Noviembre es el mes mas largo (parte 1)
Heitor recuerda con nostalgia su infancia y juventud en la Angola anterior a la independencia, y su primer encuentro con Vasco, un atractivo militar portugués convaleciente en un hospital de Luanda que le pedirá un singular favor. Ambos compartirán impresiones sobre el futuro de la guerra colonial.
El recuerdo mas antiguo que tengo de mi infancia en Angola es el de encontrarme en el puerto de Luanda subido a los hombros de mi padre esperando la llegada de esos grandes buques de la Armada portuguesa cargados de soldados destinados a servir como carne de cañón en la guerra contra la insurgencia; recuerdo aún sus nombres, todos pomposos y grandilocuentes: el Infante D. Henrique, el Patria, el Veracruz, el Príncipe Perfeito…una enorme multitud esperaba ansiosa el desembarco de la soldadesca y corría a abrazarlos, a besarlos, a entregarles ramos de flores, y a hacerles sentir que eran bien recibidos y que se encontraban de nuevo en casa después del agotador viaje ultramarino desde la lejana metrópoli. La Avda. Marginal era un hervidero de curiosos y de paseantes engalanados, de blancos y negros por igual, y a mí me encantaba pasear de la mano de mis padres por aquel lugar tan alegre y concurrido.
Yo intentaba colocarme siempre en primera fila para ver desfilar a los valientes soldados en su primera toma de contacto con la dura realidad africana; muchos dejarían su vida en Angola en los años por venir, si bien es verdad que aquí la guerra nunca fue tan intensa como en Guinea- Bissau o la propia Mozambique. Pero esta atención desmesurada por parte de los provincianos colonos sólo ocurrió al principio, a principios de los sesenta, cuando la llegada de estos grandes barcos con miles de soldados destinados a patrullar el levantisco interior de la por entonces provincia de ultramar, constituía una novedad destacable; después, cuando los envíos de tropas se hicieron rutinarios, íbamos al puerto a recibir a los nuevos colonos que Salazar enviaba, o tal vez expulsaba amablemente de Portugal, y que esperaban encontrar un aceptable acomodo en las lejanas colonias.
Mi familia paterna procedía de Aveiro y emigró a Angola a finales del siglo XIX; la de mi madre procedía de la región de Minho y se instaló en Lobito en los años 20, huyendo del clima de inestabilidad permanente de los últimos años de la I República. Mis padres pertenecían por ambas ramas a sendas dinastías locales de comerciantes y pequeños empresarios y regentaban una tienda de ultramarinos cerca del Largo Serpa Pinto, una de las principales avenidas de la hermosa ciudad que me vio crecer y convertirme en adolescente primero y joven después en sus arboladas calles. Mi familia y yo vivíamos en una moderna casa de vecinos en el retirado barrio de Alvalade, muy cerca de la Iglesia de la Sagrada Familia, que destacaba del entorno por su esbelto campanario y sus finas líneas modernas. Recuerdo también que en época vacacional a mi hermano y a mí nos hacía mucha ilusión viajar con mis mayores a visitar a mis abuelos paternos en Nova Lisboa, la actual Huambo, donde poseían una enorme finca ganadera con una apreciable extensión de pasto y sabana en la que criaban numerosas vacas y ovejas, y donde los once nietos Ribeiro nos sentíamos como en el paraíso en aquel mar interminable dee ondulada hierba; fue sin duda una infancia y juventud idílica, o al menos yo así la recuerdo ahora, en contacto diario con la naturaleza y en comunión con mis semejantes. Yo en aquella época no recuerdo que hubiera tensiones raciales o políticas de ningún tipo en Luanda; blancos y negros constituíamos dos comunidades bien avenidas en apariencia y el entendimiento general entre ambas comunidades era bueno, de hecho, yo tuve siempre muchos amigos negros en mi barrio, aunque es cierto que en mi colegio, el prestigioso Liceo de Salvador Correia y Sá, mas bien brillaban por su ausencia.
