Nuestras madres. Las dudas.

Después de tener sexo con tu propia madre, a veces surgen ciertas dudas de lo que se ha hecho...

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Nuestras madres. Las dudas.

Habíamos estado un buen rato dándonos un baño en la piscina todos juntos, madres e hijos desnudos. Después estuvimos comiendo, con algo más de ropa. Tener mi primer sexo completo con una mujer, y que además era mi madre, me había llevado a un mundo soñado y que creía que nunca alcanzaría. Pero aquella mañana se hizo realidad, había tenido sexo completo con mi madre, hasta correrme y llenarla con mi semen. Todos nos habíamos corrido en las vaginas de nuestras madres, sólo esperaba que ellas hubieran tomado las medidas oportunas para no quedar embarazadas. Como fuera, mi sueño se había cumplido.

Y ahora estaba en la parte mala de los sueño, cuando se hace realidad y realmente ves como son las cosas. Seguía queriendo a mi madre, eso no cambiaría nunca, pero antes de aquel día soñaba con poseerla… pero en mi sueño había algo especial, algo que hacía que follarla fuera algo más que meter mi polla hasta que los dos nos corriéramos.

Aquella mañana había disfrutado viendo a mi madre desnuda, cuando ella me la mamó, cuando ella mantuvo mi semen en su boca, cuando la penetré enloquecidamente… pero cuando compartió  el semen de su boca con Lucía y mamó a su hijo sentí que aquello no era mi sueño, no sabía que pasaba pero en mi cabeza había algo que no funcionaba.

Después de comer y tras haber recogido todo, decidí dar una vuelta por la urbanización, por los campos colindantes.

-Si no me necesitáis iré a dar una vuelta – Les dije a todos.

-¡Cariño, espera y voy contigo! – Me dijo mi madre.

-¡No! – Dije de forma brusca. – Perdona, es que necesito estar solo. – Noté que ella se quedó algo preocupada, pero respetó mi necesidad de estar solo. Salí por la puerta y caminé sin rumbo buscando una forma de llegar a la zona de vegetación que nos rodeaba.

Marta veía como su hijo se alejaba por el camino. Algo raro le había pasado. Antes de aquella mañana ella notaba que Enrique siempre estaba deseoso de estar con ella. ¿Habría hecho mal al tener relaciones sexuales con su hijo? ¿Le habría causado un trauma? Sólo esperaba que tras su paseo las ideas de su hijo estuvieran más claras y su mente se tranquilizara.

Paco y Eduardo se sentaron en el sillón y veían una película. Los trabajos de la mañana los habían dejado rendidos y los dos se durmieron a los pocos minutos. David era el único que estaba despierto y no paraba de tocar y dar carantoñas a su madre, lógico, con el tamaño de su polla necesitaba muchos juegos para dejarla cansada.

-¡Chicas, os propongo jugar con mi hijo! – Dijo Laura que era tan ardiente como su hijo. – Ahora que está solo, juguemos con él las cuatro en el dormitorio. Le haremos todo lo que queramos, sin hacerle daño claro, y él tendrá que aguantar sin correrse hasta que nosotras queramos que nos dé su semen. ¿Queréis?

Todas estuvieron de acuerdo, todas menos Marta que estaba preocupada por su hijo. Lucía y María Luisa ardían de deseos que tener en sus vaginas esos taitantos centímetros de gorda polla y sus coños se mojaban pensando en lo que les iba a entrar.

-Pues irse a la habitación y ahora iré yo con David… - Dijo Laura.

-¿Nos ponemos algo sexy? – Preguntó Lucía que era un poco fetichista.

-¿Lleváis aún los bikinis? – Las dos asintieron con la cabeza. – Pues seguro que con eso se pone a cien… Id y en breve entraré con él.

Las dos se marcharon a la habitación y esperaron. Laura entro en el salón y su hijo estaba sentado en una mesa, hacía un solitario para matar el tiempo. Marta se sentó en un sofá y se puso a ver la televisión.

