Nuestro amor no morirá (12)
...cuando en eso una chica rubia se empieza a acercar a la boca de mi hermano...
Hola a todos, quiero pedir una disculpa por haber tardado mucho en subir mi relato, pero no tenía el tiempo suficiente ya que una persona llego a mi vida y bueno no tenía tiempo de escribir. Como siempre los invito a leer, a comentarme y valorarme, se acepta cualquier crítica. Bueno saludos a todos, les mando un abrazo y que tengan bonita semana.
Capitulo 12 – Not alone
Iván
Una ventisca gélida entro por mi pequeño agujero dilatado. “¿Estás bien?”, oí que me preguntaba pero yo solo pude asentir. De un momento a otro sentí como su duro pedazo de carne se abría paso por mi interior, “No te voy a lastimar, te lo prometo. Yo te cuidare” aquella voz tan conocida me volvió a hablar, “Solo continua” fue lo único que salió de mi boca, pero el hiso caso a lo que le dije.
Podía sentir aquel falo en mí. Empezó con pequeñas embestidas, cerré los ojos del placer. De un momento a otro la velocidad fue cambiando, solo podía ver mis piernas alzadas por encima de mi cabeza. No podía oír nuestros gemidos, ya que en crujir de la cama los ocultaba, en ese momento abrí los ojos y los dirigí hacia él, el cual me observaba con ojos de excitación.
Los vaivenes empezaron a ser más rápidos y el sonido del golpeteo de sus bolas en mi culo se hiso más audible. La excitación empezó a crecer en mí, mis manos querían alcanzarlo, alcanzar a esa persona tan hermosa que tenía enfrente mío. De la excitación me empecé a curvar haciendo que su verga saliera de mí, me alce pegando mi frente sudada a la de él, nos miramos a los ojos y de inmediato nuestras bocas se buscaron para unirse en una sola. Nuestras lenguas se entrelazaban como si tuvieran tiempo de no haberse visto, el sabor salado del sudor hiso acto presente en el acto pero hicimos caso omiso de él.
Sentí como sus manos descendían hasta mis muslos, sentí como apretaba sus manos en ellos y me alzaba. Al cargarme sus manos hicieron separar mi culo, dejando que el aire tibio de la habitación entrara por mi ano.
Salimos de la habitación y aun en brazos él me llevo hasta el baño. Al entrar en este ambos nos dirigimos a la regadera, donde el abrió el grifo de agua tibia. Con cuidado el me fue bajando de sus fuertes brazos, mientras me veía con una sonrisa de ternura, con la que a veces solio mirarme. “Sabes algo” me dijo, “¿Qué?” le conteste, “Te quiero”. Pase mis manos por su cuello mientras nos fundíamos en otro beso. De un momento a otro me empecé a separar de sus labios, abrí los ojos y él me veía con una ternura en su rostro, al segundo siguiente mi vista quedo de frente al muro de mosaicos que recubrían el baño quedando en mi mente aquella mirada.
Sus manos separaron mi culo como anteriormente lo había hecho, su lengua volvió a recorrer lo más profundo de mí, el agua tibia que caía por mi espalda se combino con los movimientos circulares de su lengua, haciendo aumentar el placer. “Lo voy a hacer” me dijo suavemente mientras se levantaba. La fuerza con la que metió su verga hizo que me doblegara recargándome con una mano sobre la pared húmeda del baño. Sus manos presionaban con fuerza mis caderas mientras sus embestidas subían a cada segundo de intensidad, con la mano que me quedaba libre, empecé a hacer pequeños masajes a mi polla erecta.
“Dios Iván…ahh” cuatro tallazos de lefa me golpearon en mi interior, al poco rato tres tallazos salieron de mi glande impactándose en la pared. Gire mi cabeza para encontrarme con la de él. El cansancio se hacía presente en su rostro. “Te quiero Iván” me volvió a decir seguido de un tierno beso. Al separarnos para coger aire le conteste “Yo también…Joaco”…
Desperté todo sudado y con el corazón todo agitado, podía sentir algo húmedo por debajo de mi ropa interior junto con una erección que me impedía estar a gusto. Pase mi mano por mi cara para secar el sudor que escurría por ella. Me levante de la cama y con algo de dolor me dirigí hacia mi baño, corte un poco de papel y limpie los restos de semen que había soltado momentos antes por culpa de aquel sueño. Al terminar me había dispuesto a salir pero mi reflejo en el espejo me lo impidió. Me mire en el espejo, podía ver la confusión en mis ojos “¿Quién soy?, Tengo novio y lo amo, como pude haber soñado algo así, acaso es que…” no pude formular aquella oración.
