Nuestro amor no morirá (11)
...Bueno, porque oportunidades como estas no llegan dos veces...
Bueno hola a todos, perdón por la demora. Desde aquí empieza la segunda temporada y como al algo siempre trae algo nuevo, en este capítulo entran nuevos personajes que cambiaran la vida de nuestros personajes. Lamento si hay faltas de ortografia o algo asi jaja.
Los invito a leer y bueno como siempre espero sus comentarios y valoraciones. Saludos a todos. Bye
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Capitulo 11 – Gee
Brandon
Oscuridad, fue lo último que recuerdo, sentía frio, oía voces a mi alrededor. Oía una voz, aquella voz que alegra mis días, aquella voz de la persona que amaba, deseaba llegar hasta ella pero me era imposible. Deseaba llegar a su lado, abrazarlo y quedarnos así hasta el fin de los tiempos.
Joaco
Aun seguía en shock, tenía los ojos abiertos en el lugar donde él se encontraba. Se había interpuesto entre aquel tío y yo, el me había salvado la vida y ahora estaba ahí en el piso tirado, tenía el estomago revuelto, millones de sentimientos cruzaban mi cuerpo como en una revolución.
Axel
Estaba atónito. Después de que aquel tío disparara salió huyendo como todo un cobarde. Cuando Brandon cayó desplomado al piso llame a emergencias con las manos temblorosas, le di la dirección al operado la cual me informo que llegarían en cualquier momento.
Gire mi cabeza a mi izquierda y vi la bolsa de regalo que llevaba Brandon cargando, me agache para recogerla. Al momento de cogerla las grapas que la mantenían sellada se desprendieron dejando ver el contenido de este, metí la mano y sentí algo frio y cuadrado, mis dedos lo aferraron y tiraron de ella. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver el contenido de la bolsa de regalo. “Iván y Brandon. Juntos por siempre. Te amo mi niño” era el mensaje el cual se encontraba grabado en cristal.
La ambulancia había llegado ya, guarde el regalo de nuevo y fui a donde los paramédicos se encontraban con Brandon, al cual ya estaban subiendo a una camilla.
- No tiene pulso – escuche decir a un paramédico a su compañero.
Subieron a Brandon dentro de la ambulancia, gire para ver como se encontraba Joaco, pero él seguía igual, viendo el lugar donde momentos antes se encontraba Brandon. Poco después llego otra ambulancia en donde subieron a Joaco y a mí como su acompañante. En mi mano izquierda tenia agarrando el regalo de Brandon y en la otra tenía el móvil, busque el teléfono de la casa de Iván y marque.
Iván
El teléfono de la casa sonaba, me pare del suelo y corrí hacia este, al levantar la bocina mis esperanzas crecieron, pero todo cambio al oír la voz del amigo de Joaquín. Sentí como la respiración me faltaba, como todo mi mundo se venía abajo, sentía las lagrimar surcar mis mejillas, “no podía ser cierto, debía ser una broma” pensé, pero lamentablemente no fue así, sentí como me caía pero algo me detuvo y me decía que todo iba a estar bien, pensé que esa persona era él, pero no lo era. Aquella persona grito unos nombres, de los cuales dos personas se materializaron en frente mío. Una de ellas, el más musculado, tomo el teléfono y siguió con la conversación que había dejado yo.
Aquella persona tomo el control de la situación, me tomo en brazos y me dijo que nada iba a sucederle, se giro a las otras dos personas y les dijo algo, me tomo de la mano y salimos hacia la calle. Sentía el viento golpear mi rostro, no podía ver nada por las lagrimas que hacían borrosa mi visión pero iba siendo guiado por aquella persona. Esteban se detuvo y paro un taxi, nos subimos en el, Esteban le dio una dirección y el taxi volvió en marcha. Todo el camino tuve la vista perdida en la ventana, veía pasar carros, personas, perros, estar en ese taxi me recordó cuando Brandon me llevo a la playa y me dijo si quería andar con él. Cerré los ojos tras los recuerdos y deje que las lagrimas recorrieran mis mejillas.
Joaco
Estaba sentado en la sala de espera, me habían dicho que solo había sido el susto y nada más. Axel me había dicho que le conto a Iván lo que había sucedido, y eso me tenía algo nervioso ay que no sabía cómo lo iba a tomar Iván.
