Nuestra vida como perros (Introducción)

Historia de cómo poco a poco una chica y un chico se convierten en perros de sus Amos. Introducción sin sexo propiamente dicho. Es la presentación de lo que llegará a continuación.

Sentí un pie en mi cara y me desperté. Hacía muchos meses que tenía el sueño ligero. Me arrodillé aún con los ojos cerrados y me acerqué a la cama de mis Amos , intentando abrirlos y acostumbrarme a la claridad que, aun siendo temprano, ya entraba por las rendijas de la persiana a medio echar. Apoyé la cabeza en la cama con la boca abierta. Mi Amo me agarró del pelo, dirigió la polla a mis labios y descargó toda su orina caliente en ella. Lo tragué con alguna arcada. A pesar de todo, no terminaba de acostumbrarme a ese sabor tan fuerte.

Me dio una torta en la cara a modo de recompensa y de aviso para que me bajara y, tras darle las gracias muy bajito para no despertar a mi Ama, me acurruqué en mi cesta junto a mi compañero, que seguía dormido.

toni llevaba tres meses con nosotros. No se habían complicado mucho y usaron el diminutivo de su nombre real para bautizarle con su nombre de perro. A mí, mi Amo me llamó vega , porque era en nick que utilizaba cuando le conocí en Internet; Sin embargo, si bien es cierto que nuestro nombre de mascota lo utilizaban algo más (el real no se usaba jamás), por norma general sólo era para presentarnos a alguien o para escribir nuestros nombres en cuencos o chapas de collares. Había demasiados calificativos adecuados para nosotros como para limitarse a un nombre.

Volví a quedarme dormida y lo siguiente que me despertó fue la alarma del móvil de alguno de mis Amos.

  • ¡perro! - gritó mi Ama, y él fue corriendo hasta su lado de la cama.

Le hizo subir y colocarse entre sus piernas. toni le daba las gracias mientras daba largos lametones a su clítoris. Mi Amo me agarró del pelo y me metió la polla en la boca, de un golpe seco. Estaba preparada para ello, era así desde siempre cuando estaba recién levantado. Me movió la cabeza tirándome fuerte del pelo durante un rato y alternando alguna bofetada hasta que secorrió en mi boca. Aunque no hacía falta, cuando sacó la polla de mi boca dijo, mientras se limpiaba en mi cara:

  • No lo tragues y vete a hacernos el desayuno, zorra.

Era una rutina casi diaria. Mi Ama sí era bisexual y me usaba a veces pero mi Amo, excepto para humillarle, reparaba poco en toni . Tenerle en casa había sido un capricho de ella y mi Amo no dudó en concedérselo, pero Él era heterosexual. toni también lo era, pero por eso precisamente venían a casa muchos hombres que deseaban usarnos a los dos. Saber que hacíamos cosas que no nos gustaban únicamente por obediencia, era algo que a nuestros Amos les encantaba; es más, les enorgullecía, y eso era lo máximo para nosotros.

Estaba ya preparando el café cuando bajó toni  a ayudarme. Tostó pan y lo dispuso en la mesa con aceite, tomate, mantequilla y mermelada. Preparamos zumo, fruta y galletas, y nos colocamos en el suelo a esperar, delante de nuestro cuenco de comida. Yo respiraba profundamente, a cuatro patas, reteniendo el semen en la boca. Nuestros Amos comían sin reparar mucho en nosotros.

- toni - dijo mi Ama, estirando la pierna.

El perro acudió solícito y comenzó a lamerle las botas. Ella continuaba hablando con mi Amo sobre lo que les depararía el día. De vez en cuando echaban algún resto en nuestro bol de comida. Un chorro de leche, algo de piel de la fruta que les sobraba, trozos de pan demasiado tostado, una cucharada de yogur, cereales que parecían comida para perros aunque simplemente se trataba de un tipo de muesli...

Mi Amo se dirigió a mí por primera vez en todo el desayuno.

  • Venga perra, escupe y desayunad.

toni vino hasta donde yo estaba por orden de mi Amo y yo escupí todo el semen caliente mezlado con grandes dosis de mi saliva en nuestro plato, con cuidado de no tragarme nada antes de tiempo.

