Nuestra amiga también se va

Ella había venido desde su ciudad, solo a gozar de la presencia de un chico de Aruba, que llegó solo de visita de trabajo. Ella gozó, aprendió y practicó muchas cosas muy personales.

NUESTRA AMIGA TAMBIÉN SE VA

Terminamos de comer lo que llevamos, nos tomamos otra tequilita para quitarnos la tensión, nos recostamos un rato para esperar la hora de ir a la casa de nuestros amigos.

A la casa de nuestros amigos llegamos a tiempo, ya encontramos que Olga ya había llegado antes, la queremos mucho, Gloria hablaba con ella y se contaban sus historias. Todas nos saludamos con mucho cariño, las cuatro locas éstas. Horacio y Leo llegaron al poco rato y nos servimos tragos. Platicamos dándonos apapachos uno al otro, recordando las aventuras que habíamos pasado en estos días en que habíamos estado los 6 todo el tiempo juntos, con Yak.

Gloria y yo llevábamos puestos los collares que nos había obsequiado Yak, los llevábamos puesto, nos habían quedado debajo los sweaters que nos habíamos puesto al salir. En eso Horacio les entregó una cajita a cada una de ellas, las que le había encargado Yak que les entregara. Las abrieron.

“¡MIRA QUÉ LINDAS!” gritó Olga y Emi, estaban felices. “¿Cómo le podremos agradecer a Yak?” Preguntó Emi.

Se pusieron los collares, Olga llevaba un pulli con cuello de tortuga, se lo colocó encima y le quedó precioso, Emi, menos arropada pero bien vestida también se lo puso le quedaba visible en el escote, sin ocultarse entre sus pechos.

“¿Esperen, Yak llegará a su casa y se lo agradeceremos todos, a éstas también les regaló algo, enséñenselos, o no los traen?”

“Sí, aquí están, son unos collares preciosos.” Dijo Gloria y nos los sacamos de debajo del sweater. A ellas también les regaló collares de muy buen gusto, muy bien escogidos.

La cena, como es costumbre en la casa de nuestros amigos, estuvo esplendida, Olga ayudó a prepararla, así que las alabanzas fueron para Emi y para ella, que la quieren mucho, nosotros también aprendimos a quererla, se unió a nosotros hasta el último y con ella pasamos muchos ratos de apuros, pero muchos, muy placenteros.

Gloria se iba al día siguiente, no deseaba pensar en eso, quería mantenerla muy contenta y alegre, como es ella. Después de la cena fuimos a nuestro bar, solo a tomar una copita de despedida. Íbamos las cuatro mujeres y solo los dos hombres.

“Ahora vienen las cuatro mosqueteras solo con uno de sus guardaespaldas.” Nos dijo el cantinero.

“El guardaespaldas que falta ya partió y una de las mosqueteras lesbianas parte mañana para su feudo.” Le contestó Olga.

“Hoy estamos algo tristes, mañana será peor, pero regresaremos de vez en cuando, regresaremos solo a checarlo.” Le dije.

“Bueno, va por la casa. ¿Cuál mosquetera es la que mañana se va?” preguntó.

“¡Yo!” dijo Gloria.

“También yo me sentiré triste, los esperaré, aquí tienen su punto de reunión.” Dijo el cantinero.

“¿Hoy no se seguirán al motel?” preguntó el metiche.

“No, tengo que empacar.” Le dijo Gloria.

“Entonces no le avisaré a doña Gertrudis que van para allá, que no los espere.” Dijo, nos había estado monitoreando todos los días y la señora del motel es conocida de él.

“No se vayan a olvidar de mí, aprendí a quererlos, estoy enamorada de todos y de todas ustedes. Por lo pronto, hasta que Emi y Leo no se hayan marchado, estaré con ellos, después, aún no sabemos. ¡Los amo con todo mi corazón!” alcanzó a decirnos Olga.

“Nosotros te seguiremos viendo en el restorán, o en donde estés.” Le aseguró Horacio.

“Yo vendré para salir contigo, aunque sea de compras al tianguis, pero vendré.” Le dije.

No era tan tarde, pero todos preferimos retirarnos.

Ya en la casa dejamos nuestros abrigos y nos sentamos sobre la cama, Horacio entre las dos. Volteamos a vernos, abrazamos a Horacio y lo besamos, casi lo asfixiamos de nuestra efusividad, pero lo deseábamos. Con cariño nos fuimos desvistiendo unos a otros, Horacio fue al baño y discretamente le ofrecí a Gloria.