Escuche aquella voz gritando su nombre, eso me dio a entender que Iván ya había llegado al hospital. Me levante y corrí hacia donde venían la voz de mi hermano. Cuando llegue a recepción vi que venía acompañado de aquel tío que me había encontrada en el bar. Nuestras miradas se cruzaron, podía ver preocupación en sus ojos pero no quise indagar más en su mirada así que desvié la mía y la postre en Iván, el cual me vio y acto seguido empezó a correr, yo solo lo veía correr hasta que…Iván se aferro a mí en un abrazo, ese abrazo provoco que mi corazón se acelerara, ese abrazo hiso que todas las preocupación que tenía en ese momento se esfumaran.
- ¿Por qué?, ¿Por qué él? – me decía entre sollozos – fue un error el haberle marcado…
- Oye, oye, escúchame, tú no tienes la culpa de acuerdo – le dije mientras mi mano levantaba su cara que se escondía en mi pecho - esa persona nos venía siguiendo desde que salimos de la pastelería.
- ¿pastelería?
- “mierda”, pensé –si es que te queríamos dar una fiesta por tu cumpleaños, pero bueno, Iván tú no tienes la culpa de nada, de acuerdo.
Pero no sirvió de nada, Iván volvió a romper en llanto. Alce mi cabeza para ver a Esteban, pero este ya se había ido. Lleve a Iván a la sala de espera, me senté en el sofá que ahí se encontraba y recosté a Iván en este, dejando su cabeza en mis piernas. Mi mano le acariciaba con ternura mientras le decía que todo iba a estar bien. No tardo mucho en quedarse dormido, mi mano aun le acariciaba su cabeza con ternura, no pude evitar sonreír, agache mi cabeza y le di un pequeño beso en su mejilla.
- Todo va a estar bien, te lo prometo – le dije en forma de susurro en su oído.
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TRES SEMANAS DESPUÉS
Iván
Habían pasado ya tres semanas desde aquel accidente, el accidente que transformo mi vida por completo. Aun recuerdo, como si hubiera sido ayer, las palabras del doctor sobre la condición de Brandon
- ¿Familia del señor Brandon?
- Somos nosotros
- Bueno quiero decirles que la bala fue extraída con éxito, pero…
- ¿pero qué? – le exigí al doctor
- Pero me temo que Brandon a caído en…ha caído en coma.
Aquellas palabras me derrumbaron como una ola derriba un castillo de arena.
Durante aquellas tres semanas había ido a visitar a Brandon todos los días, en la mañana, en la tarde y a veces en la noche, que ya las enfermeras y algunos doctores me conocían. Al llegar a la habitación de mi novio, me lleve la gran sorpresa de encontrarme a su mamá, esta al verme me dedico una gran sonrisa
- Hola Iván, cuánto tiempo sin verte ¿no?
- Hola Sara, bueno la verdad es que si – le dije con la misma sonrisa que ella me esta dando.
- Me alegra que vengas todos los días a ver a Brandon
- ¿pero?
- Las enfermeras me han contado que vienes todos los días a verlo y que siempre traes contigo un ramo de flores, como ahora – diciendo esto señalando el ramo de flores que traía en mi mano derecha - bueno creo que mejor los dejo solos. Con permiso.
- Hasta luego Sara – le dije en forma de despedida.
- Nunca te dijo ¿verdad? – voltee a ver a Sara, pero ella no estaba viéndome a mí.
- Nunca me dijo ¿Qué? ¿quién? – le pregunte yo.
- Brandon, nunca te dijo ¿no es cierto?, Brandon tiene problemas del corazón – otra bomba estallo en mi interior – los doctores dicen que el coma fue causado por eso, por el susto que se llevo el día del asalto, también dicen que sería un milagro que despertara ya que ellos le dan más o menos dos meses – no pude evitar llorar, las lagrimas salían de mis ojos sin control – lamento haberte dicho todo esto, pero creo que necesitabas saberlo, perdóname quieres, y ahora son tu permiso me retiro.
Trate de ser fuerte tras la nueva noticia, sentía que mi mundo ya no tenía sentido, pero tenía que ser fuerte por Brandon. Me acerque a su cama, verlo ahí me hacia olvidar mis problemas, pero solo por un momento, siempre me encanto verlo dormir.
- Brandon, aunque sé que no me veas sé que me estás oyendo, quiero que sepas que siempre te amare, pase lo que pase siempre estaré a tu lado. Te amo – le di un beso en los labios tras decir eso, deposite las flores en el jarrón y salí de ahí.
