Nómadas7
Historia de gitanos
Cuando entró en casa ya le estaban esperando para comer. Mientras comían Pedro refirió lo que hablaba la gente acerca de las viviendas que rodeaban el poblado, después de comer, mientras tomaban café y se fumaba un cigarrillo sin filtro contó su visita a la partera sin ocultar lo que había hecho con ella. A Carmencita y Paco les hizo gracia, también a Tomasa que no entendía que su padre se hubiera vuelto loco con esa mujer, estaba segura que algo de bruja tenía, sin embargo María que no había dicho nada, se levantó para sentarse sobre las piernas de Pedro, le dio un beso en los labios y luego le alabó por haber concedido un momento de felicidad a la pobre mujer. Pedro la abrazó por la cintura dando gracias al Señor mentalmente por tener a una mujer como María para él.
Más tarde despertó la curiosidad de todos al mostrar lo que Angustias le había dado. Con paciencia le explicó para que servían y cómo se debía utilizar haciendo hincapié en la higiene como le había dicho Angustias.
Cuando se tumbaron en la cama para hacer la siesta la verdad es que no durmieron, porque querían comprobar las cualidades de la “Vaselina”. Tomasa estimuló a Paco con su boca hasta lograr que se le pusiera duro el miembro, María se lo untó con un poco de vaselina, Carmen insistió que también se lo untara a ella en el culo, luego se puso a gatas y Paco penetró su agujero trasero sin problemas. Sin saber por qué se notó más ganas a medida que bombeaba el culo de Carmen y acabó embistiéndola con una fuerza que desconcertó a su madre y a Tomasa, a la vez volvió loca de gusto a Carmen quien se corrió con fuerza, sin embargo Paco eyaculó poca leche dentro de ella. Le pasaba siempre que se lo hacía a una mujer, en cambio cuando el Patriarca le bombeaba el culo eyaculaba con potencia y abundancia.
Pedro untó vaselina en el culo de María y en el de Tomasa, antes de untársela él en el miembro dejó que Paco se la chupara y cuando tuvo la polla dura bombeó el culo de las dos mujeres, primero a María y luego a Tomasa, a las dos se lo hizo estando ellas bocarriba y cuando le llegó el momento de correrse lo hizo sobre las tetas de ellas, para que luego las dos mujeres jugaran a lamerse, al ver la abundancia de su leche supo que había sido gracias al brebaje de Angustias, eso sí, después de eyacular cayó en un sueño profundo perdiéndose los juegos de María y Tomasa.
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El Patriarca visitó varias veces a su amiga Angustias para charlar con la sabia mujer, no siempre se revolcaba con ella en la cama, aunque sí volvió a hacerla su mujer tres veces más, tres meses después de habérsela trajinado se la encontró muerta sobre la cama con una sonrisa en los labios. No existían registros de Angustias en ninguna parte salvo en los recuerdos del Patriarca, quemó su delgado cuerpo en el campo siguiendo el ritual de los nómadas notando que la pena oprimía su pecho.
Un año después Paco se ganaba muy bien la vida como chapero y lo mismo que una hormiga, ahorraba casi todo el dinero que ganaba. También ocurrió un hecho insólito, la gente vio por primera vez un coche de la policía dentro del poblado. Los agentes hablaron con el Patriarca dentro de su casa advirtiéndole que sabían que en la comunidad se comerciaba con droga, él no sabía nada de eso aunque sospechaba desde hacía tiempo de tres personas: El Rogelio, el Rana y el Ismael y así se lo dijo a la policía que intensificó la vigilancia.
Pero a pesar de la presencia de la policía el Rogelio, el Rana y el Ismael siguieron con sus negocios de drogas, varias veces tentaron al Patriarca ofreciéndole mucho dinero a cambio de su silencio, pero él los rechazó siempre. El Patriarca cuando hablaba con la policía se refería a ellos como el “Triunvirato”, la policía advirtió al Patriarca que tuviera mucho cuidado dada la peligrosidad de esos hombres pues sabían que se habían hecho con varias armas de fuego en el mercado negro, el Patriarca les dijo a los inspectores que no les tenía miedo. Por la noche mientras Carmen y Paco dormían, el Patriarca habló con María y Tomasa explicándoles que tenía mucho dinero ahorrado enterrado a poca distancia de la lumbre, les enseñó el sitio exacto diciéndoles que si le pasaba algo malo lo desenterraran y dispusieran de él lejos del poblado, mezclándose entre los “payos”. El Triunvirato fue detenido seis meses después y los ficharon, pero durante el juicio se estableció que la cantidad de droga que se les había incautado durante el registro de sus casas era mínima, o sea, para consumo propio y eso no constituía un delito en sí, por lo que el juez los puso en libertad.
