Nuestra primera experiencia liberal (por Laura)

Quiero compartir nuestra primera experiencia liberal por petición de mi marido, que lo disfrutó tanto como yo escondido detrás de una ventana

Hola a todos, me llamo Laura, soy una mujer de 44 años, felizmente casada y mi marido me animó a escribir parte de nuestra historia. Me siento extraña relatando nuestra primera experiencia liberal,  Ya que hay pocos relatos contados por mujeres y quiero ser lo más fiel a la realidad para ayudar a otras parejas que se encuentren a las puertas de dar el primer paso como nosotros cuando lo hicimos. Al grano...

Llevábamos unos años anclados en la monotonía, el trabajo nos dejaba poco tiempo, nuestra hija adolescente con sus cosas...  que era más bien falta de tiempo que ganas, vamos.

Como nos dábamos cuenta de la situación,  empezamos a introducir juegos nuevos, nos compramos algún juguete y teníamos alguna noche de buen sexo. Poco a poco nos desinhibiamos y damos rienda suelta a nuestras pequeñas fantasías.

Una tarde me acerqué al sexshop a ver algún juguete para esa noche y vi un torso masculino. Me llamó mucho la atención, era un pecho masculino con una polla realista muy logrado, me ponía cachonda con sólo mirarla, era un poco más grande que la de Luis, y la suya mide 18cm, pero sobre todo más ancha.

Lo revisé, lo miré bien y al final me lo llevé.

Discurrió la cena, nuestra hija salió con una amiga a su casa, (era viernes) y después de unas copas nos pusimos a jugar. Le dije a Luis que tenía una sorpresa y cuando los dos estábamos a tono, me fui a la habitación sola, preparé todo en la cama, me lubriqué bien y llamé a mi marido. Cuando entró estaba bien empalmado, y se sorprendió de lo que vio.

Allí estaba yo recibiéndolo de rodillas enseñándole el culo en pompa, mirando como entraba en la habitación a través de mi entrepierna con aquel muñeco debajo de mi barriga y aquella polla apuntando a mi chochito y moviéndose lentamente a un lado y a otro mientras yo me acomodaba  para meterla dentro de mí. Se sorprendió y se sentó en la cama a mi lado, me empezó a acariciar la espalda, el culo y mis tetas. Esa situación me excitó como hacía tiempo. Puse la punta en mi entrada, me dejé caer y entró fácilmente.  Me movi lentamente mientras Luis me acariciaba las tetas y el culo. Se puso de rodillas en la cama y se la empecé a chupar como se que a él le gusta. Acompasé los movimientos y me encontraba en la gloria, me imaginaba esa situación con algún chico desconocido de la calle y rápidamente me corrí,  dejé de chupar, le sujeté la polla con una mano mientras me corría, le volví a chupar con fuerza hasta que se corrió en mi boca y nos caímos rendidos en la cama.

Al día siguiente nos despertamos echando un polvo mañanero y desayunamos. Salimos a tomar algo y en el coche ya le susurré al oído lo bien que me lo había pasado, y empezamos a hablar como dos adolescentes. Pasaron los días y entre situaciones morbosas seguimos con el mismo rol de juegos. Me moría de gusto con aquello. Hasta que empezamos a hablar mientras follamos de tríos y demás. Medio en juegos nos empezamos a sincerar de lo cachondos que nos poníamos y yo le dije que a mi me ponía imaginarme con un muchacho jovencito. Luis se ponía como una moto con aquello, y para que negarlo, es una de las fantasías estrella de muchas mujeres, y la mía.