Son tantos los recuerdos que se agolpan en mi cabeza que la sensación de saudade me abruma por completo al volver la vista atrás; la Luanda que yo conocí, la anterior a la independencia y posterior guerra civil, ya no existe mas que en la memoria de los que allí nacimos y vivimos los momentos mas felices de nuestras vidas…¡que ajenos estábamos nosotros, niños angoleños de los 60, de lo pronto que cambiaría nuestra suerte! Parece que me estoy viendo ahora con mi hermano Serginho de la mano mientras mi padre nos toma una fotografía en la terraza del Hotel Panorama, en la Isla de Luanda; mi hermano de 4 años aparece en ella llorando a moco tendido porque quería bañarse en el mar, pero mi madre no le dejaba hasta que hubiera hecho la digestión. Y esta otra con mi amigo Jaime y otros compañeros del Liceo celebrando su cumpleaños en el restaurante Mandarim, en la zona recreativa de la isla, y aún otra más ya en color en la que salimos los dos amigos con Silvia Martins, frente a un escaparate de la Rúa Duarte Pacheco Pereira…; madre mía, tengo la sensación de retrotraerme al pasado y a la ingenuidad de mis doce, de mis quince años…pasará una vida entera pero no podré olvidar que mis raíces son tan africanas como portuguesas; sí, no me canso de decirlo, soy angoleño, africano por los cuatro costados, mis padres y mis abuelos también lo eran y no puedo evitar sentirme orgulloso de este hecho tan poco frecuente entre los llamados “retornados” de Angola, cuya datación africana solía ser más reciente.
He rescatado mi antigua cartilla escolar de un viejo baúl olvidado en el trastero y he sentido ternura al leer de nuevo aquella cursilada de ¡Lusitos!¡Lusitas! que aparece impresa en colores chillones en la portada; y no sé porque pero acto seguido me ha venido a la memoria la letra del himno que cantábamos al entrar a clase por las mañanas los escolares angoleños en los años previos a la descolonización:
Angola é nossa gritaréi
É carne é sangue da nossa grei,
Para libertar, para defender,
Para lutar até morrer...
Já, já, já...no puedo evitar la risa fácil al volver a escucharme cantar esa letra absurda y desfasada, típica de ese régimen cruel y obsoleto que fue el salazarismo en Portugal; nuestra desgracia como “colonos de ultramar” ha sido, sin embargo, que fuera precisamente ese régimen político el que posibilitara nuestro progreso y prosperidad material, mientras que la llegada de la libertad y la democracia a la metrópoli representó, debido a un largo cúmulo de factores, el canto del cisne de nuestra secular presencia en el continente africano.
Ahora que reviso por enésima vez mi álbum de fotos africano las lágrimas afloran a mi rostro en cuanto giro la página y me encuentro frente a frente con él. Vasco da Silva Guimaraes, oficial de Infantería del Regimiento de Transmisiones de Angola, con sede en Luanda. ¡Que jóvenes éramos y que guapos! Estamos en los jardines de entrada a la Feria Industrial, él vestido de militar, yo pasándole la mano por el hombro, debía ser el año 74, a lo sumo comienzos del 75…tan sonrientes los dos, y que felices en aquel momento de nuestra vida, ajenos a los vientos de la historia que mueven montañas y desplazan naciones enteras del mapa…
Había conocido a Vasco a mediados de 1973 en la enfermería del Hospital Militar donde prestaba mis servicios como enfermero; la mayor parte de los internos habían sido heridos en escaramuzas con las guerrillas del MPLA, FLN y UNITA en diversas zonas del remoto interior de la extensa provincia. Vasco había estado luchando en la frontera norte contra las guerrillas del MPLA y había sido herido gravemente en el pecho y los brazos durante una emboscada. La jefa de turno me asignó aquella tarde la tarea de cambiarle el vendaje y así tuve ocasión de charlar con él por primera vez. Era un tío muy simpático y a mí me cayó bien desde el principio.
Vaya, vaya, hoy no me toca la guapa enfermera de otros días… - fue su peculiar saludo nada mas entrar por la puerta; sin embargo, su luminosa sonrisa mas bien parecía indicar que se alegraba de verme.
¿Quién, Célia? Hoy la toca librar, mucho me temo que tendrás que conformarte con mi presencia – respondí de inmediato mientras dejaba el instrumental médico en la bandeja y abría la ventana de su habitación. Y es que los oficiales heridos en campaña tenían derecho a una habitación individual, privilegio del que los demás internos carecían.
Un poco de aire me vendrá bien. Siempre encerrado entre estas cuatro paredes, sin poder hablar con nadie… - se quejó de forma lastimera y un poco teatral.
Bueno, oficial, ahora está hablando conmigo. Y la cura va a durar un rato largo. Puede aprovechar para explayarse si lo desea.
No me llames oficial, por favor. Mi nombre es Vasco.