Un año después de eso la comunidad se convulsionó con una trágica noticia: habían encontrado muerto al Patriarca en el campo con un disparo en la cabeza. El poblado se vio invadido por coches de policía y una ambulancia. María se desmayó al conocer la noticia, a Tomasa y Carmen les trataron los sanitarios sólo Paco pudo mantenerse entero gracias a unas pastillas que le dieron los médicos. El Patriarca fue enterrado en un cementerio y toda la gente del poblado, los nómadas, su gente en suma, acudieron a darle el último adiós.
A raíz de la muerte del Patriarca, el Rogelio, el Rana y el Ismael se convirtieron en los chulos del poblado, a todos les constaba cómo se pavoneaban, era como si quisieran transmitir la idea de que ellos habían acabado con el Patriarca porque era un soplón de la policía.
A los quince días de haber dado sepultura a Pedro, el Patriarca, un día se presentó el Ismael en la casa. Le abrió Tomasa pero no le dejó entrar, Ismael insistió en hablar con María pero ella no quería ni verle, la Tacones fue a cerrar la puerta pero el Ismael se lo impidió y dando un empujón con el hombro logró colarse desplazando a la Tacones hacia un lado.
Dentro de la casa estaban todos: María, Tomasa, Carmen y Paco. El Ismael paseó la mirada por la casa y al final se detuvo en Carmen.
— Tú eres Carmen, la hija de la Tacones ¿no? —dijo el Ismael.
— ¿Qué buscas aquí? ¿No te basta con haberle matado? —le acusó María poniéndose entre el Ismael y Carmen.
— Tú cierra el pico si no quieres que te lo cierre yo. —dijo el Ismael con voz rara, como si se le trabara la lengua.
— Vente a vivir conmigo Carmen, te cubriré de oro, tendrás tanto dinero como jamás soñaste tener. —propuso el Ismael.
— Eres un cobarde presentándote en esta casa sabiendo que su dueño ya no está para impedírtelo. — María pronunció esas palabras en la misma cara del Ismael, la respuesta de éste fue agarrarla por el cuello y apretar.
— ¡Cállate puta! ¡Todo el mundo sabe que me ponías los cuernos con el viejo! —gritó el Ismael mientras tenía agarrada a María por el cuello.
Tomasa gritó y saltó a por el Ismael, Carmen le mordió en la mano que apretaba el cuello de María haciéndole sangre, pero el Ismael no soltó a María a la que miraba con ojos de loco. Tomasa intentó darle una patada en la entrepierna pero falló, el Ismael se sacó una pistola de la cintura del pantalón y apuntó a las mujeres, las tres se quedaron tan pálidas como la misma María que ya empezaba a dar síntomas de asfixia, parecía que el Ismael iba a dispararlas de un momento a otro cuando de repente abrió la boca, la pistola se le escurrió de la mano y cayó golpeando el suelo. Detrás del Ismael Paco volvió a hundir la navaja del abuelo en la espalda de su padre una vez más y ya iban dos, cada una a la altura de un riñón, el Ismael soltó el cuello de María para tocarse las dolorosas heridas con las manos y al girarse se encontró con la muerte cara a cara. Paco le hundió la navaja a la altura del corazón dedicándole un epitafio al mismo tiempo: “Adiós hijoputa”. El Ismael cayó al suelo fulminado por la mortal puñalada y el suelo empezó a teñirse de sangre.
Las tres mujeres se quedaron sin habla mirando el cuerpo muerto del Ismael. Paco se agachó en cuclillas sobre el cadáver que un día fue su padre y limpió la navaja en sus ropas, miró a las tres mujeres un momento y se levantó con rapidez saliendo de la casa, pero regresó al poco tiempo portando un hacha en las manos. Mandó apartarse a las tres mujeres que parecían hipnotizadas y con seis certeros hachazos logro dividir en dos el cuerpo del Ismael por la cintura, luego cortó la cabeza separándola del tronco, los brazos también los cortó y las piernas las cortó en dos trozos cada una.