-David, te voy a echar las cartas para predecir tu futuro inmediato. – Recogió las cartas de la mesa y le quitó las que tenía en la mano. Las barajó buscando unas en concreto. – Mira, ha salido el as de bastos, eso quiere decir que tu polla se va a poner bien dura en breve. – Lo besó en la boca. – Y mira ahora ha salido el tres de espadas, o sea que vas a clavarla tres veces... o a tres…

Lo cogió de la mano y tiró de él. No oponía resistencia, seguía a su madre hasta donde ella lo llevara, acariciaba su redondo culo. Ella se movía sensualmente y lo llevó hasta la puerta de la habitación grande.

-Ahora lo vamos a hacer cómodamente en una cama grande… - Lo besó en la boca intensamente y los brazos de su hijo la rodearon y la acariciaban. – Vamos, entra…

Laura empujó la puerta y en frente estaba la cama de matrimonio, con las dos calientes madres esperándolo. Lucía y María Luisa estaban solamente vestidas con los bikinis que habían llevado por la mañana, sentadas con las piernas abiertas.

-¡Vaya, la cama está ocupada! – Dijo Laura. - ¿Te importaría en vez de follar con tu madre, follarte a las tres a la vez?

-¡Yo ya estoy listo! – Dijo David bajando su bañador y liberando la enorme polla que estaba totalmente erecta.

Él se acercó a los pies de la cama y se quedó de pie amenazando con su polla a las dos maduras que allí esperaban. Laura se subió a la cama y a cuatro patas se acercó a su hijo hasta estar delante de libidinosa polla. Lucía y María Luisa hicieron lo mismo. Los hermosos ojos de las tres mujeres miraban la polla y a veces a los ojos del joven.

-¡Qué cabezón más gordo tiene la condenada! – Dijo Lucía. - ¿No hace daño cuando eso te empuja dentro? – Preguntó a Laura que era la única que la había tenido dentro.

-Al principio parece que te vas a partir en dos, pero cuando tu vagina se amolda se agradece que llene todo de carne. Mira. – Con una mano agarró la polla de su hijo e hizo que su glande saliera de la cubierta de carne que lo cubría. - ¡No es bonita! – Besó la punta de aquella joven polla.

-¿Y no te hace daño cuando te la clava por completo? – Preguntó María Luisa.

-Cuando empuja cómo un animal sentía que me empujaba en la barriga… Era una sensación nueva… Después del octavo orgasmo dejé de contar, pero me dio muchos más. – Dijo Laura orgullosa del sexo de su hijo.

-Pues ya  podéis comérosla… - Dijo el niño.

-¡Tranquiiiiilo! – Dijo su madre. – Esto no será tan fácil para ti. Tendrás que satisfacer los deseos de las tres, haciendo todo lo que te pidamos… Eso no será difícil para ti, pero tendrás que aguantar sin correrte hasta que te lo digamos. Si no aguantas y te corres, según el tiempo que hayas aguantado así será tu castigo.

-¡Sois unas guarras! – Protestó sonriendo David.

-¡Es que no viste en el jardín! – Le respondió María.

-Primero quiero que nos saborees y nos digas que sabor es el que más te gusta. – Laura le hablaba y se sentaba en la cama apoyando la espalda en el cabecero. Sus piernas totalmente abiertas para ofrecerle su sexo a su hijo. – Preparaos ustedes que nos va a beber mi niño…

Las tres estaban bien abiertas de piernas, mostrando sus depilados coños, esperando que el macho que tenían delante les hiciera gozar con su lengua. David se subió a la cama y de rodillas se acercó a ellas. A la izquierda tenía a María, con unos labios vaginales oscuros y grandes. En medio estaba su madre cuyos labios eran más claros que los de su amiga. Con dos dedos se abría para mostrarle el rosado interior a su hijo. A la derecha estaba Lucía. Su coño era perfecto, bien depilado, sus labios interiores apenas sobresalían, era difícil no verlo y desear lamerlo.

