¿Nos casamos querida hermana? (3 - Fin)

Continuación a mis dos relatos anteriores publicados en esta misma página.

¿NOS CASAMOS QUERIDA HERMANA? (tercera parte)

Soy persona de poco dormir, con 5 horas de sueño, tengo suficiente para estar en forma todo el día, al contrario que Ana, que necesita un mínimo de 8 horas para encontrarse en idénticas condiciones. En nuestra "Noche de Bodas", quizá por el cansancio acumulado del viaje y los hechos ocurridos el día anterior, dormí un poco más.

Cuando desperté, Ana estaba profundamente dormida, acurrucada, pegada totalmente a mi cuerpo, con su cabeza apoyada en mi pecho, abrazándome con su brazo y su pierna izquierda y sus pechos apretados en mi cuerpo. La sensación que en esos instantes tuve fue de confusión, aunque se disipó rápidamente. Puede deleitarme con el aroma que desprendía Ana, el cual aspiré profundamente, a pleno pulmón, embriagándome con él hasta la médula. Desde mi posición pude apreciar en su total plenitud su cuerpo. Con todas esas sensaciones, sintiéndolas en cada uno de mis sentidos, no pude reprimir una erección, aunque en esos momentos, únicamente opté por darle un beso en la frente, reprimiendo mis instintos para un mejor momento.

Como pude y muy a mi pesar, me levanté, dejándola en la cama acurrucada en posición fetal y cubriendo su maravillosa desnudez con una sábana. Me dirigí a la cocina tal como estaba, totalmente desnudo y dispuse a preparar un buen desayuno para los dos, y que lo tuviese preparado en el momento de levantarse. Mi cabeza era un auténtico torbellino conforme mis biorritmos se iban poniendo en marcha. Las horas precedentes habían sido maravillosas. El futuro en común se presentaba, como pareja, como inmejorable. Pero... siempre un dichoso "pero". Mejor dicho, dos "PEROS" muy difíciles de solventar. Por un lado las niñas... aún son pequeñas con sus 8 y 9 años, pero saben que son primas y que nosotros somos hermanos... Dentro de su ingenuidad saben que los hermanos "NO SE PUEDEN CASAR". Se llevan muy bien, como si de dos hermanas de verdad se tratara. Incluso mejor que dos hermanas diría yo. Juegan juntas, se ayudan con los deberes del colegio, son cómplices en sus pequeños secretos. Pero... ¿lograremos su complicidad en este gran secreto? ... ¿lo asimilarán con normalidad? ... Mi sobrina más de una vez se ha dirigido hacia mí como "papa" y mi hija hacia Ana como "mama" en los últimos meses, aunque siempre achacable al simple roce familiar producido por la propia convivencia.

El segundo "PERO" y no menos importante, nuestros padres... son de una edad en la que difícilmente podrán aceptar una situación como la que se nos presenta. ¿ Su hijo y su hija PAREJA?. Pareja en el más amplio sentido de la palabra... marido y mujer... ¿podrán aceptarlo? Nuestra madre, quizá en una onda más próxima a nosotros que nuestro padre, con una forma de pensar más chapada a la antigua, pueda si no entender, sí aceptar los hechos, ya consumados. Dios mío que problemas.

Estaba con esos pensamientos, mientras me tomaba en la mesa de la cocina unos huevos revueltos con gambas, cuando Ana me abrazó tiernamente por la espalda, sintiendo sus pechos desnudos apoyados directamente debajo de mis hombros, produciéndome una agradable sensación

Buenos días cariño... ¿hace mucho que te levantaste?

Buenos días cielo. Hace una media hora. Dormías profundamente y no he querido despertarte. Ya ves, he preparado un poco de desayuno. Te apetece esto o prefieres otra cosa.

Mmmmmm... sinceramente mi cabeza me pide otra cosa, pero mi estómago me dice que esto ya está bien. Siempre has tenido buena mano en la cocina y tiene una pinta deliciosa.

Sirviéndose en un plato huevos revueltos y llenándose un tazón de café con leche se sentó a la mesa justo frente a mí. Mis ojos no pudieron apartar la mirada de su cuerpo, totalmente desnudo. Sí, ahora estoy seguro, estoy profundamente enamorado de Ana.

¿Por qué me miras así? ... ¿Te excitas? ...

Perdona, no, no es eso, bueno sí, me excitas, pero en estos instantes simplemente te estoy admirando. ¿Sabes?, Cada segundo que pasa me siento mas y más enamorado de ti. Te quiero Ana. Te quiero con todo mi corazón.

