome olvidar todo. Cuando llegue a su lado revolví su cabello y le robe un beso.

-      Hola, ¿tienes mucho despierto? – le pregunte sentándome a su lado.

-      Bueno, desde que sonaba el timbre de la puerta pero me dio flojera ir a ver quién era – no puede evitar reírme por lo que me había dicho.

-      Vale, vale, te perdono por esta vez– dije dándole un beso en su mejilla – Y dime ¿qué estuviste haciendo?

-      Bueno… - la voz de Haziel sonaba nerviosa – hablaba con mi madre…nos invita a comer esta tarde. Pero si no quieres está bien eh puedo decirle que tengo otros planes…

-      ¿Por qué harías eso? Quiero conoces a mis suegros, además ella nos está invitando y si algo sucede te sacare de allí de inmediato ¿me entiendes?

-      Vale, iremos – me dijo a regañadientes.

Mire a Haziel a los ojos y en ellos podía ver un poco de miedo, le dedique una sonrisa y le encerré entre mis brazos para no soltarlo nunca más.

Iván

Cuando llegue a casa me encontré a Joaco sentado afuera de la puerta jugando con una rama de un árbol, al verme la dejo a un lado y fue a recibirme con un beso al cual yo correspondí con un poco de nerviosismo.

-      ¿Qué haces? – le dije cuando nos separamos.

-      ¿Qué no es obvio? Besar a mi novio – aquello me hiso sonreír de oreja a oreja.

-      Ya, pero si nos ve…

-      No me importa, además no hay nadie por los alrededores.

-      Vale, oye ¿Por qué estabas afuera? – dije mientras entrelazaba mi manos con la de él.

-      No sé, estaba nervioso, seguro que están adentro esperándonos para hablar. Por cierto ¿de dónde vienes?

-      Ah, fui a hablar con Esteban.

-      ¿Y eso?

-      Nada, es una larga historia. ¿Entramos o no? – Joaco lo pensó pero al final asintió. Al entrar encontramos a nuestros padres cuchicheando en el sofá de la sala, al vernos entrar nos sonríen dejando de lado su charla.

-      Hola, que bueno que llegan. ¿Les apetece comer algo? – nos pregunto mi madre mientras se levantaba.

-      No gracias – contestamos Joaco y yo al unisonó.

-      Bueno siéntense – dijo de nuevo mi madre.

-      Perdónenla, al parecer le ha afectado lo de esta mañana… - dijo José sujetándola del brazo para que volviera a sentarse.

-      Es que me han dejado preocupada, últimamente están algo extraños, ¿tienen problemas?...

-      No, no es eso – dijo Joaco como respuesta.

-      ¿Entonces qué es? Venga que me tienen con el Jesús en la boca – Joaco me miro y su rostro me decía que iba a decírselos, soltó un suspiro y se dirigió a ellos.

-      Escuchen, tenemos algo que decirles, va a sonar extraño pero esperemos que nos comprendan...

-      ¿Qué pasa?, ¿se drogan? – pregunto José con rostro preocupado.

-      No, no es eso… - Joaco se quedo en silencio y por un momento creí que no iba a hacerlo, trago saliva y continuo con voz entrecortada – Iván y yo…estamos juntos…como novios – voltee a ver a nuestros padres quienes nos miraban sorprendidos, en ese momento sentí como si me tragara la tierra, mi cuerpo empezó a temblar y por un minuto creí que iban a insultarnos o algo parecido pero algo en mi madre me hiso descartar aquella idea. En su rostro se dibujo una sonrisa, volteo a ver a José quien también la veía con una sonrisa.

-      Joder me debes cien euros – le dijo mi madre mientras le daba un ligero golpe en el hombro.

-      ¿Qué pero si yo gane? – le recrimino José.

-      No mi rey, tu apostaste que se enamorarían después de un año, yo dije que lo harían meses después de la luna de miel – al oír esto voltee a ver a Joaco quien estaba atónito por lo que estábamos escuchado – Así que págame.

-      ¿¡Qué significa esto!? – pregunto Joaco con voz sorprendida.

-      Pues…que ya lo sabíamos – dijo mi mamá.

-      Por dios hijo somos sus padres, teníamos que saber algo así ¿no?, pero me sorprende que hayan tardado mucho y que tu Joaco no me hayas dicho nada de esto – le dijo José a Joaco.

-      Y tu Iván, ayer en la mañana me hubieras dicho la verdad, me dolió que me hayas dicho mentiras sobre lo que hacías en la habitación de Joaco pero bueno, me alegro de saber esto – mi madre se levanto del sillón y fue a abrazarme.

