Nostalgia, bajo la luna llena

Tan rápido como pude le desabroché el sujetador. Era noche temática hawaiana y su vestido blanco permitía acceder fácilmente a todo su cuerpo.. tumbados sobre la fina arena y con la marea a los pies empecé la búsqueda, el juego, el recorrido

Han pasado años, muchos años desde que me volví loco con una mujer por última vez… Desde que probé su sabor, desde que supe como el cuerpo humano reacciona al auténtico placer carnal. Me avergüenza reconocerlo pero desde entonces son muchas las veces que lo he pensado… La última vez que sentí estremecer mi cuerpo y el suyo… Saborear sus labios, escuchar gemir de pasión y no poder evitar controlar mis instintos. Sentir que mi polla se ponía más tensa que de costumbre, de notar cómo mi corazón es capaz de subir hasta la garganta, no controlar la respiración…

Son recuerdos, vienen y van y a veces me hacen sentir mal ya que mi situación actual debería ser más estable. Eso cuentan cuando te casas…. Pero lo cierto es que hay una parte de mi que desea explotar, un monstruo enjaulado que necesita ser libre, recuperar esas sensaciones con una persona que realmente lo comprenda. No hay muchas personas con las que te sientas conectar a esos niveles. Follar por follar lo puedes hacer cuando quieras, pero conectar y sentir ese instinto es algo que muy pocas veces tienes la suerte de encontrar. La última vez que sentí algo parecido fue hace 8 años… madre mía… ¿tanto tiempo estoy perdiendo? Necesito una musa, una fuente de inspiración, mi otra mitad. No es fácil, no me vale cualquier persona, no se conecta a esos niveles con cualquiera.

Ahora mi situación es diferente, es cierto que me he quedado anticuado y necesito reencontrarme pero también conozco lo que llevo dentro. Hasta dónde pude llegar.. Aún no he encontrado mi límite, no sé si lo tengo. Quiero descubrirlo y espero encontrar a la persona que me haga sentirlo.

Recuerdo aquellas noches de Universidad… la primera vez que me sentí así en el viaje de mitad de carrera en Punta Cana, en aquella madrugada, en la playa. Sintiendo el roce de la piel, al principio como siempre más tímido, acariciando su cuerpo suavemente, con tacto, buscando sus puntos más erógenos… moviéndonos a la vez como si de un romántico baile se tratara. Lo recuerdo “la playa de los corales”…

La fiesta se había acabado, todos se habían marchado al hotel. Ella y yo nos quedamos apartados en una cala desierta y sin construcción, no nos dimos ni cuenta, tampoco nos importaba el resto… No había más luz que la de la luna llena reflejándose sobre el mar Caribe. Poco a poco nos fuimos dejando llevar… mi timidez iba desapareciendo, ya no me controlaba yo, era el instinto, notaba como entre sus bragas empezaba a sentir una humedad especial, diferente, le estaba gustando, eso me ponía más frenético aún… Sólo acabábamos de empezar, la acariciaba, la recorría todo el cuerpo.. sólo estábamos empezando pero ya había una química especial… pocas palabras, no eran necesarias.

Tan rápido como pude le desabroché el sujetador. Era noche temática hawaiana y su vestido blanco permitía acceder fácilmente a todo su cuerpo.. tumbados sobre la fina arena y con la marea a los pies empecé la búsqueda, el juego, el recorrido… me gustaba taparle los ojos y aparecer y desaparecer con besos y mi lengua sobre su piel. Cada vez que aparecía, su cuerpo se estremecía más aún… notaba que estaba a cada beso más cachonda, me gustaba juguetear a ponerla más nerviosa….

Después de un buen rato recorriendo de manera caótica pero con sentido su cuerpo y notando como gemía cada vez más entré directo entre sus piernas. Aquella zona estaba ya muy excitada, la notaba más que húmeda, erecta, hinchada de placer… Introduje mi lengua y su sabor entró en mi. Noté como se volvía a estremecer a la vez que gritó un poco más alto. Ya no había nadie, no nos podían oír por muchos gritos de placer que daba. Era una mujer especialmente entregada. Sus gestos, sus voces, sus gemidos me obligaban a estar más concentrado aún si no quería perder el control y correrme antes de tiempo. Me encantaba escucharla, me daba un placer sin igual, pero conlleva su parte negativa y no estaba dispuesto a terminar tan pronto.

No la conocía, sólo sabía que era compañera pero jamás la había visto antes. Eso me daba aún más morbo. Estábamos solos y perdidos donde nadie nos encontraría jamás. Había perdido la noción del tiempo y me encontraba entre sus piernas, con mi boca en su coño y mi lengua jugueteando entre sus labios en busca del clítoris. Ella me agarraba la cabeza, tiraba de mi para que pasara a la siguiente fase pero lo cierto es que en el fondo estaba disfrutando tanto que no sabía qué hacer. Mis manos recorrían su cuerpo, la acariciaba sus tetas y jugaba a ponerle la piel de gallina…

Después de comerle los labios del coño, de saborear su interior, de juguetear con su clítoris con la lengua y de metérsela hasta dentro y con los cuerpos al aire decidí que era el momento de sentirme más dentro de ella todavía. Así los dos húmedos fue fácil entrar en ella. Muy suavemente, sintiendo cómo poco a poco su sexo se iba haciendo a mi mientras se retorcía. Yo estaba tan excitado que me costaba mantenerme… pero penetré hasta el final. Una vez dentro quise aguantar un poco para que se hiciera a mi antes de dar el segundo empujón. Intenté ponerla más dura dentro, que notará como el glande se hinchaba más dentro de ella. Y ella lo sintió porque se estremeció aún más. Me gustaba sentirla poco a poco. Estaba tan excitada que notar mi recorrido le hacía correrse de nuevo. Yo no quería correrme aún, de nuevo pensaba en que podía dar más de mi en este nuestro primer juego, aunque lo cierto es que cada vez me costaba más.

Después de la primera incursión dentro de ella probé a salir poco a poco dejándome sentir, quería que pudiera notar como mi polla rozaba con todo su interior, que notara como el glande de nuevo deshacía su recorrido. Cuando empecé a sentir los labios hice una nueva maniobra penetrándola de nuevo muy despacio pero esta vez sin llegar al fondo. No quería darlo todo aún, volví a repetir la misma acción pero a la tercera sin pensarlo sí que entré hasta dentro. Noté como mis huevo chocaban con sus húmedos labios. Entonces su gemido se transformó en un grito mucho más alto. Le gustaba y me gustaba, me pedía más. Quería subir el ritmo y yo ya estaba empezando a perder el control.

Entonces fuimos subiendo el ritmo. De vez en cuando bajaba el ritmo para no irme antes que ella pero ella no me dejaba, ya no estaba para juegos. Estaba desenfrenada y yo perdía el control. A ella le gustaba que fuera yo quien llevase el control. Con las piernas en alto apoyadas sobre mis hombros seguí follándola sin parar, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez más profundo. La oía a ella, gemíamos juntos y en una de esas... Los dos al unísono gemimos y gritamos a la vez. Una ola de calor y una sensación de explosión me inundó… Ella cayó y yo la abracé… Era tiempo de estar un poco relajados… El mar a nuestros pies con la luna llena nos invitaba a seguir minutos después.

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