Nuestras experiencias (8: la esposa de mi jefe)

En una visita a la casa de mi jefe se pone borracho y me deja solo con su esposa, que se me estuvo insinuando y terminamos cogiendo rico.

NUESTRAS EXPERIENCIAS (8) La esposa de mi jefe

Este relato forma parte de una serie, para comprenderlos hay que leerlos desde el principio, ya que algunos entrarán en diferentes categorías. (Los nombres son ficticios, las historias son reales)

En una visita a la casa de mi jefe se pone borracho y me deja solo con su esposa, que se me estuvo insinuando y terminamos cogiendo rico

CAPITULO 8

La esposa de mi jefe

La relación con mi esposa seguía con la misma intensidad, cada vez mas compenetrados sobre todo en lo sexual. No obstante que seguía viendo de ves en cuando a Diana la rubia orgullosa, que se convirtió en una inofensiva gatita en mis brazos.

Después de casi tres años de radicar en ese lugar, un día me hablaron de la empresa, para ofrecerme un puesto mayor, donde tendría responsabilidades de supervisar las sucursales de la empresa a nivel regional. Por lo que cambie mi lugar de residencia nuevamente a Acapulco.

Diana mi amiga se entristeció mucho de que ya no me vería aunque prometió visitarme un día que pudiera, aunque eso ya no se dio nunca. Sonia mi secretaria cuando supo de mi cambio, se portó más amable, disculpándose por su comportamiento de los últimos meses, diciéndome que había sentido muchos celos. Pero me dijo que quería disfrutar los últimos momentos conmigo como al principio y le dio gusto saber que yo visitaría la sucursal un par de días al mes y me hizo prometerle que cuando fuera no dejara de darle su ración de verga, aunque eso pasó solo una ves, ya que no fue fácil irme con ella a un hotel y en la oficina casi nunca nos quedamos a solas.

Después de mi cambio los primeros días eran de intenso trabajo, ya que tenía que salir como 4 o 5 días fuera de la ciudad, pero los días que estaba con mi esposa y mis hijas eran de mucho amor y mucho sexo.

En mis visitas a diferentes sucursales tuve unas cuantas aventuras sexuales con secretarias que se me lanzaban pero nada digno de contar. Con el tiempo me organicé mejor y pasaba menos tiempo fuera de casa, tenía más tiempo de convivir con mi familia. Mi esposa convivía con las esposas de otros ejecutivos cuando había algún evento, por lo que hizo buena amistad con algunas esposas.

En una ocasión mi jefe me invitó a comer a un restaurante, era un día sábado y como salimos de trabajar a las 2 P.M. ya no regresábamos a trabajar por la tarde. Me dijo que llevara a mi esposa ya que el iba a ir con la suya, ellas se llevaban muy bien ya que convivíamos algunas veces en las fiestas de la empresa o en algunos paseos de fin de semana, donde acudíamos con nuestros hijos, mi esposa me dijo que la disculpara ya que iba a llevar a las niñas a una fiesta infantil.

Mariana la esposa de mi jefe era mucho mas joven que el, ella tendría como 38 años mientras que el ya andaba por los 55, también contrastaba mucho su porte con el de el ya que era muy guapa, sin llegar a ser una belleza espectacular era de facciones muy finas y su cuerpo delgado, pero moldeado por el ejercicio que le hacia ver unas piernas y caderas fuertes y unos senos medianos y firmes.

Durante la comida estuvimos muy animados ya que después mi jefe pidió unas copas de whisky y Mariana que estaba entre los dos a cada rato reía de mis ocurrencias o chistes y seguido dejaba caer su mano en mi pierna o cuando se atacaba de la risa echaba su cuerpo hacia atrás del respaldo de la silla dejando ver la belleza de sus piernas hasta casi el nacimiento de su calzón. Cuando mi jefe se volteaba para ordenar algo con el mesero la sorprendí mirándome detenidamente de arriba abajo, cuando la volteé a ver ella solo abrió su dentadura perfecta y me regaló una gran sonrisa, pero pude ver cierto brillo en su mirada, que pensé que era a causa del alcohol. Después cuando ella contaba alguna anécdota o chiste posaba su mano en mi pierna dejándola ahí un buen rato, todo era tan natural, tan espontáneo que ni su marido ni yo notábamos nada raro.

