Novio Rocker

Una vez fuimos a una tocada punk al aire libre en la que se encontró a su banda; los amigos con los que, en su adolescencia, había formado un grupo de rock. Cuando me vieron junto a él, inmediatamente empezaron las bromas típicas: “preséntala”, “¿de dónde la sacaste que está re buena?", "que la role

Tener un novio rocker. Se había cumplido el sueño de mi vida. Y no solamente porque se trataba de un tipo atractivo, atlético sin exageraciones, amable y, por si fuera poco, un amante perfecto. También se había cumplido mi sueño de ir a conciertos de rock en vivo, vestida de mujer; pero protegida de la intolerancia y del abuso por un punketo, fuerte y varonil.

Por supuesto que, desde que nos contactamos en Internet, había quedado claro que, después de llevarme al concierto, yo podía ser suya. Cuando lo conocí de manera presencial, acepté gustosa. Las salidas a conciertos eran lo mejor de la semana: pasaba por mí a un hotel en el que me cambiaba. Después de un saludo apasionado con besos y caricias, nos íbamos al concierto en el que escuchaba rock en vivo mientras era besada y acariciada por mi novio. Cual fuera el tipo de concierto, él conseguía bebidas; aunque ahí no vendieran o estuvieran prohibidas. Los besos, el manoseo y el alcohol me dejaban lista para irme muy convencida y feliz con él a la cama, al salir del concierto. De ahí me llevaba al hotel, y después a su casa, para hacerme su mujer el resto de la noche. Cuando me quedaba en su casa, por la mañana le preparaba el desayuno; luego me cambiaba y me despedía. Aunque ya trajera ropa de hombre, él me seguía tratando como su chica y me despedía con un beso apasionado y un par de suaves pero firmes nalgadas, una en cada pompa.

Me llevaba a todo tipo de eventos de rock; desde conciertos en lugares con mesas y cena, hasta conciertos masivos y tocadas de rock urbano en bodegas y lotes baldíos. A estos últimos lugares jamás hubiera ido vestida; pero con él sentía segura. Una vez fuimos a una tocada punk al aire libre en la que se encontró a su banda; los amigos con los que, en su adolescencia, había formado un grupo de rock de regular éxito. Cuando me vieron junto a él, inmediatamente empezaron las bromas típicas: “preséntala”, “¿de dónde la sacaste que está re buena”, “que la role” y demás. Todos me saludaron de beso en la mejilla y algunos de ellos me abrazaron y, entre broma y no, me repegaron un abrazo más sexual que amistoso. Miré a mi novio y él miraba orgulloso de traer una vestida tan atractiva y burlándose un poco de mi nerviosismo.

Caminamos todos hasta una zona donde se podía observar bien al grupo, pero donde algunos adolescentes bailaban slam. Esto ya nos había pasado a él y a mí en ocasiones anteriores. Lo que él hacía en esos casos, era pararse atrás de mí, y abrazarme para protegerme de los empujones y de los manoseos anónimos. Pero como esta vez iba toda su pandilla, él me abrazo y sus amigos hicieron un semicírculo para protegernos a los dos. Lo malo era que, tal pareciera que no eran muy fuertes; porque cuando los empujaban, se movían hacía adelante y uno de ellos quedaba justamente atrás de mí. Sentía claramente su cuerpo pegado al mío, su respiración detrás de mi cuello y su sexo pegado a mis caderas. Lo hacían tan rápido que cuando volteaba a ver quién era o a mi novio, su amigo ya se había despegado. El concierto siguió; y con él, el consumo de cerveza y de otras cosas.  Esto los hizo a ellos más atrevidos y a mí más receptiva. No solamente se pegaban a mí; ahora también me tocaban las piernas y las nalgas con gran descaro. Para agravar esto, yo llevaba un minivestido que me llagaba justamente a la mitad de las nalgas, con botas de 10 centímetros y un mallón brilloso que me dibujaba claramente los muslos y la cola. Volteaba a ver a mi novio y el sonreía, burlándose de lo que estaba pasando. Le pregunté que hasta dónde iban a llegar sus amigos y él me respondió que hasta donde yo quisiera.

