Nuestra casita nos espera

Una vez más, según mi marido mi radar detectó a un tercer superdotado. Yo nunca me esforcé por alguno de ellos, aparecieron en algunas aventuras. Me siento con mucha suerte y me esmero en aprovecharla probando lo mejor

NUESTRA CASITA NOS ESPERA

La semana pasada, habíamos quedado con nuestros amigos del restorán suizo que en cuanto tuvieran las fotos promocionales nos llamarían para verlas.

Como los días martes ellos descansan nos propusieron fuéramos en la tardecita, a su casa, saliendo de nuestros trabajos, pero Horacio estaba fuera y regresaba precisamente este martes en un vuelo al medio día y llegaría al aeropuerto secundario. EL restorán de nuestros amigos queda cerca y también su casa, así que quedamos vernos en su casa, saliendo del aeropuerto, pero Horacio aún no sabía a que hora iba a poder salir, así que les avisaríamos.

Como todos los martes Emi tenía que hacer las compras y quedamos que ella recogería a Horacio al regresar, cuando le avisáramos, mientras tanto estaría en la casa de una paisana. Yo me adelantaría y saliendo de mi trabajo iría a la casa de mis amigos y esperaría ahí. Llegué como a las tres de la tarde, el vuelo, originalmente llegaría como a las 4:20, Emi seguía en la casa de su amiga y yo llegué a la casa de ellos, solo estaba Leonardo.

La casa queda a unos 500 metros del restorán, una propiedad con un jardín muy amplio, muy bonita y pequeña. Al llegar llamé desde la reja, los perros oyeron y fueron los primeros en llegar. Leo los llamó y les indicó que esperaran sentados, como lo hicieron, mientras tanto él vino a mí y me abrazó suavemente, yo lo abracé sacudiéndolo y lo besuque lo más vulgarmente. Él se sorprendió, pero le gustó y, como yo llevaba, como la mayoría de las veces la uso, una blusa que dejaba libre una parte de mi vientre, me lo acarició como con cuidado, le jalé su mano a que me abrazara jalándome de mi cintura. Lo hizo, ¡que rico sentir su manota jalándome! Después ya fue con las dos manos y hasta me acarició mi barriguita, suavemente.

Caminamos hacia su casa, los perros nos seguían pegaditos a nosotros y se me ocurrió acariciarlos.

“¡Creta es ella y él es Kaiser!” me informó Leo. Los acaricié y reaccionaron restregando sus hocicos contra mis jeans. Me babearon, pero en realidad yo ya sabía que los San Bernardo babean mucho, Leo trajo un trapo y me limpió. Era muy poco lo sucio, pero él se emocionó y me limpió meticulosamente, yo entre que me contoneaba provocándolo, le hacía que me sobara sintiendo lo más eróticamente.

Entramos y nos sentamos para platicar cómodamente, en el vestíbulo. El Kaiser se mantuvo pegadito a mí, así que a cada rato lo acariciaba y él se dejaba y buscaba que le hiciera más caso. En ocasiones me restregaba su hocico y me manchaba, pero le dije a Leo que lo dejara, ya después veremos. Leo me explicó que era así porque Emi lo había acostumbrado.

“¿Los quieren mucho?” le pregunté.

“¡Sí, pero los hemos convertido en una lata, especialmente con Emi, el Kaiser no se le despega!”

Inmediatamente me dediqué a analizar al pobre Kaiser, tan lindo que se ve. Me pasaron varios pensamientos medio calientes.

Leo dijo que llegando Emi con Horacio íbamos a ver lo de las fotos, era ella la encargada, tardarían todavía unas 2 horas. Yo ya quería estar en mi casita, con Horacio mayugándome.

“Nos fijamos en una cosa en las fotos, en todas ellas aparezco tentaleandote.” Dijo Leo.

Solo me reí, recordando que ya sabía, y yo lo había hecho a propósito.

“¿De veras, no te dabas cuenta? Creo que se te notaba que me tenías muchas ganas y estabas excitadísimo y te morías por tenerme. ¿Quién se dio cuenta? Yo no sabía qué hacer, solo me cuidaba de que Emi no se fijara.”