Axel
La tarde era estupenda, y más porque me encontraba haciendo mi deporte preferido, la natación. Tres semanas habían pasado de aquel accidente y al parecer todos ya se habían recuperado, o por lo menos yo ya. La natación me había ayudado a alejar aquella experiencia de mi mente.
Al salir de la alberca, las gotas de agua recorrían mi cuerpo de modelo, provocando más que una mirada a las personas que ahí se encontraban, tome mi toalla del camastro y la pase por mis hombros y me puse en marcha hacia los vestidores. En estos me despoje del short que traía y me enrolle la toalla que llevaba alrededor de mi cintura, escogí mi regadera y me metí en ella, ya no me daba pena que me vieran en bolas como la primera vez que había estado ahí, la verdad me agradaba que me vieran así, levantaba como por así decirlo, mi ego.
Al salir de la regadera, metí la ropa mojada en una bolsa para luego meterla en mi mochila, saque mi ropa de mi casillero y me vestí. La ropa que traía era una camisa de cuello “V” profundo naranja algo ceñida y que dejaba ver la división de mis pectorales, unos pantalones blancos algo entubados y unos zapatos cómodos. Salí de los vestideros y me percate de una que otra mirada.
Salí del club y la briza tibia de la tarde me envolvió, cerré los ojos para disfrutar el momento, me deje envolver aun más por la briza hasta que…
- ¡Cuidado! – ese grito me hiso abrir los ojos de golpe. En frente mío e aproximaba un tío con su patineta, no me dio tiempo de esquivarlo y aquel tío se estrello conmigo – lo siento mucho en verdad no te vi – me dijo como disculpa mientras me extendía la mano para ayudarme a levantar del suelo.
- No discúlpame a mí por interponerme en tu camino, pero es que… - me había quedado sin palabras, no creía lo que veía, aquel chico era, era guapo – pero es que yo traía los ojos cerrados
- No, en verdad discúlpame, me llamo Haziel, mucho gusto – diciendo esto me extendió la mano en forma de saludo
- Mucho gusto me llamo Axel – podía sentir que en mí rostro se había dibujado una sonrisa.
- Bueno Axel, como forma de pago, te invito algo, claro, si no tienes nada que hacer.
- Mmm ¿Por qué te ofreces a invitarme algo? – soy idiota en verdad, como me atrevo a preguntar algo así
- Bueno, porque oportunidades como estas no llegan dos veces.
- Está bien, acepto
Haziel y yo caminamos uno al lado del otro, todavía podía sentir aquella sonrisa en mi rostro
Esteban
Al salir del colegio me dirigí hacia el hospital a ver a mi amigo Brandon. Aquel día del accidente, recuerdo que salí del hospital al ver a Joaco, no sabía muy bien porque lo había hecho. No volví hasta el día siguiente pero ambos seguían ahí, Iván seguía destrozado y Joaco seguía consolando a su hermano, no me quedo de otra que hacerles compañía.
En las tres semanas, eran mínimas las veces que pasaba por el hospital, no me gustaba aquel olor que lo rodeaba, a anestesia, el olor a café barato y a metal, esos olores me causaban repulsión, pero tenía que hacerlo por mi mejor amigo. Al entrar fui directo a recepción, deje mis datos y los datos de la habitación de Brandon, la recepcionista me dijo que media hora por lo mucho, yo solo asentí. Apreté el botón del ascensor, no tardo mucho en llegar este, me metí en él y marque el piso en el que se encontraba mi amigo.
El ascensor se detuvo en el tercer piso, busque la habitación y entre en ella. Al entrar en su habitación pude ver que en la mesa de estaba alado de su cama había un ramo de flores, una sonrisa se dibujo en mi rostro al pensar en Iván dejándolo a altas horas de la mañana.
Me acerque a su cama, y con cuidado le acaricie una mejilla.
- Hay amigo, cuando deseo que estés aquí, se que te recuperaras, pero me haces mucha falta, ¿a quién le contare mis problemas?, ¿Quién me ayudara a solucionar mis metidas de pata?, pero yo no soy el único que te necesita, Iván te necesita, aunque siempre este con una sonrisa de oreja a oreja se que en el fondo, el sufre. Y…
- Lo siento no quería interrumpir, pero necesito revisar al paciente – aquel doctor me había interrumpido en mi platica motivacional – pero venga que continua
- No ya acabe – dije algo molesto
- Lo siento de verdad, no era mi intención molestarte
- Oye ¿eres nuevo aquí? – le pregunte – es que no te recuerdo como el doctor encargado de mi amigo
- A no, soy solo practicante, mucho gusto me llamo Leonardo – me dijo extendiéndome la mano, la cual yo estreche correspondiendo
- Mucho gusto me llamo Esteban
- Bueno esteban, ahora no tengo tiempo, pero me gustaría charlar contigo, no tengo mucho que me mude para hacer mi servicio y la verdad no conozco mucho, claro si tu quieres podrías ser mi guía – la verdad ahora necesitaba algo de distracción a lo que conteste con un eufórico si.