La reunión se prolongó hasta las 6.00 p.m. y mi jefe pidió la cuenta del restaurante y la pagó, nos fuimos en su auto, yo iba en el asiento trasero, le dije que si quería nos tomábamos otra copa en otro lugar que yo invitaba y dijo que otro día por que ya se sentía muy tomado, intervino su mujer diciendo:

-no seas grosero invítale una copa en la casa

El accedió diciendo que estaba bien así, en su casa ya no había peligro de andar manejando tomado, a pesar de que ninguno de los tres estábamos totalmente ebrios, el iba muy atento manejando. Mariana metió una mano entre el asiento y el costado, me agarró la pierna apretándola fuerte y ahí la dejó, por el efecto del alcohol estábamos haciendo cosas indebidas, yo tuve el valor de hacerme hacia adelante tomé su mano y la puse en mi verga, ella la apretó con lujuria y la dejo ahí, mientras íbamos conversando los tres como si nada estuviera pasando. Le empecé a acariciar las tetas por abajo de la blusa, por lo que ella se desabrocho el brasier para facilitarme las cosas y se puso de espaldas a su esposo viendo hacia fuera por la ventanilla del auto, mientras yo le apretaba los pezones ella me seguía agarrando la verga por encima del pantalón.

Ya casi oscurecía cuando llegamos a su casa, la cual es muy grande y bonita y me dijeron que me instalara en la orilla de la alberca que en un momento me alcanzaban, por lo que me recosté en un camastro. A los pocos minutos llega mi jefe con una botella, hielos y refrescos y sirvió las copas, se acomodó en otro camastro junto al mío y seguimos conversando. Poco después bajó Mariana en un traje de baño de una pieza pero bastante escotado del frente, por lo que asomaban unos vellitos por la orilla de su traje y de hilo dental en la parte de atrás por lo que quedaban sus nalgas a la vista, se acostó extendiendo su largo y sensual cuerpo en otro camastro a espaldas de mi jefe quien quedó en medio de los dos, mientras yo conversaba con el sentados de frente. A sus espaldas Mariana se empezó a frotar la pucha por encima del traje de baño, haciéndome señas se hizo el traje a un lado y se empezó a meter el dedo en el coño yo casi ni le ponía atención a lo que me decía mi jefe quien hablaba de cuestiones de trabajo, después ella se sentó frente a mi con las piernas totalmente abiertas con las manos abrió sus labios vaginales mostrándome su panocha cubierta de pelos y en silencio me decía "méteme tu verga", "cógeme", en cuanto mi jefe se paró a servir otras copas ella se apresuro a taparse y hacerse la disimulada, luego se aventó un clavado a la alberca y me invito a meterme al agua ya que hacia mucho calor, le dije que en otra ocasión ya que no traía traje de baño, el dijo:

-Querida préstale a Daniel uno de mis trajes de baño a ver si le quedan.

Ella me pidió que la acompañara al interior de la casa y salió con un traje en la mano.

-Pruébatelo en la recamara a ver si te queda te espero aquí afuera –me dijo-

Como el es de talla menor que yo el traje me quedaba algo ajustado y la cercanía de Mariana me había excitado ya, se marcaba mucho el bulto de mi verga. Cuando salí ella me recorrió con la mirada deteniéndola en mi paquete y dijo sonriendo:

-Se te ve muy bien eh.

Cuando salimos mi jefe ya se estaba quedando dormido en el camastro ella me dijo

-Ya Rubén no puede mas acompáñame a llevarlo a la recamara por favor.

