Nuestra noche

Nuestro amor visto desde la ternura.

Nuestra noche

Primero fueron dedos, enredados, surcados,

que tomaban el pulso a un deseo innombrable,

un tímido latido arropado en silencio.

Luego fueron las manos, cálidas como arena,

tanteando calladas, como ajenas a todo,

vaguadas y colinas en misión de rescate,

y después la tibia humedad de las bocas,

sondeando asombradas lo sabido de siempre.

Mas tarde fue el silencio, los cuerpos abrazados,

la ventana entornada atrapando a la luna,

los embates profundos del mar embravecido.

Y al fin la calma inmensa,

un susurro de sueño cubierto bajo sábanas,

y la noche pasando y ocultándolo todo.