Ana, sin mediar palabra, con los ojos bañados en lágrimas, se levantó y subiéndose a horcajadas sobre mis piernas me abrazó clavándome sus pechos en mis costillas, unió sus labios a los míos, comenzando a jugar nuestras lenguas muy suavemente al principio, pero conforme se iba dilatando nuestro beso, y a medida que nuestra excitación aumentaba, nuestras lenguas adquirían un mayor dinamismo, una mayor violencia en sus caricias. Ana, desplazando una mano entre nuestros cuerpos y hábilmente, tomó mi miembro entre sus dedos dirigiéndolo hacia su cueva de amor, que estaba impregnada de sus efluvios, insertándosela con un simple movimiento de cadera. Dios como me gusta estar en su interior... que sensación más agradable para mis sentidos... casi me derramé en esos instantes... el acoplamiento perfecto, como un traje hecho a medida por un buen sastre.

Sin dejar de besarnos en ningún momento, y con los movimientos suaves y cadenciosos por parte de Ana, consiguió alargar nuestro placer por un tiempo casi indefinido. Jamás había aguantado tanto en una situación similar. Ana se estimulaba el clítoris con la base de mi pene logrando de esta forma un doble placer... su primer orgasmo del día llegó, las contracciones de su vagina así me lo indicaron, aportándome durante esos instantes un mayor placer si eso podía ser. Pero, claro todo tiene su fin y ambos estallamos quedándonos abrazados, sin movernos, sintiéndonos plenos y satisfechos, disfrutándonos mutuamente en esos instantes de relajación posteriores a una explosión de placer.

Ana, te amo con locura – dije en su oído

Yo también, siempre te he amado con la misma intensidad. Desde donde alcanza mi memoria, tú siempre has estado en mi cabeza y en mi corazón. Siempre, siempre te he amado. Pensé que podría superarlo cuando me casé, pero he sido imposible desterrar mi amor por ti. Quizá ese haya sido el fracaso de mi matrimonio.

Bueno, nunca es tarde si la dicha es buena. Y por mi parte, en estos momentos soy el hombre más dichoso del mundo.

Tony, yo tengo las ideas muy claras, sé que aún tenemos casi dos meses por delante hasta que vengan las niñas. Ese va a ser nuestro primer escollo a superar, aunque creo que lo salvaremos sin dificultades. Me da la sensación que las niñas algo se temen. He hablado en alguna ocasión con tu sobrina y he sacado el tema. Incluso estoy segura de que lo han comentado las dos. Hasta donde he podido averiguar, creo que les gustaría ser hermanas.

¿Lo has hablado con Susana?

Ja ja ja ja, sí cariño, pocos días antes de que se marchasen con los papas a la playa. Mira, el próximo fin de semana nos acercaremos con ellas al parque acuático. Seguro que los papás prefieren estar a su" bola" y dejar que disfrutemos de ellas por unas horas. Creo que sería un buen momento, ¿no crees?

Sí, es posible. Por lo que veo ya tenias más que pensado todo esto.

Perdóname si te ha molestado. Desde que me separé no he parado de darle vueltas al éste tema. Y sí, lo confieso, tenía previsto seducirte en cuanto nos quedásemos solos tu y yo en casa.

No cielo, no debes disculparte ni tengo nada que perdonarte. – Le dije, sentenciando mis palabras con un beso en sus labios.

Terminamos el desayuno sin hablar, intercambiando miradas que decían todo.

Pasaron los días, disfrutando cada instante de nuestro amor, disfrutando del sexo, recuperando el tiempo perdido. Llegó el viernes y marchamos para la costa, a ver a nuestras hijas. Se notaban los nervios en el ambiente durante el viaje ante las dudas que, sin exteriorizar cada uno de nosotros las dudas que teníamos sobre la posible reacción de nuestras hijas.

Nos recibieron con alegría e ilusión. Los abuelos nos informaron de su buen comportamiento y de lo bien que se lo pasaban por la playa, con sus juegos y con sus baños. Ellas corrieron a enseñarnos todos los deberes del colegio que habían hecho durante la semana. Pronto se hizo la hora de ir a dormir. En principio deberíamos dormir cada uno con su respectiva hija. Nuestro padre, fue el primero en retirarse a dormir. Las niñas, estaban demasiado nerviosas poniéndonos al corriente de sus cosas y no fue hasta que la abuela, imponiendo un poco de orden, las envió a la cama, indicándoles que fueran las dos al mismo dormitorio, en el que compartían cama durante la semana. Obviamente, eso nos sorprendió tanto a Ana como a mí, ya que solo quedaba disponible una cama. ¿Qué se proponía nuestra madre? ... mejor aún, ¿qué podía saber? .... Las niñas nos dieron el "beso de las buenas noches" y salieron corriendo hacia el dormitorio que tenían asignado, quedando solos nuestra madre, Ana y yo.