Tenía miedo, miedo de olvidar a aquella persona especial.
Esteban
Me había desviado un poco del camino hacia el colegio para dirigirme hacia aquel lugar. Había pasado ya un mes desde aquel accidente en el que mi mejor amigo había quedado en coma.
La edificación del hospital se levantaba ante mí, nunca me habían gustado los hospitales pero esta vez era diferente. Al entrar por la puerta principal muchas enfermeras y las recepcionistas que ahí se encontraban me saludaron con una gran sonrisa.
- Buenos días señor Esteban, ¿viene ver a Brandon? – me pregunto una recepcionista con una sonrisa en su tierno rostro.
- También vengo a verlo – le conteste riendo por lo bajo. Aquellas palabras también hicieron reír al personal que ahí se encontraba.
Sin más preámbulos seguí mi camino por el pasillo iluminado por lámparas de luz blancas para dirigirme a los ascensores. Apreté el número de piso donde se encontraba Brandon justo después de entrar en un ascensor, dentro de este solo estábamos una enfermera, la cual yo conocía, y yo.
- Hola Esteban, viniste a ver a tu “amigo”
- Hola Constanza, aparte de mi “amigo”, también vengo a ver a mi amigo – el énfasis en la palabra amigo era algo que solo sabíamos las enfermeras de ahí y yo.
- A bueno, según su “amigo”, su amigo está mostrando grandes mejorías – El ascensor se detuvo en el piso en el cual yo iba a bajar
- Me alegro – le dije a Constanza después de salir de aquel mientras me despedía agitando mi mano de un lado hacia el otro por el aire.
Me conocía el camino ya muy bien que no tarde mucho en encontrar la habitación de Brandon. Brandon se encontraba recostado en una cama de blancas sabanas se podía ver su pecho subir y bajar debajo de la sabana que lo cubría, me acerque a él, pase mi mano por su rostro algo tibio.
- Hermano, como se te extraña, hay tantas cosas que hay que contar, aunque creo que ya las has de saber – me reí por lo bajo al terminar de decir aquellas palabras
- Muchos dicen que una persona en coma, aunque no estén despiertas siguen oyendo – gire para encontrarme con la persona que acababa de decir aquellas palabras, aunque no era necesario saber quien había sido. Aquella persona se acerco a mí pasando sus manos por mi cadera haciéndome que me pegara más a él. Escondí mi cara en el hombro le Leo. Podía oler la colonia de mi novio – Pensé que no ibas a venir hasta mas al rato.
- Lose, pero quería invitarte a un lugar, bueno en realidad es la fiesta de la fundación de la escuela y dijeron que podíamos llevar a quien sea, y por eso quería invitarte – Me separe de él para verlo mejor a los ojos - Pero si no puedes lo entenderé eh…
- No te preocupes, hoy no tengo turno de noche así que si puedo ir, ¿a qué hora es la fiesta?
- A las 8:30
- Bueno, ¿nos vamos juntos?
- Claro, te espero en la casa
- Bueno ahí nos vemos
Tenía ya unas dos semanas desde que Leo me había invitado a vivir con él. Leo era la persona que había cambiado todos mis ideales en una noche. En verdad lo amo.
Iván
Baje las escaleras con una sensación extraña en el estomago. Me había levantada más temprano de lo normal para ir al colegio, me había bañado y arreglado, aunque me arregle más de lo normal y no sabía por qué. Al llegar al comedor me di cuenta que Joaco ya estaba despierto y se encontraba preparando el desayuno.
- Dios joder – escuche gritar a Joaco desde la cocina. Me acerque para ver que le había pasado
- ¿Qué pa… - Al entrar en la cocina vi a Joaco desprenderse de la playera que lo cubría. VI como sus músculos se tensaban al alzar las manos, su musculoso cuerpo me había dejado atónico, me dieron ganas de pasar las manos por aquella tableta que tenía enfrente, por aquellos fuertes brazos, por… Gire mi cabeza para eliminar aquellas fantasías - ¿Qué…paso? – pregunte con voz nerviosa.