-          ¿No te enojas? ¿No te encelas?

-          ¿Por qué habría de? Son mis amigos y tú eres libre.

-          ¿Y si uno de ellos llega más lejos?

-          Si tú estás de acuerdo, adelante. – Y regresó a ver al grupo que estaba tocando, mientras me daba un par de nalgadas muy firmes y regresaba su brazo a mi hombro.

Sus amigos siguieron haciendo de las suyas, pero ya pude identificar a cada uno cuando se me pegaban; así que cuando toco el turno al más guapo de ellos, el que había sido el cantante de su extinta banda, decididamente paré las nalgas para que él pudiera valorar lo duras que las tenía; y yo, sentir mejor su sexo excitado. Se sorprendió de pronto, pero rápidamente retomó el control: me manoseo con ambas manos las caderas y le cedió el lugar a otro de sus compañeros.

Así pasamos todo el concierto: ellos turnándose para tocarme y sentir mi culo; mi novio riéndose de lo que pasaba y agarrándome las nalgas de cuando en cuando para demostrar que él me había llevado, que yo era su mujer, y que le correspondían más derechos. Y yo sintiendo mujer al ser deseada por este grupo de hombres; y aprovechando cuando le tocaba al cantante para levantar la cola y sentir mejor su pene.

Cuando acabó el concierto, sus amigos le propusieron a mi novio seguirla en su casa. Lo pellizqué y le miré diciéndole que no; pero fue peor: consciente de mi nerviosismo aceptó y nos fuimos todos en su auto. Tres de ellos atrás; mi novio, yo y el cantante adelante; yo, en medio de los dos.

-          Oye, mira. Ya se te rompió el mallón. – me dijo el cantante tocando la rotura y, con ello, la piel de mi pierna derecha.

-          Tiene razón. Llegando a la casa te lo quitas, amor – reforzó mi novio colocando firmemente su mano en la otra pierna. Así viaje a su casa, con la mano un hombre apenas conocido en una pierna; y la de mi novio en la otra. Incluso, cuando pasamos a una tienda de conveniencia a comprar cerveza, alcohol y comida, ellos no se bajaron del auto. Nos quedamos los tres en el auto. Aproveché para besar a mi novio, quien me abrazo y sentí su mano recorrer mis caderas; y también la del cantante que bajó al muslo y a la parte baja de mis nalgas. No protesté; primero porque mi novio se había dado cuenta y no decía nada; segundo, porque me sentía soñada, deseada y tocada de manera simultánea por dos hombres tan guapos. Cuando regresaron los otros, me zafé rápidamente, pero muy tardé; se dieron cuenta de cómo me estaban manoseando los dos amigos.

Llegando a la casa mi novio, él me recordó lo del mallón roto que, efectivamente, lucía muy mal. Me dijo que lo quitara en su recamara y le hice caso, pues se veía fatal. Dudé un poco en salir de la recámara, pues el minivestido no me cubría completamente las nalgas, y mucho menos las piernas que ahora estaban completamente descubiertas. El alcohol y la insistencia de mi novio y sus amigos me hicieron regresar a la sala en la que ya estaban comodamente sentados.

-          Como eres la única mujer, serás la mesera. Por cierto una mesera muy guapa.

-          Suena a machismo

-          Anda. Todo está en la cocina

-          Bueno, ¿qué les traigo?

-          Cerveza para todos y algo de botana

Me dirigí a la cocina con la certeza de ser observada descaradamente por todos. Preparé jamón con queso y serví cinco cervezas. Busqué una charola y como mi novio no tenía, improvisé una con un platón; mejor, pero tendría que dar varias vueltas. Cuando regresé con la primera tanda, me hicieron espacio y me agaché en la mesa de centro para poner el plato de comida y los dos primeros tarros de cerveza. El amigo que quedó atrás de mí no dudó en acariciarme las nalgas que habían quedado al descubierto. Me levanté de inmediato y todos rieron.

