Nuestro amor no morirá (13)
...Deslice mis manos por debajo de la camisa empapada de Joaco, deje que mis dedos exploraran libremente: su piel tensa y fría, las crestas de su abdomen, el ángulo de su cadera por encima de la cintura de sus jeans...
Bueno al parecer esta vez no tarde en publicar mi relato, quiero decir que en este capítulo me ayudo alguien a quien yo quiero mucho (mi novio)y espero que les guste, que comenten, que valores y critiquen. Bueno disfrútenlo.
Capitulo 13 – Let it rain
Axel
El golpeteo de las gotas de lluvia contra la ventana me hizo despertar. A mi lado se encontraba mi novio hecho un ovillo con su rostro oculto entre mis ante brazo, su respiración me provocaba un ligero cosquilleo que me hiso sonreír, mis manos pasaron rosando su dormido rostro haciendo rebullir a Haziel entre sueños. Iba a volverme a dormir pero mi vista se quedo viendo un objeto sobre mi escritorio, era brillante y con un gran moño, no era necesario preguntarse que era ya que ya sabía lo que era, el regalo de cumpleaños de Brandon para Iván.
Me levante de la cama con la cama con la fría temperatura de la habitación envolviendo mi cuerpo semidesnudo, mi piel se erizaba con cada paso que daba. Tenía ya las manos frías al llegar al escritorio, tome el regalo entre ellas, metí una mano para sacar el contenido que se encontraba dentro.
La luz de la calle dibujaba las sombras de las gotas de lluvia que cían por la ventana en el frio piso, mientras yo alzaba el regalo que había dentro mis ojos se iluminaron al ver aquel grabado “Iván y Brandon. Juntos por siempre. Te amo mi niño”. Aquel mensaje me había llenado los ojos de lágrimas, un nudo en la garganta se me había formado al tratar de reprimir el llanto.
- Creo que en verdad lo amaba – dije con el nudo aun en mi garganta.
- ¿Quién ama a quien? – dijo la voz somnolienta de Haziel mientras pasaba sus brazos por mi cuello, su desnudo torso regulo la temperatura de mi cuerpo, con un rápido movimiento me gire para quedar frente a él, aun con lagrimas en los ojos le mire y con una sonrisa en mi rostro me abalance hacia el rodeándolo en mis brazos en un cálido abrazo - ¿Qué tienes Axel? – me pregunto mientras pasaba una mano por mi pelo.
- Nada, venga volvamos a dormir- le dije mientras me separaba de él, en su mirada se podía ver preocupación, le di un beso en la mejilla mientras mis monos frías tomaban las de él - te prometo que mañana en la mañana te cuento – Haziel no protesto. Agarrados de las manos volvimos a la cama, cubrí a Haziel con las cobijas mientras me acomodaba de lado para verlo de frente.
- Te quiero Axel – me dijo mientras se pegaba a mí
- Yo también te quiero Haziel, eres lo mejor que me pudo pasar.
Fue lo último que le dije antes de quedarme dormido.
Esteban
La luz grisáceas del día que se colaba por las persianas me hiso despertar. Al levantarme el frio piso hiso que mi cuerpo temblara en escalofríos, no me importo y seguí avanzando hacia la puerta con una gran sonrisa en el rostro.
Salí de la habitación con el olor a algo cocinándose flotando por el pasillo, no cabía duda de quién se trataba. Llegue a la cocina aun con la gran sonrisa en mi rostro, esta creció más al ver a Leo en ropa interior y con un mandil cubriéndole el fuerte torso. Con paso silencioso fui acercándome a él, quería sorprenderlo y por dentro de mi rogaba por qué no se diera cuenta o que mirara hacia atrás, a pocos centímetros de él me abalance hacia pegando mis manos en su cintura y mi pecho contra su espalda, esto provoco que Leo pegara un susto.
