Nos conocemos

Tras muchos años de separación, retomamos algo más que nuestra amistad

Relato escrito con la colaboración de una amiga. Sin ella no sería igual

(El) Tú y yo nos conocemos desde hace muchos años, aunque hayamos estado sin hablarnos muchos de ellos, por unas razones o por otras que ya hemos aclarado y que no es motivo de este relato

Pero desde siempre he tenido una espinita clavada contigo, que nunca me ha preocupado en absoluto, pero que últimamente me da que pensar. Creo que sabes de lo que hablo. Tampoco quiero entrar de momento en muchos detalles.

Pero mi mente calenturienta hace que muchas veces le dé vueltas al tema, como hubiera sido si..., que habría pasado entonces sí yo… .

Y tanto me lo he imaginado que te lo voy a contar. Sí, pero no lo que hubiera sido, sino que como sería hoy en día.

No sé donde sería, ni cuando, pero me imagino de pie detrás de ti. Muy pegado. Me puedes sentir perfectamente, porque no dejaría ni un milímetro de separación entre ambos. Te tengo abrazada desde atrás, con mis manos en tu cintura, nerviosas e impacientes de empezar explorar tus rectas y curvas.

Pero antes te levanto un poco el pelo, lo suficiente para soplar en tu nuca, y conseguir que se te erice el vello que tan golosamente tienes en el comienzo del cabello.

En un gesto reflejo echarías la cabeza para atrás, lo cual aprovecharía para, ya no soplar, sino pasar los labios por tu cuello, lentamente camino de tu boca, para besarte de la manera más obscena posible, de la única manera que nuestras hormonas y ansias nos dejan, hasta que nuestras lenguas empezasen a querer migrar a otros lugares….

Mientras tanto mis manos, liberadas del control de la mente, fija en otro lado de tu cuerpo, empiezan el camino hacia tu pecho, por dentro de tu camiseta, para que la derecha, ganadora en la carrera alcanzase tu teta por encima del sujetador y apretase lo suficiente para que te volvieses a estremecer...

La otra mano no se queda detrás y alcanza su objetivo casi inmediatamente, envidiosa de su hermana diestra que ya está disfrutando de una de las cosas más bellas que han visto mis ojos. Cuando llega se percata de que tu pezón izquierdo esta duro como una roca, ansioso de cariño y aprisionado contra el sujetador. Apiadándome de él intento liberarlo, bajando la copa, y acariciándolo muy suavemente para que deje de sufrir. Tu cuerpo se vuelve a estremecer, el mío, pensando en pasar la lengua por tu pezón, también. Entre las caricias a tus tetas, y mi boca en tu cuello, empiezas a sentir que te humedeces, más que humedecerte te mojas, y tus bragas están empezando a acusarlo.

Y para nada ayuda el que lleves sintiendo un buen rato mi polla clavada en tu culo. Quizás por timidez, quizás por ver cómo se desarrollan los acontecimientos, no te has atrevido a utilizar tus manos, que mantienes quietas en tus costados, pero inconscientemente tu mano izquierda se mueve sola hacia atrás, hasta alcanzar mi bajo vientre, curiosa de averiguar qué es lo que está llamando a las puertas de tu trasero tan intensamente.

Poco a poco palpas mi polla, más dura no puede estar, y el que se estremece esta vez soy yo.

Mi mano derecha deja de amasarte el pecho, y dejando a la izquierda, que se basta sola, baja lentamente por tu vientre. Se para en tu ombligo y juega con él, pero los dedos no quieren parar y sienten el calor de zonas más meridionales. No quiero parar de besarte, pero con agilidad te desabrocho el primer botón de los pantalones que llevas, lo suficiente para poder colar mis dedos que ya van cuesta abajo, nunca mejor dicho, y que se frenan al llegar a los primeros rizos de tu pubis. Instintivamente echas el culo hacia atrás al sentir mi invasión, gimes y mi polla reacciona, y se encabrita más todavía. Mi primer pensamiento es empotrarte contra la pared y follarte sin miramientos. Pero me controlo. Tiempo habrá para todo.