-          ¡La propina, la propina! – Voltee a mirarlo, pero otro de ellos aprovechó, el que ahopra estaba detrás de mí, y me toco las piernas. - ¡Hay que ganarse la propina!

-          Es juego, amor; no te preocupes –Dijo mi novio entre risas. Reí también, pues francamente, quizás por el alcohol y por lo ocurrido en el concierto y en el coche, me sentía muy mujer siendo deseada por cinco rocanroleros y las caricias me producían un placer nuevo.

Les serví tragos y botana toda la noche. El juego se repetía; cada vez que pasaba entre ellos, me manoseaban y, al final, uno de ellos se atrevió a hacerme cosquillas directamente en el ano. No aguanté más la excitación y me llevé a mi novio a la recámara para que me bajara la calentura de una forma que él sabía muy bien. Me cogió riquísimo: primero por la boca y después por el culo. Agotados por el orgasmo, por el concierto y por el alcohol, nos quedamos profundamente dormidos. Me desperté con el sol y con ganas de ir al baño. Salí de la recámara dejando dormido a mi novio y crucé la sala para llegar al cuarto de baño. Sus amigos dormían en los sillones, ebrios.

Mientras estaba sentada en el baño recordé al cantante. De los amigos de mi novio, él era el que me había gustado más. Tenía yo una resaca muy suave; de esas que incrementan el deseo sexual. O quizás aún estaba un poco ebria, porque sin más, cuando estaba saliendo del baño, lo vi más atractivo, sentado en un sillón de la sala. Se despertó y me hizo la seña de que sentara junto a él, palmeado el sillón y coqueteando descaradamente conmigo. Le obedecí y de inmediato empezó a besarme y a tocarme todo lo que podía: piernas, nalgas, nada escapó de sus manos. Yo, feliz, me dejé. El tipo me gustaba y me acariciaba que era una delicia. Luego sacó su pene y le empecé a masturbar. Me agachó y se la chupé un poco. Como estaba bien caliente me levante y le di la espalda para que agarrará las nalgas. Él me besó la cola y me quitó fácilmente la tanga. De algún lado sacó un condón y yo tomé la mayonesa de la mesa de centro. Me la untó y me senté encima de él para irme metiendo su pene poco a poco; hasta que lo tuve todo adentro. Cuando ya me podía subir y bajar sin problema sobre su miembro, me lo sacó y me puso contra el sillón; de píe, con las piernas abiertas, quedé inclinada, apoyada con las manos en el sofá. Entonces me la metió suavemente, para después darme una cogida que despertó a todos, pues el bramaba, y yo gritaba de placer.

Cuando terminamos estaba bien apenada. Mi novio sonriendo en la puerta de la recámara; y los otros tres amigos atentos y con las manos en sus sexos.

-          ¿No les dije que mi novia era magnifica? ¿Qué opinas, Oscar?

-          Maravillosa

-          ¿Y yo qué? – Dijo uno de ellos – Si yo fui el que la calentó más ayer cuando le hice cosquillas en el hoyito. Me merezco algo ¿no, mamita? – Voltee a ver a mi novio quien me respondió con gestos de aprobación que rayaban un poco con estar ordenando algo.  Miré al chico que no estaba nada mal y asentí con la cabeza.

-          Nada más ponte un condón y no creas que porque tu amigo acaba de salir va a entrar fácil. Date tu tiempo que tengo el culo muy estrecho, ¿verdad?

-          ¡Sí! – respondieron al unísono y con lasciva, mi novio y el cantante

Me quedé como estaba: apoyada en el sillón, agachada y con las piernas abiertas. Me cogió suavemente y me hizo venirme una vez más; con los gritos que eso implica, pues en cuestiones de sexo, siempre he sido una gritona. Por supuesto que, una vez que terminé con él, los otros dos pidieron su parte y los acepté; pero con espacios de descanso para beber algo y descansar. Al final, había sido cogida por los cinco. Cansada y plena de orgasmos, fui con mi novio a la recámara para dormir el resto del día, mientras ellos seguían bebiendo en la sala; hablando de música, de futbol y de la rica vestida que se acababan de coger.