Aprovechando el buen tiempo y la playa, cerca de casa hay una a la que vamos mucho, no hago topless porque van muchos vecinos, pero si llevo a veces bikinis pequeños. Un día de tarde estando en la playa, a unos metros se puso el nieto de unos vecinos, nos saludó y se tumbó. Por aquel entonces tenía 18 años, se acababa de sacar el carnet y lo empezábamos a ver mucho por el vecindario con sus abuelos... y la verdad que tenía muy bien cuerpo, marcado de hacer deporte y completamente depilado. Nos dimos cuenta que de vez en cuando miraba de reojo, y es que llevaba un bikini blanco que resaltaba la piel morena y enseñaba todo el culo y casi todas las tetas. Era un sábado de tarde y Luis me dijo si jugábamos un poco, para ponernos cachondos. Viendo que había venido en coche y estábamos a 10 minutos de casa Luis recogió sus cosas y se fue. Quedamos  en que le preguntaría si me llevaba a casa y mientras a ver que podía sacarle. Al rato me bañé, y con el bikini medio transparente porque era blanco me acerqué donde estaba a saludarlo, y de paso preguntarle si me acercaba a la urbanización porque mi marido se había tenido que ir urgente por trabajo. Empezamos a hablar y claro que sí,  Que me llevaba encantado, que se iba a quedar todo el finde con los abuelos. Estaba sentada al sol y podía ver como no me quitaba ojo a través de las gafas de sol de mis tetas, una 100 operadas y muy bien puestas. Al subirnos en el coche me fui sin cambiarme de ropa, aludiendo a que mi marido se la había llevado. Durante todo el camino fui abierta de piernas, sentada cómodamente para que de vez en cuando, haciéndome la despistada mirando por la ventanilla el pudiera ver la marca de mi coñito apretado por el bikini. Yo vi como trataba de disimular su erección, y cuando llegamos le dije que aparcara el coche en la plaza de garaje ya que Luis se había ido con un coche y había sitio para dos, por lo que nos sería mas cómodo para descargar las cosas y luego ya lo quitaría más tarde. Me apresuré a bajar mi bolsa y pasar delante suyo para subir las escaleras, me siguió y en la salida me dijo adiós para ir a su portal, le di las gracias y un par de besos y aproveché para abrazarlo y pegarle las tetas lo que pude. Ya en casa le conté a Luis todo y nos pusimos a 100, me dijo que lo llamara en un rato con la disculpa de quitar el coche del parking, y le pregunté que qué le parecería verme con él. En un momento de silencio mi marido pensativo me dice:

  • hombre, si el chaval se calienta mucho y se lanza puedes hacerle una paja, tampoco creo que pase nada, no?

Buf, aquello me ponía como una moto. Luis se iba a quedar metido en una solana que tenemos para la lavadora y que tiene un poco de visión a la terraza. Lo llamé y al rato se presentó en casa. Lo recibí con un tanga negro y una camiseta larga que me llega a la mitad de los muslos, sin sujetador. Le abrí la puerta y le invité a salir a la terraza. Tenía el toldo puesto y cerrado, para evitar miradas indiscretas, salvo la de mi marido, que nos podía oir y veía una parte de la terraza. Saqué dos cervezas y le di una invitándolo a sentarse en una de las tumbonas. Hablamos del buen tiempo,  de alguna cosa del vecindario, de lo mucho que venía ahora... y se me ocurrió ir a por after sun para tener algo con que jugar. Lo cogí del baño y salí a la terraza, le pregunté si me podía dar en la espalda y afirmando todo nervioso me lo cogió. Hizo amago de levantar la camiseta con cuidado pero yo me la quite y me acomodé delante suyo en la hamaca, sentada abierta de piernas, colgando cada una por cada lado. La situación era super morbosa, un chico de 18 años con la testosterona a 200 me empezaba a masajear la espalda, yo con las tetas al aire y mi marido escuchando todo al lado. Pasaba las manos suavemente con delicadeza,  con miedo a hacer algo no permitido, y yo cada vez más cachonda con la situación,  mojada y empezando a imaginarme allí recibiendo polla de aquel niñato. Me estaba poniendo mojada, notaba el coño húmedo y mis pezones se habían puesto duros desde hacía rato. Sin verlo lo notaba nervioso y yo quería guerra, estaba tan cachonda que no me importaba nada. Me giré un poco enseñando una teta completa y le pedí que me diera bastante crema, sin miedo, que creía que me había quemado un poco y lo necesitaba, que sentía el calor en la piel.