- Si sigues haciendo eso mientras cocino va a llegar el día en que la casa se incendie y va a hacer por tu culpa – dijo mientras regresaba a cocinar
- Me perdonas – mi voz mimada hiso reír a Leonardo
- Solo porque eres tú te perdono – me dijo girando su cabeza y concluyendo con un beso en mi mejilla – Ahora sal, antes de que quemes mi casa, que el desayuno ya casi está listo
- Te espero en el comedor
En el tiempo que llevaba saliendo con Leo, me había sorprendido lo mucho que había cambiado, nunca antes había sido tierno con alguna de mis relaciones siempre me comportaba como si no me importara, pero con Leo había sido diferente, con el mostraba mi yo interior. En verdad las personas te cambian. Me senté en una silla del comedor a esperar a mi novio, con mi vista empecé a recorrer la habitación donde me encontraba, llevaba un mes viviendo en ese departamento que era la primera vez que prestaba atención a las cosas que tenia Leonardo. Me di cuenta que Leo no tenia fotografías de su familia, amigos o de sus parejas anteriores.
Leo no tardo en llegar desde la cocina con dos platos sobre las manos, tomo la silla que estaba alado mío y se sentó dejando un plato enfrente de mí, borre de mi mente la intriga de las fotografías para no arruinar el momento. Tome un cubierto y justo cuando lo iba a clavar en la comida siento como la mano de Leo me detiene, yo lo volteo a ver con cara de sorpresa.
- Espera – dijo con una sonrisa en su rostro mientras me quitaba el cubierto de la mano. En un rápido movimiento Leo acerca el cubierto con comida a mi boca – Abre la boca – me dijo. Yo no reproche y la abrí dejando que introdujera la comida.
- ¿Qué haces? – le pregunte al terminar de masticar la comida.
- Eres mi novio y quiero tratarte como tal, aunque sea algo infantil pero quiero hacerlo, se que eh estado ocupado con el trabajo así que quiero compensártelo – sus palabras llenaron de rubor mis mejillas. Fui acercándome más a él al punto en el que nuestras frentes se tocaron, con mi mano acaricie su mejilla mientras entrelazaba la otra con la de él.
- No importa si es infantil o no y no quiero que te fuerces con impresionarme, se que has estado ocupado con tu trabajo pero yo acepte apoyarte en todo. Te quiero Leo, no importa si no estás en casa o si estas apenas diez minutos a mi lado, yo te quiero así.
Nuestros rostros fueron acercándose más, sentía la respiración de Leo contra mi cara haciéndome un ligero cosquilleo, el roce de nuestros labios despertó el deseo de tenerlos contra los míos, cerré los ojos y deje que el corazón mandara esta vez. Los suaves labios de Leo por fin tocaron, mi lengua fue abriéndose paso entre ambos para alcanzar la de él, mis manos empezaron a recorrerle su desnudo torso, pasando por tableta hasta llegar a sus pectorales. Nos separamos para coger aire, voltee a ver a mi novio el cual tenía una sonrisa picara en el rostro.
- Ahora yo seré el que mande aquí – me dijo con un tono pícaro
- ¿Qué? – le pregunto con una risita en mi tono de voz
- ¡Shhh!, solo relájate.
Leonardo me hiso subir a la mesa de un salto mientras nos volvíamos a besar apasionadamente, la mano de mi novio tomaron la camiseta de tirantes que traía y en un solo movimientos me desprendió de ella dejando así mi atlético cuerpo de rugby al aire, con las yemas de sus dedos empezó a descender por todo mi cuerpo recorriéndolo perfectamente hasta la orilla del short que traía.
- Veamos que hay ahí abajo – dijo entre risas mientras se separaba de mi.
Sus tibias manos tocaron mi fría piel haciendo que la piel se me erizara, el short que tria puesto empezó a descender hasta dejar escapar al falo al que cubría, sus manos tibias recorrieron de principio a fin mi verga y entre besos se le dibujo una sonrisa. Los besos de Leo pasaron de mi boca a todo mi cuerpo, pasando por mis tetillas las cuales mordisqueo como un experto haciéndome mascullar por lo bajo, siguió bajando hasta detenerse en mi entrepierna y con un movimiento metió toda mi verga a la boca.
