Nos sorprendió teniendo sexo

Después de una agradable fiesta Miguel (mi padre) y yo regresamos a casa. era un fin de semana muy larga de diversión y de sexo. mi madre llegó anticipadamente y nos encontró.

Nos sorprendió

Hola amigo, te saludo con gusto, redacto este pequeño escrito especialmente para ti, trataré de ser lo más lacónico posible, te la escribo lo más apegado a la realidad, sucedió hace ya muchos años, quizá acomodé algo para completar lo que viene a mi recuerdo, con ligeras variaciones eso sucedió ese fin de semana.

Teníamos poco tiempo de haber iniciado nuestras relaciones sexuales, quizá dos meses y esta sería la cuarta o quinta ocasión. Era un sábado por la tarde, ya casi para anochecer, lo recuerdo muy bien porque esa semana había sido muy agitada socialmente hablando.

En forma inusual Miguel había regresado de su trabajo un viernes por la tarde a casa, de un poblado cercano donde permanecía toda la semana, y digo inusual porque generalmente regresaba hasta el sábado por la tarde.

El motivo de su regreso ese viernes se debió a que tenía una invitación para asistir a una reunión con dos de sus amigos, Miguel solía asistir con regularidad a esas reuniones, donde cada adulto llevaba a un chico para pasar una noche agradable, esa noche no tenía a quien llevar y me invitó a acompañarlo.

La reunión fue en la casa de Miguel Taller, (amigo de mi padre con el mismo nombre) una muy divertida fiesta, ahí conocí a Marcial, un hombre de unos 55 años, agradable, platicador, con una gran seguridad y un buen gusto por los chicos, llevaba de compañero a Luis, un chico de unos dos años mayor que yo, en él se fijó Miguel taller para invitarlo a bailar, mi padre se unió a Martín el chico invitado de su tocayo, y al parecer el de menor edad de todos, se sentaron aparte y se estuvieron besando y acariciarlo.

La noche transcurrió con escenas muy divertidas y excitantes, Miguel se desapareció con el chico del grupo a una de las dos recamaras. Marcial me propuso acompañarlo al cuarto, por respeto a Miguel no acepté, aunque si me besé con él lo acaricie, Miguel Taller casi me llevó a jalones a la recámara, pero antes de entrar le pedí que no lo hiciera, que mi padre podría salir, en eso Marcial se adelantó y se metió a la recamara con el otro chico.

Fue una noche divertida, estuve bebiendo, bailando, Miguel tardó mucho en salir, y ambos se unieron al grupo a continuar la diversión, me atreví a ejecutar con la insistencia de Miguel de un baile erótico con pareja de Luis, simulando un coito, no recuerdo la hora en que abandonamos al lugar, Miguel había tomado demasiado, yo me sentía mareado, el frío de la noche y las entradas de aire en la camioneta de mi padre me hacía titiritar.

Al llegar a casa me metí a bañar con agua caliente para aminorar el frío de mi cuerpo, Miguel se había acostado, totalmente desnudo, a pesar del frío solo estaba cubierto por una sábana, me acosté a su lado, su cuerpo olía a sexo, me abracé a él y me quedé dormido.

Mis ojos se abrieron, mi cuerpo sudaba por el tremendo calor del día, completamente desnudo, ni idea tenía de la hora, mi cabeza me dolía, escuché el ruido de la regadera, Miguel se bañaba, traté de levantarme, mi cabeza, nunca había tomado tanto, apareció Miguel desnudo, escurriendo de agua, mostraba su gran pene semi erecto.

  • Alcánzame una toalla Juan, olvidé meterla.

Mientras le entregaba la toalla me atreví a preguntar, antes nunca lo hice, ahora me había dado su confianza

  • Si Señor, se la paso. Lo vi muy animado anoche, ¿se divirtió mucho?
  • Si Juanito, la pasé muy bien, pensé que te irías al cuarto con Marcial, los vi muy animados.

  • No señor como cree, iba con usted.

  • Juanito, Juanito, te advertí cuando llegamos que estabas en libertad de hacer cualquier cosa. ¿Tienes hambre?

  • Si señor mucha, ¿quiere que le prepare algo?

