Nos visitó Marco
Mi novio invitó a un amigo a tomar unas copas a mi departamento y sucedió algo esperado y algo que me hizo abrir los ojos
VANESSA y su novio MARTIN
Me llamo Vanesa, soy una mujer de 37 años, que vive en Capital Federal, Argentina, mi novio se llama Martín, con él compartimos todo en nuestras vidas. Martín tiene 56 años, casi 20 más que yo y es la persona que me llevó a vivir todo tipo de situaciones placenteras. Para él si algo te da placer, es bueno hacerlo, sea lo que sea, obvio sin perjudicar al prójimo y dentro de la intimidad de cada persona.
Nunca fui una mujer recatada, siempre me di los gustos, mi abuela decía: los gustos hay que dárselos en vida, yo creo que es una frase sabia. Por eso si me gustaba un hombre, trataba por todos los medios de que no se me escapase.
Mi vida realmente cambió después de conocer a mi novio. Con él aprendí que se puede gozar plenamente de una relación sexual sin sentir culpas después de la misma. Dentro de la relación todo debe ser considerado válido. Así Martín me fue llevando de a poco, hasta nuestro primer intercambio de parejas, porque Martín practicaba el sexo swinger, cosa que yo sabía que existía, pero pensaba que nunca ingresaría a integrar ese tipo de reuniones.
Después de haber estado en algunos intercambios de pareja, Martín siempre me hablaba de lo lindo que eran los tríos, a mi me gustaban siempre le decía, pero si algún día llegáramos a hacer un trío quisiera que fuese con otro hombre. Martín accedió y al poco tiempo invitó a un amigo a cenar a mi departamento. Después de la cena vino lo mejor, nos sentamos los tres a mirar una película en el living, en un sillón de dos plazas. Los hombres se habían instalado cómodamente, mientras yo les preparaba un trago para amenizar la reunión. Cuando vine con las copas, apoyé la bandeja en una mesa ratona, dando la espalda a los invitados, situación que aprovechó Martín para tironear de mi ropa haciendo que me sentase junto a ellos. Su amigo, Marco, prefirió que lo hiciese sobre su falda, estaría más cómoda dijo, yo me di vuelta a mirarlo y Marco me tomó del brazo y me jaló hacia él.
Caí sobre su cuerpo y sin decirme nada, me dió vuelta de forma tal que quedé boca abajo sobre las piernas de los dos hombres. De la cintura hacia arriba estaba sobre Martín y de mis caderas hacia abajo descansaba sobre Marco. Este último ni lerdo, ni perezoso, me acarició las piernas hasta la cola y levantó mi pollera dejando mi bombacha a la vista, Martín que veía lo que hacía Marco, rápidamente desprendió su pantalón y sacó su verga afuera, para pasarla por mi cara y llevarla derecho a mis labios hasta hacérmelos abrir para que le haga una buena mamada.
Debo confesar que me encanta chuparle la verga a mi novio, la tiene de un buen tamaño, aunque lo más interesante es su aroma, siempre limpia, se pone dura en segundos. A Martín no le costó mucho trabajo convencerme para que se la chupe, se la chupé y con mucho gusto. Mientras Marco no perdía tiempo, medio desesperado, levantó mi pollera, quedando mi diminuta bombachita a la vista de mis galanes. Marco con su mano derecha acariciaba mis nalgas, palpando la dureza y uno de sus dedos, los pasaba por mi zanja buscando encontrar mi ano, caliente, siempre dispuesto a recibir caricias. Siguió con su dedo hasta mi vagina, que recién empezaba a tomar temperatura y a segregar los fluidos vaginales.
Marco, como buen tipo ansioso, se inclinó hasta mi cola y separando los cachetes me echó un escupitajo calentito y espeso, que esparció por toda la zona a explorar, tanto como para no provocar irritaciones. A eso le siguió una serie de besos y pequeñas nalgadas con su mano libre, yo sentía el bulto de Marco bajo mis piernas, era como tenerlas apoyadas sobre una roca. Finalmente se levantó del sillón, abrió mas mis piernas, quedando mi boca clavada en la verga de Martín. Se agachó a chuparme el culito, logrando estremecerme de calentura, cosa que notó e inmediatamente se bajó los pantalones hasta las rodillas y con su verga en punta, empezó a forcejear sobre mi colita, que al ser muy estrecha no le era fácil de penetrar.