- Nada, que el aceite brinco y me ensucio la playera – lo dijo con un tono de diversión.
- ¿Porque te ríes?
- No por nada, bueno vete a sentar que ya llevo el desayuno – me gire para dirigirme al comedor no sin antes voltearlo a ver de reojo. Seguía con aquella sonrisa en su rostro.
No tardo mucho en salir Joaco de la cocina con dos platos en las manos, puso uno enfrente mío y se fue a sentar a la silla de enfrente, mi mirada quedo vagando en el cuerpo fornido de mi hermano, veía sus brazos y pectorales tensarse cada vez que llevaba el tenedor a la boca, no sabía cómo era mi cara en ese momento hasta que Joaco se empezó a reír.
- Si sigues con la boca abierta entraran las moscas
- Lo siento – dije algo avergonzado mientras el color rojo se extendía por mis mejillas
- No te preocupes y como que se te ara tarde para el colegio
- Oye hablando de colegio – la voz se me flaqueaba – bueno hoy es el día de la fundación…así que la escuela hará una fiesta…y nos dijeron que…
- ¿Quieres que valla contigo?
- Bueno solo si quieres tampoco…
- Claro que quiero – me dijo interrumpiéndome - ¿Nos vamos juntos?
- Claro, vengo a la casa a cambiarme – en ese momento una sonrisa apareció en mi rostro
- Bueno entonces aquí te espero
Tome mis cosas del colegio y me había dispuesto a salir, “Ten cuidado” escuche que Joaco gritaba desde las escaleras. Aquella sensación de nerviosismo que tenía en el estomago paso a ser un revoloteo de mariposas.
Haziel
Sentía como si el corazón me fuera a estallar. Aunque hubieran pasado ya dos semanas desde que Axel y yo empezamos a ser novios, aun no se me quitaba los nervios de estar con él.
Estaba sentado en el sofá mirando el televisor mientras Axel estaba recostado sobre mis piernas, me gustaba que estuviera en aquella posición ya que podía ver toda su ternura y los movimientos que hacia su cabeza sobre mi entrepierna hacían que mi amiguito despertara. Axel se giro de forma que me pudiera ver, baje mi mirada hacia la suya. Axel me miraba con una gran sonrisa en su rostro que parecía como si se estuviera riendo, o tal vez se estaba riendo, a lo que opte por recriminarle.
- ¿Por qué te estás riendo? – le pregunte como si estuviera enojado
- No me estoy riendo, estoy sonriendo mucho
- Aja, claro y yo estoy pintado ¿no? – le volví a decir enojado
- No, no estás pintado, estas hermoso – aquellas palabras hicieron que el color rojo se notara en mis mejillas, desvié la mirada de la de Axel pero al tiempo que lo hacía sentí como sus manos tomaban mi rostro y lo llevaban hacia el suyo. Sus suaves labios quedaron rosando con los míos. Podía sentir su respiración, sentía el aroma de su suave colonia, sus ojos me veían con una mirada que no sabría cómo explicarlo – Haziel
- Dime
- ¿Te digo algo?
- Claro – en ese instante Axel se acerco a mi oreja, y en forma de susurro me dijo
- Te amo, no he amado a nadie como te amo a ti –Mis manos fueron rodeando su ancha espalda aferrándose a ella en forma de abrazo, lo pegue mas a mí y le conteste
- Yo igual te amo, gracias por aceptar ser mi novio
Las palabras quedaron flotando en el aire haciendo la atmosfera más agradable.
Adair
Las ganas de ir al baño hicieron despertarme con un fuerte dolor en el vientre. Al levantarme de la cama vi que la habitación donde me encontraba no era la mía, había pasado un mes desde que despertaba en casas diferentes, para ser exacto una por día. Con cuidado salí en bolas de aquella habitación para buscar el baño, el cual se encontraba justo enfrente de este. Al entrar en este fui directo hacia la regadera, abrí el agua fría y me metí dentro del chorro de agua sintiendo como mi cuerpo se estremecía al contacto con ella.