Con suma tranquilidad arrancó las cortinas que ocultaban la cama y fue repartiendo las partes del cuerpo del Ismael en cada una, las envolvió con la tela y finalmente hizo un nudo. A continuación se acercó a la pila, cogió una tinaja cargada de agua y la vació sobre la pila, hizo lo mismo con una segunda tinaja y una a una las puso al lado de los dos bultos ensangrentados, cogió uno de ellos y lo introdujo en la tinaja y el otro en la otra tinaja, luego cogió el tablón con ruedas que había construido el abuelo para sacar las tinajas de la casa, Carmen fue la primera en reaccionar y ayudó a Paco a cargar las tinajas en el carro.
— Tendremos que cavar un hoyo grande para enterrar eso. —dijo Tomasa que ya había recuperado un poco de color en la cara.
— Entre todos empujaremos para transportarlo ¿has pensado a dónde lo vas a enterrar? —preguntó María que también se había recuperado a su hijo.
— Lo llevaremos al campo, lejos del poblado. —dijo Carmen.
— No, yo ya sé dónde tengo que enterrar esta mierda para que no huela —dijo Paco con serenidad— pero no podemos ir todos porque si nos ven sospecharán, iremos Carmen y yo y si nos preguntan diremos simplemente que vamos a por agua, tú madre y tú Tomasa limpiar esto lo mejor que podáis, luego preparad la cena tranquilamente. —concluyó Paco convirtiéndose en el líder de la familia.
Paco empujaba del carro hacia delante y Carmen tiraba de él dirigiéndolo hacia donde él le había dicho, no tardaron mucho en llegar a la zona de la construcción de las viviendas, aunque se detuvieron antes, estaban a penas a 500 metros. Paco se puso a mirar el terreno y de pronto señaló un punto diciéndole a Carmen que fuera hacia allí. Cuando llegaron Paco se detuvo ante lo que parecía una tapa de alcantarilla a cuyo alrededor había bastante escombro. Paco pidió ayuda a Carmen y entre los dos levantaron la pesada tapa de hormigón que ocultaba un pozo, ella se asomó pero no pudo ver la profundidad por lo oscuro que estaba el fondo. Entre los dos cargaron con una tinaja arrojándola al pozo y al poco tiempo escucharon como se rompía al golpear el fondo, con la segunda tinaja hicieron lo mismo, luego Paco se puso a arrojar parte del escombro de los alrededores al interior del pozo y Carmen le ayudó hasta que él dijo que ya bastaba, volvieron a colocar la pesada tapa entre los dos y el pozo quedó sellado de nuevo. Descansaron un momento y emprendieron el camino de regreso hacia la casa. Cuando entraron dentro de la casa vieron que no quedaba rastro de la sangre que había en el suelo, su madre y Tomasa habían hecho un buen trabajo.
— ¿Ya está? —preguntó Tomasa.
— Las hemos tirado en una alcantarilla donde están construyendo los pisos. —explicó Carmen.
— No es una alcantarilla. —dijo Paco.
— Entonces ¿qué era ese pozo? —preguntó Carmen.
— Es un pozo que hacen para reconocer el terreno que hay debajo antes de construir, por si fuera poco consistente, una vez extraída la muestra se ciega con el escombro que viste alrededor y se construyen los pisos encima.
— ¿Y cómo sabes tú todo eso? —le preguntó Tomasa.
— Espera, desnúdate para que te lave estás manchado de sangre. —dijo María ayudando a desnudarse a su hijo.
Tomasa desenganchó la olla de agua caliente que había al lado del fuego y Carmen cogió una esponja y jabón. Allí mismo en el centro de la casa donde había tenido lugar la muerte del Ismael procedieron a lavar el cuerpo de Paco de arriba abajo mientras él les daba explicaciones.