-¡Empezaré con María! – Dijo agachándose delante de ella, las piernas de la mujer se abrieron rápidamente todo lo posible. - ¡Qué buen olor sale de aquí!

Empezó a tocarlo con los dedos, notando en la parte alta de su raja el endurecido clítoris que esperaba a ser lamido. María separó sus labios cogiendo los labios con sus dedos y tirando a los lados. Allí estaba aquel clítoris, estaba hinchado por la excitación y sobre salía unos dos centímetros por encima de la piel que lo rodeaba, era gordo.

-¡No encontrarás en ninguna de estas putas un clítoris tan grande como este! ¡Este gordo clítoris necesita tu polla gordota! – María estaba caliente, muy caliente.

David paso la lengua por toda la raja hasta llegar al clítoris, empezó a hacer circulitos con su lengua por encima de él y metió un dedo en la vagina que empezaba a soltar un río de flujos.

-¡Qué bien lo haces niño! – Le dijo acariciando la cabeza de David.

David se dedicaba a probar aquel coño y masturbarlo con la lengua y la mano. Lucía y Laura los miraban, se calentaban viendo como María empezaba a gimotear. Lucía se tocaba el coño y no pudo aguantar, tenía que hacer algo. Se levantó y se colocó tras él. Acariciaba el prieto culo del joven. Agarró cada cachete con una mano y los separó. Allí estaba el redondo esfínter rodeado de pequeños bellos, un poco más abajo estaban sus endurecidos testículos que daban paso a la enorme polla. No pudo resistir, sacó su lengua y empezó a lamer el ano de David. Él no lo esperaba y dio un pequeño respingo. Al momento empezó a sentir un placer especial al sentir la lengua jugar con su ano. De vez en cuando Lucía presionaba con su lengua como si quisiera penetrarlo. Si le hubieran dicho de hacerle eso alguna vez, él hubiera pensado que aquello era para maricones y que tenía que doler. Pero Lucía se lo hacía y un poco forzaba su esfínter, produciéndole un placer enorme.

Laura se tumbó boca arriba en la cama y se metió debajo de su hijo. Apuntando hacia ella estaba aquella polla que las tres deseaban. La agarró con una mano y la empezó a masturbar.

-¡Hijo, no te puedes correr te hagamos lo que te hagamos! – Dijo Laura y se tragó su glande para darle un buen chupetón.

David dejó de lamer el coño de María involuntariamente al sentir el enorme placer que su madre y Lucía le estaban haciendo sentir. Los dedos que hurgaban en la vagina de María estaban empapados de todos los flujos que lanzaba aquel maduro coño. Los labios de David hicieron presa sobre el gran clítoris y lo rodearon. El joven empezó a chupar como si mamara un pezón. Los gemidos de placer de María se escuchaban por toda la casa.

El placer que le daba Laura en la polla hizo que relajara su esfínter. Lucía lo notó y empezó a acariciarlo con un dedo.

-¡Laura, está buena esa polla! – Dijo Lucía.

-¡JIG! – Respondió la otra sin sacar la polla de la boca.

-¡Pues dale un buen chupetón en el enorme glande que tiene, por favor! – Le pidió a la madre de David.

Y así lo hizo. Laura sacó la polla hasta que sólo el glande estaba envuelto por su lengua y sus labios. Como le había dicho su amiga le aplicó una gran succión en todo el glande. David sintió demasiado placer y casi se corre en ese mismo momento, pero aguantó lanzando un gemido de placer. Lucía acariciaba su ano y notó como aquel músculo se relajo con la mamada de la madre.

-¡Ahora! – Dijo Lucía en voz alta.

Presionó con su dedo en el ano del joven y empezó a entrar. Laura había dejado de succionar fuertemente y David notaba algo raro en su culo que le producía un nuevo placer. No sabía que pasaba, pero siguió mamando a María expectante por lo que la otra hacía en su culo.