Tome una toalla del mueble que ahí se encontraba, me la amarre a la cintura y me dispuse a salir. Al abrir la puerta la figura de una persona hiso que sobresaltara, justo enfrente de mí se encontraba un tío, de 15 años tal vez, que me veía de pies a cabeza. Me agache para recoger la toalla y al levantarme solo pude sonreírle mientras le guiñaba un ojo. Al regresar a la habitación, la tía con la que estaba ya estaba despierta.
- Veo que te has dado una ducha – me dijo al momento de que cerré la puerta. Como vio que no respondí volvió a hablar – ¿te quedaras a cenar?
- No, lo siento – esta vez sí le conteste, mientras me vestía
- Bueno pero por lo menos nos volveremos a ver
- Mmm no se, a lo mejor – le dije mientras salía de su habitación.
Al llegar al comedor vi que el chico de hace unos momentos se encontraba sentado ahí, con mi vista busque un bolígrafo y papel, cuando los encontré escribí mi numero y teléfono dándoselo al chaval en la mano, el cual miro gustoso la anotación.
Entre más caminaba el tibio aire del medio día iba calentándome, a tal punto que llego a abochornarme. Quería correr, salir de ahí y perderme en la inmensidad del mundo, quería olvidarme de todo, pero no podía, había algo en mi que no me lo permitía, pero no sabía qué. De un momento a otro mi cuerpo se detuvo, lo único que podía ver era que me encontraba en medio de la acera, de mis ojos las lagrimas empezaron a caer, me fui encogiendo de forma en que quede en cuclillas en medio del mar de gente que pasaba alado mío con expresión atónita. El viento bochornoso del medio día había empezado a cambiar hasta convertirse en una brisa gélida pero yo aun seguía de cuclillas, no esperaba que nadie me ayudara, solo quería estar solo, aunque todos me vieran, pero esa soledad se interrumpió con la llegada de alguien, el cual paso sus manos por mi espalda y se fue agachando hasta quedar a la misma altura que yo.
- ¿Estás bien? – por la voz supe que se trataba de un hombre – ven levántate – yo no hice ningún esfuerzo ya que él fue el que uso su fuerza para poderme levantar del piso - ¿Ya estas mejor? – me pregunto cuando estuve totalmente de pie, sabía que me estaba viendo pero yo seguía con la mirada agachada – Oye ¿seguro que estas bien?, si quieres
- Me siento sucio…
- ¿Qué?
- Me siento sucio, asqueado, soy un idiota, he hecho cosas de las que me arrepiento y una de ellas es que te estoy contando esto - la verdad era que no sabía porque le había dicho todo eso, lo que si era verdad era que necesitaba desahogarme pronto porque si no explotaría.
- Ha que te refieres con que has hecho cosas de las que te arrepientes – me dijo con una voz algo nerviosa, pensaría que a lo mejor había matado a alguien.
- Me he acostado con medio mundo durante las últimas cuatro semanas, ya ni me reconozco, quiero huir pero no puedo, quiero dejar de hacerlo pero siempre caigo en el alcohol y todo se va a la mierda. Y todo por la culpa del maldito de Esteban – no era culpa de Esteban, sino que era más bien enojo con él, pero no podía decirle a un desconocido que era porque me había dicho que me amaba y luego de meja por alguien más – Pero quiero cambiar, aria todo lo posible por volver en el tiempo y cambiaria todo – en el momento que pronuncie esas palabras las lagrimas volvieron a salir de mis ojos, tenía tanta rabia que hasta podía romper una bloque de hielo con mi mano.
- Escúchame – tomo mi cara con sus manos para que yo lo viera directamente a los ojos, pero desvié mi mirada de la suya nuevamente – tu puedes cambiar eso, tu puedes, solo es necesario que confíes en ti mismo, recuerda que hay personas que te quieren y estarían muy tristes si algo te pasara – sus palabras hicieron que las imágenes de mis amigos empezaron a surcar mi mente recordando aquellas veces que pasamos juntos, como cuando mi novia me engaño y ellos hicieron todo lo posible para cambiarme el ánimo. Moví mi mirada para ver a la persona, que con sus palabras, me ayudaron a mi recuperación motivacional – Espero y me dejes acompañarte a tu casa para asegurarme… - sentí que el mundo se detenía, lo tenía enfrente mío, aquella persona que causo un daño irreparable
- Oye, ¿tus eres? - en aquel momento aquel tío salió corriendo, sus ojos verde jade quedaron grabados en mi mente, lo había tenido en frente de mi y no hice nada. Mire de nuevo hacia donde el asaltante, que hace un mes dejo en coma al novio de Iván, Brandon.