“¡Pues fue ella la que me lo dijo!”

Me incliné hacia él, le tomé sus manos y le pedí que me volviera a limpiar las babas de sus perros por todas partes de mis piernas. Yo llevaba jeans que no importaba si se ensuciaban y además las babas ya ni se notaban, pero lo puse a que me buscara y me tallara mis piernas. No lo hizo con ganas ni gusto, algo me quería decir respecto a su manoseó.

“¿Te causé problemas con Emi?” le pregunté.

“¡No, no sé por qué se emocionó e hizo plática conmigo hasta tarde, hablaba del mismo manoseo que su Leo le había propiciado a una amiga! ¡La oí que se lo contó a otra amiga! Por eso creo que no me causaste ningún problema, por el contrario. Es rara, nunca hemos sido felices sexualmente, somos buenos socios y hacemos sexo muy rara vez, siempre ella me limita. ¿crees que eso es normal?”

“¿En qué te limita?”

“Me es difícil explicarte.”

“¡Tenme confianza, soy mujer y muy abierta de criterio, creo que me lo puedes explicar!”

Para ayudarle a desinhibirlo le hice muchas preguntas, pero no me decía, así que le pedí me dijera cómo hacia el amor. Después de mucha insistencia mía aceptó dejarme ver cómo lo hacían, para eso me acerqué a él, sin mucho movimiento le desabroché los pantalones y ya se dejó se los bajara, pero los calzoncillos me costó más trabajo convencerlo, sin embargo, logré que él solito se los bajara y

“¡OOOHHH!” grité emocionada.

“¿Algo está mal? ¿Te molestó que te lo enseñara?

“¡OH! ¡QUE HERMOSURA! ¡QUE SUERTE LA MÍA!”

“¡Qué lindo lo tienes, y dices que con Emi no tienes vida sexual feliz! ¡Con esto cualquier mujer sería super feliz!”

“¡Pero a ella no le gusta, dice que no lo puede sentir porque no lo puede tener todo dentro, no solo es estrecha, también dice que su vulva es muy corta y no se arriesga a aceptarlo! Para hacer sexo con la lengua le da pena y con la mano dice que mejor se masturba. ¡Ya no sé, puros pretextos y ella quiere un bebé!”

“¿De veras, te parece bueno mi pene? ¡Quisiera tener una oportunidad de sentirlo todo, así de bonito como dicen!”

“¡No solo me parece hermoso, no es posible que Emi no se lo deje entrar toditito! ¿Cuántos años, dices, que llevan de casados? ¿Siempre fue igual, nunca se lo metiste todo? ¿Realmente quiere ella tener familia?”

“¡No sé qué es metérselo todo, nunca se lo he metido todo! Desde hace unos meses anda con la idea de tener familia, que yo también deseo, antes de volvernos más viejos.”

Pero que hermosura, se lo tomaba, me acariciaba con su cabecita, lo chupaba y  trataba de metérmelo hasta la garganta, pero imposible, demasiado largo y gordo. Es, en verdad, maravilloso, no sé si más o menos grande comparado con los que he conocido, pero sí está más gordo y muy firme.

“¿Te gustaría probar conmigo?” le pregunté toda humilde.

Con un abrazo de oso me respondió que me anhelaba. Me tuve que bajar los jeans, me quedaban más que untados. Mis pantis se los dejé a él, se le caía la baba de lo emocionado que estaba, ya ni le puso atención a mi blusa y ni a mi brasier, que llevaba uno muy bonito, uno que Maurice me regaló y le quería dar la sorpresa a Horacio, cuando lo viera. También los pantis eran del regalo de Maurice.

Leo me tomó de la cintura, levantándome me acomodó en un cauche. Le tomé su pene, que hasta ese momento no lo había gozado y me lo metí a la boca. Se lo succioné y lamí, pero en ese momento sospeché que andaba cerca de su clímax y yo quería enseñarle muchas más cosas. Se lo apreté y me acaricié con su glande hasta que consideré que mejor veíamos cómo me iba a entrar.

Dejé que él me acomodara, me lubricara, a pesar de que yo ya estaba completamente mojada. En eso sentí su cabecita sobre mi pubis, poco a poco se lo fui bajando a que se acomodara en mi vagina, mis labios lo sintieron inmediatamente causándome una sacudida. Su cabecita me iba entrando más y más, sin guía, solita….