  • No, conozco un lugar donde preparan un menudo muy sabroso, con lo que bebimos anoche nos caerá muy bien.

  • Me permite bañarme, no me tardo

  • Claro, adelante.

Me metí bajo la regadera, en un momento estaba listo, no metí ropa interior limpia, salí con la toalla anudada a mi cintura, Miguel estaba acostado boca arriba sobre la cama, jugando con su pene con una tremenda erección.

  • ¡Oh, perdón!

  • ¡Con toda confianza Juanito! ¿Aún sientes pena? ¡Pensé que querías desayunar algo! para que no te vayas con el estómago vacío.

Le dirigí una sonrisa, el blandió su gran pene con el prepucio hacia atrás, su enorme glande brillaba por la acumulación de sangre en el mismo. Fue entonces que recordé lo que me comentó Luis el chico con que se metió Miguel.

  • ¡Oye Juan! Tu novio tiene una verga bien grandota, con una cabezota, nunca había visto una así. ¡Qué suerte tienes!

  • No Luis, no es mi novio, solo soy su amigo

  • ¿Neta? ¿Pero ya te la metió? ¿Ya se la mamaste?

  • No, claro que no, solo somos amigos.

Si amigo, en la posición en la que se encontraba Miguel era una invitación para que yo acometiera con una buena felación. Acostado boca arriba, con las piernas abierta y su orgulloso gran falo, bien rígido. Me hinqué entre sus piernas, sin meter mis manos le propiné un beso en la punta del glande descubierto, pasé mi lengua por todo él, abrí mi boca y lo recibí, chupando e introduciéndomelo poco a poco, disfrutando como entraba, Miguel se dejaba querer, el tamaño de su glande es demasiado grande para que lo lleve más allá de mi boca, comencé a mamar, una y otra vez, Miguel cerraba los ojos y profería palabras fuertes. Me tiré de panza, besaba sus testículos, lamía sus ingles, bajaba un poco y volvía a subir, lamía a todo lo largo del tronco, hasta llegar a su glande y lo chupaba una y otra vez.

  • Acuéstate Juanito, con tu cabeza al borde de la cama

Solo contesté… -Sí Pa- y me acomodé tal como me lo indicó, se paró frente a mi cabeza, vi que se jaló el pene, una y otra vez, luego lo puso en mi cara, en mi frente, en mis mejillas, y la paseo sobre mis labios cerrados, le di un beso, saqué mi lengua me la puso de modo que lamiera su glande y después a todo lo largo de su tronco, luego la colocó en mi boca, sentí su liquido pre seminal, y lenta, muy lentamente me la metió, tocó mi garganta, hizo presión y más presión y venció la resistencia y traspasó, una sensación de ahogo me hizo toser, y continuó presionando una y otra vez, como probando que podía hacerlo.

Luego de un rato me senté sobre la cama Miguel parado frente a mí, jugaba, me la ponía en toda la cara, por fin la recibí en la boca y comencé a mamar, una y otra vez, dedicando un buen tiempo al glande después recibiendo una gran parte de ella y chupando y mamando, lamiendo, me distraía chupando sus huevos, y sus ingles, después regresaba a el mismo movimiento.

  • ¡Juanito!¡Juanito! estoy por venirme Juanito

Te aseguro amigo que no podía hablar, tenía la boca llena, haciendo un esfuerzo, un malabarismo me saqué la verga de Miguel y le dije…

  • Vente Pa, vente en mí, dame tu semen. si

Tomando mi cabeza la metió, cerró los ojos, se puso rígido y explotó, su semilla tocó mi garganta y mi lengua, invadió mi boca, y disfruté el sabor fuerte de su leche, continué estimulando su glande, que ahora estaba muy sensible producto del esfuerzo, todavía estuve mamando un buen rato.

  • Si, Juanito, sigue, sigue, siento muy rico, no pares, no pares

Y no lo hice, su venida fue muy abundante, todavía sentí sus últimas gotas y las tragué, por fin, después de un rato sentí que su pene se iba debilitando, perdía su rigidez y por fin salió de mi boca, me quedé sentado, mirando como volvía de ese éxtasis, fue Miguel quien habló hablo.

  • ¡Qué bárbaro Juanito, que bien sabes hacerlo! ¡Que buen mamador eres!