Lo agarramos uno de cada brazo, subiéndolo casi a rastras hacia su recamara, ella se inclinó un poco para quitarle los zapatos. Yo me paré atrás de ella pegándome en sus nalgas para que sintiera mi virilidad. Ella continuó en su tarea sin inmutarse, la seguí tallando en sus nalgas semi desnudas, luego se volteó hacia mí jalándome del cuello, me dio un apasionado beso y tomándome de la verga en voz baja me dijo:

-Daniel ya no me tortures más te necesito mucho, pero aquí no, ven conmigo.

Entramos en otra habitación y seguimos besándonos.

-Te necesito Daniel, Rubén me tiene muy abandonada ya casi no me hace el amor, hace como un mes que no me coge.

Bajó mi calzón quedando mi verga frente a su cara y tomándola con las dos manos me dijo:

-Está hermosa Daniel, hace mucho que no veía una verga así de rica, es majestuosa, es mucho mas grande y gruesa que la de Rubén, me dejas chuparla?

-Claro Mariana es toda tuya puedes hacer con ella lo que quieras –le dije-

Al estar en los labios de Mariana, mi verga siguió creciendo poniéndose más dura, la levanté de los brazos y le bajé su traje de baño, la acosté en la cama y abriendo sus piernas empecé a lamer su concha que estaba bastante húmeda. Ella me jaló diciendo que ya me quería tener dentro de ella. Con mi glande estuve acariciando y lubricando alrededor de su vagina tallándola en su clítoris, -ella me suplicó:

-Ya Daniel, métemela por favor

Poniendo sus piernas en mis hombros, puse mi verga en la entrada de su gruta caliente y me fui recargando despacio. Ella emitía quejidos de placer, ya que iba a la mitad, la saqué hasta la punta para meterle tres cuartos de verga, haciéndola gritar luego, seguí despacio hasta tener mi pelvis junta a la suya, ella me apretó fuerte con brazos y piernas.

-Ay papi que rico siento tener toda esa vergota dentro de mi.

Debido a que me tenia sujetado, no tenia yo mucho movimiento, así que mis acometidas eran cortas y lentas, pero en cuanto deshice el abrazo la cogí fuerte sacándola casi hasta afuera y dejándosela ir hasta el fondo de su intimidad ella me gritaba.

-Estoy gozando mucho papi no dejes de cogerme, así dámelo fuerte Daniel, no pensé que pudiera aguantarte tu cosota mi amor, síguele voy a venirme de nuevo, métemelo mas ahh.

Terminé abundantemente dentro de ella, mi semen salía y se desbordaba por su mata de vellos negros, se quedó acostada en mi pecho acariciándome y besándome, hasta ese momento me di cuenta de la situación, que estaba con la esposa de mi jefe en su casa y en cualquier momento podría entrar y sorprendernos. Pero ella me calmo diciendo que así como estaba de tomado no se levantaba hasta las 8 de la mañana.

Me pidió que la acompañara a bañarse, la enjaboné toda deteniéndome a acariciar sus pechos, sus nalgas y lavándole bien su panocha. Ella también me enjabonaba la verga acariciando mi glande, nos abrazamos y seguí acariciando sus nalgas. Con bastante jabón acariciaba el canal de su culo, deteniéndome en su orificio metiendo un dedo suavemente, ella se estremecía al sentir mis caricias, luego lo hice con dos dedos distendiendo los pliegues de su ano ella me dijo:

-¿Te gusta mi colita?

-Si se ve deliciosa.

-¿Me lo quieres meter por ahí?

-si me encantaría

-Métemela Daniel quiero sentir tu verga en mi culo, pero hazlo con cuidado ya tiene mucho que no lo hago por ahí, si el pene de Rubén me lastimaba el tuyo me va a destrozar mi ano.

-No temas te lo voy a hacer con cuidado, ¿tienes alguna crema o lubricante?