“¿Puedo más?” preguntó.

“¡Con cuidado y mucha confianza, MÉTEMELO HASTA EL FONDO, ¡YO TE DIGO!”

“¡Ya está casi toda! ¿no te estoy lastimando?”

“¿Puedes otro poquito?” le pregunté.

“¡AY, BARBARA! ¡LA TIENES TODA ADENTRO! Y ¿QUIERES MÁS? ¿Como le hiciste? Ya no me queda nada afuera.

“¡No te preocupes, mi rey! Siente lo más bonito que puedas y suéltame todo tu jugo lo más dentro. Si van a querer un bebé, tienes que aprender a dejarlo muy adentro. ¡VENTE, VENTE, ¡MÁS FUERTE! ¡VENTE! ¡HOY DÉJAMELO A MÍ, LLÉNAME TODA MI PEPITA!”

¡Y ME LO DEJÓ BIEN RICO, HASTA ADENTRO!

“¡No te salgas todavía, deseo exprimirte hasta tu última gota, mañana ya tendrás más para Emi!” y seguí meneándome, su pene se mantenía todo el tiempo muy bien detenido, acurrucado y apretadito. Solo se ablandó, pero nunca se volvió flácido, que maravilloso. Si me llenó de su semen, ésta vez sí lo percibía perfectamente dentro de mí, en algún rinconcito de ahí dentro. Una vez hace tiempo me había pasado que no se me salió el semen que me habían depositado de regreso inmediatamente, pasaron varias horas y después bajó, pero mi vagina y pubis, todo estaba mojado y resbaloso, creo de la saliva que Leo me agregó, para prever el caso de que yo no estuviera lubricada, lista para su conquista.

Ahora sí creo, en verdad, que Leo no sabía cómo se hace el sexo, y creo que Emi tampoco porque haberse pasado tantos años casados y que no hayan hecho sexo correctamente para estar contentos uno con otro, teniendo ésta cosota siempre a la mano y dispuesta.

Estaba gozando tener el pene de Leo ahí dentro y que no se me saliera, en eso recibí una llamada de Horacio. Me dijo que solo iba a poder tomar el vuelo que llegaría más tarde, que, si no podían ir por él, que él tomaría un taxi, o que le avisaran a Emi que llegaría hasta el siguiente vuelo. Leo inmediatamente le llamó a Emi, hablaron en francés y le dijo que Horacio llegaba en el siguiente vuelo, que él avisaría al abordar.

Un par de horas llegaron los dos, Emi conducía. Al entrar a la casa noté que Horacio traía un muy fuerte olor a humo de cigarro, alcohol y sexo. Ella también olía a lo mismo, pero metió su camioneta y entre los cuatro bajamos rápidamente todo lo que traía. Los señores se quedaron ya en la casa, pero Emi se me acercó y me preguntó si se le notaba.

“¡Hueles a cigarro, a algún trago y, lo peor es el olor a sexo que traes! Que bueno, ¿te divertiste mientras esperabas a Horacio? Él también huele como tú.” Lo último lo dije ya con la sospecha de que había habido algo entre los dos.

“¡Estoy feliz, he empezado a comprender mis errores, voy a cambiar, Leo ya va a estar satisfecho de mí! ¡Ahora les cuento!” e inmediatamente al entrar fue al baño. Voltee a ver a Horacio y sin que Leo nos viera me hizo una seña de algo que no entendí, después me dijo que había algo bueno que contarme.

Ella llegó vestida con un vestido completo, con falda muy floreada, muy bonito. Salió del baño. Se notaba que se había duchado, pero el olor a alcohol no se le quitaba, y también algo de sexo. Me abrazó y me dio un beso de amigas y me preguntó en secreto que si todavía se le notaba. Había conservado el mismo vestido que me gustó mucho y le quedaba perfectamente. Yo me había hecho la idea de que siempre usaba las vestimentas de su tierra, pero ahora se veía preciosa. La orilla de la falda le quedaba como a una cuarta arriba de la rodilla, nunca lo hubiera pensado, era otra.