Era como si estuviera metido en una cámara donde lo único que se escuchaba era el sonido de nuestras respiraciones y el de su saliva envolviendo mi gran pedazo de carne. Aquella sensación era inigualable, como recorría cada una de mis venas con sus dientes mientras su lengua se enrollaba y desenrollaba para coger el líquido pre-seminal del glande. El placer poco a poco fue invadiéndome haciéndome retorcer encima de la mesa. Leonardo sacaba mi polla de su boca dándole pequeños lengüetazos en el glande antes de volvérsela a meter entera a la boca, con sus manos hacia cosquillas en mis bolas aumentando así más el placer. No podía mas iba a correrme, le informe a Leo pero mis palabras quedaron amortiguadas por mis gemidos. Leo dejo la mamada dejándome a mí con un gran dolor en el vientre por no dejar que el semen saliera.
Leo se levanto al mismo tiempo en el que levantaba mis piernas haciendo que mi ano se abriera dejando pasar la brisa tibia de la habitación.
- Aquí viene la mejor parte – me dijo al tiempo que se agachaba con una sonrisa maliciosa.
La sensación húmeda de la lengua me hiso estremecer, sus movimientos circulares dentro de mi ano hicieron doblegarme. Sentía su saliva pegarse a mí en cada movimiento que hacía, sus manos aferraban con fuerza mis glúteos para hacer abrir más mi ano. Después de varios minutos su lengua fue sustituida por un dedo, el cual giraba dentro de mí haciendo una sensación placentera inolvidable, luego fueron dos dedos y al final tres.
- Quiero que me digas si te lastimo – me dijo a lo que yo solo pude asentir ya que el placer no me dejaba hablar – bueno aquí vamos.
La polla de Leo empezó a abrirse paso por mi ano dilatado, su glande paso sin dificultad dando me a mí una oleada de placer, pero aquel placer fue aumentando conforme Leo metía su verga. Empezó con movimientos lentos justo después de meter completamente su polla, aquellas embestidas me hicieron gemir como nunca, el placer hacia retorcerme en aquella mesa, su velocidad fue aumentando mientras mi ano era sometido por la polla de mi novio. Ambos gemíamos con la respiración entre cortada, el sonido del choque de sus bolas contra mi culo se hiso mas audible, sentía que me partiría en dos junto con aquella mesa que rechinaba al compas de nuestros movimientos. Mire a mi novio y la cara que tenia me decía que tanto él como yo lo estaban disfrutando, en su cuello, bíceps, sienes y pecho se marcaban sus venas por la presión que este ejercía. Estaba tan excitado que tome mi pene entre mi mano y con un rápido sube y baja me empecé a masturbar.
- Esteban…creo que…me…corro…Ahh – sentí como la lefa de Leo se impactaba dentro de mí dejándome con aquella sensación tibia dentro de mi ano.
A los pocos segundos cuatros tallazos de semen salieron de mi glande impactándose, la mayor parte, en mi abdomen y en mi barbilla. Leo saco su pene aun erecto de mí interior sintiendo como el semen de mi novio resbalaba hasta la entrada de mi ano. Leonardo se subió arriba de la mesa dejándome a mí en medio de él.
- Gracias Leo – le dije mientras trataba de coger aire. Leo no contesto, se abalanzo sobre mí rodeándome con sus brazos, no le importo que mi semen estuviera en mi vientre. Nuestros labios se volvieron a juntar en un beso, calmado y tierno.
- Te amo – nos dijimos al mismo tiempo.
Ambos nos quedamos abrazados encima de la mesa mientras el sonido de la lluvia nos hacia compañía.
Adair
Era el primer día, de hace un mes, que despertaba en mi habitación sin nadie desconocido a mi lado, sin el dolor de la resaca o el dolor en mi pene por la fricción ejercida por los va y bienes, era agradable despertar y no buscar tu ropa por el piso para salir lo antes posible de la casa.
Me levante de la cama con la típica erección matutina debajo de mis bóxers, corrí las cortinas y lo que vi fue la lluvia caer desde un cielo gris.”Joder otra vez está lloviendo” pensé.
Di media vuelta y fui a coger mi móvil del buro que estaba alado de mi cama, al desbloquearlo pude ver que tenía dos llamadas perdidas de Axel y un mensaje, decidí abrir primero el mensaje ya que era de un número desconocido, mi cara se lleno de sorpresa al leerlo.
