Nos vamos de rebajas

Nunca las rebajas fueron tan buenas.

NOS VAMOS DE REBAJAS

10 de Enero en una ciudad cualquiera. Comienzan para mi las rebajas. De hecho empezaron hace unos días, pero para mi madre y para mi comienzan hoy. Como si no hubiéramos tenido bastante con los regalos de Papá Noel y Reyes, a mi madre se le ha antojado ir de rebajas. Pero este año es especial. Hace uno que mis padres se divorciaron y como yo aún no soy mayor de edad, mi madre se ha quedado conmigo y mi padre me ve los fines de semana. A cambio le pasa una generosa paga y por si fuera poco mi madre ya gana bastante con su trabajo por lo que tiene mucho dinero para gastar.

-Hijo, vamos a comer al mejor restaurante de la ciudad y luego nos vamos de compras. Me dice ese día como si nada.

Como si necesitaras más cosas, pienso. Aunque tampoco puedo quejarme, me da todos los caprichos que quiero y solo tengo que estudiar a cambio.

Nos ponemos guapos para ir al restaurante. Yo con traje de chaqueta, corbata y colonia pija que huele que atufa. Mi madre un vestido largo azul oscuro. También unos pendientes y un collar de perlas que le regaló mi padre por su aniversario, él también gana bastante dinero, y después de ponerse su Chanel nº 5, salimos para el restaurante.

Para un taxi que se detiene unos metros después del portal. Al conductor casi no le dio tiempo a vernos.

Mientras conduce me fijo en que el taxista ha girado un poco el retrovisor para mirar el escote de mi madre. La verdad es que destaca bastante con ese vestido que se ha puesto. Tiene los pechos grandes, no está operada, y hace años me contó que con solo con eso se ligó a mi padre. Yo no termino de creérmelo, pero como historia esta bien.

Llegamos al restaurante y mi madre paga con su tarjeta platino. Además le deja al taxista una buena propina.

-Muchas gracias señora, le dice. Está usted arrebatadora.

-Gracias por el piropo. Y le guiña un ojo antes de bajarnos.

Yo le cojo el bolso antes de entrar.

-Estaba bueno el taxista, con gusto me lo hubiera tirado ahí mismo.

-¿Delante de tu hijo? Le pregunto escandalizado.

-No es el primer hombre que me follo estando tu delante.

Me quedo pensando, pero no recuerdo que mi madre nunca se haya follado a ningún hombre estando yo en casa aparte de a mi padre.

Bueno da igual, no puedo pensar en que mi madre sea una puta y se tire a todo lo que se le ponga delante si es hombre.

Con estos pensamientos entramos en el restaurante. El dueño nos saluda y nos lleva hasta una mesa donde habitualmente mi madre iba a comer con mi padre cuando estaban casados.

Nos sirven una copa de vino para ella, yo una Coca Cola, y miramos la carta.

Varias personas están a lo suyo comiendo o charlando animadamente y no se fijan en nosotros.

Después de pedir la comida mi madre saluda a una pareja que conoce de hace tiempo.

Ya estamos comiendo cuando mirando a su derecha me dice en voz baja:

-¿Sabes quien es hombre de ahí? Me pregunta.

-Ni idea, le digo yo.

Veo que es un hombre bajito, bigotudo y con unas gafas de pasta cuyos cristales se adivinan gruesos.

-Pues es uno de los mejores críticos gastronómicos de este país y como cada mes está de incognito en el restaurante para hacer su critica en la principal revista que lleva tu padre.

-¿En serio? ¿Ese hombre tan bajito es él?

-Si. Lo que pasa es que se viste así para que nadie le reconozca, porque las visitas a los restaurantes son secretas y nadie sabe cuando acude el critico ya que lo hace por sorpresa. Yo le conozco porque tu padre me lo presentó una vez. Es un tipo encantador pero cuando hace su trabajo es muy estricto. Quizá debería saludarle.

-Ahora no, mamá. Está concentrado en su plato. Creo que no deberías molestarle.

Pero ella no me hace caso y dejando la servilleta sobre la mesa se levanta y se dirige a su mesa.

-Hola Joaquín. Le saluda mi madre.

-Señora no tengo el gusto.