— Hace una semana me di una vuelta por la obra buscando posibles clientes, un hombre me llamó y me llevó a una caseta que era su oficina y me preguntó si buscaba trabajo como la mayoría del poblado, yo le dije que no buscaba trabajo entonces me preguntó que hacía por allí y le conté la verdad, que era chapero y daba una vuelta por si alguien quería sus servicios, me miró de arriba abajo, se me acercó a olerme y dijo que olía muy bien y de repente me sujetó por la nuca y me dio un beso en la boca, yo se lo devolví y nos enzarzamos, pero no quería que lo hiciéramos allí, salimos de la caseta y fuimos al sitio donde hemos estado.
— Y allí se la chupaste y te dejaste dar por culo ¿no? —dijo Carmen mosqueada.
— No, fue él quien me la chupó a mí y fui yo el que le dio por culo usando la vaselina. Al terminar vi que había varios pozos sin tapar, le pregunté si eran para las alcantarillas y me respondió que no, que se hacían esos pozos para sacar una muestra del terreno que hay debajo y si es duro se tapa con escombro y se construye encima, así que con un poco de suerte si te visto no me acuerdo. —concluyó Paco.
— Sea como fuere nos has salvado la vida a las tres —le dijo Tomasa y le dio un beso en los labios y María otro— ¿Tu no le besas? —preguntó Tomasa dirigiéndose a su hija.
— No. —dijo Carmen mirando a Paco.
— Pues eres una desagradecida. —insistió Tomasa.
— Me da igual lo que pienses de mí madre, ahora no le beso porque quiero que esta noche me folle como todo un hombre —dijo Carmen mirando a Paco— porque me lo vas a hacer ¿no? —añadió para asegurarse.
— Cuenta con ello mi niña. —le dijo Paco guiñándola un ojo.
Durante la cena María habló de que lo que harían de ahora en adelante.
— Escuchadme tenemos que irnos de aquí porque tarde o temprano el Rogelio y el Rana sospecharan de nosotras, a lo mejor el Ismael les dijo que venía a vernos, no lo sé pero no nos quedaremos para averiguarlo. Esperaremos a hablar con la policía y después desapareceremos discretamente, Pedro ya nos dijo a Tomasa y a mí lo que teníamos que hacer si a él le pasaba algo malo.
El caso es que no cenaron mucho salvo Paco que se comió dos huevos fritos con patatas fritas. Entre los cuatro recogieron la mesa y fregaron los cacharros, al terminar María dijo que se iba a la cama.
— ¿No tomas café? —preguntó Tomasa.
— No podría, ese detalle me recuerda mucho a él y sé que terminaría llorando como una Magdalena. —contestó María.
— Entonces todos a la cama a dormir. —dijo Tomasa.
Apagaron todas las velas menos una que les sirvió para ver mientras se acostaban. Antes de acostarse Paco atrancó la puerta con una barra de hierro que había pertenecido a la partera y luego se acostó. Carmen ya le esperaba en la cama y solo tenía puestas unas bragas blancas. Paco en cambio se desnudó por completo y según gateaba dio un beso en la boca a su madre y a Tomasa. Cuando por fin se tumbó al lado de Carmen ésta enroscó su cuerpo al de él y empezó a besarle estimulándole al mismo tiempo con las manos. Casi enseguida Paco se puso duro y le pidió a su madre que le pasara un preservativo, pero Carmen se empeñó en que no lo utilizara.
— ¿Por qué no quieres que me ponga un preservativo? —le preguntó Paco.
— Porque quiero que me preñes, deseo que me engendres un hijo con el que empezaremos una vida nueva. —contestó ella dejando desconcertadas a su madre y a María
— Escucha Carmen si yo fuera un hombre como Dios manda estaría encantado de formar una familia contigo, pero sabes que soy maricón y me gustan los hombres.
— Eso no me importa Paco, podemos vivir juntos, tú seguirás con lo tuyo y yo ni me meteré en tus asuntos ni te preguntaré, no te pediré que me toques a menos que seas tú el que quiera tocarme, seremos dos amigos bajo el mismo techo ¿vale? —dijo Carmen.
— Siendo así no me importa hacerte un hijo. —accedió Paco, ni su madre ni Tomasa dijeron nada y prefirieron no meterse. Esa noche Paco bombeó a Carmen y se corrió dentro de ella dos veces.