Leonardo salió del cuarto, había algo en el que no había visto en otra persona, acaso, ¿me estoy volviendo gay?
Haziel
Aquel chico, Axel, había despertado algo que mi que pensé que nunca volvería a sentir por alguien.
Hola a todos me llamo Haziel, tengo 20 años, mido 1,69 [me siento algo pequeño], el color de mis ojos son azul grisáceo y mi cabello rubio con la raíz de color café, mi cuerpo no es musculoso, sino mas bien es atlético, o eso es como yo lo describo, y algo marcado, no mucho pero ahí se notan mi tableta. Soy un chico que le gusta el skate, ustedes saben no patinetas, calle ¿si comprenden? Y detrás de esa faceta de chico malo hay un secreto que casi nadie sabe, soy bisexual, y me había prometido nunca enamorarme desde la última vez que tuba a alguien a mi lado pero esta vez creo que el amor vencerá.
Hablar con mi nuevo amigo se sentía muy bien. Le había prometido invitarle algo, pero aun no sabía que, además no llevaba mucha plata como para invitarle un café. Mientras hablamos y caminábamos, veía los locales de la acera de enfrente para ver si uno me convenía, pero creo que no. Al cabo de un rato vi un parque, vislumbre un plan en mi cabeza el cual provoco una sonrisa de picardía en mi rostro.
- ¿te sucede algo? – me decía Axel con una sonrisa de diversión en su cara
- No nada – le conteste – que te parece si mejor nos recostamos en el parque de ahí enfrente – Axel giro su cabeza en dirección hacia donde se encontraba el parque.
- Está bien – acepto poniendo su mirada en la mía. Aquellas milésimas de segundos hicieron que me sonrojara y bajara mi cabeza.
Al llegar al parque recargue mi patineta en el árbol más cerca de nosotros y me tire al césped, luego Axel hiso lo mismo y se recostó a mi lado. Por entre las copas de los arboles que nos cubrían podía ver los rayos de luz entrando por entre las hojas.
- Es hermoso, no te parece – la voz de Axel hiso que saliera de mis pensamientos
- ¿El qué? – pregunte
- El cómo entran los rayos de luz atreves de los arboles
- Ah, si tienes rezón, es hermoso – terminando de decir esto volví a girar mi cabeza para completar aquella vista.
- Sabes, siempre quise ser fotógrafo - me dijo Axel
- ¿Y por qué no lo hiciste? – le pregunte
- Porque quise irme a practicar deportes extremos una temporada, pero me hubiera encantado estudiar para fotógrafo
- No se necesita estudiar para ser fotógrafo – le comente – basta con tener una cámara y listo. Pero bueno se está haciendo tarde, préstame tu móvil – Axel me miro con cara extraña pero termino dándome su móvil, el cual cogí y grabe mi numero en este. Me levante del césped, mire a Axel a los ojos, y una sonrisa resplandeció en mi rostro -. Gracias por el día de hoy – me acerque para entregarle su móvil, pero hice un movimiento rápido y posee mis labios sobre los suyos. Aquel beso fue algo mágico, por así decirlo, al principio Axel se resistió, pero después lo correspondió abriendo su boca para que nuestras lenguas se encontraran por primera vez – Espero verte muy pronto – le dije al momento de separarme de él.
Cogí mi patineta y me puse a andar sobre ella. Sentía en mi estomago una sensación agradable, que logro sustituir la de adrenalina que sentía cada vez que montaba mi patineta.
Axel
Aquel beso me dejo atónito. Aun podía sentir el sabor se sus labios imprégnanos en los míos, aquel beso fue diferente, lleno de ternura, o no sé. Empezaba a hacerse tarde así que me levante del suelo y me puse a andar. Estaba como “idiotizado” ya que varias veces choque con las personas que caminaban enfrente de mí, me sentía un baboso, apenas lo conocía y la estaba creando un mundo con él.