Laura dejó de mamar la polla y se levantó para ver que hacía su amiga en el culo de su hijo. La miró preguntándole que hacía al ver como la punta de un dedo estaba dentro del ano. Con la otra mano Lucía le pidió silencio. Él seguía lamiendo el coño y Lucía empezó a mover el dedo para darle por el culo.

-¡Qué me estáis haciendo guarras! – Dijo él con la voz entrecortada.

-¿Te gusta? – Le preguntó Lucía.

-¡So puta, como sigas vas a hacer que me corra! – Protestó David. - Laura agarró su polla con la mano y lo masturbó. – ¡Si me hacéis eso me voy a correr!

-¡Sólo te dejaré que te corras si consigues que María aúlle como una perra en celo! – Le dijo su madre.

David se aplicó a mamar aquel clítoris con más fuerza y María empezaba a sentir demasiado placer. Le metió tres dedos por la parte alta de la entrada de la mojada vagina y la masturbó con gran violencia sin dejar de succionar sobre el clítoris. María empezaba a gemir fuerte, muy fuerte y sus caderas se movían sin control por el placer que estaba recibiendo.

Laura agitaba la gran polla que cada vez estaba más dura, preparándose para lanza chorros de semen. Lucía movía suavemente el dedo en el ano del joven, lo follaba con su mano.

-¡Dioooooooooos, qué buenoooooooooo! – Gritó en un alarido María y sus piernas temblaban por el placer.

David soltó el clítoris y siguió masturbándola con los tres dedos. Ella se agitaba más, sus piernas estaban descontroladas y su coño empezó a lanzar chorros de flujos, se estaba corriendo.

-¡Chilla, di que eres una puta perra en celo! – Le dijo David desando correrse de una vez.

-¡Siiiiiiií so cabrón! – María hablaba enloquecida por el placer del orgasmo que estaba sintiendo. - ¡Sí, soy… soy una puta perra! ¡Soy una puuuu… ta perra que se está corriendo! ¡CLÁVAMELA ENTERA EN MI COÑO Y LLÉNAME DE TU LECHE!

María no era dueña de sus actos, lo único que deseaba era tener dentro de su vagina la enorme polla de aquel joven que la había masturbado hasta conseguir enloquecerla de placer. Empujó la mano de David y salieron sus dedos totalmente empapados.

Enloquecida por la lujuria que la invadía, María se deslizó botando hasta que su coño estaba debajo de la enorme polla que Laura agitaba. Apoyada en sus pies levantó las caderas para que la polla la tocara. Laura la movía sin soltarla y pasaba el glande por la raja de su amiga. Cada vez que la hinchada cabeza de aquella polla pasaba por encima del clítoris, María sentía un tremendo placer. Laura empezó a restregarla directamente sobre el endurecido clítoris y al momento María Luisa sentía un nuevo orgasmo más fuerte que el anterior.

-¡Diooooos, qué bueeeeno, qué buenooooo! – De la raja de maría salían chorros de flujos que llegaban hasta las piernas de Lucía. - ¡FÓLLAME YA, NO PUEDO MÁS!

Lucía sacó el dedo del culo de David y le indicó a su madre que lo dejara follar. Laura dirigió con dificultad la polla a la entrada del lujurioso coño que no dejaba de moverse esperando ser penetrado. María bajó las caderas y se quedó quieta al sentir aquel grande que empujaba en la entrada de su vagina para penetrarla.

Había estado una hora caminando por los alrededores, pensando en mi madre, en la nueva situación. No entendía porque sentía esos celos por ella. Todo aquello no era más que sexo, inmoral por ser con nuestras madres, pero al fin y al cabo sólo se trataba de disfrutar de sus maduros cuerpos y de nuestras jóvenes pollas… ¿Por qué no podré simplemente follarla y hacerle gozar? Simplemente se trata de darle todo lo que necesita hasta dejarla satisfecha… Pero me dolió verla mamar la polla de Paco… Que tuviera sexo con otro chico o con otra me dolía… Pensé que me estaba enamorando.