Pasados dos días del incidente la policía llamó a la casa, abrió María haciéndolos pasar. Los agentes venían preguntando por el Ismael, tanto María como Tomasa les dijeron que no sabían nada de él y tampoco habían escuchado algo que fuera relevante, los policías les dijeron que si se enteraban de algo que les avisaran entonces fue cuando María les dijo que se marchaban del poblado para siempre, eso pareció contrariar a los policías porque ellos querían tener a “alguien” de confianza dentro del poblado, pero tampoco podían retenerlas, les preguntaron a donde pensaban ir y Tomasa les dijo que a Andújar, un pueblo de Jaén donde ella tenía familia; los policías se marcharon pero estuvieron merodeando por el poblado haciendo preguntas a todo el mundo.
Ya por la tarde, cuando empezaba a anochecer, los cuatro: María, Tomasa, Carmen y Paco partieron del poblado prácticamente con lo puesto, ya que lo más importante: los ahorros del Patriarca y de Paco los llevaban las tres mujeres en paquetes envueltos cosidos a su ropa por dentro. No tenían un sitio concreto al que ir, en cuanto entraron en la “civilización paya” Paco detuvo un taxi que los llevó al centro de la ciudad, allí encontraron dónde pasar la noche en una pensión de mala muerte.
Por la mañana, los cuatro se marcharon discretamente. Lo primero que hicieron fue comprarse ropa como “los payos” en una tienda de barrio. Las tres mujeres se vistieron con pantalones vaqueros por primera vez en su vida en cambio Paco prefirió unos pantalones de tela. Salieron a la calle, caminaron un cuarto de hora alejándose de la zona y se metieron en una cafetería donde pudieron charlar sobre su futuro más próximo. Le primer problema que se les planteaba era que desconocían la cantidad exacta del dinero que portaban, sin ése detalle poco podían planificar, pero a Paco se le ocurrió una idea: trasladarse a un barrio de la periferia o mejor aún a un pueblo de esos que llamaban viviendas-dormitorio, allí alquilarían una casa y podrían hacer un recuento del dinero que tenían, ya planificarían después lo que era mejor para ellos.
Se trasladaron a un barrio del extrarradio al Sur de la ciudad. Paco era el único de los cuatro que disponía de documento de identidad gracias al abuelo y pudo alquilar una vivienda no muy grande, sin embargo a ellos cuando la vieron les pareció un palacio. Tenía cocina que con sólo abrir un grifo ¡Salía agua! ¡Un baño! Un comedor y dos habitaciones, también dos terrazas, una en el comedor, la otra en la cocina donde podrían tender la ropa después de lavarla en la ¡Lavadora! Pero lo mejor para las tres mujeres fue cuando Paco les pidió que guardaran silencio, las tres se le quedaron mirando en espera de otro milagro y éste se produjo al ver que apretaba una especie de cajita que había en la pared y… ¡Se hizo la luz! Adiós a tener que vivir con velas. El hecho de que la vivienda estuviera amueblada no fue relevante para ellos, si no había camas, se echaban unas mantas en el suelo y asunto concluido, por lo demás, de lo único que se tenían que preocupar era de tener siempre bombonas de gas.
Paco y Carmen eran los que mejor sabían escribir, los cuatro se sentaron a la mesa del comedor con un papel y un lapicero y fueron escribiendo todo lo que iban a necesitar, desde comida hasta productos para la limpieza, porque hasta tenían un ¡Cubo con una fregona! Un auténtico lujo para ellos, pero empezaron por el principio: saber de cuánto dinero disponían. Carmen, María y Tomasa se desnudaron quedándose en bragas y sujetador, Paco en calzoncillos, éste sacó la navaja del abuelo y cortó los paquetes de dinero, las tres mujeres los colocaron por colores: verde, marrón y azul. Tomasa se desilusionó un poco al igual que María porque había muy pocos billetes verdes, en cambio los que más abundaban eran los de color marrón cuyo valor desconocían, Paco no se lo quiso explicar hasta que lo hubieran contado.