“¿Qué cosa?” me atreví a preguntarle y le pregunté de regreso:

“¿Se me nota a mí algo, y también huelo?”

Nos reímos mucho las dos, ellos no entendieron por qué reíamos, pero a ella se le salió decirme

“¡PUTAS LAS DOS!” y le respondí “¡PUTES LES DEUX!” En buen francés.

Yo no sabía bien por qué Emi me había dicho eso, siempre era muy modosita y correcta para hablar. Horacio lo notó y le pregunté si él sabía algo, me lo negó, pero me dijo que, aunque después me iba a contar lo que habló con ella, que por lo pronto la oyéramos, que ella quería oír de nosotros algunas cosas.

“En el camino hablamos Horacio y yo y quiero saber de Silvia varias cosas, aquí delante de ustedes dos. La primera es que me diga si es celosa.”

“Llevamos muchos años juntos y hemos tenido relaciones con varios amigos, unas veces ella por su lado y otras yo… “empezó Horacio a decir.

“¡No, no, yo lo quiero oír directamente de Silvia!” protestó Emi.

“Bueno, los dos nos hemos respetado los jueguitos y aventuras que hemos tenido por separado, pero desde hace un tiempo nos visita mi amiga Gloria y entre las dos nos ocupamos de todos, todititos los quehaceres cotidianos, unas veces, cuando no se puede juntas, una es la esposa y la otra goza, viendo, o ausente y cambiamos. Esto es lo menos fuerte, pero hace un tiempo asistimos a un congreso y nosotras nos dedicamos a destramparnos, eso sí, cada cosa que hacemos por separado nos lo contamos en un momento íntimo, siempre sabemos lo que el otro hizo, así como esto les podemos contar muchas cosas que ustedes, probablemente ni se imaginan que seamos capaces de hacerlo.”

“Tengo una pregunta medio privada, que debería de hacérsela a Silvia, pero estoy desinhibida después de los tragos que tuve que tomar mientras venía para acá y aquí se la hago: ¿Has visto a algún hombre superdotado, con un pene muy grande?”

“¡Sí!”

“¿Pero te lo has imaginado metiéndotelo?”

“¡No ha quedado solo imaginándolo, los he gozado a lo máximo! Me dan envidia aquellas que tienen a su macho con un pene grande y las tontas no lo aprovechan disfrutándolo.”

“¡Dos de nuestros amigos lo tienen muy grande y ella, junto con Gloria, los han probado y aprovechado!” dijo Horacio.

“¿Tú se los has conseguido?”

“¡No, ella tiene una especie de radar que los localiza y, por coincidencia hacemos amistad con ellos y resultaron unas aventuras con sorpresas!”

“¿Y las dejaste que las usaran, no te sentiste mal?” preguntó Leo, que había estado atento.

“¡No, absoluto NO!” contestó Horacio.

“¡Claro que sí, en la primera vez que estuve con Greg te pusiste furioso!”

“¡Fue que esa vez me cogieron desprevenido, pero la relación sigue hasta estos días y hasta te llevo con él a que te de tu refrescadita!”

“¿Cómo, para que te sientas refrescada? ¿cómo es eso y cómo le hacen?”

“¿Deveras quieren saber?, bueno, al principio lo hacíamos sin protección para no embarazarme y tuvimos una sorpresa, que no pasó a más, pero para el futuro quedamos desde ese día que íbamos a vernos cada vez que se pudiera, pero con la condición de que esos días en que nos viéramos yo debería de ir en mis días más fértiles para buscar el embarazo. Si quedara embarazada de él, de todas maneras el bebé se quedaba con nosotros y a él lo vería como tío. A esos días son a los que le llamamos que son para refrescarme de Horacio.”

“¿Y tú no sientes celos cuando la llevas? ¿O la mandas sola?” preguntó Emi.

“Como dijo Silvia, la primera vez que la dejé irse con Greg sí me sentí cornuto, pero ella me hizo que no me volviera a sentir mal otra vez, además ella esta joven y todavía puede hacer lo que debe de hacer como mujer libre. La ayudo, la visto bonita y la expongo a que muchos la deseen, es muy bonita ya estará en ella dejarme algún día.”