-Ya sé que estas haciendo tu trabajo y que debes hacer como que no me conoces, pero no le des una mala critica hoy al restaurante. Ya sabes que conocemos al dueño y es buena gente y una mala critica le haría fracasar.

En ese momento veo como acerca el escote al critico, el cual se hunde en su silla agobiado por la visión de los pechos de mi madre. Ella le mira fijamente y entonces agarra con su mano su paquete. Afortunadamente nadie excepto ellos y yo se dan cuenta de lo que pasa y después mi madre vuelve a la mesa.

-¿A ese también te lo follarías? Le pregunto.

-A ese ya me lo follé hace años. Después salió del armario y me dio una buena decepción.

Joder con mi madre, pienso. Es una ninfómana.

La velada transcurre tranquilamente pero antes del postre mi madre está ya un poco pedo, lleva tres copas de vino. Además no hace más que mirar el teléfono móvil y no se que demonios hace todo el rato pendiente de el.

-Espérame un momento aquí. Creo que me dejé olvidado algo en casa.

Se levanta y antes de irse me dice que vaya pidiendo el postre.

La verdad últimamente no entiendo nada a mi madre. Luego sabría el porqué de su ausencia.

Me contó que antes de salir del taxi el hombre le dio disimuladamente una tarjeta con su número personal.

El vino, me siguió confesando, la había puesto tan cachonda que llamó al taxista y se montó en el coche. Se fueron a un lugar apartado. Ella se pasó al asiento del copiloto.

-Mmmmm, no me quitaste ojo de encima antes, ¿eh?

-Si señora, ya le dije que estaba arrebatadora.

-¿Cuánto hace que no follas con tu mujer? Le preguntó.

-Lo hacemos escasamente dos o tres veces al mes. La muy guarra no tiene ganas de hacerlo casi nunca.

-Entonces te pillo en el mejor momento.

Mi madre le sacó la polla del pantalón que ya estaba casi tiesa y comenzó a meneársela. Enseguida se empalmó del todo.

Se agachó y le hizo una buena mamada al taxista. Este notó al cabo de un rato que estaba a punto de correrse y mi madre paró de mamársela.

-Ahora déjame probarte.

Le comió las tetas y luego salieron del coche y apoyada en el maletero le comió el coño hasta que estuvo a punto y después sacando un condón, se lo puso, se la metió y comenzó a follársela.

El taxista agarraba los muslos de mi madre mientras la embestía y mi madre no paraba de gemir pidiéndole más y más.

Para entonces yo estaba colorado como un tomate mientras me comía la porción de tarta de chocolate que había pedido como postre, mientras mi madre seguía contándome todo con pelos y señales.

-Tenia el coño mojado como nunca y me escurrían mis fluidos por las piernas. Entonces el hombre me levantó un poco y me la clavó aún más fuerte y ya no pude más y me corrí como una loca.

La cuchara se quedó a medio camino de la tarta y mi boca mientras terminaba de contarme eso.

-Y no te creas hijo que el hombre seguía aguantado como un campeón, cuando después de correrme, me giró y me puso de espaldas al coche y me la volvió a meter desde atrás.

Yo ya había dejado de comer la tarta, estaba seguro de que iba a atragantarme si seguía comiendo.

-No paraba de entrar y salir de mi, ya sabes. Me decía:  Señora que buena está. Por dios que gusto me da. Y yo seguía incitándole. ¿Tu mujer no te folla así verdad? ¿Te pongo mucho, eh? Sigue follándome, sigue, sigue, no te pares ahora, sigue así.

Yo seguía pendiente de mi madre. Para entonces mi polla estaba dura como una piedra y daba con el borde de la mesa.

-Para entonces tenia el vestido casi por la cabeza. Siguió contándome, mi pelo estaba revuelto y el hombre gemía y gemía mientras notaba que estaba a punto de llegar al orgasmo.

-Ah, ah, ah, señora que buena está usted por dios. Señora, como disfruto con usted, joder que gusto, mi mujer no me da este placer. Creo que no duraré mucho más.

-Te has portado genial, has durado lo suficiente para me corra otra vez, le dije. En ese momento hijo, noté que me corría por segunda vez. Me agarré fuerte al coche y entonces el taxista me empujó más fuerte y terminó corriéndose también.

-Aaaaaaaaaaaaaah, señoraaaaaaaaaa, me voy, me corro, me corroooooooooooooo.

