Nuestra primera experiencia cuckold
Somos Marcos y Sandra, una pareja de 51 y 50 años, llevamos 21 años casados y otros tantos de novios, y aunque nuestra vida sexual se puede considerar satisfactoria, después de tanto tiempo necesitábamos probar nuevas experiencias para romper la monotonía y mantener despierta la pasión. Tras varios años de fantasías, por fin nos decidimos y hemos tenido nuestra primera sesión cuckold.
NUESTRA PRIMERA EXPERIENCIA CUCKOLD
Somos Marcos y Sandra, una pareja de 51 y 50 años, llevamos 21 años casados y otros tantos de novios, y aunque nuestra vida sexual se puede considerar satisfactoria, después de tanto tiempo necesitábamos probar nuevas experiencias para romper la monotonía y mantener despierta la pasión. Tras varios años de fantasías, por fin nos decidimos y hemos tenido nuestra primera sesión cuckold.
No ha sido fácil llegar hasta aquí, porque mi deseo no consiste en ver a mi mujer con hombres digamos “normales”, para eso ya estoy yo, sino en verla disfrutar con hombres que sexualmente le aporten aquello que yo nunca le he podido dar. Hablando claramente, tíos jóvenes y fuertes con buen físico y muy bien dotados, esto es, auténticos “fuckers” que le den largas sesiones de tranca grande y dura hasta dejarla bien satisfecha. Luego está la parte psicológica, un tema que hemos trabajado mucho hasta convencernos de que estas experiencias enriquecen la vida en pareja y son positivas, en lugar de lo contrario.
La verdad es que la experiencia no ha podido resultar mejor, tanto para mí como para mi mujer. Ni miedos, ni celos, ni prejuicios, solo una excitación y un morbo tremendos, puro sexo del bueno. Ella no estaba muy convencida de probar este tipo de experiencias, pero disfrutó mucho y ahora está encantada y estaría dispuesta a repetir cuando se tercie.
Tras analizar varias opciones, escogimos al hombre con el que siempre habíamos fantaseado para este encuentro, Alex, un semental africano de 29 años con un cuerpazo y una dotación más que aceptables.
Acudimos a la cita con los nervios lógicos de la primera vez, pero enseguida todo empezó a desarrollarse con mucha naturalidad. Nos recibió en su habitación, una cama de matrimonio, una mesa y dos sillas eran todo el mobiliario, además de un gran espejo frente a la cama bien ubicado para estos menesteres. Él tomaba vino, nos preguntó que nos apetecía y nos sacó unas cervezas, poco tiempo después todos empezamos a desnudarnos para ir al grano sin más demora.
Cuando Alex se quedó en pelotas Sandra y yo nos miramos de reojo confirmando nuestra satisfacción frente a lo que estábamos viendo. Nuestro corneador y mi mujer comenzaron a abrazarse entrelazando sus cuerpos, ella no le besaba en la boca porque así lo había decidido, él mordía su cuello y ella acariciaba su espalda fuerte y musculosa.
Yo estaba sentado observándolos mientras apuraba la cerveza, la imagen me excitaba muchísimo y no tardé en tener una erección. Sandra se había quedado con las bragas puestas, me acerqué para bajárselas y ella contoneó su cintura a un lado y a otro para facilitarme la labor y dejar vía libre a su imponente macho. Se tumbó en la cama boca abajo y él empezó a masajear todo su cuerpo.
Alex mostraba una polla bien gorda que todavía no estaba en erección pero que ya era bastante más grande que la mía totalmente dura. Tras el masaje dio la vuelta a Sandra, abrió sus piernas y empezó a comerle el coño. Hundía su lengua en la raja empapada, su boca grande y carnosa mordía su clítoris y lo abarcaba todo, aún estando muy grande y dilatado por la excitación. Ella gemía de placer, así estuvieron un buen rato, hasta que le pedí a Alex que me dejara seguir a mí para hacer una comida de coño a dos bocas, otra de nuestras fantasías.
Después puse a Sandra a cuatro patas para lamerle el culo, Alex se colocó al pie de la cama frente a ella, disfrutaba de una mamada espectacular de las que Sandra sabe hacer. Me levanté colocándome junto a Alex para que nos la chupara a los dos a la vez. Otra imagen más con la que siempre había soñado, Sandra lamía una polla y luego otra, sonreía mientras lo hacia, pensando probablemente en la diferencia de tamaño, cosa que efectivamente luego me confesó.
Tras la mamada yo me senté, Alex estaba con la polla bien amartillada poniéndose el condón.
Se tumbó sobre ella y abriendo los labios de su coño se la clavó hasta el fondo, así empezó la sesión de gemidos y orgasmos de mi mujer que se prolongó durante una hora y media.
Me senté a contemplar el espectáculo, nuestro corneador follaba como un toro, la clavaba con fuerza sin llegar a eyacular, cambiando a Sandra de postura, a cuatro patas, boca arriba, boca abajo…
Yo estaba alucinando viendo cómo Sandra disfrutaba, gemía sin parar estando en manos de un semental que la follaba como yo no me podía ni imaginar hacerlo.
La volvía loca, alternado las penetraciones con comidas de coño que le hacía con pasión, metiendo a la vez los dedos en su dilatada raja y en su culo. Los movimientos de cintura y pelvis de Alex la estremecían, me ponía super cachondo verla agarrar las nalgas de Alex pidiéndole que no parara.
- ¡Dame, dame fuerte!
- ¡Pero que polla más rica, no pares!
Ahora la pone a cuatro patas, empieza a follarla suave, me acerco para verlo mejor, separa los cachetes del culo de Sandra para que pueda ver bien cómo la penetra con ese pedazo de rabo, como si quisiera enseñarme cómo se hace gozar de verdad a una madura cachonda como ella. Le hago un gesto para que la agarre de la cintura y la folle bien fuerte, me obedece al instante, las embestidas hacen que los gritos de Sandra se deban estar oyendo en todo el patio interior al que da la ventana de la habitación.
Un pequeño descanso, Alex se sienta en la cama apoyado en el cabecero, Sandra junto a él, yo me levanto otra vez para ponerme delante de ellos y no perder detalle.
Empiezan a acariciarse otra vez, Alex juega con sus pezones, esto pone a Sandra muy caliente, le pido que le haga otra mamada, ella empieza a acariciarle los huevos, y se la lleva a la boca mirándome y sonriendo.
- ¿Te gusta chupar ese pollón negro? – le preguntó.
Ella asiente con la cabeza para no dejar de chuparla, en sus pensamientos me está preguntando:
- ¿Esto es lo que querías verdad? Pues ya tienes los cuernos que tanto deseabas.
Le pregunto a Alex si le gusta y me dice que sí, los pequeños gemidos que emite indican que está disfrutando.
Llevan casi una hora sin parar, pero el efecto de la mamada hace que él esté dispuesto otra vez. Pone a Sandra tumbada boca abajo, se echa sobre ella y empieza otra vez una follada espectacular. Sandra está extasiada, su cara refleja el intenso placer que está recibiendo, ella y yo hemos tenido sesiones muy placenteras, pero esta no tiene comparación.
Yo estoy cachondo perdido y empiezo a pajearme otra vez, disfrutando del polvazo que Alex le está echando a mi mujer, he perdido la cuenta de los que lleva, creo que cuatro o cinco, impresionante la verdad…
Es la mejor película porno que he visto en mi vida, y en directo, una de las mejores experiencias que he vivido.
Soy el marido cornudo y feliz que tanto he soñado.