Normas de esclavitud (fragmento)

Traducción de un fragmento de "Gemelas torturadas" ("Tormented Twins", de Reese Gabriel) ofrecido gratuitamente por PF

Gemelas torturadas (fragmento)


Título original: Tormented Twins

Autor: Reese Gabriel (c) 2001

Traducido por GGG, octubre de 2002

"Eres mía para las próximas dos semanas," dijo la rubia platino, mirando a Ashley desde el otro lado del escritorio de caoba. "Y de acuerdo con estos papeles, se me permite todo, todo absolutamente, con la excepción de la penetración vaginal." Se quitó las gafas, las puso sobre la carpeta de Ashley. "¿Te das cuenta," dijo, inclinándose hacia delante, su cara como una máscara de seriedad mortal. "De que voy a domarte?"

Ashley miró sus zapatos, los mismos que había llevado al hotel secreto de esclavas. Era el mismo vestido, también, porque él nunca le había dejado cambiarse, pero había conseguido el conductor que la había llevado al interior, subiendo por una larga y sinuosa carretera, bien alejada de la autopista. Otro de sus hombres, claramente allí por motivos de seguridad, se había montado. Rice había sido un perfecto caballero por el camino, aunque ella hubiera deseado otra cosa.

"Quiero ver a Simon," dijo, manteniendo la espalda erguida y orgullosa. "Le pertenezco a él y solo a él."

La mujer, que llevaba perlas y una falda gris y cuyo cabello se elevaba sobre la cabeza, y que era suficientemente guapa para trabajar en una inmobiliaria, bajó los ojos muy ligeramente, indicando algo a los dos guardas que estaban en pie tras Ashley. Los hombres iban vestidos con botas de montar, pantalones caqui y camisas blancas abiertas por la cintura. Llevaban anchos cinturones de cuero, con correas por los hombros. Cada uno tenía un látigo, un dispositivo de descargas eléctricas tipo 'taser' y una pequeña porra.

A la señal de la mujer, los guardas tocaron con los 'tasers' la parte superior de los brazos de Ashley, haciendo que se desplomara en el suelo.

"Levantadla de nuevo."

Tuvieron que sujetarla para evitar que se desmayara una vez más.

"Eso, querida, fue un golpecito amoroso. Como dije, te domaré. No intentes buscar mi lado bueno, no lo tengo. Mi trabajo consiste en entrenar esclavas y soy bastante buena en eso. Cuando haya terminado contigo, pensarás, hablarás, actuarás y responderás como una esclava. Te correrás como una esclava, la chuparás como una esclava, parecerás una esclava. Te marcaré como a una esclava bajo el látigo y llorarás, sola por la noche en tu jaula, como una esclava. El placer de tus superiores no será solo la primera cosa que tengas en mente, será la única. Te lo puedo asegurar, tus días de comer a la mesa, sentarte en sillas y comprar zapatos se han terminado. Quienquiera que te compre finalmente puede sentir de forma distinta, pero mientras estés aquí veré que estés preparada para las condiciones más degradantes y humillantes que un ser humano pueda aplicar a otro. Considéralo un pequeño obsequio que posiblemente no puedas apreciar ahora. No te preguntaré si lo entiendes. No puedes, y no importaría si lo haces o no. Lo importante a recordar son las cosas que se te harán, cosas que serás impotente para evitarlas. Tus tres reglas son someterse, someterse y someterse. Eso es todo."

Inclinó la cabeza una vez más hacia los guardas, haciendo que sujetaran los brazos de Ashley en un grillete metálico, empujándola de nuevo hacia la puerta. "Una cosa más," gritó la mujer. "Estos hombres se llaman Manipuladores. Ellos te manipularán. Yo soy la Guardiana. Yo te guardaré. A partir de este momento no hablarás."

A los pocos minutos de oír las palabras de la Guardiana, Ashley aprendía su primera lección, desnuda, a cuatro patas, con los jirones de sus ropas rasgadas rodeándola, mientras los dos Manipuladores se la trabajaban, uno utilizando su boca, el otro su ano. Al cabo de un rato intercambiaron sus posiciones, aunque ninguno eyaculó en su interior. En vez de eso la enseñaron a arrodillarse erguida, una postura técnica en la que la chica se sienta sobre los tacones, la cabeza levantada, alerta y preparada. Las piernas deben mantenerse abiertas, una regla que aprendió gracias a la presencia correctora de la fusta de equitación cruzándole los hombros y el empeine de una de las botas de los Manipuladores en su entrepierna, ensanchando la separación.

Ashley podía imaginar cierto número de razones para la postura. En este caso, permitió a ambos hombres eyacular en su cara. Puesto que las manos de la chica permanecían detrás de la cabeza no podía interferir con lo que ocurriera. La hicieron esperar de esta forma, con las corridas secándose en su cara, mientras sus erecciones se venían abajo. Completado esto, sus penes apuntaron de nuevo a su cabeza, solo que esta vez el chorro era caliente, líquido, chorreando sobre sus mejillas y pechos y goteando por su vientre.

Había rejillas en el suelo acerado de la habitación, directamente debajo, por las que corrió la orina. Esto ayudaba a mantener el suelo limpio. Los hombres también se limpiaron asegurándose de echar agua en la parte baja de sus botas usando una manguera que estaba en la pared. Ashley estaba sedienta, viendo el agua, y si se le hubiera permitido hablar hubiera pedido agua. En vez de eso se limitó a mirarles.

Se preguntó qué pensarían estos hombres de ella, del hecho de que hubiera venido a este lugar voluntariamente, y ahora eso, que les hubiera permitido rasgarle su ropa, poseerla sexualmente, finalmente regarla con su leche e incluso con su propia orina caliente.

Y cómo ahora estaba precisamente de rodillas allí, con las piernas abiertas, esperando la correa y el collar para que pudieran llevarla, arrastrándose, a una minúscula jaula donde su único baño consistía en un manguerazo, administrado a diario a las chicas en sus jaulas. ¿Qué clase de chica se sometería a esto, y disfrutarían estos hombres o solo era un trabajo? Dormir, necesitaba dormir.

La jaula no era tan terrible. Era segura y silenciosa. Debía ser muy tarde, decidió, porque las otras chicas, las otras esclavas nuevas, estaban durmiendo. Pudo ver que había otras siete jaulas, situadas a lo largo de la habitación. Arriba, en el techo, brillaban luces fluorescentes, pero las apagaron tan pronto como dejaron a Ashley en su sitio. Tuvo que entrar en la jaula a gatas. Había oído a uno de los Manipuladores reírse de su culo, y de cómo se había corrido encima de ella, rezumando. Utilizaron un látigo, levemente, para que se diera prisa, lo justo para hacerla sentirse esclava.

Podía haberse sentado, pero eligió tumbarse acurrucada. Colocó la cabeza junto al plato vacío del agua. Por su cabeza cruzaron pensamientos, imágenes de los tumultuosos días que había pasado desde que había visto a Tom y Andrea juntos. Parecía que hubiera pasado toda una vida. ¡Qué envidiosas estarían ahora su madre y su hermana! Ashley, la ingenua, superando a ambas, alcanzando el nivel de esclava total. El tipo de vida de la esclava que era.