Nuestra segunda vez (por Luna y Lobo)
Después de la primera vez a ciegas, teníamos que tener una segunda cita haciendo realidad todas nuestras fantasias y nuestros deseos.
Por fin pudimos vernos de nuevo. Mi mujer tenía que trabajar un puente que yo tenía libre y Luna pudo venir conmigo. Ella también puso de excusa que tenía que trabajar toda la mañana para que no la molestaran.
Eran aproximadamente las 9:30 de la mañana cuando llamó de la calle, era la primera vez que venía y le hice un poco más la puñeta.
- ¿Lobo? ¿Qué Lobo? ¿Qué cachondeo es este, señorita? Llamar a una casa un día de descanso a estas horas de la mañana.
Le abrí la puerta y me quedé mirándola con su cara de estupefacción.
Que es broma, sube.
Cabrón.
Cuando le abrí la puerta, escondiéndome detrás para que no me viera.
- Sssssss. Espera, no te des la vuelta.
Le quité las gafas y le puse un pañuelo sobre sus ojos.
- Me he pasado todo el tiempo pensando en ti Luna.
Le rodeé su cuerpo con mis brazos arrimándome a ella para que sintiera en sus glúteos como crecía mi erección. Empecé a desabrocharle los botones de la blusa de arriba abajo, uno a uno. Dejándola caer al suelo.
- Todo el tiempo soñando con volver a tocar tu cuerpo milímetro a milímetro con mis manos.
Le desabroche el sujetador, dejándolo caer al suelo. Colocando mis manos frías de habérmelas lavado recientemente en su estomago que le hicieron recorrer un escalofrío por el resto de su cuerpo. Subiendo las manos por debajo de sus senos y apretándolos contra su cuerpo. Aquellos enormes senos con los pezones duros y grandes por el tacto de mis manos frías y su excitación.
Me pene estaba completamente tieso, me excitaba aquel cuerpazo de diosa. Mi lengua le recorría la nuca hasta el lóbulo de su oreja. Ella arqueaba su cuerpo excitado. Bajé mis manos a su pantalón, le bajé la cremallera de aquel pantalón que tan bien le marcaba sus glúteos y lo bajé al suelo. Inmediatamente hice lo mismo con sus braguitas, dejándola completamente desnuda como yo. Le levanté los pies para que se quedara allí su ropa y agarrándola de la cintura le indiqué que empezara a caminar hacia delante.
- Primero bésame.
Ella me amaba tanto como yo, pero a mí me gustaba más excitarla y me fijaba menos en aquellos detalles.
- Enseguida tendrás mi primer beso, ahora camina por donde te marco.
Enrosque mis brazos por su vientre apretándola hasta tener nuestros cuerpos pegados y caminamos hasta el sofá del comedor.
- Date la vuelta y siéntate.
Estaba muy excitada, alargó sus manos y me agarró de las caderas. Acercó mi cuerpo hacía ella, abrió la boca y sacó la lengua moviéndola de un lado para otro. Yo le ayudé, dejé caer mi verga sobre tu lengua y ella la absorbió. Se la metió entera hasta sentir el fondo de su boca en mi capullo rojo.
La giré un poco y la coloqué de lado mientras me comía la verga, la tumbé hacía la derecha sobre el sofá mientras mi verga seguía siendo lamida por esa lengua dulce y caliente. Empecé a penetrarla por su boca, subiendo y bajando poco a poco, para que la sintiera recorrerle la lengua.