“Hola buenos días, soy Alejandro hermano de Bianca, bueno creo que no te has de acordar de ella, bueno soy el tío que te vio en bolas al salir del baño de mi casa. El motivo de mi mensaje es que quería conocerte, a lo mejor es algo atrevido hacer esto o no pero qué más da, bueno respóndeme si hay alguna oportunidad de que nos veamos. Cuídate, bye.”
Una sonrisa se dibujo en mi rostro al terminar de leer aquel mensaje, “como lo había sospechado” dije entre mí.
- Creo que será buen distractor para olvidarme a… - aquellos ojos verde jade eran lo que ahora ocupaban mis pensamientos y no sabía la razón.
“Claro por qué no, ¿hoy a las 12:30 en el parque cerca de tu casa?” apreté enviar y apareció en la pantalla que el mensaje había sido enviado exitosamente. No tardaron ni 10 minutos en cuando la respuesta de Alejandro me llego.
“Claro, entonces hoy a las 12:30, ahí nos vemos”
Deje el móvil en la cama, salí de la habitación para entrar al baño, mientras pensaba “Esta es la primer cita formal que tengo desde hace años”.
Joaco
Tenía ya tiempo que había despertado pero no quise salir de la cama para no despertar a la persona que tenia a lado, Iván, que se encontraba durmiendo plácidamente abrazado a mí utilizando mi brazo derecho como su almohada.
Perdí mi vista en algún punto del techo de mi habitación, sentía que todo esto era un sueño y que tarde o temprano iba a despertar. Un ligero cosquilleo en mi abdomen me hiso voltear a ver qué era lo que lo provocaba y para mi sorpresa me encontré con que lo dedos de Iván eran los responsables de causarme aquel cosquilleo. Voltee para verlo pero este ya me veía con una sonrisa picara.
- Buenos días – me dijo con voz somnolienta.
- Buenos días – le dije mientras me quitaba los nervios y le daba un beso en su frente – hoy está lloviendo así que te quedaras aquí mientras yo preparo el desayuno y te lo subo.
- Está bien – para mi alivio fue lo único que dijo.
Salí de la cama únicamente en bóxers sintiendo la fría temperatura que envolvía a la habitación. Un escalofrió recorrió mi cuerpo a cada paso que daba, tenía la mano en la perilla de la puerta cuando la voz de Iván me detiene.
- ¡Oye!, ten – Iván se saca la camiseta que le había puesto la noche anterior y en un braceo me la avienta – tómala, no quiero que te enfermes – me dijo esto con la cabeza agachada, se le podía notar algo de rubor en sus mejillas.
- Gracias – gire la perilla mientras cargaba con mi otra mano la camiseta que Iván me había aventado.
Baje las escaleras con una gran sonrisa, la camiseta que había traído Iván aun conservaba su olor, tome mi móvil de la barra de cocina y con un rápido tecleo de letras le envíe un “whats” a Axel. Al entrar en la cocina me dirigí a la nevera la cual la abrí y con un rápido vistazo descubrí que no había nada para desayunar. “Si estuvieran mis padres aquí, apuesto a que siempre estuviera llena la nevera” pensé, cerré la nevera y rendido iba a regresar a la habitación pero la vibración de que me había llegado la respuesta de Axel me detuvo. Después de contarle toda la historia a mi mejor amigo subí por las escaleras para regresar a la habitación. En verdad que estaba feliz.
Iván
El despertar con Joaco a mi lado había sido más que hermoso. Había ido a su armario a buscar una camisa para que el frio del día no me envolviera, tome una blanca mas colocada y regrese a la cama dando pequeños saltos.
Tenía que decirle, tenía que decirle que lo quería, que quería estar con él, pero ¿y si no es correspondido mi amor?, aparte de esa duda había algo más que me lo impedía. Me había colocado debajo de las cobijas cuando en eso entra Joaco con la camiseta que había usado para pasar la noche.