Axel
La parte más hermosa de una relación es despertar alado de la persona que amas. Entre besos y abrazos, Haziel y yo nos fuimos a mi habitación en donde nos quedamos dormidos. Nuestras piernas estaban entrelazadas por debajo de las cobijas que cubrían a nuestros desnudos cuerpos, se podía oír claramente el pegar de las gotas de lluvia sobre el cristal de la ventana, por lo que yo opte de pegarme más a mi novio, que se encontraba durmiendo, para encontrar refugio entre su cuerpo.
- Pareces un pequeño gatito mi amor – me dijo Haziel algo adormilado.
- Oye se suponía que estarías dormido – le recrimine
- Y perderme la escena de cómo mi novio corre a mis brazos para cubrirse del frio, ni en sueño – a Haziel le gustaba que siempre que hacia frio, corría a sus brazos – pero la verdadera razón por la cual me desperté era pare ver al ser que me hace feliz todos los días – aquellas palabras hicieron que un poco de rubor subiera hasta mis mejillas, él tomo con sus manos mi cara y me beso la frente, lo que provoco que aumentara el rubor en mis mejillas – Te amo Axel, pero que crees, se nos hace tarde para el gimnasio – Haziel y yo nos levantamos como locos. Desde que Haziel y yo andamos le dio por aumentar sus músculos para así protegerme.
Las calles estaban desiertas, unas cuantas personas pasaban por nuestro lado y unos cuantos carros nos salpicaban con los charcos que la lluvia formaba, era hermoso ver una escena así, Haziel y yo solos en medio de la calle desierta con la lluvia como acompañante, estaba sumido en mis pensamientos cuando la voz preocupada de Haziel me despertó.
- Oye, ¿Crees que es correcto? – me dijo con la mirada gacha
- ¿Correcto?
- Si, decirle a mi familia sobre lo nuestro – aquellas palabras hicieron que millones de sentimientos se formaran en mi estomago.
- Haziel escúchame – le die mientras me movía para estar enfrente de él – la decisión que tu escojas yo la apoyare, y lo más importante, que yo siempre te estaré apoyando, así que si dices que debemos decirle a tu familia sobre lo de nosotros lo haremos.
- Pero y si se enojan o me dejan de considerar su hijo o algo así – me dijo con un tono de voz algo triste
- Que se enojen es tu vida y si eso llegara a suceder tu y yo la afrontaremos, veras que después te aceptaran – atraje a Haziel hacia mí en un caluroso abrazo, bese su cabeza y recargue mi barbilla en ella – Nada va a pasar, veras que todo saldrá bien – sentí como Haziel rebullía sobre mi pecho, baje la mirada hacia él y vi que me veía con ojos como de bebé llorando
- Te he dicho que te amo - me decía con una sonrisa en todo su rostro
- No mucho, pero lo sé – nos volvimos a abrazar entre risas, el sonido de las gotas que resonaban sobre el paraguas que nos cubría era nuestro único acompañante, todo iba bien hasta que…
- Oye Axel, ¿Qué ese no es tu amigo? Hay como se llama ¿A…dair? – desvié mi vista para encontrar la figura de mi amigo y en efecto era él, caminaba con la cabeza gacha con sus auriculares en los oídos.
- ¡AXEL! – grite pero este no me oyó.
Joaco
La majestuosa construcción del colegio de alzaba ante mí, los estudiantes salían de por el portón con sus sombrillas en mano tratándose de cubrir de la lluvia, un grupo de chicas reunidas a pocos centímetros de la salida me veía mientras se cuchicheaban cosas al oído, yo solo las ignore cerrando mis ojos y bajando mi cabeza, la verdad era que no me importaba si hablaban de mi o no yo nunca les haría caso.
Pocos minutos después llego Iván, el cual venia corriendo cubriéndose con su mochila, levante mi brazo en forma de señal para avisarle que ahí me encontraba el cual, al verme, corrió más rápido. Al llegar se metió debajo de la sombrilla para cubrirse del agua que caía.