“¡Qué lindo! ¿y no te dan ganas de participar las veces que a ella le están haciendo el amor?” preguntó Emi.

“¡Claro, a veces lo hemos practicado los dos juntos, a la vez, lo mismo si yo estoy con una chica ella participa de alguna manera! O cuando Gloria está, lo hacemos los tres juntos.”

“Ya saben que nosotros tenemos dificultades para tener sexo, ¿o no se lo platicaste a Silvia?” preguntó Emi

“Sí, un poquito, pero ella está segura de que sí se pueden corregir todas las dificultades que tenemos. ¿No es cierto, Silvia?”

“¡Claro, todo es voluntad de ambos!”

“¡Yo quería también oír de Silvia si ¿tiene amigas con las que llegues a hacer sexo?”

“¿Lésbico te refieres? Sí, algunas veces, sin que sea esa mi inclinación, pero no me molesta. Hasta hay veces que hasta me gusta.”

“¡A veces, para calentar alguna situación es necesario que dos mujeres la enciendan!”

“¡Me gustas mucho Emi, estas muy bonita y eres muy inteligente!” le dije y ella, que estaba sentada en un sofá se enderezó y se me acercó. Yo estaba sentada en una perezosa, así que a un nivel más bajo. Se quedó de pie frente a mí y me preguntó:

“¿Qué es lo que te gusta de mí?”

“¡Primero dime lo que a ti te gusta de mí!” le respondí.

“¡Sinceramente tus piernas, tu pubis, tu cara, tus nalgas, tus pechitos que están preciosos, ricos para comérselos y luego tu carácter, siempre sonríes y estas dispuesta a todo y eres comprensiva y tienes una piel preciosa, envidiable!” me dijo

“¡Tú me encantas, tus ojos Verdi azules, tus muslos y tu pepita que solo me la imagino, no me has dejado verla! Toda tú, una amiga perfecta. Me muero de deseo de verte debajo de esas naguas. ¡Déjame verte tu pepita y tus nalgas!”

“¡AH y tus pechos, están preciosos, como para disfrutarlos mamándotelos y tu cabello dorado!” le agregué.

En eso se levantó la falda y ¡Que lindo, le admire sus pantis y la silueta de su vagina, que, a primera vista, sí me pareció chica, como la describió Leo! Sus calzones también preciosos.

“¿Tus pantis son europeos, los trajiste de tu tierra?” le pregunté.

“No, me los acaba de regalar mi amante junto con éste brasier.”

“Platícanos de tu amante.” Le pidió Leo.

“Dentro de un ratito sabrán todo, ¿Te gustan, mi rey? Le preguntó a su marido.

“¡Claro, están preciosos, pero me tienes que decir quién es ese amante que tienes!”

“Te va a dar gusto, pero al ratito te lo digo, entre tú y yo.”

“¿Te gusta verme mi vientre y mis calzones?”

Le levanté más la falda del vestido y se lo saqué por arriba, “¡sube los brazos!” Le quité el brasier y con la desesperación que tenía comencé a chupárselos.

Horacio se acercó y él se encargó de seguirle acariciando los pechos y su cuerpo.

Leo solo veía, fui con él, le bajé los pantalones y calzoncillos y me dediqué a acariciarle ese hermoso pene.

“¡Que rico, que hermoso, lo quiero tener todo adentro!” dije esperando la reacción de Emi.

“¿Tú crees que te quepa todo dentro? ¿Y a mí?” Me preguntó.

“Las mujeres estamos hechas muy elásticas y podemos dejar entrar muchas cosas, solo hay que probar.”

Hice que Emi jugara con el pene de Leo, se lo besara y chupara con muchas ganas, estaba desesperada, calientísima y la coloqué para que se lo metiera. Me volteaba a ver para que le dijera cómo, y la animara.

“Despacito, vete sentando en él, si sientes molestia paras y te vuelves a acomodar.” Iniciamos, yo estaba demasiado caliente, me moría de ganas por volver a tener el pitote de Leo dentro, de nuevo, pero esta vez era solo para Emi.

“Ya está casi todo dentro, ¿te molesta, tienes algún dolor?”