- ¿Por qué traes puesta mi camisa? – me dijo con una sonrisa en su rostro
- Tenía frio y como no estabas pensé en usar una camisa tuya – me sentía avergonzado y con un poco de rubor en mis mejillas. Oí como Joaco se acercaba a la cama, sus pies descalzos sonaban en el frio piso con más fuerza, sentía enrojecer, como era posible haberme enamorado de mi hermano. Joaco se coloco enfrente mío y con un rápido movimiento me tubo en la cama, coloco sus brazos a mis costados haciéndome prisionero en medio de su cuerpo y la cama, mi vista estaba fija en su mirada, por debajo de la camiseta podía ver la línea que separaba sus fuertes pectorales y un deseo de tocarlo se apodero de mí.
- Si tenias frio pudiste haberme dicho y yo venía desde donde estaba – sus palabras hicieron que me enrojeciera un más de lo que ya estaba.
- Perdóname – dije desviando mi mirada para que no viera mi enrojecimiento
- Sabes, te vez lindo cuando te sonrojas – su mano tibia tomo la mía haciendo que millones de sensaciones explotaran con el simple rose de su piel con la mía – ahora levántate que hoy te invitare a desayunar.
- ¿Por qué? – pregunte con voz incrédula.
- Porque quiero consentir a mi hermano.
Aun no lograba entender como me había enamorado de mi hermano, pero de algo estaba seguro, que tenía que perder el miedo y decirle hoy mismo que lo quería.
Haziel
Desperté sin Axel a mi lado, recorrí la habitación con mi vista pero al parecer no se encontraba ahí. Me tumbe en la cama adolorido de mis extremidades por el ejercicio que realiza ayer por la tarde en el gym. Un sonido mu peculiar me hiso pegar un brinco del susto, gire mi cabeza para ver de qué se trataba y me di cuenta que era mi móvil el cual vibraba encima del buro de Axel, al cogerlo un nudo en la garganta se me había formado, 10 llamadas perdidas de mi madre aparecían en la pantalla, mis ojos se empezaron a llenarse de lagrimas, no quería hablar con ella, no ahora.
No quería llorar, pero termine haciéndolo, “Tú no eres mi hijo” habían sido las últimas palabras que ella me había dicho y el solo recordarlas habían empeorado las cosas. Escuche la puerta de la habitación abrirse y una voz que me llamaba, pero aquella voz se oía tan lejana que fue casi inaudible para mí. Él me rodeo entre sus fuertes brazos, me hiso recostar sobre su pecho, sabía que estaría bien pero aun así no dejaba de llorar.
- ¡Haziel ¿Qué tienes?! – escuche que me gritaba, pero yo solo me aferre a él más fuerte ahogando mi llanto entre su cuerpo, no quería hablar, no quería recordar aquella escena donde las personas en las que más podía confiar me dieron la espalda.
Joaco
Estaba nervioso, sentía mis manos sudar dentro de los bolsillos de mi pantalón, estaba convencido de que perdería todo miedo y le diría a Iván que lo quería, no me importaba si no era correspondido o si arruinaba lo poquito que había cambiado nuestra relación.
Escuche los pasos de Iván en las escaleras y al instante mi corazón empezó a latir con más fuerza.
- Hola, bueno ya estoy listo, ¿nos vamos? – voltee a verlo y mis ojos se llenaron de luz al verlo, en verdad que era hermoso.
- Vámonos entonces – le dije mientras le pasaba un brazo por su hombro y salíamos así de la casa.
En el camino Iván y yo íbamos riéndonos, íbamos brincando los charcos que se formaban a causa de la lluvia mientras intentábamos tirarnos el uno al otro sobre alguno de ellos, se nos había ocurrido salir sin sombrilla ya que la lluvia se había aminorado pero el permanecer cierto tiempo debajo de ella ya nos había mojado los hombros.
- Sera mejor que nos vayamos antes de que nos mojemos más – le dije a Iván mientras trataba de coger aire por haberme reído tanto.
- Está bien – me dijo con una gran sonrisa – vamos –dijo mientras tomaba mi mano y me guiaba por entre aquella acera – tu dijiste que me invitarías a comer ¿cierto?
- Cierto.
- Bueno tu pon el dinero y yo el lugar, ¿Qué te parece?