- Pensé que no ibas a venir – me dijo mientras le recogía la mochila mojada y me la colgaba en mi espalda
- Cuando yo prometo algo lo cumplo
La tensión se podía sentir en el aire, pero no era la misma tensión de siempre, esta era diferente. De momentos Iván quería romper aquella tensión que nos albergaba pero solo decía una letra y volvía a quedarse en silencio, yo también a veces quería romper aquella tensión pero me daba miedo de cagarla. Una brisa gélida soplo haciendo que pequeñas gotas de lluvia se colaran por debajo de la sombrilla haciéndonos titiritar, mire de reojo a Iván el cual se estaba calentando sus brazos con sus manos, con un rápido movimiento me situé detrás de él y con sutileza lo atraje hacia mí rodeándolo con mi brazos.
- Creí que tendrías frio – le dije sin esperar respuesta y así fue ya que Iván no contesto, solo rebullo en mi pecho buscando la posición correcta.
- Gracias – le oí decir por lo bajo, a lo cual yo solo sonreí, ya que a lo mejor lo habría dicho por lo bajo para que yo no escuchara.
Me sentía feliz, por primera vez en mi vida tenia a la persona que más amaba en mis brazos.
Esteban
Estaba nervioso, era la primera vez que salía con Leo como novios, me estaba arreglando cuando en eso oigo que mi celular estaba sonando, al dirigirme hacia el vi que era una llamada de Leo.
- Leo, ¿Qué paso?
- Lo siento mi amor pero creo que no podre ir a la fiesta contigo, el doctor que se iba a quedar a cargo del turno no llego así que yo atenderé a su enfermo, perdón enserio.
- Ah no te preocupes, el trabajo es primero, descuida haz lo que tengas que hacer – le dije con tono serio
- Enserio mi amor perdóname, te lo compensare vale, bueno te dejo, te amo
- Y yo a ti
Me sentía algo decepcionado, no, más bien triste, yo sabía que él tener una relación con un doctor sería algo complicado, pero aun así yo acepte todas las consecuencias eh iba a ser paciente. Fui a mi habitación a cambiarme la ropa por una más cómoda, al terminar me dirigí hacia el sofá de la sala de la casa de Leo ahí me puse a ver la televisión mientras esperaba a la llegada de mi novio. El sueño se estaba apoderando de mi haciéndome cabecear, no quería dormirme, quería esperar a Leonardo para hacer algo juntos pero el sueño gano dejándome dormido en aquel sillón.
Iván
Estaba nervioso. Me encontraba sentado en el sillón de la sala mientras esperaba que Joaco bajara, era la primera fiesta que íbamos él y yo nada más y la verdad eso me ponía nervioso. Me levantaba, iba de un lado para el otro, me fijaba en el espejo, veía si estaba bien vestido, me había impresionado la manera en la que me había vestido esta noche: una camisa azul marino algo ceñida al cuerpo, una chalina de color gris, un pantalón algo metalizado, y mis zapatos, no entendía porque me había arreglado tanto, si solo era una fiesta, nada especial. Había vuelto al sillón ya que si permanecía más tiempo enfrente del espejo moriría de nervios.
Miraba hacia la ventana viendo la lluvia caer enfrente de ella cuando la voz de Jaoco me saca de mis pensamientos
- ¿Estás listo?
- Claro, podemos ir… - me había quedado sin palabras, Jaoco está verdaderamente…guapo con aquella playera blanca estampada de cuello en “V” escondida en un saco sport negro sin abrochar, unos jeans negros y sus vans, todo aquello lo hacían lucir más fuerte.
- Entonces vámonos – Jaoco abrió la puerta permitiéndome pasar primero.
Conforme caminábamos la lluvia empezaba a minorarse, el aliento que salía de mi boca se convertía en vaho al contacto con la temperatura fría de la calle, tenía un poco de frio pero no hice ningún movimiento para que no sucediera lo mismo que en la tarde. Todo el camino Joaco se mantuvo a lado mío sin decir una sola palabra. No tardamos mucho en llegar al colegio, desde donde nos encontrábamos se podían ver a los estudiantes dispersos en la entrada de este, los nervios crecían dentro de mí a cada paso que dábamos.