Una vez agrupados los billetes por colores, Carmen y Paco que habían aprendido las cuatro reglas gracias al abuelo y a la partera empezaron a contarlos; un trabajo bastante laborioso y aburrido porque lo hicieron dos veces. Contaron: 312 billetes de mil, 4.157 billetes de cinco mil y 2.112 billetes de diez mil. Paco hizo las multiplicaciones y Carmen que era muy lista las repasó, cuando vieron el total les entró un mareo que casi se desmayan, disponían de 42.217.000 pesetas toda una fortuna en el año 1985. Los cuatro rompieron a reír primero y luego a llorar ya que la mayor parte del dinero procedía de los ahorros escondidos de Pedro, el Patriarca. Paco echo cuentas rápidamente y comentó que podían comprar dos pisos mejores que en el que vivían y encima les sobraría dinero, nadie contestó al comentario puesto que antes que nada debían adaptarse a su nueva vida.
En los días sucesivos visitaron a una asistente social que se encargaba de la integración de “Gitanos” con “Payos”. Lo primero que hicieron fue inscribirse en el registro civil, más tarde acudieron a una comisaría para hacerse el dni. Unas semanas después y ya con todos los papeles en regla, la misma asistente social les informó que se daban cursillos para personas como ellas. María y Tomasa eligieron el cursillo de peluquería, en cambio Carmen eligió el de Auxiliar administrativo.
Seis meses más tarde María y Tomasa alquilaron un local y montaron una peluquería en el barrio, Carmen, a quien ya se le empezaba a notar el embarazo se encargaba de las cuentas. Paco volvió a su “trabajo” puesto que su mayor carta de presentación era el “boca a boca” de los clientes que había hecho gracias al abuelo, todos eran gente de dinero que buscaba discreción ante todo. Se presentó en unas oficinas que le habían citado para una “reunión de trabajo”. Allí conoció a un señor de unos cincuenta y tantos años que le explicó sin rodeos lo que quería y esperaba de él.
El hombre llamado Adolfo le hizo desnudarse en un baño contiguo dentro del despacho y quedó encantado con el cuerpo fibroso y delgado de Paco, otra cosa que le gustó fue que los genitales de Paco no superaban en tamaño a los suyos, de no ser así lo hubiera rechazado ya que el Adolfo no quería meter en su casa a un amante que le hiciera la competencia. Por todo ello Paco pasó a llamarse Francis y fue contratado.
Cuando más tarde se juntaron en casa, Paco les contó que había sido contratado por un matrimonio que le iban a pagar mucho dinero.
— ¿Y por qué contratan a una persona como tú? —preguntó Carmen llena de curiosidad.
— Porque se aburren, esa es la principal causa, también los hay que son unos pervertidos, pero lo que más abunda es esto que te digo: su matrimonio les resulta aburrido y al tío le excita observar cómo me follo a su esposa.
— ¡Joder no entiendo a los “Payos”! —se quejó Carmen y todos se echaron a reír.
— No tienes por qué entenderlos hija, déjalos que se diviertan a su manera pero que paguen ¡Eso es lo importante! ¡A que sí! —afirmó Tomasa.
— Así es, he de ahorrar ya que soy consciente de que esta clase de vida no me va a durar para siempre. —dijo Paco.
El barrio estaba en expansión, siete meses después se pusieron a construir en cualquier terreno que quedaba libre. María y Tomasa se enteraron por unos papeles de publicidad que iban a construir no muy lejos de ahí, bloques de pisos y viviendas unifamiliares. Durante la cena se lo enseñaron a Carmen y Paco que eran los más espabilados para las cuentas. Después de leer la propaganda inmobiliaria Carmen dijo que le gustaban las viviendas unifamiliares, María y Tomasa preguntaron qué era eso y Paco se lo explicó. Tanto a María como a Tomasa les gustaron esas viviendas ya que al disponer de 5 habitaciones tenían dormitorios de sobra para todos, el problema era el precio, costaban unos quince millones de pesetas, Carmen se ofreció a regatear el precio.
Fueron a ver el piso piloto al domingo siguiente y al final Carmen pacto la compra de una vivienda con 5 habitaciones, jardín y garaje, todo por trece millones y medio. La forma de pago sería al contado pero Carmen no quiso dar todo el dinero a la vez. Juan, un vendedor imponente por su altura pues medía un metro noventa se desesperaba con ella, jamás había tenido a alguien tan hábil como ella regateando por el precio del piso, pero a una muchacha angelical como aquella no pudo negarle nada por lo que al final acató la proposición que ella le hizo: a la firma del contrato Carmen le daría un tercio del valor total de la casa, se irían a cenar y después ella iría a su casa para hacerle ver el paraíso. En realidad a Juan le importaba muy poco ya que el paraíso se lo imaginaba al lado de esa morena que le había hechizado por completo.