Entré por la puerta de la casa. En el salón estaban Paco y Eduardo dormidos. En la habitación grande sonaban unos gemidos exagerados… Seguramente David estaría follando a su madre… o tal vez a las cuatro a la vez pues todas parecían adorar la gran polla que tenía. Decidí irme al jardín y descansar en el sillón columpio que allí había. Pasé por la puerta cerrada de la habitación y pude escuchar claramente como mi tía chillaba para que David la follara.

David dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre María Luisa, arrancándole un gran grito de placer. La uñas de ella se clavaron en la espalda al sentir como su vagina se dilataba forzada por la entrada de aquella enorme polla, sintió que le había llegado hasta donde nunca antes había estado otro hombre. Su cuerpo temblaba de placer.

-¡Oooooooh, me siento llena! – Ahora su voz era más suave al tener su premio dentro de ella. - ¡Muévete y fóllame! – Le dijo al oído.

David empezó a moverse y su polla entraba y salía por la dilatada raja del aquel insaciable coño que no dejaba de lanzar flujos. Lucía podía ver desde atrás como David se hundía y se perdía de vista en María. Ahora los dos gemían.

-¡No te puedes correr aún! – Le susurró Laura al oído a su hijo. - ¡Aún no, aguanta un poco más y dale fuerte a la puta de María que lo está deseando!

Mi lugar de descanso estaba a la sombra de uno de los árboles. Me aproximaba lentamente. Podía escuchar los gemidos que daban en la habitación. Allí estaban disfrutando del sexo y yo podía, mis sentimientos hacia mi madre me bloqueaba. Unos días atrás me había masturbado pensando que me follaba a las cuatros madre, viendo los vídeos que habíamos grabado cada uno, y ahora que podía disfrutar de sus coños de verdad me sentía sin ánimos. Me tumbaré en el sillón y descansaré. ¡Ojalá nos marcháramos ya! Pero qué pasará cuando estemos allí. Qué querrán hacer los otros siete, seguirán follando o todo acabará aquí cuando nos marchemos.

Rodeé el sillón para sentarme y me asusté. Lo que menos me esperaba era encontrar allí a mi madre dormida. Sentí una gran alegría. Por lo menos cuando yo no estaba pudiera ser que no le gustara follar con los demás. Estaba tumbada, con una de mis camisas entre abiertas y el bañador aún puesto. Estaba preciosa y pude confirmar que me había enamorado de ella.

-¡Más, más, fóllame más fuerte! – Gritaba María. Sentía algo de dolor cada vez que aquella polla le entraba totalmente, pero el placer de sentirse llena era superior. - ¡Qué buena polla! ¡Dámela entera!

David clavaba con fuerza su polla y sentía que se iba a vaciar en breve. Su madre le pedía al oído que aguantara, que no se corriera aún.

-¡No puedo más, me voy a correr! – Decía entre gemidos y gruñidos de placer.

-¡Aguanta cariño no lo hagas aún, un poco más! – Le pedía su madre.

-¡Así que aquí estáis! – Eduardo y Paco estaban en la puerta de la habitación. - ¡So cabrón, así que tú solo te ibas a follar a estas tres putas!

Eduardo se bajó el bañador y mostró una tremenda erección. Paco aún estaba algo soñoliento y su madre se bajó de la cama, se colocó en cuclillas delante de él y lo desnudó por completo.

-¡Vamos hijo! – Le dijo cogiendo la polla con una mano y empezando a mamarlo. - ¡Despierta y dale placer a mamá!

-¡Cabrón, te estás follando a mi madre! – Dijo acercándose a la cama. - ¡Ahora me vengaré con la tuya!

Se colocó detrás de Laura que estaba tumbada boca abajo en la cama, hablándole al hijo al oído, sus piernas sobresalían de la cama. Eduardo agarró cada tobillo con una mano y tiró de ella hasta que su culo quedó en pompa en el filo de la cama.