-Noté como el preservativo se llenaba de su semen ardiente. Después de un momento él finalmente se detuvo y se salió de mi.

-¿Y ya terminasteis?

-Si hijo. Con eso terminamos, bueno no del todo, porque el se quitó el preservativo lo tiró a la basura, puede fijarme que estaba lleno de semen por lo que era verdad que hacia mucho que no follaba, y se colocó bien la ropa. Me ayudó a mi con el vestido y luego en el taxi me ayudó a peinarme bien.

Yo seguía mirándola embobado, una mezcla entre no me lo creo y o si me lo creo, pero mi madre es una ninfómana como os dije antes.

-Anda termínate la tarta, me dijo. Luego ya arreglados me trajo de nuevo al restaurante. Y esa es toda la historia.

Yo no sabia que decirle, solo se me ocurrió preguntarle:

-¿Tú no vas a tomar postre mamá?

-Ya he tenido suficiente postre, me dijo sonriendo.

Pagó la cuenta y dejó como era habitual una buena propina. El dueño nos despidió y salimos del restaurante.

Mi madre siempre ha sido muy clara conmigo respecto al sexo desde que era pequeño. Por eso no se cortaba al contarme cosas, pero lo de ese día había sido algo inesperado para mi.

Afortunadamente no cogimos al mismo taxista y nos llevó al centro de la ciudad donde estaban los principales centros comerciales y tiendas.

Entramos en una tienda de lencería para mujeres. Mi madre se había empeñado en comprar varios conjuntos de sujetador y braguitas.

-Este está bien, le dijo a la dependienta. Y este también me gusta. Y también este por favor.

-Por supuesto señora.

-Me gustaría también ver si es tan amable este camisón blanco y el picardías negro.

-Claro que si. Aquí los tiene. Puede pasar por aquí.

-¿Le importaría que pasara mi hijo conmigo a ver como me quedan? Mi marido está de viaje de negocios y no tengo ninguna opinión masculina hasta que vuelva.

-Adelante. Pasen por aquí. Ya sabe que los sujetadores y las braguitas tendrá que ponérselas con estas cintas por higiene.

-Si, por supuesto, es usted muy amable.

Mi madre escogió el probador del fondo y nos metimos dentro. Echó el pestillo y dejó la ropa colgada.

-Vamos a ver cual me queda mejor.

-Está bien. Le dije.

-Anda hijo, como si no te gustara mi cuerpo.

-¿Tu cuerpo?

-Si cariño. Desde que eres mayor me has mirado con deseo cuando me cambiaba de ropa. Alguna vez te pillé detrás de la puerta espiándome pero nunca te dije nada.

-Es la primera noticia que tengo, le comenté disimulando.

-Y aquella vez que me encontré unas bragas manchadas con tu semen. Estaba recién eyaculado.

Me hundí en el pequeño sofá que había en la esquina del probador. Me notaba también rojo como un tomate.

-Una madre se da cuenta de esas cosas. Anda, dime ¿Qué tal me queda este conjunto?

Mirándola la verdad es que estaba tremenda. Tenia razón el taxista cuando le dijo que estaba arrebatadora.

-Anda cielo dame un beso.

Me acerqué y la besé en la mejilla.

-Ahí no tonto, en la boca. Me cogió del cuello y me atrajo hasta su boca donde nos fundimos en un tremendo beso con lengua.

El besarla me había puesto muy caliente y mí polla volvía a estar tiesa como en el restaurante.

-¿Ves? Te gusta mucho el cuerpo de tu mamá.

Agarró mi polla sin más y comenzó a masturbarme. Yo no hice nada por impedirlo. La situación me había puesto muy cachondo y el recuerdo de la historia del taxista follándose a mi madre aún más.

-Aaaaah, mamá, que gusto. No pares, sigue así.

-Eso me decía tu padre cuando se la meneaba. Eres igual que él tesoro. Mmmmm te quiero.

Como tenían el hilo musical bastante alto en la zona de los probadores nadie podría oírnos y quería correrme en voz alta, aunque mi madre no me dejó.

No tuvo que seguir mucho más porque enseguida hice un gesto que indicaba que iba a correrme.

Siempre que me voy hago un espasmo y mi madre lo notó y terminé corriéndome en su tripa. Dos chorros saltaron primero y un tercero cayó sobre las bragas.

