Nudistas por casa

Una costumbre que se perdió en casa y que ahora, pasados unos años, se recupera y da buenos resultados.

Nudistas por casa

Llevar ropa nunca significó mucho en nuestra casa y no era raro que mi esposo o yo nos pusiésemos desnudos cuando regresábamos del trabajo y teníamos el tiempo libre para nosotros… Cuando nuestro hijo Frank nació y creció, no cambiamos esta costumbre y él hizo lo mismo.

Frank tenía cinco años cuando mi marido murió y aunque ahora va vestido, de pequeño corría desnudo por casa la mayor parte del tiempo… Pero la costumbre de ir desnuda la había perdido tras la muerte de mi esposo.

Un día, Frank me preguntó si no me sentía incómoda por ir vestida por casa todo el tiempo… Le dije que me gustaba mucho más cuando iba sin ropa… Y me animó hacerlo… A partir de ese día retomé mi antiguo estilo de vida nudista y pasaba la mayor parte de mi tiempo libre, desnuda.

Traté de salir algunas veces con hombres, pero nunca funcionó… No me gustó tener que aceptar los gustos y aversiones de otra persona, y cuando a una de mis citas le conté que iba desnuda por casa, le molestó y dijo todo tipo de nombres vulgares a quienes lo hacían... Después de ese incidente, decidí estar sola.

A medida que Frank crecía nos teníamos más confianza y nos sentábamos a conversar durante horas… Nuestra desnudez era inusual para una madre y su hijo, pero a ninguno de los dos nos molestaba y era nuestro secreto… Frank comprendió que no debía contárselo a nadie… Sin embargo, mantuvimos la ropa a mano por si alguien venía a casa y algunas veces tuvimos que ponérnoslas, pero la mayoría de las veces estábamos desnudos.

Creo que tenía unos diez años cuando lo vi con su primera erección completa... Yo estaba limpiando la nevera y él, haciendo algunos deberes en la mesa… Se levantó para tomar un trago y su polla la tenía tiesa… Mediría alrededor de 16 cm de largo y era desproporcionada con respecto a su pequeño cuerpo… Ninguno de los dos dijo nada al respecto y sabía que si tenía alguna pregunta que hacerme, tarde o temprano, me la preguntaría.

Durante los siguientes años, sus erecciones fueron más frecuentes y sabía que yo podía ser la causante de ello... Después de todos estos años de estar desnudo juntos, a veces, accidentalmente, le daba una buena visión de mi cuerpo.

Yo había hecho sola algunos viajes a un complejo nudista y después de ver cuántas de las otras mujeres se habían afeitado las áreas púbicas, empecé a afeitarme la mía... Al principio sólo lo recorté pero finalmente me afeité completamente.

La cantidad de erecciones que Frank tenía ahora, me estaba diciendo que le gustaba mi nuevo aspecto con el coño pelado... Él no mostró nunca ninguna vergüenza y trató a sus erecciones como lo más natural del mundo a medida que crecía.

Frank se había estado masturbando durante años pensando en diferentes fantasías pero ahora yo me estaba convirtiendo en parte de ellas... Por mi parte, sabía que sería un error hacer cualquier cosa con él y había mantenido nuestra relación como madre e hijo de forma muy correcta.

Él empezó a involucrarse en más cosas en el instituto y de ahí comenzó a salir con chicas cuando tenía unos dieciocho años… La chica con la que estaba saliendo, Rhonde, pasaba mucho tiempo en nuestra casa y comencé a extrañar el tiempo que los dos pasábamos juntos, desnudos.

Una noche, cuando llegué a casa después de algunas compras, los encontré viendo desnudos la televisión… No parecían avergonzados y Frank me explicó que le había dicho a Rhonde que éramos nudistas y ella había aceptado intentarlo… Parecía completamente satisfecha.

Me senté a hablar con ellos y después de un rato Frank me preguntó si me iba a unir a ellos, desnudándome también…. Les dije que tal vez en otro momento quizá lo hiciera... Un poco más tarde Rhonde se vistió y se fue… Frank y yo pasamos el resto de la noche hablando de su chica.

A partir de ese momento, cada vez que Rhonde venía a casa, se quitaba su ropa a los pocos minutos de entrar... Yo también seguí quedándome desnuda y los tres miramos televisión o jugábamos casi todas las noches.

Unas semanas más tarde, Rhonde me preguntó si podía ayudarla en su afeitado de pubis… Dijo que a Frank le encantaba mi aspecto y le pidió que lo probara.

Ella entró en el baño y se quitó la mayor parte del pelo con unas tijeras y luego la hice que se acostase en la mesa de la cocina donde la terminé de depilar con la navaja de afeitar.

Frank se quedó mirando mientras yo trabajaba en Rhonde… Él consiguió la erección más grande que jamás había visto… Su polla se movía de arriba abajo sin siquiera tocarla y pude ver gotas de líquido preseminal que se escapaban de su cabeza del pene.

Abrí los labios vaginales exteriores de Rhonde para quitarle los últimos pelos restantes… Sabía que ella estaba a punto de correrse y estaba teniendo un efecto similar en Frank.

Cuando la maquina de afeitar empezó a tocar el clítoris de Rhonde, ella se estremeció y se corrió, convulsionado y temblando su cuerpo.

Frank perdió todo el control que le quedaba y comenzó también a correrse, disparando su carga sobre el estómago de Rhonde y mis manos, sin tocarse siquiera él mismo.

En ese momento mi coño estaba empapado y no podía contenerme más… Llevé mis manos a mi boca y lamí el semen de mi hijo que tenía en mis dedos… Luego me incliné y limpié con la lengua el estómago de Rhonde y le lamí su coño recién afeitado.

Frank no había perdido su erección y lo siguiente que recuerdo fue que tenía metida su polla en mi boca, y yo usaba mi lengua para mantenérsela tiesa al máximo... El placer que debí darle debió ser inmenso porque las manos de Frank se dirigieron a mi cabeza y él empujó sus caderas hacia adelante hasta que tuve toda la longitud de su polla en mi boca.

Mientras, Rhonde llevó mi mano hacia su caliente coño lamido por mí hacía poco tiempo y empujó dos de mis dedos en su abertura vaginal al mismo tiempo que metía sus dedos en mi coño mojado… En unos minutos, los tres nos estábamos corriendo juntos por primera vez.

Huelga decir que la vida en nuestra casa no ha sido la misma desde entonces… Frank y Rhonde han estado recibiendo una buena educación en materia sexual de la que me he encargado yo de dársela y ahora los tres estamos dispuestos a intentar casi cualquier cosa que nos de placer, sin cortarnos por ello.

Rhonde tiene una de las lenguas mejor educadas y no duda en usarla y Frank se ha convertido en un maestro con la navaja de afeitar y su otra herramienta… No se puede pedir más.

F I N