-Laura ¿necesitas una polla? – Le dijo Eduardo.

-Claro, llevo queriendo que me follen desde que mi hijo empezó con tu madre. – Laura apoyó los pies en el suelo y levantó el culo para ofrecerle sus agujeros a Eduardo. - ¡Puedes elegir el que más te guste! ¡Cuál vas a coger!

Eduardo se masajeaba la polla con una mano y miraba el culo de aquella madura que se lo ofrecía a su entera disposición. Se pasó los dedos por la lengua.

-¡Primero la mojaré en tu coño! – Pasó los dedos con su saliva por toda la raja del coño de Laura. - ¡Ya después probaré tu agujero negro!

Puso una mano en la cadera de Laura y con la otra mano dirigió su gruesa polla hasta la raja, la movió arriba y abajo hasta que los labios se separaron y buscó el tacto de la entrada de su vagina. Empezó a empujar y la vagina de Laura se fue abriendo poco a poco a la vez que se mojaba más y más. Eduardo puso una mano sobre la espalda de su amante y con el dedo gordo llegaba al ano de ésta. Empezó a acariciarlo poco a poco.

-¿Dónde has aprendido eso pervertido? – Dijo Laura.

-¡He visto muchos documentales de sexo para un día follar a mi madre y sus amigas!

-¡Documentales! – Dijo Laura empezando a gemir al sentir la polla que la follaba. - ¡Creo que los cuatro sois unos pervertidos! ¡Y vuestras madres lo están disfrutando!

Permanecí sentado por un rato en el césped, mirando la hermosa cara de mi madre. Hoy me parecía más bonita que nunca. Su cuerpo reposaba de lado. Sus tetas no estaban cubiertas por ningún sujetador y podía ver sus preciosos pezones. Sus caderas estaban marcadas por la tela de mi camisa. Me acerqué a ella y besé suavemente sus labios. Se despertó.

-¡Hijo! – Se despertaba dulcemente y ya era amor lo que sentía por ella. - ¿Cómo estás?

-Bien mamá… - Le dije y le volví a dar un beso en los labios. – Ya estoy tranquilo.

-¿Qué te ha pasado? – Me preguntó mientras se sentaba y yo me ponía a su lado. – Me has tenido preocupada…

-Mamá. – Empecé a hablar. – Cuando esta mañana te vi con Paco, sentí celos… Después de comer no sabía bien lo que me pasaba, pero ya estoy seguro que es amor, me he enamorado de ti… - Ella intentó hablar. – Espera, ya sé que no puede ser, que eres mi madre, pero es algo que siento y no puedo ocultar.

-Hijo… - Me acarició. – A mí también me ha ocurrido algo parecido. Esta mañana probé con él pues no sabía bien si lo que tenía era la excitación del momento o lo que quería era tener sexo con mi hijo. Perdona si te hice daño…

-No te preocupes. Ahora sé seguro que te quiero y no te haré más el amor para no hacerte daño al sentir celos. Tú puedes hacerlo con quién quieras, con estos tres pendejos o con los que necesites… y si necesitas ayuda pídemela…

-Sólo hay un problema… - Dijo sonriendo.

-Por papá no te preocupes, ya buscaremos la forma de que puedas hacerlo sin que se entere.

-Ya, pero mi problema es que sólo quiero hacerlo contigo… - Me agarró la mano. – Yo también te quiero. Al principio creía que era el amor de madre y que lo de hacer el amor contigo era por puro sexo… pero me he dado cuenta de que deseo tenerte dentro de mí porque te amo como a nadie.

No dijimos nada más, nos fundimos en un gran beso. Nos acariciábamos con amor, no ya con el deseo canal, había amor entre nosotros.