Al llegar a casa subí directamente a mi habitación, cerré la puerta tras de mí y de tire en la cama. Coloque mi almohada sobre y cara y di un tremendo grito que fue ahogado por la almohada. Estaba contento, tenía ganas de salir corriendo e irlo a buscar. Me levante de la cama, metí mi mano en mi bolsillo del pantalón y saque mi móvil, revise mi directorio y entonces fue cuando vi su nombre seguido de un corazón.
“Gracias por la tarde de hoy en verdad”
Fue lo que le escribí en un mensaje, el cual no tardo mucho en contestar poniendo:
“Me gustaría verte otra vez, claro si tu quieres, jaja bonita tu noche, descansa y duerme lindo”.
De nueva cuenta sentí como mi boca creaba un , arroje el teléfono a la cama y gire en media vuelta, luego todo se vino abajo. Sobre el escritorio que estaba enfrente a mi cama se encontraba una bolsa de regalo de color rojo algo grande, sentí en ese momento como si me apretaran el corazón. Tenía que dárselo a Iván, pero la sola idea de saber que se derrumbaría me daba no se qué cosa. Me senté al filo de la cama y me puse a pensar en lo que sería mejor de hacer.
Joaco
Estaba sentado en el sillón mientras contestaba unos mensajes y uno de ellos era de mi amigo Axel, gire mi cabeza y vi a Iván sentado en el comedor mientras así su tarea, últimamente nuestra relación ha mejorado bastante y eso me hace estar contento.
Veía como Iván hacía gestos y se agarraba con fuerza la cabeza, lo que provoco que me levantara con una sonrisa y me acercar hacia él.
- ¿Qué pasa? – le dije mientras me apoyaba en la mesa - ¿Por qué haces todos esos gestos?
- Estos malditos problemas, que por más que trato no me salen. Ya me tienen hasta la madre
- Tranquilo haber déjame ver – Iván giro el cuaderno para mostrarme los problemas – mira si mi mente no me falla, esto es así…
Juntos resolvimos aquellos problemas que tanto lo estaban agobiando. En momento a otro, de tantas risas y juegos nuestras miradas se quedaron unidas, en los ojos de mi hermano podía ver tristeza escondida en un rostro que desborda felicidad. Iván desvió la mirada hacia sus cuadernos los cuales empezó a acomodar, se hiso para atrás y se levanto
- Gracias por ayudarme con mi tarea, te quiero – tras decir esto me dio un abrazo el cual no duro mucho, al separarnos me sonrió y se fue a su habitación subiendo las escaleras.
Aunque para él ese abrazo no haya significado algo más para mi fue como si me hubieran bajado el cielo.
Esteban
Caminaba de un lado para el otro, mi cabeza era una bomba de sensaciones. Había superado ya a Adair. Me había jurado nunca enamorarme de un hombre porque yo no era gay pero hoy al ver a Leonardo toda esa promesa se fue a la mierda.
Sentía la necesidad de verlo, de abrazarlo, de besarlo “¡ahh! ¿Qué me pasa?”, pensé, no podía seguir así. Salí corriendo de la casa, no cogí dinero ni llaves, me fui vacio. Corrí y corrí sintiendo el aire gélido de la noche en mí cara.
Llegue al hospital en un santiamén, no sé como habré llegado ya que las enfermeras me preguntaron si estaba bien, a lo cual yo conteste que sí. Me aleje de recepción y subí a la habitación de Brandon, pude oír detrás de mí a alguien que decía que no podía subir. El ascensor tardaba mucho por lo cual decidí subir por las escaleras. Subí las escaleras, iba esquivando a personas y aparatos pero no me importaba lo único que quería hacer era llegar.
Me detuve en seco al llegar a la puerta de Brandon, él estaba a dentro revisando el aparatito que estaba al lado de Brandon. Sentía las piernas temblar, quería moverme pero no me respondían mis extremidades.
- Señor, disculpe la hora de visita ya acabo – me decía una enfermera mientras me tomaba del brazo – le pido por favor que…
- Tranquila Isabel. Es mi novio y yo le pedí que viniera – aquellas palabras me hicieron voltear a ver a la persona que las había dicho. En el arco de la puerta se encontraba Leonardo viendo con una sonrisa
- Ah lo siento mucho doctor no lo sabía – le decía la enfermera mientras me soltaba del brazo – perdone las molestias señor – dio media vuelta y se fue.
- ¿Novio? – le dije a Leo cuando ya no estuvo la enferme
- Lo siento mucho espero que no te haya molestado, pero pensé que no era justo que hayas llegado hasta acá para ver a tu amigo y que te sacaran a la fuerza.