“¿Quieres que te haga la preparación para que te coja por atrás?”

“¿Crees que querrá? ¿eso es lo que él desea? ¿te lo pidió?” me preguntó.

“¡créeme, estoy segura de que eso es lo que tú también deseas, así como él, de darte por detrás antes de que te vayas y te lleves el recuerdo!” Se sonrió y me dio un golpe en el brazo, “¡Condenada!” me dijo, es su expresión amada.

“¿Te gustaría que él te preparara, él te hiciera el lavado?” le pregunté a la carrera, ya regresaba Horacio del baño.

“¡Me da mucha pena, sí me excita mucho, sería fabuloso!” me dijo

“¡Ve haciendo lo que yo te diga, ve al baño y orina y vienes, mientras yo preparo las cosas!” y hablé con mi marido.

“¿Te gustaría disfrutar del ano de Gloria y le darías el placer de tú prepararla? ¿De veras? ¿te gustaría mucho?” le pregunté para comprometerlo.

“¡CLARO!” Y reaccionó como chiquillo al que se le escapa su dulce preferido. Se puso de pie al instante y me pidió:

“¡Ahora dime! ¿cómo y con qué le hago? Me emociona poder hacerle algo a ella. ¡Me encanta su culito y me emociona meterle algo por ahí, lo tiene muy bonito!” me dijo y ya lo instruí.

“¡Glorita de mi alma, ven nuestra vidita querida, te quiero comer, darte unas mordidotas en tus nalgas lindas y meterte el pene por ese lugarcito que tanto me invita!” le dijo Horacio, la acostó boca abajo, mientras yo le preparé dos peras de irrigador, su cánula engrasada y le indiqué a Horacio cómo se las fuera metiendo.

“¡Que rico, se te van a ir metiendo bien suavecito y sabroso, al rato vamos a ver cómo te entra mi pene!” le dijo Horacio mientras se las iba insertando lentamente, muy lentamente, le entró toda la cánula y ya dentro se la movía para todos lados. Gloria decía en voz alta, “¡Que rico le haces, me está gustando mucho, se siente más bonito que con el dildo, y mejor porque alguien diferente a ti misma es el que lo manipula! ¡Dame más, porfis, porfis, porfis!”

“¿Qué es el dildo?” preguntó el ingenuo de Horacio.

“Un juguetito que usamos las mujeres cuando no tenemos hombre.” Le dije

“¡Ah, un consolador!” afirmó Horacio

“Pero son más grandes y de diferente forma, ¡pero éste chiquito, en las manos de Horacio, se siente mucho maaaasss rico, y me lo menea, para acá y para allá, sin sacarlo, que rico se siente!” agregó Gloria.

“¡Por favorcito, muérdanme, golpéenme o nalguéenme fuerte, los necesito!” dijo

Cómo íbamos a causarle dolor a esta muñequita nuestra, solo verle las nalguitas lindas, lisitas, morenitas y muy suaves nos apartaba de esa idea, pero Horacio bien que aprovechó la oferta y bien que la nalgueó en el tiempo que hubo que esperar. Le dejó las dos nalguitas bien coloradas.

“¡Pobrecita!” y yo se las sobaba y besaba. No sé qué es lo que sentía yo, pero apretaba mi cara contra su piel y salvajemente la mordisqueaba y le clavaba mis uñas en esa piel morenita, toda lisita, sin mancha alguna.

Dejamos que Gloria estuviera lista, Horacio estaba desesperado, ya deseaba empezar. Como protección de Gloria, para que Horacio esperara los minutos necesarios, me eché encima de ella, que estaba boca abajo, sobre la cama y me dediqué a besarle más esas deliciosas nalgas.

“¡Manita! ¿te puedo pedir que me des una mordidita en el mismo lugar que antes, y que esta vez sí me dejes una marca que nunca se vaya a desaparecer? ¡ANDALE, antes de que me apachurre más este monstruo y que me deje toda descuachalangada y con el culito abiertote!”

Me moví, escogí un lugarcito entre el lugar en donde termina el muslo y empieza la nalguita, ya sobre la nalguita y la mordí, primero suave, ella sintió y dio un brinquito.