Lucía llevó a su hijo hasta la cama, lo tumbó boca arriba. Paco tenía a Laura sobre él. Ella estaba apoyada en sus manos y Eduardo la follaba desde atrás. Sus ojos cerrados, su boca entreabierta lanzando pequeños gemidos mostraban el placer que sentía, sus tetas se movían al ritmo de las embestidas de su amante.

Lucía se subió sobre su hijo, abrió las piernas y se sentó sobre su polla, sin clavársela. Frotaba su coño contra la semi erecta polla y sentía como aumentaba la dureza poco a poco, dándole placer al estrujar su clítoris cada vez con más intensidad.

-¡SUELTALO YA! – Gritó María Luisa bajo el cuerpo de David. - ¡DESCARGA TODA TU LECHE EN MI COÑO Y NO ME HAGAS SUFRIR MÁS, QUIERO QUE ME LLENES ENTERA!

David gruñía como un animal embistiendo con todas sus fuerza. Ya iba a salir su semen para llenar a aquella caliente madura que le pedía. Miró a un lado, a su madre que se agitaba al ser follada por su amigo. Ella abrió los ojos y vio a su hijo que le diera permiso para soltar toda su leche.

-¡Inúndala! – Dijo Laura.

David clavó su polla totalmente en el coño blanquecino por el batir de los flujos de María y soltó un gran chorro que golpeo con fuerza el interior de ella haciéndola lanzar un gran grito de placer, obligándola a echar la cabeza atrás, abrir su boca y sus ojos. El placer aquel nunca lo había sentido antes y disfrutaba del polvo que le echaba aquel inexperto joven con su gran polla. La polla retrocedió un poco dentro de su vagina y se volvió a clavar con tanta fuerza que ella agitaba la cabeza con un gemido apagado por el placer, otro chorro de semen inundó su vagina. Unos golpes más leves y algo más de semen…

David dejó su larga polla dentro de María Luisa que aún sentía el placer en su coño. Estaba totalmente llena con la menguante carne de él y podía sentir las leves convulsiones de aquel sexo en su vagina.

-¡Me has vuelto loca! – Le dijo María y lo besó apasionadamente quedando abrazados.

-¡Uf, uf, más, más, sigue, más fuerte! – Laura gemía con la polla de Eduardo.

-¡Te está gustando so puta! – Eduardo empezó a empujar su dedo gordo contra el esfínter de ella y poco a poco iba entrado su dedo. - ¡Te gusta sentir mi dedo en tu culo a la vez que te clavo mi polla!

-¡Uf, sí, sí, los dos a la vez, sigue! – Laura estaba sintiendo mucho placer. - ¡Cabrón, sigue follando a tu puta!

Paco sintió como su madre se movía sobre él y su polla se endurecía. Sobre él Laura gozaba. Alargó una mano y acarició las tetas de la madura que era follada por detrás. Laura se agachó y empezó a besar a Paco mientras su amante de turno destrozaba con su polla su coño y con su dedo dilataba su ano. La polla de Paco se puso muy dura y su madre la dirigió al interior de su vagina. Sentía la lengua de Laura jugando con la suya y como el calor de la vagina de su madre iba envolviendo su polla cada vez más.

Eduardo sacó el dedo gordo del culo de Laura. Ella estaba a punto de correrse. Eduardo la agarró fuete por las caderas y se convirtió en un auténtico animal, follándola, clavándola hasta el fondo fuerte, arrancando de aquella mujer alaridos de placer mientras sus piernas temblaban de placer.

-¡Dios qué buenooooo! – Gemía y gritaba Laura. - ¡Acaba, córrete! – Le pedía.

Eduardo agarró su pelo con fuerza y sacó su polla del coño. La obligó a girarse y agacharse mientras su otra mano aguantaba la inminente corrida.

-¡Abre la boca que quiero que te tragues toda mi leche!

Agitó la polla con su mano y soltó un gran chorro de leche que cayó en el interior de la boca. No paró de masturbarse frente a la cara de ella que esperaba toda su leche mirándolo a los ojos. El glande estaba tan cerca de su boca que el siguiente chorro también hizo blanco en su interior. Puso la punta en los labios de Laura y ella chupo, extrayendo todo el semen de su interior.