“La verdad es que no venía a ver a mi amigo” pensé
- Bueno gracias por ayudarme en verdad, pero creo que mejor me voy
- Bueno, pensaba que, como ya habías llegada hasta déjame invitarte a cenar por haber hecho que pasaras un mal momento – no sabía que decir, quería estar con él per al mismo tiempo quería irme.
- Bueno pero solo un rato - Ambos empezamos a andar.
Al llegar a recepción Leonardo me tomo de loa cintura y me atrajo hacia él. Por detrás pude oír las risas y murmullos de las recepcionistas y enfermeras que ahí se encontraban. Al salir del hospital nos separamos
- De nueva cuenta lo siento por haber hecho eso de hace un rato – se disculpo Leonardo mirándome a los ojos
- No te preocupes, no importa – le conteste correspondiendo su disculpa.
Volvimos a avanzar los dos juntos. El silencio que nos rodeaba era algo incomodo hasta que Leonardo lo rompió.
- Y dime ¿Cómo te va en el colegio? – me pregunto
- Pues ahí voy, no me quejo, una que otra materia que se me dificulta pero de ahí en fuera todo bien – le respondí.
- Bueno hemos llegado
El lugar donde me había llevado Leonardo era una cafetería familiar. Al entrar la edecán saluda a Leo como si lo conociera de años.
- Buenas noches Dr. Leo ¿donde siempre?
- Buenas noches Lety…no hoy traigo a un acompañante
- Oh mucho gusto, entonces síganme por favor – Leonardo y yo seguimos a Lety que nos llevo a una mesa pegada a la ventana. Después de sentarnos nos entrego dos menús que había cogido anteriormente – enseguida les toman su orden.
- ¡Gracias! – dijimos al mismo tiempo.
- ¿Dr. Leo? – le pregunte casi riéndome
- Si bueno, casi siempre vengo aquí a cenar, así que ya me conocen, y bueno dime ¿qué vas a ordenar?
- Mmm no se Dr. Leo, ¿Usted qué me recomienda? – le dije cerrando el menú y cruzado mis brazos
- Mmm bueno te recomiendo…pues te recomiendo la lasaña
- Pero esta muy grande – le recrimine con una sonrisa
- Bueno pedimos una para los dos, además hoy eres mi novio
- Jaja bueno te la acepto solo porque eres mi novio por un día - pronunciar aquellas palabras provocaron sensaciones en mi interior que nunca antes había experimentado.
No tardo mucho en llegar la camarera para pedirnos la orden, Leo le dijo lo que ordenamos y le dijo que nos trajeran café.
En la cena Leo me daba de su cubierto y yo del mío, como novios de verdad. Al acabar le dije que yo pagara la mitad y él la otra, al principio se negó pero tras mi insistencia termino aceptando. Al salir del restaurante nos despedimos de Lety. En la calle el viento frio nos envolvió, esto hiso que Leonardo me abrazara. Sentí aquel abrazo como el primero que me daban en mi vida.
- Bueno es tiempo de que me valla – le dije cuando llegamos al hospital – muchas gracias por lo de esta noche
- No tienes de que agradecer
- Bueno espero verte pronto “Leo” – me di media vuelta para abandonar aquel lugar pero algo me detuvo. Gire mi cabeza para ver qué era lo que me detenía.”Caramba” Leo me estaba deteniendo por la muñeca
- Oye perdón pero aun tengo que decirte algo – esas palabras hicieron que mi corazón se acelerara - de todo lo que hablamos hubo algo que quise preguntarte y eso es… bueno jaja se que sonara algo absurdo pero creo, bueno no creo. Esteban estoy enamorado de ti – tras decir esto me jalo hacia él, yo no puse resistencia y me deje llevar – se que llevamos un día de conocernos, sé que es poco el tiempo. Por eso fue que le dije a la enfermera que… - le hice callar con un beso, un beso que fue correspondido, un beso suave y tierno. Sentí sus manos, una enredarse en mi cabello y la otra atrayéndome hacia el por medio de mi cintura. Al separarnos pose mis manos alrededor de él y mi frente en la de él, Leo estaba de mi altura así que no tuve que encogerme o estirarme.
- Creo que yo también siento lo mismo – tras decir esto ambos empezamos a reír.
El aire frio de la noche fue el único testigo de lo que sucedió. Por fin tenía claro que quería, a quien quería y a quien me entregaría en cuerpo y alma por verlo feliz. A Leonardo.