Nos emborracharon a mi esposa y a mi 1

Dejé que mis clientes se hicieran con mi esposa por emborracharme...

NOS EMBORRACHARON A MI ESPOSA Y A MI 1

Soy un Licenciado exitoso en el área mercantil en México. Tengo 39 años y soy alto, moreno y algo delgado, aunque me mantengo bien gracias al ejercicio diario; me llamo Rodolfo.

Mi esposa, Sonia, tiene 32 años y es toda una muñeca. Mide 1.67 y es delgada pero con buenos senos algo más que medianos y un traserito no grande pero muy paradito. Morena de ojos verdes y pelo castaño. A ella le encanta vestir a la moda y con faldas cortas,  para lucir sus hermosas y torneadas piernas,  tacones altos y medias casi siempre oscuras. Le encanta departir y beber moderadamente.

Hace dos meses, fuimos invitados por un cliente a una fiesta de unos pocos con motivo de los contratos conseguidos por este cliente, Mateo, en su residencia, los cuales le significarían entradas millonarias.

Para la ocasión mi esposa vestía un vestido rojo  muy corto con cintas cubriendo sus tetas, por atrás el escote llegaba hasta debajo de la cintura y de falda amplia. Debido a ese tipo de escote no llevaba sostén.   Medias oscuras con figuras y tacones rojos altos.

Al llegar, Sonia fue la sensación debido a su escote y a su minúscula falda, ya que realmente se veía espectacular.

Nos asignaron una mesa en la cual estaban sentados Mateo, su socio Miguel y un Ingeniero químico que laboraba en dicha empresa, llamado Agustín, el cual era joven (unos 30 años) y. según supe después, tenía fama de ligón. Había otras 5 mesas ocupadas por amigos de Mateo y Miguel y eso era todo. Una orquesta tocaba melodías suaves.

Debido a que en nuestra mesa no había más mujeres que Sonia, los ojos de los presentes devoraban a mi esposa con descaro, mientras ella se hacía desentendida y platicaba conmigo.

Agustín no quitaba los ojos de Sonia, y en cuanto empezó la música me dijo: Rodolfo, ¿Me permites bailar con tu esposa? Le contesté que ella decidía, a lo cual ella negó diciendo que esa música no le agradaba y que quizás más adelante.

Mateo hizo traer Champan para brindar por el éxito del contrato y habló para todos los invitados, sirviendo enseguida los meseros las copas de todos los invitados.

A Sonia le encanta el champan, por lo que pronto se acabó la copa, siendo de inmediato llenada por Mateo, que se encontraba sentado a su izquierda. Yo, que estaba sentado a su derecha, le dije que lo tomara con calma o pronto estaría entonada, a lo cual ella me dijo que estaba bien, que lo controlaba.

A mí me cambiaron pronto la bebida por un whisky (es la bebida que me gusta) y se brindaba muy seguido. Agustín, que se encontraba a mi derecha, insistía en brindar conmigo y me llenaba el vaso apenas lo iba acabando, por lo que pronto estaba algo bebido y empecé a reír y a platicar muy animadamente.

A Sonia tampoco le iba mejor, ya que Mateo también le apuraba a beber y le llenaba su copa de inmediato.

Se sirvió la cena y pasada ésta continuó la música, y esta vez fue Miguel quien pidió a mi esposa bailar, a lo que ella accedió, ya bastante achispada. Mientras a mi me seguían llenando la copa cada dos por tres, conversando animadamente con Mateo y Agustín.

En tanto, Miguel (todo me lo contó Sonia después) al bailar con Sonia, la apretaba de mas, poniendo sus manos donde terminaba el escote de atrás, un poco debajo de su cintura, diciéndole que era la mujer más hermosa de la fiesta y que la deseaba mucho, a lo que Sonia le decía que estuviera quieto tratando de alejarse un poco sin conseguirlo. Pronto, al ver Sonia que era imposible aflojarse, terminó por dejar de batallar. Miguel al notarlo, metió una de sus manos bajo el escote de la cintura hacia su nalga derecha, que, al llevar Sonia una tanguita muy pequeña, quedaba libre a los manoseos de Miguel. Entonces Sonia le pidió sentarse, a lo que él le dijo que una melodía mas, frotando su bulto contra mi esposa y sobando descaradamente sus nalgas. Ella, achispada como estaba ya, luchaba débilmente con Miguel, pidiéndole que parara que ella era casada y que además les podrían ver.

Finalmente se sentaron, recibiendo Mateo a Sonia con una copa mas, y claro que si, brindando con ella para que la bebiera aprisa y volver a servirle dos veces mas.

Rodo - me dijo ella – Me siento algo bebida; ¿Por qué no nos vamos ya?

Le contesté ya algo briago que la reunión estaba bien y que esperaríamos un ratito mas, tomando un gran trago de mi whisky.

