Novia complaciente (1): Trío con la amiga
Cuando llevaban varios meses juntos, él le propuso de buenas a primeras que debían hacer un trío. En otras circunstancias a ella le había extrañado esa petición. Hasta habrían discutido y quizás terminado si él no se retractaba. Pero dada la actual coyuntura, le pareció de lo más normal.
Novia complaciente (1): Trío con la amiga
Karina se miró con satisfacción en el espejo que ocupaba toda la pared en el gimnasio. Los resultados de su esfuerzo y disciplina, saltaban a la vista. Asistía a ese lugar para moldear su cuerpo, cuatro días por semana desde hace un año y su figura curvilínea había mejorado notablemente.
No tenía un rostro muy agraciado, no le gustaban sus cachetes mofletudos, pero gracias al ejercicio constante, tenía un par de piernas preciosas y una cintura que era la envidia de todas sus amigas.
Como Karina tenía un busto prominente, su figura era llamativa. Voluptuosa y sensual, se la veía provocativa y lo sabía, pues sentía las miradas de los hombres concentradas en sus formas cuando ella hacía los ejercicios que implicaban agacharse y resaltar sus nalgas. Se sentía deseada y eso le proporcionaba un placer especial.
Y pensar que hace poco más de un año y medio no se sentía así. Fue entonces cuando empezó a salir con Giovanni. Él era uno de tantos pretendientes que le daban vueltas como moscardones, pero no le prestaba mucha atención. Estaba concentrada en su carrera como empresaria de productos de belleza y hacía sus pininos como conductora de un programa de variedades en una televisora local.
Antes de él, había tenido una relación muy larga, casi cinco años, con un hombre mayor. Él estaba separado pero nunca se divorció. Ella se cansó de esperarlo y terminaron. Se resignó a que nunca pidiera su mano. Quedó desengañada del amor por un tiempo. Aceptaba salir de vez en cuando con algún pretendiente, pero nada serio. Hasta que tuvo la primera cita con Giovanni.
Él era un empresario de importación. Parecía un tipo aburrido, siempre hablando de compras y ventas de lejanos países. Lo había conocido en uno de sus programas cuando hubo una serie de entrevistas a empresarios locales emergentes.
Aceptó su invitación solo por su insistencia. Fueron a cenar y luego a bailar. Él se portó como todo un caballero. Hizo un amago de besarla al despedirse, pero ella lo rechazó suavemente. Él no insistió y a los dos días la volvió a invitar.
El proceso fue parecido. Fueron a pasear, comieron unos helados. Al despedirse, él volvió a intentar robarle un beso. Ella se río y esquivó su rostro. Giovanni hizo un comentario gracioso y se despidió sonriente.
En la tercera cita, ella lo besó. No supo por qué lo hizo. Quizás él le caía bien o se sentía sola. La hacía reír y se sentía cómoda a su lado. O quizás solo fue por curiosidad, para saber qué tal besaba. Lo hacía muy bien. Tal vez un poco más suave de lo que a ella le gustaba, pero le gustó mucho. Él la abrazó con firmeza mientras se besaban. Fue lindo.
En la cuarta cita acabaron en la cama. Ella no pensaba que iba a ser así, pero tampoco hizo nada para evitarlo Él la invitó a su depa para cenar algo antes de ir a bailar. La cena fue muy ligera, empezaron a besarse. Una cosa llevó a la otra. La fue llevando al dormitorio, abrazados, la desnudó con gentileza. Antes de penetrarla, él le preguntó si estaba lista y ella asintió.
Hicieron el amor toda la noche. A ella le sorprendió el impulso sexual de Giovanni. No parecía del tipo de atleta sexual. Y ella estaba acostumbrada a hacerlo solo una o dos veces en cada sesión. Pero Giovanni quería hacerlo cuatro o cinco veces, mejor si eran seis. Casi no la dejó dormir. Su erección no era descomunal pero era de una duración extra larga.
En la quinta cita, fueron de frente a un hotel. Hicieron el amor desde la mañana hasta la noche. Con una pausa para cenar. Karina se preguntó si podría seguirle el ritmo. Después de todo, ella prefería las pausas largas para charlar y conocerse mejor. Y él quería hacerlo a cada rato, solo con pequeñas pausas después de eyacular.
En la sexta cita, nuevamente en el depa de Giovanni, luego del primer polvo, él le preguntó si le gustaría ser hipnotizada. Ella se extrañó, nunca le habían propuesto ese tipo de cosas.
Giovanni le explicó pacientemente todos los beneficios potenciales de la hipnosis. Mejoraría su capacidad de concentración, podría fortalecer su fuerza de voluntad para la dieta y hacer ejercicio, podría dejar su dependencia a la comida chatarra.
Ella no estaba muy convencida, no quería hacer el ridículo como había visto que sucedía con las figuras de la televisión que se sometían a hipnosis. Giovanni le explicó que eso era hipnosis de espectáculo y que él no tenía interés en que imite a una gallina o algo así.
- Lo máximo que te pediré es que te desnudes para mí – bromeó él.
