Nuestra primera vez en un club de parejas
El sexo es cuestión de modas, en Bogotá estan de moda los Club de Parejas, a pesar de algunas restricciones, cada dìa son más populares...
NUESTRA PRIMERA VEZ EN UN CLUB DE PAREJAS
Somos un matrimonio de 30 y 32 años, bien parecidos, Fabiola (mi mujer) morena, de 1,70 mts de alta y con ojos claros; yo soy Bernardo de 1,80 mts de alto castaño, con ojos café oscuros.
Como matrimonio hemos satisfecho todas nuestras apetencias sexuales dentro de la pareja, pero tanto Fabi como yo hemos tenido muchas fantasías eróticas que nos las hemos contado calentándonos con nuestros relatos y acabando estos con una buena culiada.
Nuestra experiencia siempre se había desarrollado en pareja y solamente tuvimos un principio de intercambio (sin llegar a la penetración, solo besos y manoseos) con una pareja de amigos en una casa de campo donde pasamos un fin de semana. De vez en cuando recordamos esos momentos y nos excitamos bastante.
Después de 12 años conviviendo con mi mujer conozco perfectamente cuando ella está lo suficiente caliente para que desarrollemos nuestras fantasías sexuales y juguemos a nuestro deporte favorito "culiar". Siempre, y mientras estamos haciendo el amor, solemos decirnos que nos gustaría vernos y estar con otras parejas que hagan lo mismo que nosotros.
Hace cuestión de tres semanas, llamé por teléfono a mi mujer para indicarle que llegaría a casa en breves instantes, me respondió de una forma que la noté excitada. Al llegar a casa me recibió con un pijama corta y transparente, los senos los tenia sueltos y los pezones erectos, debajo de la tela se le veía perfectamente una tanga pequeña de color rojo, la minúscula prenda se le metía entre los labios de su sexo saliéndose a los lados incluso el vello moreno. Me puse al instante bien arrecho.
Le pregunté:
-¿Es que ha venido alguien y han estado culiando?
Ella me respondió:
-Ojalá hubiera sido así, pues llevo toda la tarde con unas ganas locas de meterme algo en la chocha para tranquilizarme.
Entonces la abracé, dándole un beso y metiéndole la lengua hasta lo más profundo de su boca, le indiqué que podíamos irnos a algún lugar para pasárnoslo bien. Fabiola me respondió:
-No puedo aguantar más, necesito una verga para apagar la excitación que tengo.
Muy despacio empecé a tocarle las tetas y apretarle dulcemente los pezones notando como se retorcía de gusto. Ya echados en el sofá le metí un par de dedos dentro de su vulva notando que estaba chorreando. Cuando me apercibí de que estaba con unas ganas locas de culiar me quité de su lado y le volví a decir:
-Si deseas que tu cuquita sea penetrado nos tenemos que ir a un club de intercambio de parejas.
Ella, furiosa me contestó:
-Pues vamos donde tú quieras que me voy a culiar a todo el que me lo pida.
Y yo le respondí:
-Ponte un vestido bonito que nos vamos al instante.
Al momento se presentó con un vestido de vuelo y un poquito corto (por encima de las rodillas). Fuimos directamente a un club del norte de Bogotá del que me habían hablado muy bien. Al entrar y en la barra había unos jóvenes de unos 25 años muy bien parecidos y nos recibió una señorita muy simpatica que nos acompañó al interior del recinto, indicándonos un lugar para sentarnos. El salón estaba casi completo de parejas sentadas en sus respectivas mesas y cuando llegamos nos percatamos de que nos miraban con insistencia. El salón estaba iluminado con luces de color pero se veía bastante bien a las personas que nos rodeaban. Al lado teníamos una pareja mayor que nosotros, ella un poquito gruesa (pero no gorda) negra con los labios carnosos con un vestido semi abierto por delante donde dejaba ver sus piernas apetecibles; él también negro pero bien parecido. Fabi me dijo al oído:
-La persona que tenemos al lado no me quita el ojo de encima, me está mirando con deseos de comerme.
Yo le pregunté:
-¿Y te gusta?
-Me está poniendo arrecha, estoy notando como se me mojan los pantys y como siga así me voy a masturbar aquí mismo. Me respondió.
Entonces empezó una música suave y lenta, vimos como algunas parejas se levantaban de sus asientos y se dirigían a una pista de baile situada al final del salón y en penumbra. Al instante le dije a mi esposa si deseaba bailar. Ella gozosa se levantó del asiento dándose una vuelta sobre sí misma; vi con excitación como el vuelo del vestido dejaba al aire su culo esplendoroso ante la pareja vecina. Yo miré insistentemente y con codicia a la negra de al lado.
Nos dirigimos a la pista de baile y al momento teníamos a nuestra pareja de al lado junto a nosotros. A Fabiola la abracé con ansiedad, apretándola contra mi cuerpo, sintiendo todo su cuquita contra mi verga y empecé a sentir como esta se endurecía terriblemente. Fabi se estremecía y se restregaba su vulva contra mi sexo. Llegó un momento que estábamos los dos tan excitados que le empecé a subir la falda para tocarla el culo. El negro miró los glúteos de mi mujer con deleite, y yo se lo dije a ella. Entonces se volvió hacia él y lo miró con ojos de deseo. Yo notaba que de un momento a otro haría cualquier cosa para poder culiar. Durante el baile me puse cerca de nuestros amigos y con un movimiento suave hice que Fabiola restregara su culo contra las manos de nuestro vecino. Éste sin perder el tiempo le cogió los glúteos a mi esposa y se los apretó. Entonces Fabiola, fuera de sí, se volvió a nuestro amigo y le dijo:
-Mira como mi marido está mariquiando y yo necesito un tipo con una buena verga si tú estas dispuesto llévame a algún lugar para que me puedas culiar con toda libertad.
Entonces sin pensárselo dos veces la agarro por la cintura y la metió en un reservado.
Yo me quede con su mujer y ésta, que estaba también bastante excitada, me llevo a otro apartado. Allí pudimos culiar tranquilamente hasta quedarnos exhaustos. Al salir del reservado y pasar por donde estaba Fabiola me fije un momento como se lo estaba pasando ella y cual fue mi sorpresa que vi a mi esposa en cuatro y un chico joven pichandosela, al mismo tiempo que le estaba chupando la verga a nuestro vecino negro. Pasada una hora aproximadamente salió Fabiola del reservado y sin decirme nada me cogió de la mano y me indicó la salida. Fuera del club me dijo:
-Llévame para casa. Y no volvió a decir nada más. FIN