- Me parece bien – le dije mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro.
- Bueno pues entonces vámonos.
Iván me guio por entre aceras, pasando por varias lugar que no me eran conocidos, con paso decidido el siguió avanzando nunca sin dudar por dónde ir. Después de tanto caminar nos detuvimos en frente de un restaurante de pinta juvenil, con una mirada Iván me dijo que entráramos.
Al entrar al local buscamos una mesa para dos, Iván volvió a tomar mi mano y llevándome por entre el pasillo que dejaban las mesas nos fuimos a sentar a una cerca de la ventana.
- ¿Cómo sabias de este lugar? – le pregunte ya sentados en la mesa.
- Digamos que ya había venido aquí, solo una vez pero ya había venido, ¿te gusta?
- Pues está bien, creo
- Es un restaurante juvenil, por eso pensé que sería buen lugar para…
- Buenos días, aquí tienen las cartas – dijo la mesera mientras nos daba un menú a cada uno – enseguida vengo a tomarles la orden. Estaba viendo el menú mientras decidía que ordenar cuando la voz de Iván me llamo
- Sabes algo, me siento feliz de estar aquí contigo
Sus palabras me habían hecho sonrojar, pero no solo a mí, a él también se le podía ver el rubor en sus mejillas.
Adair
Estaba sentado en una de las bancas de aquel parque con la lluvia como acompañante, me había vestido casual sin excederme en impresionar. Había llegado diez minutos antes de la hora acordada ya que quería ver si aquel tío se encontraba merodeando por ahí, pero al parecer no fue así.
Tiempo después llego Alejandro, el cual me saludo con la mano en alto.
- Hola – me dijo cuando llego a mi lado.
- Hola – le conteste con una gran sonrisa – y bien a donde quieres ir.
- No sé, a donde tú decidas estará bien.
- Bueno pues te invito a comer, ¿vale?
- Vale
Emprendimos el paso por entre la lluvia, íbamos hablando acerca de nuestra vida cuando mis ojos se detienen en una persona, aquella misma que ayer me había ayudado en el mismo parque en el que momentos antes me encontraba, aquel de ojos jade salía de aquella tiendo corriendo.
- Oye me podrás disculpar, pero debo ir tras aquel tío – no sabía porque le había dicho eso a Ale, pero tenía que hacerlo, tenía que ir tras de él – podemos mejor vernos mañana, más temprano si quieres, pero ahora debo irme.
Salí corriendo a la búsqueda de aquel individuo, a cada paso que daba sentía mi corazón acelerarse.
Axel
Me había quedado abrazado a Haziel hasta que se calmara, de tanto llorar se había quedado dormido, no quería despertarlo, así que me fui de su lado no sin antes taparlo con la cobija. Estaba a punto de irme pero de nuevo aquel regalo me detuvo, debía hacerlo, tenía que entregárselo. Cogí el regalo y antes de irme le di un beso en la mejilla a mí novio.
Salí de la casa con la preocupación de dejar solo a Haziel, “solo será un momento” pensé. Emprendí mi andar por la acera con rumbo al hospital.
Iván
El ver a Joaco comer se me hacía gracioso que no pude evitar reír.
- ¿Puedo saber de qué te ríes? – me dijo Joaco con mirada severa
- No
- Ah, ¿no me vas a decir?
- No, quédate con la duda.
Agache mi cabeza para seguir comiendo, “Tengo que hacerlo, es ahora o nunca” dije entre mí.
- ¡DEBO DECIRTE ALGO! – ambos pronunciamos aquellas palabras a la par. Ambos nos empezamos a reír por haber coincidido en lo mismo.
- Tu primero – me dijo entre risas
- No tu primero – le reproche.
El silencio se hiso presente en la atmosfera, ambos nos habíamos parado de reír. El silencio fue roto por la voz entre cortada de Joaco.
- Bueno, la verdad es que te quiero decir algo importante, pero antes de que lo diga quiero que me prometas que nada cambiara, que todo seguirá siendo igual que como es ahora…
- ¿Qué pasa?, me estas asustando.
- La verdad no sabía si hacer esto o no, pero lo pensé bien y me decidí en que lo mejor es decírtelo…Iván… TE AMO.