La senté de nuevo en el borde del sofá, le coloqué una silla para que pudiera colocar las piernas en alto, dejando su sexo bien abierto. Empezando primero a masturbarlo con los dedos separando su raja bien abierta. Jugando con su clítoris de un lado a otro mientras ella gemía y se movía de placer. Lamía uno de sus pechos, le mordisqueé el pezón duro y grande mientras le masturbaba. Le metí uno de los dedos dentro de su vulva empapada, le metí un segundo dedo y aquello no dejaba de abrirse. Me arrodillé entre sus piernas y metí la lengua en su raja para beberme aquel jugo encantador, para comerme aquel manjar dulce y sabroso mientras ella se estremecía. Metí mi lengua larga y gorda dentro de su hermoso agujero. Metiéndola y sacando, sintiendo como se abrían las paredes de su vagina grande y caliente. Con la nariz le presionaba más aún el clítoris y la movía de izquierda a derecha, aparté la silla y la tumbé de lado, me coloqué entre sus piernas, de rodillas, sentado sobre su pierna derecha y empujé mi verga dentro de ella, tenía todo el capullo en flor, todo el glande metido dentro de su chocho mojado y ardiente. Empecé a recorrerla por dentro metiendo mi verga entera hasta que sentía apretados mis testículos y no cabía más. Coloqué mis manos a ambos lados de mi coño y mis pulgares los coloqué junto a mi verga. Empecé a meterle ambos dedos al mismo tiempo con mi verga, entrando y saliendo, dejándolos mojados para poder utilizarlos. Coloqué mi pulgar derecho en su clítoris y empecé a masturbarla, ella empezó a gemir más fuerte, empezó a tener algún escalofrío que se convertía en espasmo. Metí mi otro pulgar lentamente en su ano. Suave y dilatado. Muy excitada, porque ya sabe como la trato. Con pasión y deseo sexual.
Era el momento, mientras estaba ella gritaba de placer, mientras se corría por segunda vez con mi dedo masturbando su clítoris, saqué mi mano de tu culo y le quité la venda. Abrió los ojos y vio en la televisión como la estaba penetrando.
¡Me estas grabando!
A los dos cariño, para que otros aprendan de ti lo que es el sexo y el placer.
A ella que nunca le había gustado verse se miraba fijamente y veía como se movían sus enormes senos mientras la follaba fuertemente.
Luego le enviaremos la cinta a tú novio para que tenga otra peli porno para pajearse por las noches.
A él no le excito.
Excitaras a cualquiera que te vea como follas. Mírate, eres increíble, perfecta y estas hecha para dar placer a cualquier hombre.
Fóllame, lobo, fóllame.
Le pedí que se pusiera a 4 patas, con las piernas unidas, yo me arrodillé a ambos lados de sus piernas y volví a introducir mi verga en aquel jugoso agujerito. Así lo tenía más cerrado y podía sentirla con más fuerza como agarraba mi verga dentro de ella sin impedir que entrara y saliera libremente. Me agaché sobre ella y le agarré sus dos enormes senos, grandes y hermosos, con aquella suave piel blanca, y esos enormes pezones excitados. Ella me miraba en la televisión de 40 pulgadas, miraba mi expresión de placer y satisfacción mientras la penetraba. Miraba como tenía la frente mojada de sudor de tanto esfuerzo y movimiento de dentro a fuera.
Ya no podía aguantar más y tuve mi primer orgasmo dentro de ella, aguantando el ritmo mientras seguía dentro de ella y se encogía mi verga.
Pasé mis dedos por dentro de tu coño recogiendo en mis dedos el semen y se lo iba untando sobre su ano.
Nunca paras, eh! - me decía con una dulce sonrisa.
Ya sabes que no es verga todo lo que reluce. Además, con lo que me excitan tus agujeritos ya verás como pronto volverá a levantarse.
Seguía repartiendo mi semen por su esfínter y abriéndolo. Girando mis dedos por dentro y dilatándolo. Metí mi lengua por dentro lamiendo mi semen dentro de ella. Le separé un poco las piernas y comencé a masturbar su clítoris de nuevo.
Ella se estremecía y vibraba mientras la masturbaba. No sabía si se había corrido ni cuantas veces, pero quería que disfrutara más aún.
Mi verga empezaba a ponerse dura al oírla gemir, me encantan los sonidos que emite cuando se excita. Agarré mi pene y lo masturbe un poco para que terminara de endurecerse. Coloqué la punta de mi pene sobre su esfínter abierto y la penetré poco a poco hasta tenerla toda dentro de ella. Me recosté y volví a agarrarle de los senos y empecé a moverme dentro de ella. Estaba excitada y disfrutaba con mi verga, aunque no gemía tanto como antes. La saqué y me senté en asiento reposa pies. Me recosté para atrás y te pedí que se subiera encima de mí.