-Solo aceite de bebé, pero no creo aguantarla Daniel.

La besé mientras el agua limpiaba nuestros cuerpos, de después de secarnos nos fuimos a la cama, me acosté boca arriba y la hice que se sentara en mi cara dándome la espalda. Poniendo su pucha en mi boca, la tomé de las nalgas, la hacia que recorriera su cuerpo en mi boca desde el clítoris hasta el culo. Ella se inclinó y se metió mi verga en la boca chupando mis huevos. Luego me puse un chorro de aceite en la verga y le dije que la untara bien, mientras yo le ponía en su culo, metiéndole un dedo para embadurnarla por dentro, le dije que se sentara ella sola y se lo fuera clavando en el culo, conforme lo fuera soportando. Lo hizo con miedo, lo puso en la entrada de su culo, pero no se atrevía a dejar caer su cuerpo, la tomé de la cintura haciendo presión y se le fue parte del glande, ella pego un grito.

-¡No Daniel! no lo aguanto, me duele mucho

-Relájate, ponte de perrito y relaja todo tu cuerpo no estés tan tensa.

Le volví a poner aceite en el culito, y con mis dedos lo distendía por dentro, con firmeza puse mi glande dentro de su culo y ya no me moví deje que se relajara, lo fui deslizando centímetro a centímetro, deteniéndome a cada rato. Cuando estaba a la mitad lo moví suavemente hacia adentro y hacia fuera, ella gemía calladamente.

-¿Te duele, quieres que continué? –le dije

-Si me duele, pero continua hasta ahorita lo estoy soportando.

Yo seguía moviéndome suavemente y cada vez lo metía mas adentro, cuando lo metí hasta el fondo de su culo, me detuve para que se acostumbrara un poco, ella metió su mano por entre sus piernas y me dijo:

-¿Ya entró todo Dany?

-Si, ya viste que si la aguantas

-No pensé que me entrara todo Daniel y no me molesta mucho

-Se me hace que te encanta por el culo Mariana

-No, de verdad ya hace mucho que no me lo hace mi marido

Lo saqué despacio y lo seguí deslizando dentro de su culo lo suficientemente suave para no lastimarla pero lo suficientemente firme para que sintiera el grosor de mi verga dentro de su culo.

-Ay, así Daniel, ya me está gustando esto, has de mi lo que quieras méteme toda esa vergota y párteme el culo.

Cogiendola de las caderas la seguí culeando cada vez más fuerte y ella seguía gritando:

-Así Daniel hazme fuerte, goza con mi culo, estoy sintiendo delicioso, me voy a venir, dame tu leche, la quiero recibir adentro, ough.

El orgasmo fue grandioso me quedé dentro de ella unos momentos hasta que la erección disminuyó, la saque y vi como su culo quedaba totalmente abierto y mi leche escurría por el orificio, manchando la blanca sábana, se dejo caer boca abajo desfallecida, con las piernas y el culo abierto y seguía estremeciéndose por el orgasmo, me acosté encima de ella besando su nuca y cayendo mi sudor en su mejilla.

Me metí a bañar y salí para cambiarme, ella ya estaba acostada boca arriba observándome calladamente.

-Ya me voy Mariana –le dije-

-Ella me jalo del brazo y dándome un beso me dijo:

-Gracias Dany, por hacerme sentir mujer y solo me guiñó el ojo.

El lunes por la mañana, me dijo la secretaria que me hablaba el jefe, que me dijo:

-Oye discúlpame cabrón si te dejé solo pero me puse bien ebrio, ¿a que horas te viniste?

-Casi luego, solo me terminé la copa.

Cuando nos encontramos de nuevo con Mariana el trato era casi igual que antes y se seguía llevando igual con mi esposa, pero cuando nos encontramos o nos despedíamos y me daba la mano sentía que me la apretaba especialmente y el beso en la mejilla me lo daba casi en la comisura de mis labios.