Siempre me ha encantado el pubis de una mujer, me gusta afeitado, con poco pelo o arregladito, siempre han sido una parte súper erógena para mí. Poder pasar la legua lentamente por ellos, camino de sitios más húmedos es uno de los mejores placeres de este mundo. El tuyo me lo imagino así, con poco pelo, muy cuidado y depilado, y mis dedos no pueden parar de acariciarlo, jugando con los pelitos que anteceden a la gloria. Estas empezando a desear que siga para abajo, que llegue a tu coño que ya está empezando a parecer un río, te estás licuando viva.

Pero saco la mano y vuelvo a acariciarte tu tripa. Te desconcierta un poco, pero tu calentura sube unos grados más.

Aprovecho y te saco la camiseta por encima de los hombros. Te obligo a dejar los brazos alzados, te doy la vuelta y paso tus manos por detrás de mi cuello, y te beso como no he besado a nadie en mi vida.

Y acto seguido vuelvo a tu cuello, pensando que quizás no debería haber salido nunca de allí, pero sigo cuesta abajo, pasando la lengua por todos y cada uno de los poros de tu piel y me encuentro ante el comienzo de tu pecho. Me separo unos centímetros para apreciar lo que la naturaleza te ha dado, un par de tetas maravillosas. Con mis dos manos las acaricio, mientras te bajo las copas del sujetador sin dejar de mirarte a los ojos, lo que hace que se te levanten más todavía y empiezo a chupar, lamer y sorber todo los centímetros de piel que puedo hasta que llego tu pezón, y me lo meto en la boca y empiezo a acariciar todo lo que puedo haciendo círculos con mi lengua alrededor de él, hasta que en un impulso muerdo un poco con los dientes y gimes de una manera que hace que casi me corra encima.

Pero quieres más y me obligas a separarte de ti, quieres tomar una actitud más activa, no quieres quedarte atrás, y te lanzas a mi cuello. Me quitas el polo que llevo puesto, y por simetría me empiezas a chupar los pezones, bajando por mi barriga. Me empiezas a quitar el cinturón. Me encantan que me desnuden, me hace sentir bien.

Y metes la mano para acariciar mi polla. Notas la humedad en la punta del capullo. Me la agarras y subes a besarme. La recordabas, pero han pasado tantos años que no estabas segura de si la recordabas correctamente. No puedes evitar comparar, pero te da igual, y desechas cualquier pensamiento al respecto. Este momento es mío, y lo sabes, y no existe nadie más que nosotros dos.

Dejas de besarme, y me miras a los ojos. Te brillan, puedo adivinar lo que estas pensando, y sin dudarlo...

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( Ella ) ...dejas que tome la iniciativa, te doy la vuelta y vuelvo a bajar esta vez por tu espalda, me encantan las espaldas de los hombres, te acaricio los hombros y bajo por tus costados, tú sigues de pie, pensando si seré capaz de hacer lo que realmente deseas y aplacar un poco este deseo que nos está volviendo locos a los dos, para hacerlo más interesante hago como que no termino de atreverme con tus pantalones y vuelvo a subir, te llevo de espaldas hasta que te siento en uno de esos reposapiés de los sofás, esos que son tan grandes que cabemos los dos sentados, bueno el que está sentado eres tú, yo estoy de rodillas a tu espalda, totalmente pegada a ti, que sientes mis pezones duros en tu piel, ya no tengo sujetador, ni tengo la menor idea de donde puede estar.

Desde tu espalda te acaricio el pecho, tienes algo de vello y me vuelve loca, no me gustan los hombres que se depilan todo el cuerpo, te muerdo el lóbulo de la oreja y oigo como contienes la respiración, como tienes los pantalones desabrochados vuelvo a meter la mano derecha en tus calzoncillos, mientras que con la izquierda no dejo de acariciarte, es como si no me creyera que estás aquí, y necesitara palparte entero para comprobar que no estoy soñando después de tanto tiempo.

Mi mano más espabilada empieza a juguetear con lo que me encuentro en tu ropa interior, y compruebo como la adaptación con tu polla es perfecta, empiezo a mover mi mano hacia arriba y hacia abajo, y ahora eres tú el que parece que se derrite, eres tú el que echa la cabeza hacia atrás y no puedo evitar besarte y morderte el labio inferior, en una especie de señal o anticipo de lo que te puede esperar si sabes cómo mantener mi atención, soy muy voluble y me enciendo con la misma facilidad con la que me enfrío, pero no puedo evitar reconocer que estoy demasiado caliente como para saciarme de una sola vez, esto te va a costar y yo lo voy a disfrutar.