  • Gracias, mi Amo - dijimos los dos, y empezamos a comer.

No nos acostumbrábamos a comer del mismo bol. Nuestras cabezas chocaban a menudo y nuestros Amos reían. Claro que la mezcla que allí había no era muy apetecible para ninguno de los dos. A pesar de que sabíamos que debíamos dejar el plato limpio, nos costó acabarlo. La mezcla de sabores y texturas era horrible, pero era peor si, para la hora de comer, quedaba algún resto y se mezclaba con los sabores de la carne o de la pasta.

Cuando acabamos teníamos la cara manchada. Mi Ama dijo que se iba a trabajar, le dio un profundo y largo beso a mi Amo y Él enganchó las correas a nuestros collares para llevarnos al jardín. Ambos estábamos a punto de reventar y agradecimos infinitamente a nuestro Dueño que nos permitiera orinar. Hacía ya tiempo que nos daba igual que alguien pudiera vernos.

Volvimos a dar las gracias y mi Amo nos llevó al interior de la casa. Teníamos que empezar nuestras tareas. No sabíamos lo que nos depararía el resto del día, pero sabíamos que un día "cualquiera" no era un día "fácil" en nuestra vida.


Un año antes...

Conocí a Javi por internet en un canal de sexo. Desde el principio las cosas estuvieron bastante claras. Me dijo que no buscaba una pareja propiamente dicha, sino una sumisa, y yo sentía lo mismo. Sin embargo, cuando nos conocimos, congeniamos y comenzamos a quedar cada vez más a menudo, le pregunté si no consideraba que, básicamente, era lo mismo.

  • Eres mi puta, no mi pareja.

La humillación era parte de lo que más le gustaba. Me atrevería a decir que nuestra "relación" se basaba en eso. Me insultaba, me follaba de maneras degradantes, me escupía, me orinaba encima y a veces me exhibía. En ocasiones yo sentía ganas de pedirle que parara, pero siempre terminaba corriéndome como una puta.

Yo estaba terminando la carrera y vivía con mis padres. Él, diez años mayor, vivía solo. No estábamos lejos, pese a encontrarnos en una ciudad tan grande.

Poco a poco mi vida social se fue reduciendo. Le decía a todas horas dónde estaba y con quién, suponiendo que me hubiera dado permiso para salir. En cualquier momento podía requerir "mis servicios" como él decía, y yo debía estar disponible.

Un día que salí antes de la universidad me acerqué a verle a su casa. Ese fue el punto de inflexión de nuestra relación, donde me di cuenta de que de verdad era su puta y hacía conmigo lo que le daba la gana.

Cuando llegué al rellano observé claramente a una chica, colocándose la ropa, cerrando la puerta de casa de Javi tras de sí y el corazón me dio un vuelco. Llamé sin pensármelo dos veces y me abrió enseguida.

  • Ah, eres tú. Pasa, perrita, ¿qué hay?

  • ¿Quién era esa chica? - pregunté, directa al grano.

Javi soltó una risa y me miró, desnudo, mientras se sentaba en el sofá.

  • Oh, una perrita celosa, qué encanto.

  • Estoy hablando en serio, ¿quién era?

Vino hacia mí y me empujó de la cabeza hacia abajo.

  • ¿Desde cuando te debo explicaciones? Y ponte a cuatro patas, que es tu sitio.

  • Pensaba que era algo para ti.

  • Sí, algo. Mi perra, mi puta...

  • ¿Y ya?

  • ¿Qué más quieres? Creí haber dejado claro que no eras mi pareja.

  • Pero...

  • Es lo que hay. Escenitas de puta celosa, no. Pero si quieres lo dejamos aquí, no pasa nada.

Me acerqué a él, temiendo que se hubiera enfadado.

  • No, no, por favor, lo siento, mi Amo.

  • Ah, eso está mejor - me dio unos golpecitos en la cabeza. Y, por si no me hubiera humillado ya bastante, dijo - anda, tráeme una cerveza y algo de picar, que esa zorra me ha dejado seco.