Probó metiéndomela por adelante, me tenía tomada de las piernas como si fuera una carretilla, levantada en el aire, clavada con su pija en mi vagina, provocándome oleadas de calentura, lo que hacía que chupara la pija de Martín con mayor vehemencia que de costumbre, se la chupé hasta hacerlo temblar y pedirme por favor que lo dejara. Martín no quería acabar de esa forma, quería algo más, se separó de mí, dejando mi cuerpo apoyado en el sillón y a Marco clavándome con su verga hasta el fondo. Martín aprovechó para desnudarse totalmente y Marco notando que el sillón estaba libre, me apoyó sobre el borde y desde atrás intentó nuevamente hacerme la cola. Presionó suavemente mi ano, un poco mas relajado y con su verga bien lubricada logró que su cabeza me penetrara con mínimo dolor de mi parte y máximo placer, sentí los huevos de Marco golpear mis nalgas, era la señal que su verga estaba toda adentro y comenzó a cabalgarme cada vez mas fuerte hasta que llegó su acabada, que gritó como un animal desbocado.
Yo al sentirlo tan alocado, tuve un orgasmo que no fue el mejor, pero si satisfactorio y quedé acostada boca abajo, tratando de relajarme de la cogida recibida. Entrecerré los ojos un instante, sintiendo a mis galanes hablar entre ellos y luego silencio total. Pensé para mis adentros que cosa podrían estar tramando, seguro alguna acción contra mí, después sentí como un cierto jadeo de alguno de ellos y algo que se murmuraban entre ellos. Abrí los ojos y no podía creer lo que estaba sucediendo en frente mío: Marco se lo estaba cogiendo a Martín, que estaba parado con el torso apoyado sobre la mesa del comedor. Marco lo tenía tomado desde la cintura y lo atraía hacia él, para tener la mejor y más profunda penetración. Yo me quedé absorta de ver como Marco se cogía a mi novio y no pude con mi genio, me incorporé y me di la vuelta para ver la cara de Martín.
Este tenía cara de total satisfacción, estaba feliz de tenerla adentro y de que su amigo lo cogiera cada vez con mas fuerza, Marco siguió y siguió hasta que volvió a acabar, pero ahora en el culo de mi novio Martín. Yo seguía muda, no sabía que decir o hacer, se me ocurrió mientras miraba esta escena, acariciarme mis tetitas, que nadie había tocado siquiera, lo que me provocó gran calentura y con una mano en mis tetitas y con la otra en mi clítoris, me di caricias hasta lograr una acabada de película. Los "amigos" se fueron al baño, juntitos los dos y al rato nos encontrábamos los tres charlando desenfadadamente. Yo seguía sin pronunciar palabra por lo que había visto de la cogida entre ellos, mientras hablaban como si nada hubiera pasado. Cuando quedamos solos, Martín me explicó que de eso se trata la vida, de ser feliz, me dijo que la había pasado muy bien y yo le contesté que me había impactado lo que vi al final, no me animaba a describir con palabras lo sucedido.
Ah, te sorprendiste porque Marco me cogía, es eso lo que te tiene preocupada? - me preguntó Martín.
Y si, nunca había visto y mucho menos pensado que alguna persona se pudiera coger a mi novio, no me entra eso en la cabeza - le contesté.
- Pero por que te preocupas tanto, nadie salió dañado, yo la pasé muy bien y creo que vos mismas recibiste todo lo que te dimos con bastante placer o estoy equivocado?
Bueno, ese es Martín, mi novio, solo tiene como meta en la vida ser feliz, lo considera una obligación. Siempre dice: mi única obligación es ser feliz.
Ahora saben de qué estoy hablando. Me encantará contestar comentarios que quieran hacerme, mientras elaboro la segunda parte de este relato.
Marcela