Noemí en la ciudad
Noemí acaba de llegar a Madrid, conoce a Jorge quien le traerá compañía en los primeros meses en la ciudad.
CAPÍTULO 1
Noemí había quedado ese día con Jorge. Habitualmente quedaban para ensayar música, ya que a ella tocaba el violín y él la batería. Extraña combinación sí, pero congenian muy bien. Así se conocieron después de quedar mediante una sala de chat.
El motivo de quedar mediante internet es Noemí estaba bastante sola en Madrid desde que la habían trasladado desde su ciudad de origen (Valencia). Los recortes de personal la habían obligado a ir a la capital. Jorge por su parte, tiene 42 años y le encanta tocar.
Aunque habían quedado varaias veces, nunca había ido a su piso y al llegar al gran edificio del centro de Madrid, se quedó sorprendida. Pulsó el 11º piso, al máximo que llegaba el ascensor. Al entrar por la puerta un olor a marisco le invadió el olfato. El piso destacaba por su modernidad y clase en todos los aspectos. El suelo gris brillante combinado con muebles “chic” negros. Una televisión de plasma impresionante y un balcón desde dónde se podía observar Madrid Sur. La terraza estaba decorada con muebles de teca y recubierta por plantas y enredaderas que, pensó Noemí, cubrirían del sol en verano y en las veladas nocturnas daban calidez y un suave olor a hierba que enamoraba. Más aún en estas noches de Julio en las que aprieta el calor y la ciudad está llena de un ambiente denso se agradece pues un ambiente húmedo y verde en el centro de la capital.
Había preparado arroz con bogavante. Jorge tenía aptitudes culinarias ya que de joven había trabajado de cocinero en el restaurante de su tío. Ahora era un alto ejecutivo de una empresa que exporta vinos. Se había labrado su futuro desde abajo. Él era muy atractivo a los ojos de Noemí, ya que era mayor que ella y se cuidaba, tenia un cuerpo musculado y era una persona de mente muy activa y jovial.
Noemí era rubia de 27 años y un poco tímida, aunque luego charlando con ella uno se sentía como si la hubiera conocido toda la vida. Era muy guapa y un cuerpo digno de la edad. En el sexo Noemí había tenido muchos desengaños con chicos de su edad, de los que la mayoría siempre babeaban por ella, pero ella se cansaba, ya que no eran relaciones muy intensas. El sexo le gustaba, pero le faltaba algo que le hiciera ver el séptimo cielo. Con Jorge, en principio no había habido ninguna intención más que la musical, pero le había dado que pensar la invitación a su casa.
Desde dos días antes, que la chica había recibido un email invitándola a cenar que había estado imaginando diversas situaciones que podrían pasar. I, sorprendentemente, vio que no le desagradaría mantener sexo con él. Lo encontraba muy atractivo y cálido y su presencia le daba seguridad.
Tal llegó la situación que la noche anterior había llegado a masturbarse pensando en cómo el hombre le podía dar un buen masaje después de la cena. Se veia a ella misma como un objeto de deseo por parte de él. Le encantaba la idea de que al ser más joven, representaba un extra para Jorge. Se veía dándole placer oral y en cómo él lo disfrutaba.
Se sentaron a comer y fue muy agradable. Jorge siempre tenía cosas interesantes que contar y compartían gustos y aficiones en música y deporte. A ambos les gustaba cuidarse y vivir la vida intensamente. Después de beber unas copas de más Jorge le propuso un juego a Noemí. Quien ganara le podría pedir al otro lo que quisiera.
Noemí dudó un poquito, pero se imaginó un buen masaje por parte de Jorge y le pareció un buen estímulo para intentarlo.
Durante el juego, ambos intentaban ganar. Noemí dudaba lo que le pediría él a ella, pero prefería no pensarlo, había accedido porque si fuera algo picante no le importaría con él.
Al cabo de media hora ya había ganador: Jorge.
-Bien Noemí, ahora deberás hacer lo que yo diga...-bromeó Jorge con intención.
-Sí señor, aquí tiene una sirvienta para lo que guste.-dijo ella con sorna.
-Me gusta tu actitud, quítate la ropa guapa.
Noemí dudó, ya que le parecía demasiado directo, pero ya eran mayores y para qué andarse con tonterías. Además el hecho de ser mandada, cosa que no le había pasado nunca le excitó y notó una cierta humedad en la entrepierna.
-Si señor- siguió con la broma.
Al cabo de un minuto Noemí estaba sin ropa delante de Jorge. Él sonrió y le hizo girarse de espaldas.
-Gírate.-ni por favor ni nada.
-La palabra mágica?-dijo Noemí para llevar a Jorge a decirle por favor.
-Mira Noemí, aquí las cosas no funcionan así. Recoje tus cosas y vete. Si deseeas volver con más ganas pídemelo. Mientras tanto nos vemos para tocar.
Noemí se quedó estupefacta. Impresionada por la salida de su “amigo?”, pero al segundo le vino una vergüenza que se le notó hasta las orejas. Se vistió rápidamente mirando al suelo y se fué sintiéndose rechazada y sin decirle nada.
Al llegar a casa se sentía vacía y engañada. Por qué me había hecho eso? Pensaba que conjeníábamos... Se tumbó en la cama y pensó en cómo le hubiera gustado haber sido penetrada por él.