Cuando me recuperé del orgasmo me senté en el sofá y me di cuenta del estropicio que acabábamos de hacer.

Mi madre se rio y se quito las bragas y el sujetador y desnuda como estaba me limpió la polla con el camisón blanco.

Ya vestidos se dispuso a salir.

-Vamos hijo, me dijo volviendo a reír, no me apetece comprar nada en esta tienda.

Miró fuera del probador y viendo que no había moros en la costa me cogió de la muñeca y salimos de la tienda sin que nos viera la dependienta dejando la ropa allí tirada y aquellas bragas tan bonitas manchadas de mi semen.

Como mi madre no tenia arreglo, nos fuimos a otro centro comercial y a otra tienda de la lencería de la que era cliente y allí volvió a escoger los mismos tres conjuntos así como el camisón blanco y el picardías negro.

Solo esperaba que está vez no me hiciera correrme sobre las bragas.

Después de comprarse los conjuntos escogió unos bikinis y bañadores.

-Ha tenido suerte, le dijo la dependienta. Hemos recibido ya los bañadores para la primavera/verano y ahora están rebajados.

-No estaba segura de que los tuvieran, pero he tenido suerte.

Y luego se empeñó en que yo también me comprara unos bañadores para el verano.

-Vamos hijo, no seas aburrido. Me dijo.

Acepté y se metió conmigo en los probadores, solo que esta vez no me hizo una paja.

Después de probarlos, pagamos y nos fuimos por fin a casa.

Estaba agotado cuando volvimos a casa. Dejé las bolsas sobre el sofá y le dije a mi madre que iba a darme una ducha.

-De acuerdo hijo, y después cenaremos.

Me metí en el baño sin cerrar la puerta, de eso me daría cuenta después, y después de desnudarme entre en la ducha.

El agua caliente me hizo relajarme. Mi polla se puso dura con el agua caliente y también recordando la paja que me había hecho mi madre en el probador.

En ese momento no fui consciente de que mi madre había estado espiándome al estar la puerta abierta.

Terminé y me sequé bien. Me puse mi pijama favorito y me fui para la cocina.

Mi madre me esperaba allí.

Cenamos en silencio ya que para entonces parecía que mi madre había agotado su fuelle y no tenia gana de comentar nada.

Después de recoger la mesa y fregar los platos y cubiertos nos fuimos a ver la tv al sofá.

Estábamos viendo una serie de tv de esas que hasta el capitulo 4 o 5 no empezaba lo bueno. Mi madre estaba sentada en un lado y yo en el otro.

Para el primer capitulo yo estaba dando cabezadas en el sofá. En eso en que una de estas cabezadas me desperté y al mirarla vi que mi madre se estaba masturbando con su mano derecha mientras miraba la serie.

-Mamá, le pregunté ¿Qué haces?

-Nada cariño, me estaba dando un poco de gusto.

Esto me hizo lanzarme.

-¿Y para que tienes a tu hijo?

-¿En serio cariño? No quería despertarte.

-No hay problema mamá. Tengo que confesarte que me pusiste mucho en el probador y me encantaría follarte.

-Mmmmmm. Suspiró ella.

Entonces se levantó y se acercó a mi. Se montó en mi regazo y me besó apasionadamente. Yo acaricié con ganas sus tetas y para entonces volví a empalmarme.

Nos quitamos mutuamente la ropa y ella se clavó mi polla.

Comenzó a subir y bajar despacio.

-Si cariño, así, así, tu mami te quiere. Sigue dándome hijo.

-Si mamá. Como me pones. No sabes la de pajas que me he hecho hace años pensando en ti.

-Aaaaah, como me pones. Sigue follándome así. Que gusto mi niño, que gusto.

-Si, si, si, si, mamá, no puedo más, me voy a correr, me voy, me voy, me voyyyyyyyyyyyyy.

-Échamelo todo cariño, siiiiiiiiiiiii.

Nos corrimos como locos y luego ella se quedó encima de mi un rato.

Nos duchamos juntos y nos fuimos a dormir a su cama. Dormimos abrazados.

Desde hoy no volvería a odiar las rebajas.

Si os ha gustado y queréis comentar, escribidme a:  predicador111@hotmail.com