  • Usted Pa, se vino abundantemente, hasta parece que estaba sin coger.

Después de vestirnos, subimos a la camioneta de Miguel, y fuimos a desayunar, (bueno a mí me había caído algo al estómago) llegamos al lugar, atendido por Marcial, el hombre que había conocido la noche anterior. Disimuladamente me dio un recado escrito donde me invitaba a verlo la próxima semana, desayunamos muy rico y regresamos a casa.

Miguel se estacionó frente a nuestra casa cuando la tarde estaba muy avanzada. Habíamos satisfecho nuestro apetito, se sentía feliz, habíamos pasado una tarde maravillosa, antes de regresar pasamos a un puesto de revistas a comprarle una, después abordamos su vehículo y ya estábamos en casa.

  • Que calor hace Juanito, estoy sudando.

  • Si, estoy igual, necesito un buen baño señor.

  • Ve a bañarte, yo voy a descansar un rato.

El agua me caía en el cuerpo en forma deliciosa, mi baño fue rápido, con agua fría, en eso entró al baño Miguel, totalmente desnudo, con una erección evidente.

  • ¡Oh señor! Usted siempre tan dispuesto, ¡Mire nada más como está!

  • Si Juanito, soy muy caliente, siempre ando así.

  • Ya veo, con lo activo que ha estado desde ayer señor.

Miguel siempre me gustó Amigo, lo admiraba, me provocaba ver su cuerpo desnudo, Se metió conmigo bajo el agua, me abrazo, puso sus manos sobre mi espalda, sentí su erección pegada a mi cuerpo, el agua resbalaba por nuestros cuerpos, nos besamos, luego tomó el jabón y comenzó a pasarlo por mi cuerpo, lentamente, cada parte de mí, entre mis muslos, mis piernas, luego mis nalgas y entre ellas. Me enjuagó, me entregó el jabón y ahora me tocó el turno de enjabonarlo, su espalda, su pecho, bajé mi mano hasta sus genitales, con mucho cuidado los enjaboné, fui bajando mis manos por sus piernas, me hinqué para tallar sus pies, al levantar mi vista vi su falo frente a mi cara, escurriendo de agua.

No resistí la tentación su gran pene me invitaba a prodigar una caricia, mis manos descubrieron su glande, lo besé, la lamí y comencé a mamar. Lo hice por un buen rato, hasta que el mismo me levantó.

  • Espera Juan, tengo algo para ti, te va a agradar.

No contesté, solo esperé. Tomó la toalla, comenzó a secar mi cuerpo, lentamente, sin apresurarse, cada parte, mis piernas, muslos, nalgas, después el mismo secó su cuerpo, depositó la toalla sobre el tubo, me levantó en vilo, abrió la puerta con un pie y me depositó sobre su cama. Parado frente la cama, con su pene descubierto, erecto, desafiantes, mirando mi cuerpo totalmente desnudo, acostado boca arriba, por fin se acostó a mi lado, se tomó su tiempo para acariciarme, me colocó boca abajo, se montó sobre mí, besando mi cuello, lamiendo el lóbulo de mi oreja, bajando poco a poco con su caricia labial por espalda, besó y acarició mis nalgas, mi entrepierna, mis muslos. ¡Oh, que delicia! Cerré mis ojos y disfruté de la caricia.

Cubrió mi cuerpo con el suyo. Su pene  erecto al máximo, necesitaba una caricia de mi parte, abrió mis nalgas y lo puso entre ellas, moviéndose lenta, muy lentamente, su boca besaba mi cuello, mordía mis orejas, sentía su respiración, y el ritmo rápido de su corazón, sentado a la orilla de la cama, le prodigue una caricia en su erecto falo, me lo puso para que se le diera una rica mamada, retiré su prepucio hacia atrás, dejando al descubierto su glande, besando, lamiendo, chupando, fue introduciéndolo poco a poco, vi su cara era de gozo.

  • Así Juan, si, así, es tu caramelo, disfrútalo.