Llegado el momento de la firma del contrato Carmen se lo recordó a su madre y a María y se fue con Juan a cenar. Ella se dio cuenta de que el restaurante que había elegido Juan era muy elegante. Tras una cena maravillosa Juan la llevó a una discoteca donde ella se despendoló bailando por primera vez ritmos modernos, pero fue a la hora de bailar “agarrado” cuando ella empezó a sentir escalofríos. Juan con su altura le transmitía mucha seguridad, justo lo que ella deseaba de un hombre. Al salir de la discoteca Carmen miró la hora en su reloj de pulsera.
— ¡Dios mío qué tarde es! —dijo Carmen.
— Escucha Carmen vente a pasar la noche conmigo en mi casa. —le pidió Juan. — Carmen se lo pensó mucho porque él le gustaba a rabiar, pero sabía que esa relación no podría llegar a buen término porque él era “Payo” y ella “Gitana” y encima preñada.
— No Juan, quedaremos otra noche y cumpliré mi parte del trato, pero hoy no porque ya es muy tarde. —dijo ella para desilusionarle.
— Vamos Carmen, me dijiste que ya eres mayor de edad luego no tienes que rendir cuentas ante tus padres. —insistió Juan.
— Escucha un momento, no sé lo que harás tú pero yo si tengo que darle cuentas a mi madre, aunque sea mayor de edad y lo hago porque quiero, porque siempre se ha hecho así.
— Perdóname Carmen, soy un idiota por precipitarme, venga que te llevo a tu casa. —dijo al final Juan dándose por vencido.
— Sí que has sido un idiota y te has precipitado, te prometí que te haría ver el paraíso y lo voy a cumplir, no pienses que me hecho para atrás. — le reprochó Carmen mientras él conducía. Juan no respondió de momento, esperó a aparcar el coche cerca de casa de ella para poder hablar.
— Mira Carmen si crees que lo único que me interesa de ti es acostarme contigo es que no me conoces, yo nunca me aprovecho de la gente, no es mi estilo. —dijo Juan mirándole con seriedad.
— Ya eso es lo que decís todos los hombres pero en el fondo en lo único que pensáis es en llevaros a la chica a la cama. —dijo ella con mucha seguridad.
— Dime una cosa Carmen ¿de verdad piensas eso de mí? —preguntó él mirándola.
— Sí. —respondió con firmeza ella notando que el corazón se le rompía por dentro.
— En ese caso te libero de tu compromiso, llámame cuando tengas el resto del dinero, iremos a un Notario y firmaremos las escrituras, ahora bájate del coche por favor. —Carmen así lo hizo y nada más cerrar la puerta Juan arrancó rápidamente. Ella vio como el coche se perdía en la distancia con los ojos llenos de lágrimas.
Al entrar en casa vio que su madre y María estaban levantadas, no la esperaban a ella, sólo estaban charlando.
— Buenas noches mamá, buenas noches María. —les dijo sin pararse a darles un beso como siempre hacia, esta vez se fue directa a su habitación.
— Oye a Carmen le pasa algo, siempre nos saluda. —dijo María preocupada.
— Será mejor que vayamos a ver. —dijo Tomasa.
Las dos amigas caminaron por el pasillo hasta la habitación de Carmen y cuando llegaron a su puerta se detuvieron y escucharon que estaba llorando, las dos amigas se miraron un momento y entraron en la habitación de Carmen, encontrándola tendida bocabajo sobre la cama.
— ¿Qué te pasa cariño? Es por culpa de ese Juan ¿verdad? —dijo Tomasa acariciándole la cabeza.
— Vamos cariño dinos qué te pasa porque si no, no podremos ayudarte. —dijo también María acariciándola la pierna desde la corva hasta el muslo.
— Hemos regañado, ya está, él se ha enfadado conmigo y me ha dicho que le llame cuando tenga el dinero para ir a firmar las escrituras del piso.