Estaba rojo como un tomate, le temblaban las manos. Poco a poco se empezó a lanzar, sus dedos ya empezaban a tocar los bordes de mis tetas, ya se colaban cada vez más, hasta que yo misma cogí un poco de crema y me froté la barriga, por debajo de las tetas y en uno de los movimientos acompañé una de sus manos por debajo dei pecho. Los movimomentos de repente se ralentizaron, fue un momento en el que yo pensé; venga, adelante, mete mano y disfruta... No se lo que el pensaría pero dos o tres segundos se hicieron eternos. Creí que se levantaría asustado y se iría,  pero reaccionó y ya me agarró una teta completamente y sin pudor. La sobó un momento y la otra mano agarró la otra, me apretaba las tetas, frotaba mis duros pezones, le cogí una mano y la bajé hasta mi coño, la deslizó por debajo del tanga y empezó a masajearme. Estaba en la gloria, Y pensaba en las palabras de mi marido, que una paja tampoco sería para tanto... y me di la vuelta y le tiré del pantalón rápidamente, le bajé el boxer de otro tirón y allí apareció aquella joven polla. Al quedar libre salió como un resorte hacia arriba y luego volvió a apuntar hacia abajo. Era muy parecida a la de Luis en longitud, pero algo más gorda, con las venas más marcadas y la cabeza si se notaba más gorda y ancha. Como apuntaba hacia abajo crei que no estaba empalmado del todo y la cogi con la mano, pero me di cuenta que ya estaba bien dura. Me llamó la atención aquello, ya que las que había catado anteriormente eran todas de las que apuntaban siempre hacia arriba. Me miraba medio ruborizado y se dejó hacer. Empecé a masturbarlo pero la posición no era muy cómoda. Traté de colocarme mejor de lado, me sentia más cómoda, estaba cachonda perdida, no aguantaba más y me volví a sentar enfrente, me deslicé lo que pude hacia atrás y me dejé caer, me apoyé en los codos y me la metí en la boca. Me costó un poco por el grosor pero empecé a chupar con fuerza y lentamente, como se que les gusta a muchos hombres; podía ver por momentos los ojos cerrados de aquel semental enteramente a mi disposición, con un rabo que me estaba poniendo al rojo vivo y saber que tenía a dos metros escasos a mi marido me daba un morbo tremendo. Así estuve un par de minutos, hasta que ya no aguanté más y me di la vuelta, me puse de rodillas lo más abierta posible y le dije que me lo comiera que me estaba muriendo de gusto. Rápidamente metió  como pudo su cara entre mis piernas y su lengua empezó a llegar a todos los huecos de mi coño. Aunque torpemente me estaba gustando, si seguía así iba a correrme en breve. Jadeaba, apoyada en mis codos lo miraba y lo veía a través de mis tetas colgando ir y venir por el hueco de mi entrepierna. Cada vez lo hacía con más nerviosismo, más desesperado, hasta que de repente se incorporó, con los pies en el suelo, a cada lado de la tumbona, frotó rápidamente la punta de aquella polla en mi entrada y de un rápido movimiento de cadera me la metió hasta el fondo. Me pilló por sorpresa, y no estaba en los planes, pero me sentí llena como nunca y a punto de correrme. Empezó un ligero bombeo desde el fondo, notaba como sus duros  huevos, como una pelota de tenis se apoyaban en mi entrada, sin llegar a golpear de lo duros y tiesos que estaban. El ritmo empezó a aumentar gradualmente, se le salió un par de veces y la metió otra vez rápidamente, se notaba la inexperiencia y de repente el ritmo dio paso a salvajes embestidas, una, dos, tres, así hasta unas 10 o poco más y de repente, al detenerse, unos chorros de semen acompañados de contracciones me inundaron. HaciaHacia tiempo que no sentía una descarga con esa potencia. A punto de correrme, llena de semen, empecé a moverme para intentar llegar al orgasmo, sentía que todavía estaba duro dentro de mí, unos segundos y empezó otra vez a follarme como un animal, me agarró de las caderas y bombeando salvaje mi entrada me arrancó un orgasmo que hacía tiempo no disfrutaba como aquél. Nos aguantamos unos instantes, nos dejamos caer y en ese momento la cabeza me daba vueltas, aquello ya no era una simple paja, acababa de follarme un chico que podía ser mi hijo sin condón, había disfrutado como una guarra y me daba cuenta que mi marido estaba detrás de la ventana de al lado y no se si lo había visto pero seguro que me había oído jadear, como medio vecindario, seguro. Nos incorporamos y vestimos rápidamente, le di el mando del garage y se fué. Lo siguiente os lo contaremos en otra ocasión.

Besos.