Nuestra madre, mirándonos fijamente a los ojos de forma alternativa, tras unos larguísimos segundos, pregunto:

¿No tenéis nada que contarme? .... hay un brillo en vuestros ojos que hace muchísimos años que no he visto... ¿me lo queréis explicar? ... ¿Tony? ...

No comprendo tus preguntas... estamos contentos de estar con vosotros y por descontado con las pequeñas...

No, no me refiero a eso, queridos hijos... hay algo en vuestro semblante que no he vuelto a ver desde que tú, Tony, te marchaste a Madrid a trabajar. Tu hermana quedó desolada, aunque trataba de disimularlo... a ti, por la distancia, lógicamente no te lo podía apreciar... No me vengáis con secretismos ni nada por el estilo... El pasado fin de semana, cuando salisteis de aquí, intuí que algo iba a pasar entre vosotros... y estoy completamente segura que ha pasado... lo aprecio en vuestra expresión, en vuestras miradas, cuando os decía algo el uno al otro... esto nunca lo he apreciado con vuestras respectivas parejas mientras estuvisteis casados... solo entre vosotros.

Mamá – dijo Ana – entonces tú crees... ? ¿Tú sabes...?

Sí hija mía, sí –interrumpió nuestra madre – Desde que eras una adolescente, ¡cuantas veces te he oído mentar e el nombre de tu hermano en tus sueños! Jajá... al principio me asusté bastante, pensé que se te pasaría el "enamoramiento"... conforme ibas haciéndote mayor, pasaste de nombrarlo a tener auténticas... auténticas orgías, por llamarlo de alguna forma... Y no pienses que tú eras la única... tú, hijo, también manchabas habitualmente las sábanas con tus "manualidades" o de forma espontánea, no lo sé, mientras llamabas a Ana... Venga hijos, decirme que ha pasado entre vosotros... Cuando te marchaste a vivir con tu hermano... temí que esos fantasmas de adolescentes volviesen, y así ha sido...

Bien, mamá –contesté – Veo que no hay forma de tener un secreto contigo. Nos conoces demasiado bien como para poderte ocultar cualquier cosa. Sí, desde el pasado domingo, hacemos vida "marital", dormimos juntos, hacemos el amor, somos felices en nuestro "matrimonio"... Sí mamá, siempre me sentí atraído por mi hermana aunque pensé que eso sencillamente era amor fraternal. Hasta que he descubierto que Ana es en realidad el amor de mi vida, que soy completamente dichoso a su lado y que la deseo a todas horas del día y de la noche.

Hijos, me hacéis muy feliz... y a vuestro padre también... y podéis estar seguros que también a las niñas... Ellas lo saben y son sumamente felices de que seáis sus papás... disfrutad con ellas mañana, y... no organicéis mucho escándalo esta noche... imagino que tendréis que recuperar el tiempo perdido... Que descaséis hijos míos.

Increíble, pero cierto... todos los escollos superados de un plumazo y con anticipación, por la intuición de nuestra madre... sin dar explicaciones... simplemente nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos, mientras ella marcha hacia su dormitorio, donde nuestro padre hacía ya un rato que dormía. Ana y yo nos abrazamos con tal fuerza que casi nos hacíamos daño. Nos miramos a los ojos y ambos teníamos lágrimas que nos bajaban por nuestras mejillas, lágrimas de felicidad, de saber que teníamos la bendición de las personas que más nos importaban en este mundo: de nuestros padres y de nuestras hijas.

Sin mediar palabra, y ceñidos por la cintura, nos dirigimos a nuestro dormitorio. Nos desnudamos mutuamente y con suavidad empujé a Ana sobre el lecho, y una vez acomodada, le separé las piernas colocando mi cara entre ellas, acercándome a su sexo donde perdí totalmente la noción del tiempo respirando su aroma de mujer, degustando los flujos que iban manando de su fuente y arrancándole suaves gemidos de placer. Sus manos sujetaron mi cabeza levantándola suavemente, y con un leve movimiento fue haciendo que me pusiera a su altura, quedando nuestro sexos uno frente a otro. Al mismo tiempo que nos fundimos en una beso, la penetré y sentí como levantaba sus piernas abrazándome las nalgas. Los movimientos eran leves, cadenciosos, procurando hacer el mínimo ruido posible y al mismo tiempo transmitirnos las sensaciones más intensas de placer mutuamente.