” ¡Ahí, pero muy fuerte, que se marque, aunque me salga sangre, pero que nunca se vuelva a borrar!” me pidió. Pobrecita, yo no podía morderle más fuerte, pero sí le quedó una marca, muy roja, a lo mejor después se pondría morada. Esperemos que no le moleste al sentarse en el avión.

Yo también deseaba me hiciera una marquita igual, en el mismo lugar, tendría que intentarlo después, cuando terminara con Horacio.

Horacio la levantó, también la puso recostada sobre su pecho, pero con la pierna izquierda encogida, su culito y su pepita quedaban visibles. Horacio se le acercó, le puso la cabeza de su pene entre los dos hoyitos, Gloria se estremeció y dijo

“¡Condenado, que rico, ya sé que quisieras metérmela por los dos agujeros a la vez, pero nos falta el otro pito! ¡Métemela rico por atrás, ya me estoy desesperando, te ansío con todo mi corazón! ¡Métemela y me abrazas! Si quieres, muérdeme en la espalda, siento bonito de ustedes, los necesito mucho. ¡No me olviden, hagan lo posible por ir en el puente, me encargaré de que los dos tengan lo mejor!”

“¡Ay, que rico me entró, ni lo había pensado! ¡Que rico me estas cogiendo, MÉTELO LO MÁS QUE PUEDAS! ¡Siento rete rico!” “¡Me agarraste sin ponerme de guardia, pum y ya está bien adentro, lo siento lindo! ¡Embísteme fuerte, pero solo un poco, pero poquito que quiero que duremos enganchados, tárdate lo más que puedas en venirte, no te muevas, platícanos, mira Silvy está linda, observándonos, viendo cómo le roban a su macho y ella goza con nosotros!”

Mientras tanto, Gloria me pidió le diera mi panochita, me arrimé y me coloqué con las piernas abiertas enfrente de su cabeza, la levantó y me arrimé a quedarle mis labios de la pepita, frente a su boca para que me provocara un placer enorme con su lengua, que sabía yo ya que ella la podía manejar muy bien y para que me masajeara con ella mis labios y mi clítoris. Sucumbí a tanta caricia, me volqué en un orgasmo provocando que ellos también estallaran. ¡Un trio encantador, una escena preciosa, los tres enganchados!

“¡No te me vayas a salir!” le dijo a Horacio. Quedaron enganchados, mientras ella me siguió lamiendo desde mi vagina hasta mi ano. Yo seguía sintiendo placer, los veía y se me antojaban más. Hice mis cálculos y pensé para mí, yéndose Gloria, en la primera oportunidad Horacio me tiene que ensartar por el culo, deberé de estar bien preparada, como le hizo a Gloria, ¡Igualito, me tendrá que entrar igual de suave, bien adentro, después de que él me prepare!

Ya era de madrugada, Horacio tendría que salir temprano a su oficina, regresar al medio día para llevar a Gloria al aeropuerto. Pero regresó a media mañana diciendo que no la podía dejar ir sin que ella me mordiera, dejándome una marca y sin cogerse a las dos a la vez. ¡Vaya pensamientos! Lo acariciamos, le convidamos de nuestro desayuno, dándoselo prácticamente en la boca a nuestro bebé, vimos la hora y sí nos quedaba algo de tiempo. Lo fuimos desvistiendo, le bajamos los pantalones, el pizarrín lo tenía cabizbajo, así que había que darle ánimos para que se reavivara. No nos fue difícil, las dos expertas se lo levantamos usando nuestras bocas expertas, y dándole nuestros pechos, que lo emocionaban.

Ya listo, nos quitamos los pantis y esperamos a que nos dijera cómo prefería. Nos colocamos una junto a la otra, en la orilla de la cama, la consideré que daba la altura perfecta, como perritas y lo invitamos. A las dos nos vino a la memoria cómo nos había cogido la primera vez Paul, al inicio de aquel congreso. Comentamos entre las dos que si ¿Nos habíamos colocado así? ¿Aquella vez lo sentimos muy rico?

“¿Lo recuerdas?” me preguntó Gloria.

“¡Sí, igualitas, pero al final, para que alcanzara el tiempo y a las dos nos dejara su cremita en cantidades iguales, él se me montó jaloneándome, recuerdo, sobre tu espalda y se vació dándonos cantidades iguales a cada una! ¿Recuerdas bien?” le dije.