-      Pero entonces esto quiere decir…

-      Que los apoyamos, que no nos importa que la gente diga que son hermanos… - empezó a decir mi madre.

-      Lo que nos importa es que ustedes sean felices – termino diciendo José.

-      Bueno, págame, quiero mi dinero.

-      Si mejor compramos algo para celebrar esto, ¿Qué te parece?

-      Vale, pero yo escojo eh – mi madre tomo a José de la mano y lo guio hasta la puerta – ahorita volvemos – dijo antes de salir. Luego de que se fueran aún se podía seguir oyendo su pelea a pesar de haberse alejado ya de casa. Joaco se acerco a mí, tomo mis manos y pego su frente con la mía.

-      Bueno, no nos fue tan mal ¿no? – dijo riéndose por lo bajo.

-      No, la verdad me siento más aliviado.

-      Y yo – solté las manos de Joaco para colgarme de sus hombros, sus manos pasaron a mi cintura y sus labios a los míos, su lengua se enrollaba con la mía, sus dientes chocaban con los míos, me sentía volar, los besos de Joaco eran…no sé…perfectos.

-      Joaco… - le dije entre besos.

-      Dime…

-      Te amo.

No obtuve respuesta por su parte, solo un cálido y tierno beso.

Esteban

Luego de llegar a casa le pedí ayuda a Leo para hacer la maleta. Había vivido poco tiempo en España pero me sentía contento ya que de no haber sido así no hubiera conocido a la persona que más amo.

-      Esteban, ¿en verdad estas seguro? – me pregunto mientras metía unas playeras a mi maleta.

-      Que si joder, y si sigues te aseguro que me quedo aquí – le respondí en forma de broma.

-      Es que, pensé que…

-      ¿Qué, que?, ¿Qué no iba a aceptar?, ¿Por quién me tomas? Lo único que quiero es ser feliz y que tu también lo seas, y si no es contigo, no es con nadie – Leo me sonrió, estuvo a punto de besarme pero lo detuve, cuando hice eso me miro sorprendido – lo siento ¿pero estas castigado? – Leo soltó un suspiro y puso cara de derrota.

-      Bueno, ya me las pagaras he – me dijo con una sonrisa picara.

-      Y bien, ¿cuando sale nuestro viaje y a dónde iremos primero? – pregunte entre risas.

-      Pasado mañana y será a Seúl. Un amigo de la universidad nos deja su piso por un tiempo.

-      Vale me parece bien, pero ¿está tu amigo seguro?

-      Si, dice que no lo usa mucho, así que nos los presta.

-      Vale.

Estaba nervioso, vivir en otro país, empezar acostumbrarme a otro idioma, si con el inglés la pasaba fatal no quería imaginarme con el coreano, pero a pesar de todo estaba feliz ya que de ahora en adelante seria nuestra vida, nuestras reglas.

Haziel

El camino se me había hecho eterno pero por fin ahí estábamos, sentados, esperando a que llegara mi padre del trabajo mientras mi madre terminaba sé hacer la comida. Durante todo el camino no había dejado de temblar, la otra vez que vine no me sentía así, aquella vez estaba nervioso lo admito pero ahora también tenía miedo, miedo de lo que fuera a pasar. Sentí la mano de Axel coger la mía, lo voltee a ver pero no dijo nada, solo me dedico una sonrisa tímida. Luego de esperar por fin ambos salieron de la cocina, nunca me entere cuando había llegado mi padre pero ahí ya estaba.

Mi madre nos sirvió, para luego sentarse enfrente de nosotros. Nadie dijo nada el sonido de los cubiertos y cucharas contra los platos era lo único que se escuchaba  pero aquello duro muy poco ya que mi madre fue la primera en hablar.

-      Y dime Axel, ¿Cuántos años tienes? – dijo en un tono no tan serio.

-      21 años – dijo después de pasarse el bocado que traía en la boca.

-      Vaya, no aparentas tener esa edad, te ves más joven.

-      Gracias señora.

Mi madre siguió preguntándole cosas a Axel, que como era su familia, en que trabajaban sus padres, sobre sus estudios, el trabajo y cosas así. Por un momento creí que no iría a sobrevivir, ya que con mi madre nunca se sabía hasta donde era capaz de llegar. Al terminar aquel platillo mi madre fue hacia la cocina por el postre, típico de ella, cuando volvió trajo consigo un flan que con tan solo verlo se me hacia agua a la boca pero no aguantaba más las ganas de ir al baño, lo había estado haciendo para no dejar solo a Axel pero no podía más.