Me parece que ya va siendo hora de que cambie de postura y eso hago, te dejo acomodado en el asiento, y yo me pongo delante de ti, desnuda de cintura para arriba y con el pantalón a medio desabrochar; me estás mirando, y sale a la luz mi lado exhibicionista, tus ojos demuestran que estás expectante sin saber muy bien qué es lo que va a pasar ahora. Me quito los zapatos y termino de desabrocharme el pantalón que cae hasta mis pies, lo aparto y me quedo con un culote de encaje, de color chocolate que, hace contraste con mi piel  y parece que a pesar de ser invierno aun estoy morena.

Sigues mirándome y ves como me voy arrodillando, delante de ti, exactamente entre tus piernas, tiro de tu pantalón y me llevo de paso los calzoncillos, sonrió porque me parece que mato dos pájaros de un tiro, y ahí estás sentado, un poco echado hacia atrás, te apoyas en las manos y me sigues mirando, y yo ya no puedo más, agarro tu polla y te pajeo en condiciones, ya sin dudas, tampoco puedo evitar besarla, empiezo por el capullo que vuelve a estar brillante, esta vez por mi saliva y voy bajando por todo el tronco, sigo con mi lengua y te miro, estás sonriendo, te gusta y eso hace que yo me entregue, empiezo a chuparla y a metérmela en la boca, me encanta, es suave, caliente y dura.

Vuelvo a mirarte y ya no sonríes, tienes la respiración agitada, y yo debo tener mirada de viciosa totalmente entregada, con una de tus manos me sujetas la cabeza, para que no se me olvide que es ahí donde quieres tenerme, al menos de momento, yo te dejo, porque me encanta.

Me parece que vuelve a tocarme a mí, y me detengo, dejo de chupártela y de tocarte los huevos, aunque me cuesta separarme de ti, me cuesta dejar de tocarte, y dejar de comerme tu polla, pero lo hago, y tu sabes perfectamente que es el momento de ponerme contra esa pared, lo sabes porque acabo de decirte que me encanta que me acorralen, me encanta estar entre la polla y la pared.

La pared está fría y se me eriza la piel de todo el cuerpo, me acaricias y es entonces cuando descubres el tatuaje, no tenías ni idea, pero ahí está, es pequeño pero le da aun más morbo a las ideas que tienes en mente. Vuelves a besarme y al acariciarme, descubres que la piel de mi espalda es tan sensible como la del cuello, mis pezones vuelven a estar erectos y como no dejo que te separes de mi ni un centímetro, vuelvo a tener tu polla en mi culo, que no para de moverse buscándola, yo ya no puedo más y me doy la vuelta, te lo digo  y me contestas que aún no has terminado, me quitas lo único que me quedaba de ropa, y ahora eres tú el que me besa, en el ombligo, en el muslo, en la cadera, y mientras no dejas de acariciarme las piernas, que no tengo ni idea de cómo me siguen sosteniendo, me llevas hasta una mesa y me tumbas en ella, ahora es mi respiración la que está entrecortada y soy yo la que jadea, no soy capaz de permanecer en silencio, por mi garganta escapan sonidos, que parecen el ronronear de un gato, me abres las piernas y empiezas a acariciarme, primero con un dedo, y luego con dos, encuentras mi clítoris, está hinchado y totalmente empapado, tengo claro que acabaré derritiéndome, no puedo estar más caliente, necesito más y pareces intuirlo porque no he dicho nada y ya siento uno de tus dedos penetrándome, ya no puedo dejarte parar… lo entiendes enseguida, y acercas tu boca  a mi clítoris, que inflamado como esta nada recibir tu caricia lanza un trallazo que me provoca, sin esperarlo, un primer orgasmo arrollador que me  sube desde los ovarios  hasta detrás de los ojos, haciéndome perder el sentido de la realidad por unos breves pero maravillosos instantes…

(Continuará…, o no)