Como quieras. Yo me llamo Heitor. Encantado de conocerte.
Lo mismo digo. Me gustaría pedirte un favor, Heitor.
Tú dirás; pero que sea facilito…
Espero que sí lo sea, aunque por supuesto no estás obligado a hacerlo si no quieres.
Veamos sí está en mi mano.
Justamente se trata de eso, de tu mano - ahogó un aullido de dolor en cuanto comencé a retirarle el vendaje - Verás, me gustaría que me leyeras las cartas de mi novia, ya que yo no puedo hacerlo en mi situación - el pobre soldado se encontraba en efecto imposibilitado por completo al tener ambos brazos escayolados hasta la punta de los dedos, y además debía mantenerlos a cierta altura colgados de unos ganchos por prescripción facultativa - Y más adelante, si no le resulta demasiado molesto, me gustaría redactarte alguna carta para ella, y que la enviases al correo.
Por mí no hay inconveniente.
Es que… verás, me gustaría escribirle cosas íntimas, tu ya me entiendes…
Creo que lo voy entendiendo, sí…
…Y por eso no me atrevo a pedírselo a Celia o a Rosinha.
Puedes confiar en mí, Vasco. Será nuestro secreto; pero debe ser durante el turno de noche, cuando esto esté más tranquilo. Entonces podré relajarme lo suficiente como para centrarme en esas tareas literarias.
No sabes cuanto te lo agradezco; no sé como podría pagártelo - respondió gentil mientras se le formaba una sonrisa arrebatadora en el rostro, que le hacía unos hoyuelos muy graciosos en la barbilla.
No hace falta que me lo pagues, bastará con que me cuentes detalles del frente y de la vida en Portugal.
Bueno, esto también es Portugal…- protestó Vasco con un deje irónico en la voz; estaba claro que no creía mucho en la política oficial de un país globalizado en tres continentes: Europa, Africa y Asia, como si fuera un calcetín que se pudiera estirar en todas las direcciones sin perder su forma original.
No lo dudo, por la cuenta que nos trae, pero también vivo en el mundo, y sé que algún día, que espero lejano, tal vez no sea así, y me gustaría que para entonces Angola estuviera preparada para una posible independencia, porque a día de hoy no lo está – me quedé asombrado al retirar por completo el vendaje y observar la profundidad de sus heridas de guerra, que incluía varias marcas de disparos en el hombro y el pecho y el tajo de un machetazo a la altura del diafragma. En ese momento sentí cierto repelús inevitable pero también admiración por el coraje y la sangre fría de aquel oficial de operaciones especiales que no se arredraba ante el dolor físico que sin duda debía sentir en aquel momento - Por eso quisiera conocer de primera mano la situación de los distintos frentes de guerra, porque con tanta censura oficial se disparan los rumores mas absurdos sobre el curso de la guerra…
Querrás decir guerras - me corrigió Vasco cerrando los ojos en un gesto de dolor contenido cuando le apliqué las gasas esterilizadas con alcohol por las heridas supurantes - porque no es lo mismo la situación en Guinea que en Angola o en Mozambique; cada frente de guerra es un mundo aparte.
¿Y como está la situación actual en cada uno de ellos? – quise saber yo, que ignoraba, al igual que el resto de portugueses de cualquier continente, el estado real de la interminable conflagración bélica.
Depende de la provincia en cuestión. En Guinea, por ejemplo, la guerra está perdida por completo, y tan sólo controlamos zonas aisladas del interior y la propia capital, Bissau; la independencia allí es un hecho, y con ella arrastrará a las islas de Cabo Verde; en Sao Tomé y Príncipe, tengo entendido que la situación es tranquila, debido a su mínima extensión, mientras que en Mozambique el norte ha caído en manos de la guerrilla y el centro y el sur permanecen en manos leales, sin muchos sobresaltos. Por lo demás, tengo idea de que hay movimientos guerrilleros en Timor Este, pero es un frente demasiado lejano como para tener noticias fiables.