Horacio empezó conmigo, antes de llegar a su punto crítico se cambió con Gloria. De nuevo, hasta llegar cerca de su punto crítico, cambió a mí, aguantó bastante tiempo y de nuevo regresó con Gloria, con ella también estuvo bastante tiempo, la llevó a un orgasmo, “¡no te me vayas a venir conmigo solamente, dále a Silvy una parte, una buena, bastante!” le pidió Gloria.

Horacio cambió a mí, tuve la suerte de que también conmigo aguantó bastante, yo también no me pude frenar y al verlo que se la estaba metiendo a ratos también a Gloria, solamente el pensamiento me provocó me viniera en un orgasmo divino. Raro, Horacio aún nos iba llevando ventaja, no se terminaba, pero estando con Gloria dijo: “MMMPPPSSPP MMEE! ¿ListaAAAAs? ¡Ahora si ya no me puedo retener, déjenme entrar!

“¡VAAA, con la primera! ¡GLORIA, arrímate y déjame metértela, después de Silvy!”

“¡Si estás conmigo! ¡SOY Gloria, cuando sienta su lechita te lo paso inmediatamente antes de que se agote!” Me dijo Gloria, y así sucedió. Nuestras dos vaginas estaban reteniendo una partecita de la misma eyaculación de mi amor.

El tiempo ya estaba corto, pero Horacio dijo que no nos dejaría levantarnos hasta ver la marquita que me debería de dejar Gloria en mi trasero.

Gloria se preparó, se recostó sobre mis piernas y me mordió. Desde un principio bien fuerte y cada vez más fuerte. “¡AAYYY, ay, ay! Seguro que esta vez sí me iba a dejar la marquita, sentí cariño y agradecimiento.

“¡Déjame ver la que yo te dejé!” le pedí.

“¡NADA! ¡AHÍ NO QUEDÓ NADA!” dijo Horacio, “¡otra vez, hasta que se le quede la marca!” y me hicieron que la mordiera de a deveras, que lo hice, pobrecita, ahora sí, hasta se le marcó una gotita de sangre.

“La próxima vez también a ti te tendremos que marcar” le dijo Gloria a Horacio.

“No me creerán, sí lo deseo, ahora ya es muy tarde, la próxima vez lo planeamos mejor. ¡Serán dos mordiditas, una de cada una! Pero que no me duelan, ¿eh?” Dijo Horacio.

Nos vestimos decentemente, a la carrera. Gloria ya había guardado todas sus pertenencias en su maleta, ya no le quedaban mudas. Sin asearse y con semen dentro, se puso unos pantis que le dí y echamos la carrera. Llegamos al aeropuerto exactamente a la hora, documentó y nos estábamos despidiendo cuando aparecieron Leo y Emi, y Olga venía con ellos. Una despedida muy bonita, quedamos de verla muy pronto, y si nos fuera posible, hasta a Suiza íbamos a ir a visitarlos. “¡Yo me les pego, yo pago mis gastos!” dijo Olga.

“Tendrán que irnos a visitar antes de un año, nosotros nos regresamos terminando Leo con su obligación.” Dijo Emi, muy decidida.

Gloria en secreto me dijo que tenía problemas de mujeres, que sí, de casualidad tenía a la mano toallitas. No, pero fui corriendo a la boutique y solo había Tampones para insertárselos. La llevé al baño y me dijo “¡es que se me está saliendo y estoy empapada!” “¡Bájate rápido los calzones y yo te lo inserto!” Así lo hice. Llevaba consigo algo del semen de Horacio y mis dedos con los que le introduje el Támpax, en su casa se acordará.

Llevábamos más de una hora esperando y avisaron que el vuelo todavía se retrasaría más. Horacio les propuso a nuestros amigos, se fueran, nosotros nos quedábamos.

Si tienen que pernoctar, váyanse a nuestra casa, ahí les hacemos espacio, nos ofrecieron. Se despidieron, uno por uno, de Gloria. Cada uno le ha de haber dicho algo de lo que había hecho con ella, cada uno de los tres tardó bastante secreteándole. Nosotros esperaríamos y se me ocurrió platicarle a Gloria de una amiga, igual de lujuriosa que nosotras dos, que trabajaba publicando comics porno y que deseaba le platicáramos de aventuras zoofílicas y de que le narráramos lo que sentíamos.

“¿Por qué no te hago una entrevista y la grabo en el celular lo que se pueda y se la mandamos?” “¡Buena idea y se la grabé, más adelante se las publicaré!”