Karina le dio un ligero golpe en el hombro y cambió de tema. No tenía la menor intención que su nueva pareja se metiera en su mente. Él no insistió.
Las próximas citas fueron básicamente para tener sexo. Ella no estaba muy feliz con esa forma de llevar la relación, pero tampoco le puso muchas trabas. Él la recogía en su auto, después del trabajo. Iban a cenar a algún restaurante y luego iban al depa de Giovanni para tener sexo.
A ella le costaba llevarle el ritmo. Él era insaciable en la cama. Ella prefería dormir tras llegar al orgasmo. Él insistía en hacerlo en varias poses. Ella prefería las más conocidas.
Pasaron un par de semanas. Era un sábado. Estaban desnudos en la cama después de hacer el amor y ella quería ver una serie en la tele. Giovanni quería hacerlo de nuevo. Se estaba poniendo pesado.
- ¿Por qué mejor no me hipnotizas? – propuso ella, para que no siga insistiendo en hacerlo otra vez.
- ¿Segura? – le preguntó él.
- Sí, estuve pensando en lo que me dijiste. Quizás me ayude.
- Está bien, pero debes colaborar o no obtendremos resultados.
- Te lo prometo – dijo ella, levantando la mano derecha.
Giovanni le indicó que se pusiera de pie. Apagó el televisor usando el control remoto. Ella se envolvió en una sábana, al estilo romano y siguió sus indicaciones con una sonrisa. No tenía la menor intención de ser hipnotizada, sólo quería pasar el rato sin tanto sexo.
El hombre estaba muy serio mientras le indicaba que se concentrase. La hizo bambolearse y que cayera hacia atrás. Fueron varios ejercicios de inducción que fueron quebrando lenta pero inexorablemente la voluntad de la mujer.
Poco a poco, la sonrisa de Karina se fue borrando. Siguió las indicaciones de su enamorado, su mente se fue nublando. De pronto tenía mucho sueño. Se dejó llevar y se sumió en la inconsciencia guiada por la voz de Giovanni.
Quince minutos después, él disfrutaba de su obra. Karina estaba completamente desnuda en la sala. La hizo adoptar diversas posturas, algunas graciosas y otras grotescas. La tendió en el suelo y luego la colocó sobre el sofá, exponiendo las nalgas. La penetró ahí y sobre la mesa.
Luego regresó al dormitorio y la despertó. Ella no recordaba nada de lo ocurrido. Le parecía algo curioso, pero no le prestó la menor atención. Lo bueno es que Giovanni ya no le insistió tanto para tener sexo.
Antes de despedirse, ella le dijo que se sentía muy relajada y que le gustaría ser hipnotizada nuevamente cuando él se lo pidiese. Giovanni sonrió.
Desde ese día, la vida de Karina fue cambiando lenta pero drásticamente. Empezó a ir al gimnasio y a seguir una dieta estricta. Se levantaba muy temprano y se dedicó por entero a su trabajo. Siempre estaba con la mente ocupada. Dejó las redes sociales a menos que fueran para temas de negocios y casi no veía televisión.
En cuanto al sexo, sus gustos cambiaron. Siempre estaba investigando sobre el tema. Quería probar nuevas poses y aceptaba hacerlo a todas horas y en cualquier lugar.
Su pubis fue uno de los aspectos físicos que cambió radicalmente. Ella no tenía mucho vello pero tampoco le gustaba depilárselo por completo, le parecía poco higiénico. Conservaba un poco de vello que le daba un aspecto muy elegante. Pero después de unas sesiones con Giovanni acudió a un spa especializado y se realizó una depilación con LASER, Desde ese día lo lucía siempre completamente depilado.
Para poder pasar más tiempo con Giovanni, se mudó a su depa. Ella siempre había disfrutado de su independencia, pero ahora prefería estar con él la mayor parte del tiempo libre que tuviera. Así podían hacer el amor a cada momento.
En cuanto a la hipnosis, desde la primera vez que entró en trance, ella desarrolló una especie de dependencia. En cada encuentro con su enamorado, ella le pedía que la hipnotizase. Así él pudo moldear su mente a su completo gusto.
Sometida por completo a la voluntad de Giovanni, fue cambiando sus gustos y prácticas sexuales.
En cuanto al sexo oral, para ella no era su práctica favorita. Y desde adolescente, cuando uno de sus primeros enamorados le eyaculó en la boca sin avisarle, había desarrollado cierta fobia al semen. Pero a él le encantaba que sus parejas se traguen su semen, así que Karina se volvió una adicta a su semen.
Le hacía unas mamadas hasta que se le agarrotaba la garganta y se tragaba su semen sin dejar ni una sola gota. Le parecía un elíxir delicioso el que brotaba del pene de su enamorado.
Y sobre el sexo anal, otro cambio radical. Lo había intentado con su pareja anterior. Se podría decir que lo habían hecho a medias, pero no era algo que le agradase. Con Giovanni fue desflorada por completo y fue parte de su repertorio sexual desde la primera noche que lo hicieron. Guardando las medidas de higiene del caso, obviamente.