No contestaba, estaba muy atenta al proceso que iba a sentir por primera vez, por lo menos de su marido.

“¡Síguele, muévete en ‘vaivén’, súbete sin miedo y vuelve a bajar, y así, le entró todo el pene y ella no sintió molestia alguna!”

Estallaba de gusto, lo mismo que Leo y en ese momento tuvieron sus orgasmos a la vez. Estallaron y rieron. Ella no se quería despegar, me abrazó y se le salieron las lágrimas y besaba a su marido.

“Que bonito es verlos, ¿verdad? Como en el congreso que logramos que nuestros amigos Pierre y Madelaine lograran desinhibirse y ser felices.”

“¡Estamos teniendo sexo sin protección de embarazo!”, dijo Emi, “¡ojalá y sí quede embarazada!”

Entre mujeres y en secreto le dije “¡Pero antes estuviste con Horacio, si te embarazaste vas a tener dos bebés, uno de Horacio y el otro de Leo a la vez! ¿Y sabes otra cosa?, yo tampoco vengo protegida.” Le dije, “Pero estamos queriendo también un bebé, ¡así que ojalá y quede!”

“Pero tienes el mismo caso que yo, primero estuviste con Leo y sin cambio, después Horacio te depositó su semilla.” Esto último ya lo dijo en voz alta, así que todos se enteraron, además de que Leo y yo, y ella y Horacio todos habíamos estado haciendo sexo y las dos nos quedamos cada vez con el semen dentro, de los dos.

Horacio me confesó que llegó al aeropuerto en el avión anterior, en el programado, pero que Emi le pidió que me llamara por teléfono y me dijera que iba a llegar después, así tuvieron tiempo para platicar. Del aeropuerto Emi lo llevó  primero a la casa de alguna de sus amigas, con el pretexto de que tenía que recoger algo que había olvidado, pero Horacio se dio cuenta que ella lo llevaba para presentarlo, que se dieran cuenta de que tenía un amante. De ahí fueron a un bar que esta abierto en el mall, pasaron un rato platicando y hablando de nosotros y esperando ayuda y que le quitara de la cabeza todas esas ideas y el miedo. Consideró que éramos la pareja ideal para recibir consejos. Horacio platica que la manoseó y se dio cuenta de las garras que traía de ropa interior. Se metieron a una lencería de ahí cerca y Horacio la equipó, hasta las medias, que no llegó con ellas, se las compró. Se metieron a un motel y de ahí venían. Por eso la prisa de meterse al baño. Se olvidaron de alguna protección y Horacio se vació dentro de ella.

Se había vuelto muy tarde y queríamos regresar a nuestra casita y empezamos a despedirnos después de vestirnos, hacía mucho frio afuera, pero Emi en ese momento me pidió una ayudadita para poner los productos con los que había llegado en sus lugares correspondientes, el refrigerador, el congelador. Ella me guiaba el camino a su cocina y despensa, pero le ví las asentaderas muy rojas y le pregunté, pero me contestó:

“¡Es obra de nuestro instructor, me nalgueó de lo lindo!”

“¿Y no te defendiste?”

“¡La primera nalgada me sorprendió, pero gracias a ella me relajé! Me enfureció, pero al rato ¡¡¡ZAS!!! Otra más, dolió, pero la sentí sabrosa, mi professeur d’école primarie me guiaba a lo bueno. Siguieron otras más y empecé a pedirle que me diera más y más, pero se aprovechó, ha de haber entendido mal. Masoquismo de mi parte, pero que rico sentía y ahora me recuerdo a cada rato de esas nalgadas que me enseñaron éste camino, todavía me arden las nalgas.

Quedamos de vernos el martes de la siguiente semana, para ver las fotos cómo quedaron. Al salir tropecé con Kaiser, que se había mantenido a mis pies, lo acaricié disculpando mi torpeza y le prometí que nos veríamos y hasta a él le iba a tocar. Le sobé la panza cerca de su pene y lo provoqué sin querer, le salió un poco de su miembro. Espero que sus dueños no lo hayan notado, me apené, ¿cómo molestaba a su perro?

Vamos a tener la esperanza de los dos embarazos, a ver que resulta.