- Oye – me dijo Joaco haciéndome girar para verlo – esta noche seré tu pareja, bueno si tu quieres – “eso es lo que quiero” pensé – no te excederás en la bebida, no aceptes nada de extraños y lo más importante, no te alejes de mi – aquellas palabras hicieron que mi corazón latiera muy rápido, “¿Qué te sucede?, ¿Por qué te comportas de esa manera?”pensé
- No tengo ni la menor idea – dije en voz tenue
- ¿Qué?
- Ah no nada, que está bien, venga vamos – tome la mano de Joaco y corrí con él hacia el portón.
Las luces multicolores le hacían tener otro efecto al gimnasio del colegio. La multitud de estudiantes se encontraba reunida por todo el lugar, con trabajo Joaco y yo pudimos llegar a la barra de bebidas donde Joaco ordeno dos, yo me había quedado a un lado de él esperando a que la orden llegara, Estaba pensando en aquella persona especial, Brandon, “Ahora si piensas en el verdad hipócrita” pensé.
- Yo no soy hipócrita
- ¿Qué? – dijo Joaco con las bebidas en mano
- A nada, lo siento – dije esto con un poco de enrojecimiento
- Otra vez pensando en voz alta – su mano me revolvió el cabello mientras decía esto – Y bueno ¿qué es lo que quieres hacer primero? – desvié mi mirada hacia donde se encontraban todos bailando, y sin decir nada Joaco me tomo de la mano y me llevo hacia donde los estudiantes se expresaban corporalmente.
Joaco me guiaba al compas de la música, girábamos, saltábamos, reíamos, nos empujábamos, era la primera vez que veía feliz a mi hermano en mucho tiempo, las luces multicolores le hacían ser más atractivo aun en aquella pequeña oscuridad, podía ver sus músculos tensarse debajo de la ropa, podía sentir su colonia impregnada en mi cuerpo, el más pequeño rose de su cuerpo con el mío encendía aquella llama de pasión, sabía que eso estaba mal, que tenia novio pero no le estaba siendo infiel, ¿O sí?
- ¡VOY POR ALGO DE BEBER! – le dije casi gritando a Joaco en el odio.
Iba esquivando a las personas que iban aplastándome, a veces sentía como algunas personas me manoseaban pero no preste atención ya que sería todo un lio buscar a la persona correcta en esa estampida juvenil. El mesero no tardo mucho en atenderme, pedí mi bebida y me gire para ver donde se encontraba Joaco, cuando en eso. Un grupo de chicas estaba rodeando a Joaquín de forma que le impedían el paso, cuando en eso una chica rubia se empieza a acercar a la boca de mi hermano. Un nudo en la garganta se me empezó a formar, sentía que el aire me faltaba, que las piernas no me respondían, tenía que salir de ahí lo antes posible.
Corrí por los pasillos del colegio tratando de alejarme de aquel lugar, lo único que tenía como luz para guiarme eran las luces de la luna. Nos supe como llegue a una de las jardineras de los terrenos del colegio, pero llegue, me senté apoyado en un árbol, atraje mis piernas hacia mí y escondí mi cabeza en mis brazos. Sentí las lagrimas correr por mis mejillas, el nudo en la garganta aun estaba ahí, “¿Por qué te importa lo que haga?, el es libre de hacer lo que sea con quien sea” pensé, no quería admitirlo pero creo que era la única opción que se me ocurría.
- Me importa, porque…porque…LO AMO
Joaco
Después de que Iván saliera de la pista para ir por un trago, un apr de chicas me envistió. Las chichas se empezaron a acercar a mí bailando al ritmo de la música, yo trate de alejarme de ellas pero otras dos me llegaron por detrás, de un momento a otro quede en el centro de un círculo de chicas,
- ¿¡POR QUÉ TAN SOLO!? – dijo una de las chicas gritando para que se le oyera – mira ella es Maite, ella es Ángela – dijo señalando a una chica morena y a una castaña respectivamente – y ella es Stephanie – me dijo señalando a una chica rubia. Aquellas chicas eran las mismas que me miraban a la salida del colegio – bueno no sean tímidos, bailen – la chica dio un pequeño empujón a la rubia de forma que se pegara a mí. Stephanie estaba guiándome en el baile, tenía la mirada en la mía pero yo no le correspondía ya que estaba buscando a Iván.