¿Y en Angola? Aquí todo parece tranquilo, pero dicen que en el norte…
No hagas caso de los rumores, si hay un frente seguro para los intereses portugueses ese es el angoleño; la rebelión está prácticamente vencida en el norte, y se mantiene tan solo en las provincias del este, sobre todo en Moxico, por nuestra desidia e incapacidad, pero los guerrilleros de UNITA no tienen capacidad de maniobra como para preocuparnos de verdad; Angola podría seguir siendo portuguesa por muchos años, si Dios quiere. Pero…
Siempre hay un pero… - suspiré contrariado - algo no termina de cuadrarte, ¿no?…
Así es; en mi opinión, la suerte del Imperio portugués se juega en bloque, y en ese sentido llevamos las de perder. La flor y nata de la juventud portuguesa está muriendo en esta absurda guerra colonial, y eso no es consentible en modo alguno. Es verdad que el Imperio sobrevivió a la pérdida de Goa y las colonias de la India, pero no podrá hacerlo si se pierde Guinea y Cabo Verde; el golpe propagandístico sería demasiado fuerte. Y si esa información llega a oídos del pueblo, el Gobierno de Caetano podría tener las horas contadas.
Pues sí que es grave la situación entonces…por aquí todo parece tan tranquilo; sabemos que hay guerra en alguna parte por la cantidad de militares dispersos a lo largo del territorio angoleño, pero no vivimos esa ansiedad típica de las zonas en guerra. ¿Estás de acuerdo conmigo o me estoy engañando a mí mismo?.
No, no, llevas toda la razón. En Luanda no hay sensación alguna de peligro, y la moral en la retaguardia es grande; pero no olvidemos que tenemos muchos enemigos dentro y fuera de nuestras fronteras…estamos jugando en tiempo de descuento, por utilizar un símil futbolístico.
¿A que te refieres exactamente? ¿A la ONU?
A la ONU, y en concreto al temible Comité para la Descolonización de Naciones Unidas, pero también a la OTAN y al Pacto de Varsovia. Ambas organizaciones podrían estar muy interesadas en jugar otra de sus partidas de ajedrez globales en suelo angoleño.
¿Y eso porqué? Angola está perdida en un rincón de Africa, lejos de los centros de decisión mundiales - terminé de pasar por sus anchas espaldas el último rollo de vendaje. Vasco respiró aliviado al concluir la delicada operación - No veo que podrían ganar en un lugar tan remoto como este.
La razón es obvia - Vasco abrió los ojos deslumbrándome con sus almendrados ojos verdes de campesino trasmontano - Angola posee petróleo, diamantes, gas y otros minerales, especialmente en el enclave de Cabinda.
Eso es cierto y me hace confiar en que el futuro económico de una posible Angola independiente sea igual de brillante que lo es en su formato colonial actual.
Yo no estaría tan seguro de eso - advirtió él con un deje de incredulidad en la cara.
¿Y eso porqué?
Dependerá de cómo se gestione la política de descolonización; y tanto si se tarda mucho en iniciar el proceso como si se adelanta demasiado la fecha de independencia mi sensación es que el fracaso está garantizado de antemano.
¿Y cuando crees tú que podría ser una fecha factible para esa independencia ideal ? – quise saber mientras me levantaba para recoger el instrumental médico.
Mmmm…yo diría que para 1985 como mínimo; pero no creo que aguante tanto la olla: la presión sube por momentos y nadie sabe que puede suceder mañana.
Me dejas preocupado – reconocí de inmediato en un arrebato de sinceridad.
Y haces bien en estarlo. Portugal vive horas de incertidumbre. Antes de lo que pensamos la crisis colonial nos estallará en la cara, y entonces no bastarán paños calientes para recomponer la situación.
Es decir, que según esta teoría podría hasta caer el Gobierno de Caetano.
Nada es imposible en este mundo - declaró Vasco en tono filosófico - y hasta las dictaduras mas longevas fallecen de muerte natural…o provocada - pronunció esta última apostilla en un tono inquietante, con cierto aura de misterio. Vasco se dio cuenta de que había metido la pata, y decidió salirse de inmediato por la tangente - pero centrémonos mejor en cosas bonitas… ¿hay alguna mulata luandesa que te haya robado el corazón, amigo?
No exactamente…pero no andas descaminado - fue mi súbita e inesperada respuesta, encantado de epatar al personal con mis medias verdades a cuestas. Vasco se quedó algo escamado y sin saber del todo que significaba aquella ambivalente respuesta. Aproveché la coyuntura para cerrar el maletín médico blanco con una cruz roja pintada en medio y encaminar mis pasos hacia la puerta de salida - Nos vemos mañana por la noche. Procura descansar lo máximo posible.
Así lo haré. Descuida - me dedicó una sonrisa cansina y cerró los ojos de inmediato. Se quedó traspuesto en cuestión de minutos.
(Continuará)