-¡Muestra a los demás mi leche en tu boca! – Dijo Eduardo jadeando. - ¡Sobre todo a tu hijo que se ha follado a mi madre como a una perra sin mi permiso!

Laura abrió la boca y estaba repleta de blanco semen. Él agarraba aún su pelo y le hizo girar la cabeza para que todos la miraran. David aún estaba abrazado a María aunque su polla ya había salido. La miró y sonrió.

-¡Ves mamá como mis amigos me ayudan! – Dijo David. - ¡Te ha dado la leche que yo no he podido!

-¡Ahora trágatela! – Le ordenó y ella cerró la boca y todo desapareció cuando volvió a abrirla. – Me gusta esta madre porque es obediente. David ¿me la dejarás más veces para hacer realidad mis fantasías?

-Eso dependerá de que ella quiera y de que tu madre me deje follarla más veces.

Paco estaba excitado al ver el espectáculo que habían ofrecido Eduardo y Laura. Agarró las caderas de Lucía y empezó a clavar su polla a toda velocidad.

-¡Vamos hijo, fóllame y descarga tu semen en mí! – Lo animaba Lucía.

Él puso sus manos en los cachetes del culo de su madre y se agitaba metiendo y sacando su polla hasta que sintió que empezaba a correrse. Lucía podía sentir los chorros calientes de semen que golpeaban el interior de su vagina. Cuando él hubo acabado, Lucía avisó para que todos miraran a su coño. Se levantó y la polla del hijo salió. Movió el interior de su coño y empezó a caer semen de su raja encima de la polla fláccida de Paco. Los seis se acomodaron en la cama y se daban caricias y besos satisfechos por el sexo que habían tenido.

Tenía rodeada con mis brazos a mi amada madre. Nos habíamos declarado nuestro amor. A partir de ese momento debíamos llevar nuestro amor en secreto. Una cosa era hacer incesto por el puro hecho de sentir placer, pero lo nuestro era amor y eso estaría mal visto hasta por los pervertidos de nuestros amigos.

-Bañémonos en la piscina. – Me pidió mi madre.

-Sí, a ver si se baja esto.

Mi bañador mostraba el bulto que formaba mi polla erecta. Llegamos a la ducha y nos metimos bajo el agua. Mi madre sólo tenía las bragas del bikini. Se lo quitó y me quitó toda la ropa, dejando libre mi polla erecta. Corrió y se tiró al agua. La seguí hasta que estuve junto a ella en el agua.

Soy más alto que ella y estábamos en un lugar de la piscina en el que yo hacía pie pero ella no. Me abrazó pasando sus brazos por mis hombros. Nos mirábamos a los ojos y pasé mis manos por su cintura, mi polla erecta estaba sobre su vientre.

Empezamos a besarnos apasionadamente y sus piernas me rodearon por la cadera de manera que nuestros sexos se tocaban.

-¡Te amo hijo mío! – Movía sus caderas y su coño se frotaba contra mi polla. - ¡Te quiero más que a nadie en este mundo! ¡Quiero que seas mi hombre a partir de ahora! – Nuestras lenguas jugaban de una boca a otra, mis manos acariciaban sus redondos cachetes del culo.

-¡Nunca más necesitarás otro hombre más que a mí! – Le decía yo. – En tu sexo sólo entraré yo, ni siquiera entrará mi padre.

Se abrazó fuerte a mí y sentía en mi oído sus leves gemidos de placer al frotarse nuestros sexos. Yo empujaba su culo contra mí para hacer más intenso el placer. Sentí un orgasmo especial, más intenso que el de la mañana pero diferente cuando ella empezó a jadear y a correrse a la vez que yo soltaba me semen en el frío líquido que nos envolvía. Había nacido el amor entre mi madre y yo.