- Oye, ¿no me vas a prestar atención? - me dijo en el oído para que yo la escuchara
- Lo siento pero estoy…
- No te preocupes, se cómo arreglarlo – sus manos tomaron mi barbilla haciendo que girara para verla, sus ojos verde gris me miraban con entusiasmo, no entendía lo que pretendía hacer hasta que sus labios se posaron en los míos en un beso. Su lengua empezó abrirse paso por mis labios. Desvié mi mirada hacia otro lado, ahí estaba él, parado con expresión atónita, de momento a otro hecho acorrer perdiéndose entre la multitud de la gente. Como puede me zafé de la chica pero esta mordió mi labio inferior haciéndolo sangrar.
- Lo siento pero debo irme
Salí de aquel círculo de chicas que me rodeaba. Corrí hacia la entrada del gimnasio mientras iba limpiándome la sangre de mi labio con una mano. Al salir del lugar la oscuridad se hiso presente, no sabía por dónde ir, aquellos pasillos eran extraños para mí. Deje que mi intuición me guiara por aquellos corredores.
Llegue a una parte llenas de arboles, el aire me faltaba por tanto correr por lo que opte por caminar, el corazón me latía con fuerza. Me detuve en aquella oscuridad, en un árbol recargado se encontraba el cómo niño regañado, era perfecto aun si se encontrara oculto entre sus brazos era hermoso.
Esteban
Sus manos tibia me rodearon en un gran abrazo haciende despertar. Lo primero que vieron mis ojos fue la hermosura de mi novio el cual me veía con ojos llenos de ternura. Él esbozo una sonrisa y dándome un beso me dijo.
- Buenas noches mi amor
Todas las palabras me que decía Leo, siempre provocaban que me sonrojara. Leo estuvo a punto de levantarse pero yo lo hice detener rodeándolo con mis manos por su cuello.
- No quiero que te vayas – mis palabras salieron en forma de susurro
- Ya no me iré – me dijo rodeándome por la cintura – venga vamos a la cama que mañana será un día difícil
- ¿Difícil? – le pregunte algo sorprendido
- Sí, me tome el día para estar contigo.
- ¡Enserio!
- Si así que iremos a donde tú quieras
Aquello me había dejado extasiado, nunca habíamos tenido un día para nosotros dos solos. Nunca habíamos pasado un día como NOVIOS.
Iván
Había parado ya de llorar pero un mantenía la cabeza escondida en mis brazos. El frio de la noche se estaba empezando apoderar de mí pero no quería regresar, no quería ver aquella escena que me dejo así. Oí que alguien se acercaba pero no le preste atención, yo solo quería estar solo.
- No te dije que no te alejaras de mí – la voz de Joaco hiso que alzara mi cabeza
- ¿Qué quieres? – le dije enojado
- Quería saber ¿Por qué te fuiste así de repente? – “Por mis estúpidos celos” pensé – pero sí creo que mejor me voy – Ya se estaba dando media vuelta cuando le detengo dándole un abrazo por detrás.
- No quiero que te vayas, quiero que estés aquí conmigo, dijiste que sería solo una noche solo tú y yo – las lagrimas empezaron a correr de mis ojos mojando el saco de Joaco, “¿Por qué has dicho eso?, ¿Qué te ocurre?” aquella voz en mi cabeza estaba presente pero no le hice caso, deje que mi corazón guiara la situación. Las manos de Joaco me tomaron por los hombros en el momento que él se dio vuelta para quedar frente a mí. Alce mi vista para verlo, las luces de la noche iluminaban su rostro, el me veía con una gran sonrisa mientras sus brazos bajaban hasta mi espalda, en un rápido movimiento quede contra el pecho de mi hermano.
- Claro que solo será una noche solo tuya y mía y de nadie más – mis brazos rodearon la fuerte espalda de Joaquín en un fuerte abrazo
- No me dejes solo – dije en forma de susurro para que no pudiera oírme
- “No estás solo”, yo estaré aquí contigo.
Estar en los brazos de Joaco me era re confortable, sentía que nada iba a suceder, que estaba protegido, sentía que todos mis problemas se evaporaban. En mi estomago empezaron a revolotear mariposas, mi corazón empezó a latir más de prisa, creo que por fin lo tenía claro. Estaba enamorado de Joaquín.