Noté la intensidad de su orgasmo por las fuertes contracciones de sus músculos vaginales propinaron a mi pene, haciendo que soltara en su interior unas buenas andanadas de mi néctar en su interior, al mismo tiempo que nuestras bocas se unieron fuertemente para evitar despertar a la familia con algún gemido o grito de placer. Cuando nuestros ritmos cardiacos se estabilizaron, y mientras nos besábamos, Ana me pidió que no saliera de ella. Continuamos abrazados toda la noche.

De madrugada me desperté, por eso de la rutina. Desperté a Ana con besos en las mejillas, en la frente, en sus labios... Abrió los ojos y nos fundimos en un romántico beso de "buenos días". Mi erección matutina, se vio incrementada, si cabe, por el hecho de tener a una preciosa mujer entre mis brazos. No era el único que estaba excitado. Ana también se encontraba lubricando de forma abundante. Poniéndose sobre mí, se introdujo rápidamente mi pene en su maravillosa gruta de amor y comenzó a cabalgarme. Lentamente al principio, haciendo círculos. Paulatinamente fue aumentado el ritmo, mientras me clavaba las uñas en mi pecho y se mordía los labios con fuerza para no gritar. Sus pechos botaban al ritmo de su cabalgada mientras yo acariciaba sus caderas. Su ritmo empezó a ser frenético y el placer que estaba recibiendo en ese instante era infinito. No quería terminar aún... no sin que Ana tuviese su recompensa... Pero por más que hacía para evitarlo, los primeros latigazos eléctricos que sentía por mi cuerpo, vaticinaban mi inminente eyaculación. Y llegó... intensa como nunca, abundante como en muy contadas ocasiones... Ana en ningún momento bajó su ritmo... Todo lo contrario, lo aumentó más durante unos instantes que a mí me volvían loco, ya que teniendo mi miembro supersensible, el placer que recibía era tan sumamente intenso que apenas pude reprimir unos gemidos que amortigüé como pude tapándome la cabeza con la almohada. Ana, realizó un brusco movimiento clavándole totalmente mi miembro y aprisionándolo con mucha fuerza en su vagina con fuertes contracciones, al mismo tiempo que se dejaba caer y apoyaba su cara en la almohada que apagó sus gritos de placer durante el periodo que le duró su intenso orgasmo.

Tras recuperarnos un poco de la vespertina e intensa sesión de placer, y aún estando dentro de Ana, nos besamos

Buenos días mi amor... ¿Has dormido bien? – le pregunté

Sí, he dormido de maravilla, como nunca. Es delicioso tener un despertar como el de hoy... tenemos que repetirlo más a menudo.

Cariño, son las ocho y cuarto... mamá ya hace un ratito que deambula por la casa y las nenas, como se despierten, vendrán aquí en tropel a despertarnos. Mejor nos ponemos algo de ropa, o nos levantamos del todo.

Mmmm... Tienes razón... pero estoy tan a gusto y feliz en estos momentos...

Tras besarnos nuevamente, y haciendo un esfuerzo, empezamos nos levantamos de lecho conyugal y nos pusimos algo de ropa. La habitación olía a sexo, por lo que decidimos abrir la ventana para que se ventilara un poco.

Ana, nuestros temores de ayer se han disipado casi por completo. Tenemos la aprobación de nuestros padres a nuestra relación. Y la "peques" creo que lo tienen también más que asumido.. ¿Qué mas podemos pedir?...

Tony, cielo, en estos momentos soy muy feliz y dichosa... no te pongas serio y trascendental. Abrázame muy fuerte... dime que no es un sueño. Y si es un sueño, no quiero despertarme. Abrázame fuerte, por favor...

Nos fundimos en una abrazo... Solo eso, un abrazo, sintiendo el contacto de nuestro cuerpos y las caricias de nuestras manos.

La puerta se abrió de golpe y las dos niñas entraron en la habitación como un auténtico tornado, con risas y gritos... Nos quedamos mirándolas con una tierna sonrisa, abrazados, tal como estábamos... Las pequeñas quedaron en silencio, mirándonos con unos ojos abiertos de par en par, sin pestañear ...

BIEEEEEEEEN – Gritaron a coro, saliendo de la habitación corriendo como unas locas y llamando a sus abuelos.

Sí. Aquel fin de semana se solventaron todos los escollos que teníamos. Desde entonces, somos un matrimonio singular. Adoramos a nuestras hijas y somos sumamente dichosos y felices.