Sentía mi corazón explotar, quería decirle que yo también pero lo único que hice fue levantar de la mesa y salir de ahí.
Llegue a la puerta y emergí al ambiente lluvioso de la tarde. Ahora llovía a raudales quedando empapado al instante. Estaba sofocado, decidí irme pero una mano me obligo a voltearme. Era Joaquín.
Sin soltarme me llevo al callejón detrás del restaurante. Aquel callejón estaba vacío y las personas difícilmente verían que alguien se encontraba allí. Conseguí liberarme de Joaco gracias a la ayuda del barandal de la salida de emergencias. Voltee a verlo, la lluvia le pegaba el pelo a la cabeza y aplastándole la camisa al cuerpo dejando ver así su musculoso cuerpo. Las manos de Joaco me hicieron prisionero entre él y el barandal.
- ¿Te molestaste? – me pregunto Joaco con voz tristona. Me había quedado sin palabras a lo que solo pude negar con mi cabeza – entonces, ¿Por qué saliste así del restaurante? – tenía que hacerlo, tenía que decírselo, era ahora.
- ¡POR QUE YO TAMBIEN TE AMO! – mis palabras resonaron en aquel callejón, las gotas de lluvia resbalaban por mis mejillas como si fueran lagrimas, sentía mis piernas falsear – por eso salí corriendo de ahí, pensaba que si me quedaba un rato más a tu lado haría algo imprudente y no… - alce mi vista para encontrarme con la de él. Joaco me miraba con una gran sonrisa en su rostro, sus manos me tomaron de la cintura, alzándome me coloco en el barandal, sus cuerpo mojado se pego más al mío.
- Había esperado tanto tiempo este día.
- Pero somos hermanos – le dije mientras pegaba mi frente con la de él
- Eso no me importa, estoy arto de fingir que no puedo vivir sin ti, que no me importas cuando la verdad daría la vida por ti, fingir todo eso me estaba matando.
Fui acercando mi cara a la de él, presione mi boca contra la de él. Me deje arrastrar por la sensación de sus besos, de la lluvia por todas partes; deje que sus manos se deslizaran libremente por el tejido empapado y arrugado de mi camiseta, que la lluvia había afinado y pegado a mi cuerpo, era casi como tener sus manos sobre mi piel. Al llegar al inicio de mi pantalón, Joaco acaricio con fuerza mis muslos, presionándome más contra el barandal mientras yo le rodeaba su cintura con mis piernas.
Deslice mis manos por debajo de la camisa empapada de Joaco, deje que mis dedos exploraran libremente: su piel tensa y fría, las crestas de su abdomen, el ángulo de su cadera por encima de la cintura de sus jeans. El cuerpo de mi hermano era un territorio inexplorado por mí, el se volvió loco gimiendo junto a mi boca, besándome cada vez con más pasión, como si nunca tuviera suficiente.
Ambos nos apartamos para poder coger aire, mis manos le pasaron por sus hombres aferrándose a él y haciéndolo acercar más a mí.
- Deberíamos meternos, está lloviendo aquí afuera – le dije mientras volvía a pegar mi frente en la de él.
- “Que llueva”, quiero estar aquí contigo, te quiero Iván y no me cansare de decírtelo
- Yo también te quiero
Volvimos a besarnos apasionadamente, dejando que la lluvia nos envolviera entre sus frías gotas.
Axel
Deposite en regalo sobre la mesa que tenía flores, había sido difícil encontrar la habitación de Brandon pero por fin había dado con ella. Saque mi móvil, busque su número y le marque. Espere diez minutos pero Haziel no contesto.
- Debe seguir dormido – dije en voz alta para mí – hasta luego Brandon, fue un gusto verte.
Emprendí mi camino hacia la puerta, ya iba a poner un pie fuera de la habitación cuando una voz hace que me detenga. Me gire sobre mí mismo y ahí estaba él, pestañando después de un largo sueño, me acerque a él para ver si mis ojos no me estaban engañando, pero no era así.
- Tengo sed – fue lo único que dijo.
No podía creerlo, Brandon, Brandon había despertado.