— ¿Y por qué habéis regañado? Si puede saberse. —preguntó María.
— Porque creo… creo que está enamorado de mí. —contestó Carmen entre sollozos.
— ¿Y qué hay de malo en eso? —dijo Tomasa— tarde o temprano alguien se enamoraría de ti hija, eres preciosa y tienes un cuerpo que incita a los hombres al pecado.
— ¿Que qué hay de malo? —dijo Carmen ladeándose sobre la cama para hablar— ¿Te parece poco que estoy preñada? Y por si fuera poco él es “Payo”.
— ¿Te has preguntado si a él le importa todo eso? A lo mejor te estás precipitando. —dijo María, Carmen se sentó sobre la cama con las piernas dobladas por las rodillas.
— Juan no sabe nada de mí y cuando lo sepa me mandará a la mierda, ya lo veréis. —dijo sin dejar de llorar, Tomasa se sentó a su lado y le pasó un brazo por lo hombros.
— Escucha mi niña, a María y a mí nos ha sucedido de todo en esta vida y ¿sabes cómo lo hemos arreglado? Haciéndole frente, así que haz tú lo mismo, nada tienes que perder.
— Ya, pero en mi caso hemos cortado, así que no tengo ninguna posibilidad. —dijo Carmen.
— Vamos a ver ¿no le tienes que llamar para ir a lo de las escrituras? Pues queda con él y os vais a comer a un sitio apartado y entonces se lo cuentas todo y afrontas tu destino. —dijo María.
— Sí, creo que es una buena solución, gracias María. —dijo Carmen dándole un cariñosos beso en los labios.
— ¡Eh y a tu madre qué! —protestó Tomasa y Carmen se volvió para besar también a su madre.
Tomasa le sujetó la cara con sus manos y hundió su lengua en la boca de su hija, el beso cariñoso despertó la pasión de ambas. María se quedó mirándole el culo a Carmen un bocado demasiado apetecible para para ella que no dudó en agacharse, apartar las bragas a un lado y hundir la cara alcanzando con su lengua el ano y la vagina de Carmen.
Tomasa notó que su hija gemía contra su boca e imaginó que era cosa de María, despacio procedió a desabrochar los botones delanteros del vestido de Carmen, lo abrió y al ver que no llevaba sujetador se apoderó de sus pechos con las manos, los chupó y los besó, luego se metió un pezón en la boca y lo mordisqueó gozando con los jadeos que daba su hija.
María le bajó las bragas a Carmen y se las quitó, luego levantó su pierna y clavó la boca en su depilada entrepierna, lamiendo el clítoris de la chica y también su vagina, esto hizo que Carmen se espatarrara todo lo que pudo. Tomasa se separó de los pechos de su hija y miró un momento como María le comía la entrepierna y puesto que su amiga estaba muy entretenida se quitó las bragas y con la falda arremangada en la cintura tomó la cabeza de su hija y la guió a su entrepierna.
Carmen se vio con la cara pegada contra el vientre de su madre, sacó la lengua y la pasó por la húmeda hendidura de abajo arriba varias veces, parándose de cuando en cuando a frotarla el clítoris con la punta de la lengua, luego descendía rápidamente, introducía la lengua en el interior de la vagina y succionaba el jugo de su madre. Tomasa que era la que más libre estaba separó las piernas de María, metió la mano por el interior de sus bragas y hundió dos dedos en su vagina metiéndolos y sacándolos rápidamente. Media hora después las tres mujeres llegaron al clímax casi a la vez y quedaron rendidas sobre la cama.
Carmen se hallaba en medio de las dos, se giraba a su derecha y se besaba en la boca con María, luego se giraba a su izquierda y besaba de la misma forma con su madre. Minutos después estaban las tres desnudas completamente y se enzarzaron de nuevo formando un triángulo en el que Carmen chupaba a María, ésta a Tomasa y Tomasa a su hija.
Lo que hacía una lo hacían las tres, por ejemplo en un momento de acaloro Carmen mordió los labios vaginales a María, ésta gimió de gusto y a su vez mordió a su amiga Tomasa que le devolvió el mordisco a su hija y así una y otra vez hasta que quedaron agotadas y se durmieron.