No podía contestar, tenía la boca llena, me llegaba hasta la garganta, tomó mi cabeza y la empujó contra su rígida verga, mis lagrimas emergían de mis ojos, me ahogaba, aún así seguía con la felación. Luego me tendió sobre la cama, con la cabeza en el borde, parado como estaba me la volvió a poner en la boca, haciendo presión para meterla más y más, luego de un rato, me levantó me puso parado a la orilla con las manos apoyadas en el borde, se colocó tras de mi abrió mis nalgas puso algo de vaselina, tomado de mis hombros comenzó a jugar a todo lo largo del canal entre mis nalgas.

  • Que sabroso, que lindo estás Juan, eres todo un rico manjar.

Apuntó su glande a la entrada, jugó un rato, hizo presión en ese momento sentí como vencía la oposición de mi ano y se adentraba en mi recto, lenta, muy lentamente, acostumbrándome al grosor de su miembro viril, llegando a meterlo todo y permaneciendo pegado a mi cuerpo muy estrechamente, me sentía completamente invadido, lleno. Poco a poco comenzó a moverse, tomado de mis caderas saliendo casi hasta el final para volver a arremeter y moverse, aumentando la velocidad, arremetiendo con fuerza.

Tendidos sobre la cama abrazados, besándonos, acariciándome las nalgas, metiendo Uno, dos, dedos en mi orificio, su pene pegando en mi estómago; me puso de espaldas a su cuerpo arrimó su miembro a mis nalgas, volvió a restregarlo entre ellas, y volvió a entrar para comenzar a penetrarme con rapidez, con fuerza, entrando completamente en mi saliendo para volver a entrar una y otra vez, una y otra vez.

  • ¡Oh Juan! ¡Oh, me voy a venir, me voy a venir!
  • Vente Miguel vente en mí.

Todavía me colocó boca abajo en cuatro, y continuó cogiéndome por unos minutos en esa posición, lo sentía muy dentro de mí, con estocadas profundas, yo lo animaba.

  • ¡Cógeme, méteme la verga, toda, toda, Miguel!

En ese momento, escuché la voz de mi madre en un fuerte lamento

  • ¡Noooo! ¡Miguel, a Juanito no, a Juanito no! ¡Por favor a Juanito no!

Antes de escuchar su voz yo tenía la cabeza descansada sobre una almohada, Miguel me tenía todo su pene dentro de mí, al escucharla levanté la cara, vi parada a mi madre frente a la cama, mirando lo que hacíamos, traté de levantarme; No pude, Miguel me tenía bien sujeto por mis caderas.

  • Sal del cuarto y cierra la puerta Mujer.

Salió llorando, escuché un portazo, Miguel no se inmutó, Te juro amigo que no recuerdo que pensé en ese momento, creo que sentí pena por Carmen, o que deseaba que  Miguel terminara en mí para salir huyendo de esa cama,  me tenía sujeto, inmovilizado, sus manos me afianzaban con fuerza, me embestía, me la metía hasta el fondo, y seguía moviéndose, una y otra vez, sentí que se puso tenso, me penetró hasta el fondo, sus manos asidas a mis nalgas con fuerza, en ese momento se vino, durante un rato estuvo moviéndose, hasta que sentí que su verga salía de mi recto y se tiró sobre la cama.

Yo tomé mi ropa, con torpeza me vestí y salí sin decir nada, me refugié en mi cuarto, no me bañe, solo me tendí sobre mi cama, al rato escuché que discutían, mi madre nunca levantaba su voz para protestar, debió doler mucho su corazón, par decidirse.

Al día siguiente escuché que trajinaba en la cocina, Miguel tomó su camioneta subió sus cosas y salió rumbo al pueblo donde trabajaba.  Permanecí en mi cuarto, no tenía la menor intensión de verla, no sabía que decir, fue ella quien tocó a mi puerta.

  • Juanito, no has probado alimento, sal te preparé algo.

Te juro amigo que con pena y todo salí, a tomar algo, no me atrevía a verla a la cara, se notaba su tristeza. Su cara mostraba señales de que había llorado.

  • Juan, no tienes porqué sentirte apenado, nosotros los adultos somos quien debemos cuidar de nuestros hijos.

Amigo, gracias por leerme, te aseguro que me siento bien al confiarte esto. Después de que fuimos descubiertos, lo seguimos haciendo. Ojalá te guste. Y disculpa mi lenguaje.

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