Esta vez Mateo sacó a  bailar a Sonia, a lo cual no se negó. El la llevó hasta la parte más oscura  de la estancia donde se bailaba, empezando a bailar pegándola bien a él. Sonia de inmediato se quiso zafar, siendo aprisionada por Matero, quien le dijo que la había visto bailar con Miguel y que se veía complacida siendo acariciada por todos lados, y que el tenía el mismo deseo que no se cortara, que iba a disfrutar. Y por supuesto, de inmediato metió la mano derecha bajo el escote posterior atrayéndola a él y empezando a besar y lamer su cuello y su orejita, con lo que Sonia empezó a sentirse caliente y dejó de resistir. Eso no hizo más que acrecentar el ataque de Mateo, que de inmediato hizo a un lado la cinta que tapaba su seno derecho para empezarlo a lamer y succionar con gusto. Sonia dentro de su calentura y borrachera era consciente todavía y trató de impedirlo, pero Mateo ya no se lo permitió. Mi esposa volteaba a nuestra mesa en donde yo sin enterarme seguía bebiendo con Miguel y Agustín, ajeno al sobeteo a que era sometida mi esposa, que ya muy excitada, se refregaba contra el bulto de Mateo sintiéndose ya mojada.

Finalmente se sentaron; Sonia tenía la cara roja como su vestido y se veía sumamente acalorada. De inmediato siguieron las copas. Ya solo estábamos nosotros y una pareja más que pronto se despidió. Tuve que levantarme al baño, al cual fui haciendo eses. Una vez que salí del inodoro, me lavé la cara con la intención de despejarme, aunque poco logré, por lo que pensé dentro de mi borrachera que ya era momento de pedir un taxi.

Al salir del baño, me fijé que Miguel y Mateo estaban sentados uno a cada lado de mi esposa, pero demasiado juntos, pero tonto de mí, no supe interpretar que los dos la acosaban en todo su cuerpo con sus manos, mientras Agustín le servía una copa mas comentando algo que no escuché.

Al sentarme Agustín me empezó a hacer plática sirviéndome una ración mas que generosa de whisky con lo que logro embrutecerme más, ya que sentía que se me cerraban los ojos mientras Miguel y Mateo se dedicaban a acariciar los muslos de Sonia y a tocar sobre la tanga su deliciosa rajita, que estaba más que húmeda ya. Yo me empecé a sentir peor,  por lo que me levanté a duras penas diciéndole a Sonia que nos íbamos.

Mateo de inmediato dijo que así no podíamos irnos, ya que casi ni mantenerme en pie podía por lo que ellos nos llevarían. Cargaron con dos botellas mas de champan y dos de whisky ayudándome después a llegar al coche de mateo, me subieron en el asiento de adelante y Agustín se sentó al volante, mientras ellos iban atrás con mi esposa en medio. Mateo de una de las botellas de champan directamente le daba a beber a Sonia, que hacía esfuerzos por tomar sin que se derramara la bebida, mientras Miguel empezó a acariciar sus muslos y a subirle el vestido hasta donde se veía la braguita y sus piernas totalmente descubiertas. Mateo jaló la cinta que cubría su seno derecho dejándolo a la vista y empezó a chuparlo mientras Sonia ya protestaba débilmente por lo que no les fue difícil empezar a tirar de la tanguita minúscula hasta que lograron bajarla a las rodillas. Entonces Mateo abrió su bragueta y sacó su verga y tomándola de las axilas la levantó y la sentó encajándola en su ariete. Sonia gimió y quiso empujar hacia afuera agarrándose del respaldo del asiento delantero, pero con eso solo logró que Mateo se acomodara mejor para envergarla totalmente, empezando a bombear con fuerza, mientras Miguel le sacaba los senos y los mamaba ávidamente sin que ya Sonia pusiera ninguna oposición; al contrario, empezó a gemir débilmente y a moverse también, colaborando en la cogida que Mateo le daba.  Mateo le decía al oído que si le gustaba su verga a lo que ella solo musitaba un sí, moviéndose y dándose unos sentones cada vez mas excitada, hasta que sintió que las estrellas bajaban a ella y tuvo un orgasmo delicioso y prolongado. Pidió a Mateo que no acabara dentro de ella, ya que no tomaba precauciones, pero Mateo se rio y le dijo que le encantaría hacerle “su barriguita” para que lo recordara. Yo dormitaba adelante y Agustín veía por el retrovisor como era cogida mi amada Sonia. Por fin Mateo sintió que acababa y abrazándola de la cintura apretó inyectándole una gran ración de leche, lo que hizo que Sonia se corriera nuevamente con gemiditos de placer. Por fin pudo sentarse en el asiento, pero de inmediato fue Miguel quien la jaló a el poniéndola de espaldas a él para introducirle una verga desde atrás,  cuando menos 23 centímetros de larga y gorda como vaso. Esta vez Sonia si gritó y pidió que se la sacara empezando a llorar, pero Mateo le bajó la cabeza a su verga y la hizo empezar a metérsela en la boca, con lo que Sonia ya solo gemía de dolor por la intrusión de semejante enemigo en su conchita. Pronto el dolor dio paso al placer y ella empezó a mamar fuertemente la verga de Mateo mientras Miguel metía y sacaba su mástil con fuerza, por lo que Sonia tenía un orgasmo tras otro. Finalmente la volvió a llenar de leche mientras ella empezaba a beber como becerro la leche de la verga de Mateo. A todo eso, íbamos llegando a casa y Sonia se acomodó como pudo su ropa y Agustín me despertó.

Mateo dijo entonces: Tenemos que acabarnos estas botellas que traemos, así que invítanos Rodo; yo, por supuesto les dije que adelante. Sonia se encaminó a abrir cojeando un poco.