Estaba roja de rabia y celos, pero más me valía no decir nada. Fui a coger la cerveza y la puse en una bandeja, junto a unas patatas fritas y alguna lata que encontré por ahí. Me indicó que me colocara a cuatro patas y apoyó la bandeja en mi espalda. Todavía me pregunté por qué no me había ido nada más aclararse mis dudas, pero sólo era capaz de permanecer allí, humillada, con la cabeza baja.

Cuando se terminó la cerveza dejó la bandeja en una mesita auxiliar y colocó los pies encima de mi espalda. Había un partido en la televisión y estuvo viéndolo un rato, a la vez que miraba el móvil. Me pregunté, con tanta risita, con quién estaría hablando. Y, por si eso fuera poco, vi cómo se hacía una foto de la polla.

Pasado un buen rato se levantó del sofá y se estiró.

  • Bueno, perrita, me voy a la ducha, he quedado para cenar.

  • Pero, mi Amo, yo pensaba... no sé... pasar un rato juntos y eso.

  • Y ya lo hemos estado - dijo, con una sonrisilla irónica - tengo planes, ya te he dedicado tiempo suficiente. Vete a casa.

Iba a replicar, enfadada, cuando me agarró la cara fuerte con la mano. Normalmente quedábamos los viernes por la noche, y por eso había ido a verle, entre otras cosas.

  • A casa, ¿entendido?

  • Sí, mi Amo.

  • Bien. Hasta mañana.

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Con el paso del tiempo las cosas empeoraron para mí. Javi aprovechaba cualquier momento para recalcar (normalmente, de manera indirecta) que no era la única que satisfacía sus necesidades sexuales. El control sobre mí se hizo más exhaustivo, y debía mandarle fotos de lo que hacía, y de dónde estaba en todo momento. Mis padres se extrañaron de que no saliera con mis amigos más a menudo, pero tampoco dijeron mucho.

En junio me gradué, y mis padres me preguntaron por qué Javi no había ido. Sabían que estaba con alguien, sin muchos detalles. Él solo esperaba abajo para recogerme. Les dije que tenía novio para que estuvieran tranquilos y para que no les pareciera tan raro que no saliese con amigos.

En septiembre Javi encontró un buen trabajo en otra ciudad. Me propuso que me fuera a vivir con él y yo casi me desmayé de la alegría.

  • Como mi puta, recuerda. No como mi pareja.

  • Lo sé, mi Amo.

  • Pero así podré emputecerte mejor. Y no estar en tu entorno te ayudará a servirme.

También me alegré en secreto de alejarle de todas las tías con las que mantuviera contacto habitualmente.

Mis padres pusieron el grito en el cielo cuando se lo conté. Mudarme de ciudad y con ese "novio" misterioso... Javi accedió a conocerles antes de irnos. Desde el principio yo sabía que no se caerían bien, pero por lo menos parecía que me cuidaba, dijo mi madre. Él se aseguró de que pensaran que estaría bien atendida y sería feliz y, como a mí me veían ilusionada, se quedaron algo más tranquilos.

Unos días antes de irnos dormí en casa de Javi. Por la mañana me agarró la cabeza y me folló la boca cuando aún yo estaba dormida y me costó reaccionar. Se corrió dentro y lo tragué todo relamiéndome.

  • Tendrás que acostumbrarte a esto. Y también a servirme adecuadamente. ¿Estás segura de que quieres vivir como mi perra?

  • Sí, mi Amo.

  • También deberás acostumbrarte a dormir de manera menos cómoda.

  • ¿Por? ¿No dormiré contigo?

  • Y a no preguntar tanto y a tratarme de Usted, zorra. No soy un amigo tuyo.

  • Perdón, mi Amo, ¿no dormiré con Usted?

  • No en mi cama, eso seguro. Tendrás que aprender a obedecer y satisfacerme en todo. No quiero una perra quejica, ¿está claro?

  • Sí, mi Amo.

  • Pues venga. De momento yo me voy a la ducha, ve a hacerme el desayuno.

A los tres días yo tenía las maletas hechas y pasó a recogerme. Me despedí de mis padres con una mezcla de pena y ganas por lo que vendría. Metí el equipaje en el coche y me subí.

  • ¿Preparada, mi perra?

  • Sí, mi Amo.

Aunque no estaba, ni de lejos, lista para todo lo que vendría.

vegasumisa@gmx.es