Al sentarse encima de mí sus ojos se quedaban mirando la televisión, y su cuerpo en primer plano. Se sentó metiendo mi polla dentro de ella y empezó a balancearse de un lado a otro, de arriba abajo.
- Abre los ojos y mírate.
Se miró en la televisión, como estaba disfrutando de mi dura polla. Como saltaban sus senos en cada movimiento.
- Eres preciosa, exuberante, bella,...
Le costaba pero poco a poco aguantaba más el mirarse y empezaba a verse guapa mientras me sentía entero dentro de ella.
- Y follas mejor que nadie que haya conocido. Ni hombre, ni mujer,... Eres una diosa que me enloquece con el placer que me das.
Volvió a cerrar los ojos y apretaba más. Subía y bajaba por mi verga entera y ya tenía los testículos metidos dentro de mi cuerpo de sus golpes. Como una bestia salvaje subía y bajaba sin cesar. Como una bruja en mitad de un akelarre poseída por mi diablo rojo que la recorría entera.
Los dos estábamos gimiendo en voz alta, gritando como posesos. Se agachó sobre mí, cansada y me pidió que la ayudara. La agarre de sus caderas y empecé a botar. Empecé a metérsela entera y muy rápido. Sentía sus pechos encima de mí calentando mi pecho y mi corazón. Me besó apasionadamente y aceleré más mis saltos para penetrarla más fuerte.
Le pedí que se tumbase ella en mi lugar. Le levanté las piernas y allí de pie la levanté de las piernas hasta poder penetrarla. Con sus muslos cerrados y mi verga dentro volvía a penetrarla sin parar hasta que fruto del cansancio tuve que parar, aún no había podido volver a correrme, pero no tenía prisa.
Le pedí que se pusiera de rodillas, más cerca de la cámara, que separara las piernas y se agachara todo lo que pudiera, dejando toda su raja abierta a mi merced. Empecé a masturbarla. Lamiéndola primero, recorriéndola con toda la lengua desde al clítoris hasta el ano y bajando de nuevo. Empecé a meterle dos deditos dentro de su coño grande y hermoso. Dejé que mi lengua le lamiera el ano mientras metía otros dos dedos, empecé a girar dentro de ella la mano, palpando por cada recoveco de su sexo. Ella empezó a tener espasmos al tocarle un poquito a la derecha, metí el quinto dedo para acceder mejor a ese sitio, mientras mi lengua lamía aquel esfínter cerrado por la excitación. Movía mis dedos por toda aquella zona mientras gritaba de placer, había tenido ya dos orgasmos pero seguía allí pidiéndome que la poseyera. Puse mi otra mano en su clítoris y empecé a masturbarlo con la anular y el corazón y moviéndome dentro de ella. Gemía, gritaba y se estiraba y encogía sin parar, su cuerpo tenía espasmos y orgasmos con una facilidad pasmosa.
Mi verga también había estado soltando gotas de semen por la excitación que me produce el verla disfrutar de esa manera tan salvaje.
Al final me pidió que parara, cuando al menos había tenido cinco orgasmos seguidos. Pero es que toda ella es un cuerpo hecho para el placer.
Nada más volver en sí, loca, sonriente me tiró contra el sofá y se abalanzó sobre mi polla, se le metió en la boca y empezó a comerla con una lujuria que nunca había visto en ella. Estaba como poseída por un diablo que le pedía que me saciara, la lamía y la masturbaba sin parar, se comía mi capullo lamiéndolo como un caramelo, devorándolo como un bombón dulce y sabroso, y meneaba toda la polla de arriba abajo con fuerza. Apenas tarde unos minutos en correrme, ni yo me había masturbado nunca tan bien. Me corrí en su boca y ella se tragó el semen y seguía mirándome alegre y sonriente. Satisfecha de haberme devuelto al menos parte de aquel placer que le había proporcionado.
- Pues ahora te toca a ti ponerte de rodillas. Que yo tampoco te voy a dejar descansar.
Me encantaba verla así, sonriente, feliz y deseosa de mí.