El beso negro le parecía algo asqueroso, pero de pronto se encontró colocándose en cuatro patas y rogándole a Giovanni que le lamiera el culo. Y ella mismo se lo hizo a él, cuando se lo pidió. Era algo de locos.
Con la dieta y las visitas continuas al gimnasio, el cuerpo de Karina se fue moldeando cada vez más. Ella se veía más sensual cada día y tanto sexo le cambió el semblante. Se sentía llena de energía y con la piel más suave. Definitivamente su vida había cambiado radicalmente.
Karina se duchó luego de su rutina habitual de ejercicios. Se puso un vestido ceñido. Su ropa también había cambiado desde hace unos meses. Antes prefería usar ropa cómoda y sólo arreglarse para reuniones con clientes o cuando iba a su programa en la televisión local. En cambio ahora siempre cuidaba de su arreglo personal. En todo momento parecía salida directamente de una revista de modas. Eso mejoraba notablemente su autoestima.
Se subió al auto de Giovanni y regresó al depa. Condujo con mucha seguridad en medio del tráfico infernal de la ciudad. Abrió la puerta y ni bien entró, vio a Giovanni sentado sobre el sofá con las piernas abiertas, mientras Nilda, una de sus mejores amigas, le estaba haciendo una mamada.
Karina sonrió y le envió un beso volado. Giovanni le hizo un saludo con la mano izquierda, pues la mano derecha estaba sobre la cabeza de su amiga, para guiarla en la profundidad de la mamada.
La recién llegada dejó su cartera y fue a lavarse las manos, luego fue al dormitorio para ponerse algo más cómodo.
Regresó a la sala. Se sentó al lado de su enamorado y empezó a besarlo. Nilda estaba descalza. Sus zapatos de tacón estaban a un lado del sofá. Tenía puesto un vestido de cóctel. Debía haber estado trabajando como anfitriona en algún evento corporativo.
Nilda y Karina eran amigas desde hace años. Nilda tenía 23 años y se dedicaba al modelaje desde la adolescencia. Casi media cabeza más alta que su amiga, era delgada y espigada. Karina siempre había envidiado la figura de Nilda, pero desconocía que ella también envidiaba las curvas voluptuosas de su amiga.
Cuando llevaban varios meses juntos, Giovanni le propuso de buenas a primeras que debían hacer un trío. En otras circunstancias a Karina le había extrañado esa petición. Hasta habrían discutido y quizás terminado si él no se retractaba. Pero dada la actual coyuntura, le pareció de lo más normal. Como si le hubiera propuesto que invite a una amiga a cenar.
De inmediato pensó en Nilda. Ella tenía un rostro angelical, pero sabía que tenía una amplia experiencia sexual, o mejor dicho bisexual.
Luego de dos semanas, en el que Karina le fue insinuando a Nilda lo que pretendía Giovanni, acabaron en la cama. La experiencia fue agradable. Y la repitieron varias veces en las siguientes semanas.
Una tarde, luego de una sesión de sexo, Karina retó a su amiga a ser hipnotizada. Nilda primero pensó que estaba bromeando, pero ante la insistencia de su amiga, terminó aceptando.
Desde ese día, Giovanni dispuso ya no de una, sino de dos esclavas sexuales, sometidas por completo a sus caprichos.
Nilda no se mudó al depa, pero casi era así. Ella seguía viviendo con sus padres, pero se quedaba casi todos los fines de semana. Así él pudo reprogramar su mente a su gusto.
Con Nilda, él no tuvo que cambiar muchas cosas. Ella era muy abierta a lo sexual y su pubis siempre estaba depilado. Dejó que siguiera saliendo con otros tipos, pero con menos frecuencia que antes pues prefería tenerla a su disposición.
Karina sentía cómo él la besaba apasionadamente, parecía querer comerle la boca. Ella correspondió con mucha pasión. Las manos del hombre se introdujeron por debajo de la falda de su enamorada.
Al rato, sintiendo la urgencia de su necesidad, Karina se unió a Nilda para lamer los testículos de Giovanni. Su amiga le hizo un espacio. Cuando las bocas de ambas coincidían en algún momento, se besaban apasionadamente mientras lo miraban. Sabían que él disfrutaba viéndolas hacerlo y ambas se desvivían por satisfacerlo.
Al cabo de unos minutos, Giovanni eyaculó. Nilda se tragó casi todo el semen, pero le dejó un poco a Karina. Luego se levantó y se arregló el cabello. Permaneció descalza mientras se dirigía a la cocina para preparar la cena.
Cenaron comentando los últimos chismes de la farándula. Las dos mujeres acapararon la conversación. Giovanni permaneció casi todo el tiempo callado, escuchándolas y tocándoles los muslos o los senos sin que viniera a cuento. Ellas lo ignoraban o le apartaban la mano riendo.
Él estaba satisfecho de su obra, pero estaba pensando que dos mujeres era poco para su apetito sexual. Era hora de ampliar su harén particular.