-      Lo siento, me disculparan pero debo ir al sanitario.

-      Claro hijo ve – me contesto mi madre.

Si lo dejaba solo no pasaría nada, ¿o sí?

Axel

La madre de Haziel era muy amable, durante la comida se la paso haciéndome preguntas, pero eso no me molesto, digo es lo que cualquier madre haría. Cuando llego la hora del postre Haziel se levanto y fue al sanitario, lo vi alejarse y no pude evitar reír al ver que pegaba la carrera al ver que no lo veían.

-      Sabes, pensé que no iban a venir – la voz de la madre de Haziel hiso que volviera a centrar mi mirada en ella, intente hablar pero ella siguió – aquel día que nos dijo acerca de su condición sexual no sé, sentí que no habíamos hecho un buen trabajo como padres, sé que mi reacción no fue la mejor pero nunca pensé que se iría de la casa, pensé que regresaría pero cuando no lo hiso me sentí la peor mujer del mundo, ¿Qué clase de madre insulta a su hijo por su ser como es? En ese momento no lo sabía pero cuando me di cuenta ya era tarde – su mirada estaba llena de tristeza, su voz era entrecortada. Gire para ver a su esposo pero solo tenía la mirada agachada - Intente llamarle pero nunca me cogió el teléfono, y cuando lo vi salir de aquel bar no me importo en lo absoluto lo único que quería era ir con él a abrazarlo, decirle que lo sentía pero su mirada al verme…no esperaba que me perdonara…pero…

-      ¿Por qué me dice todo esto a mí?, ¿no cree que es mejor decírselo a Haziel?

-      Bueno…

-      ¿Qué es mi hijo para ti? – dijo por primera vez el padre de Haziel – Puedo ver que mi hijo es feliz contigo pero ¿tú lo amas? – aquello me hiso soltar un suspiro.

-      Mire señor, le voy a ser sincero aún no sé si fue cosa del destino, si fue amor a primera vista, o que fue, lo que le puedo decir es que desde aquel día he sido el hombre más feliz del mundo, el tiempo que paso con él es incomparable, y contestando a sus preguntas, Haziel para mi es todo, no hay mañana en la que no me levante sintiéndome la persona más afortunada del mundo, Haziel es mi mundo ya que él hace mi vida “completa” y por eso lo amo más que a nada – no dijeron nada, se miraron para luego mirarme a mí.

-      Me da gusto ver que nuestro hijo haya encontrado a alguien como tú. Cuídalo por favor, nunca lo dejes solo. – me dijo su madre dedicándome una sonrisa.

-      Se lo prometo.

-      Hijo, confió en ti – termino diciéndome su padre.

Cuando Haziel volvió del baño la atmosfera se sentía más amena pero aun Haziel no bajaba la guardia. Comimos aquel flan hablando de Haziel de cuando era pequeño, no paraba de reír tras escuchar todo lo que mi novio había hecho. Al terminar la mamá de Haziel le dijo que sacara la ropa necesaria y eso hiso, me tomo de la mano y me llevo con él para ayudarle. En su cuarto intente besarlo pero Haziel no se dejo y lo entendía, aún no estaba acostumbrado a mostrarse así frente a sus padres.

-      Espero que vengan otro día, serán bienvenidos cuando quieran – dijo su mamá luego de haber hecho la maleta mientras nos acompañaba hacia la puerta.

-      Gracias ma’, tenlo por seguro.

-      Muchas gracias por la comida señora, estuvo deliciosa.

-      Qué bueno que te haya gustado.

-      Nos vemos señor – al acercarme al padre se Haziel me tomo de los hombros y en forma de susurro me dijo.

-      Puedes llamarnos suegros – al separarme “mi suegro” me dedico una media sonrisa, tome la maleta de mi novio y caminamos hacia nuestra casa

-      Y bien ¿qué te pareció? – me dijo Haziel luego de avanzar un buen tramo.

-      Pues…normal, me gusto, volvamos otro día – le dije con una sonrisa mientras recordaba lo que había hablado con ellos.

-      ¿Enserio? me alegro… - deje caer la maleta, tome a Haziel por la cintura y le di un beso. Me gustaba sentir su lengua juguetear con la mía, nuestros cuerpos pegados, sus manos en mi espalda. Al separarnos me miro tiernamente mientras recargaba su frente contra mi pecho.

-      Haziel, te amo – le dije abrazándolo fuertemente.

-      También te amo – su voz resonó en mi pecho haciéndome sentir un ligero cosquilleo.

Levante la maleta del suelo, tome la mano de mi novio y caminamos con la puesta del sol como nuestra acompañante.