Me coloqué de rodillas ante la cámara, como había hecho ella y empezó a lamerme el ano. A pasar sus manos por mí entre pierna, desde el ano a los testículos. Me agarraba la polla como si fuera la ubre de una vaca y tiraba de ella. Sentía como su lengua me penetraba haciendo dilatar mi esfínter. Pasaba su lengua hasta los testículos, me recorrían escalofríos. Me estaba poniendo la polla dura de nuevo.
- Eres increíble mi Luna...
Metió un dedo en mi ano y empezó a girarlo alrededor de él. Colocó de nuevo su lengua con el dedo, echo saliva y metió un segundo dedo. Me tenía a su merced, esa mujer que tanto amaba y deseaba podía hacer de mí lo que quisiera porque me enloquecía todo lo que me hacía.
Me tenía tieso y cachondo, excitado y deseando más de ella. Me dejó unos segundos, fue al recibidor y volvió a donde yo estaba.
- ¿Qué te creías? ¿Qué me había olvidado?
Se había traído el arnés que le había pedido. Solo le dije una vez que quería que me desvirgara ella y me prometió que lo haría, pero no me esperaba que se acordase de aquello, lo untó en aceite y lo colocó en mi culo empujando para dentro. Agarró mi verga mientras lo metía y me masturbaba poco a poco.
Sentía como me penetraba hasta las entrañas, como me recorría mi ano entero, lo menos eran 20 o 25 cms de plástico resbaladizo que me recorría por dentro. Mientras masturbaba mi verga no dejaba de gotear semen, apenas tenía un pequeño hueco para mirar a la televisión entre mis piernas y su cuerpo, pero veía como mi culo estaba siendo atravesado por aquel instrumento placentero. Le pedía que se girara un poco para que pudiera ver la televisión y vi como mi dulce y amada Luna, esa mujer preciosa y exuberante, con aquel rostro dulce y angelical, aquella piel blanca y suave, aquellos pechos grandes y aquel culo precioso, tenía ahora entre los pelos de su Monte de Venus una verga gigante que entraba y salía de mi culo casi entera.
Le pedía que parara, no podía correrme después de las dos veces anteriores y le pedí que parara. Me enloquecía como me follaba, mi verga no dejaba de gotear semen de satisfacción y le pedí que parara. Al sacarlo mi culo no se cerró solo se quedó estupefacto y satisfecho.
Se lo quité y me lo puse yo, para un hombre le es muy incomodo pero iba a penetrarla con las dos vergas a la vez. Con calma y poco a poco fui masturbándola de nuevo por toda su raja, dilatándole el coño, abriéndole aquella preciosa vulva de par en par, entrando primero la verga de plástico, y mientras seguía masturbándole el clítoris entrando también la verga de carne y hueso.
No podían entrar las dos enteras porque el arnés hacía tope en el fondo, pero la veía gemir con locura y eso me bastaba, mi capullo de todos modos estaba ya muy sensible después de una hora de sexo sin parar. Pero mientras la oyera como disfrutaba no podía parar, a veces tenía que sacar mi polla de dentro y seguir solo con el arnés y luego otra vez con las dos, ella se acoplaba enseguida, aunque ahora como ya sabía dónde tenía que recorrerla para darle placer, no hacía falta que cerrara sus paredes para disfrutar más.
Conseguí que se corriera tres veces más y me pidió que parara. Se la saqué y se quedó tumbada en el sofá. Me agaché entre sus piernas y empecé a pasar mi lengua por aquella vulva caliente y empapada.
Pero ¿qué no vas a parar en las tres horas? - me decía sonriendo.
Si, pero con todo lo que ha sufrido es para que se relaje un poco.
Y, yo qué?
Jejeje, perdona.
Me acerqué a sus labios y la besé apasionadamente. Era única y perfecta. Me amaba y yo a ella. Me deseaba y yo a ella. Y queríamos compartirlo todo los dos juntos. No hay ni placer ni perversión que no nos guste por igual. Además los dos somos súper excitables y ella tiene una sensibilidad en el clítoris que la hace que sea más que multiorgásmica. La hace que sea un terremoto por como vibra todo su cuerpo se lo cómo. Y yo un volcán de lava blanca cada vez que me come cualquier parte de mi cuerpo.