Noches Tormentosas III: mi primera noche con papá
Fui a vivir con él, y me vestí adecuadamente para recibir a papá cuando regresó del trabajo
Bueno, esta es la tercera parte, pero al mismo tiempo es la segunda. Quiero contarles como fueron mis primeros meses de embarazo, en los que mi padre y yo estábamos sumamente enamorados.
Rápidamente les contaré algo que ocurrió en navidad, es más un chisme que algo relevante.
En navidad, mi padre me pidió que le presentara a mi madre. Llevaban años sin verse, y pensé que tal vez, ella ni siquiera se acordaría de él. Así que juntos, nuestra hija, Mario y yo, fuimos el 24 de diciembre a ver a mi madre. Diré la verdad, estaba súper nerviosa por eso, tenía miedo de que pasará algo terrible, que se enojaran o que mamá lo matará. Pero nada de eso ocurrió. Mamá, al verlo, dejó caer unos adornos que tenía en la mano y fue a abrazarlo llorando.
Después le preguntó al oído que si aun tenía esa habilidad tan grande con la lengua. Papá solo se rió, dando a entender que sí. Si no hubiera sido porque estaba un poco molesto con él, me habría mojado al pensar en Mario chupándomela, pero mi indiferencia fue mas fuerte, y me concentré en mi hija. Mis tías llegaron y cenaron y nos dimos cuenta de que papá y mamá no estaban por ningún lado. Pero yo sabía qué estaban haciendo. Y por alguna extraña razón, no me sentí enojada por aquel acto de infidelidad. Me molestaba mas Nadia, pero sentía que mamá estaba en todo su derecho de tirarse a mi padre, después de todo, así llegué al mundo.
En cuanto al asunto de Priscila. Fue una falsa alarma. Cuando se hizo una prueba para saber quién era el padre, no salió relacionada con mi padre, lo cual me relajó muchísimo, aunque ella parece sentirse culpable por haberlo hecho con él. Yo le he dicho que no se preocupe, que no tenía problema con eso, pero ella sigue sintiéndose mal. Ni siquiera ha respondido las llamadas de sus clientes. Tania me dijo que trataría de subirle el ánimo tal y como me lo hizo a mí.
Bien, será mejor ir a la historia principal.
Cuando me mudé con él, Mario me recibió con una habitación, que antes era su gimnasio, especialmente arreglada para mí. Creo que al principio quería tratarme como a su hija, dándome una cama, una computadora, una impresora y una televisión, pero esa misma noche cambie esa idea.
Pris me había acompañado a comprar mi primer disfraz para él. Un traje de colegiala que consistía en una blusa super corta anudada a la altura de los senos, y una faldita a cuadros.
La noche que llegué, él parecía nervioso por el cambio que iba a tener su vida, pues estaba acostumbrado a vivir solo. Según Pris y sus clientes, Mario es un hombre solitario y pocas veces se le veía con alguna mujer. Yo soy una chica tímida, pero en ese tiempo lo era más, así que el nerviosismo fue claramente palpable. Me llevó a mi nueva habitación y me dijo que me instalara, que tenía que ir a trabajar y que regresaría mas tarde. Según él, la casa era mía y podría hacer lo que quisiera en su ausencia, excepto organizar una fiesta.
Me trató como a una niña en todo ese tiempo, pero cuando se fue me besó en los labios tan deliciosamente que incluso sentí como mis calzones se mojaban. Se fue, dejándome a mí completamente excitada. Ahora pienso que eso fue lo que sintió mi mamá cuando perdió contacto con él.
Y lo primero que hice en su casa, en parte para despejar mi mente y bajar un poco la cachondez, fue limpiar su casa que, a pesar de estar relativamente escombrada desde la primera vez que fui, era un asco. Puse sus libros en su lugar, acomodé sus películas (y quedé decepcionada por no encontrar nada de pornografía), sus revistas, pero no cambié nada de las hojas de su trabajo, pues yo, al ser estudiante, entendía que no se deben de mover esa clase de documentos para evitar confusiones.
Me di cuenta de que jamás me dijo a qué hora llegaría, así que debía de estar preparada para su llegada, por más repentina que fuese. Corrí a donde había dejado mis maletas y me puse el disfraz de colegiala. Al ponérmelo, me sentí inmediatamente más confiada. Sentía como si mi lado más salvaje se dejara ver a través de aquellas diminutas ropas. Había visto que muchas mujeres que posaban con esta clase de ropa usaban unas pantys que sobresalen de la falda, pero yo no quise usar ropa interior, dejando que mi vagina estuviese al aire libre.
Me miré en el espejo de cuerpo completo que tenía en el baño. Siempre he sido guapa, pero así, con el cabello alborotado sensualmente, con una sexy faldita y una camisita que apenas cubría, me veía tan sabrosa, que me sentí excitada de inmediato. Se podía notar fácilmente porque sentía como mis fluidos chorreaban por mis muslos. No pude esperar más, y frente al espejo empecé a tocar mi vagina con mis dedos. Hacía un suave movimiento circular sobre la parte más sensible, primero lento, disfrutando de los movimientos, pero después, al mirarme en el espejo y verme como una de esas chicas que se graban y suben el video a una página de pornografía, sentí como mi sangre se calentaba y empecé a frotar con más fuerza.
Entonces escuché un auto estacionándose. Inmediatamente quité la mano, como si hubiese hecho algo malo. Tantos años de recato viviendo con mi mamá me había llenado de miedos infundados. Me di cuenta de que no había por qué dejar de hacer lo que estaba haciendo, después de todo, el hombre que me había embarazado era ahora el que vivía ahí.
Sonreí perversamente al escuchar como abría la puerta y entraba a la casa. Un chorro de fluido salió de mi vagina y resbaló por mis muslos al imaginar a mi padre estando en la casa. Así que salí del baño y bajé por las escaleras. Llevaba un traje y un portafolio de piel, lo dejó en el sofá y se desanudó la corbata, pero cuando me vio, inmediatamente su rostro, de un hombre cansado, cambio al de un hombre caliente.
- ¿por qué estás vestida así?
- Dame una buena razón para no vestirme de este modo – respondí, aun lo recuerdo bien.
- Harás que me dé un paro cardiaco por toda la sangre que se me fue allá abajo – caminó hacia mí desabrochándose los pantalones.
- Espera, mejor yo te los quito…
Pero ya era tarde, solo se los bajó un poco, como cuando lo abren solo para orinar. Yo ya estaba suficientemente cerca y logró atraparme rápidamente y me envistió. Yo grité en cuanto lo sentí dentro de mí por primera vez. La primera metida siempre era la que mas me gustaba. Me apoyé contra el barandal de las escaleras y sentí como todo mi cuerpo reaccionaba a la velocidad y la pasión de mi padre.
Me tenía de perrito, por así decirlo, y me lo metía rápidamente, muy rápidamente. No podía dejar de gemir porque mi cuerpo quería gritar de tanto placer. Lo que lo hacia mas delicioso era saber que él era mi padre, él había hecho eso mismo con mi madre y de la misma manera que ella se embarazó, yo también. Me encantaba sentirlo, me gustaba pensar que lo que estaba dentro de mí era alguien como yo.
Mi hija es también mi hermana, y ya que soy la pareja de mi papá, ¿entonces también su abuela? No sé qué sea. Yo la amo con todo mi corazón. Pero pensar solo en su procedencia me ponía más caliente todavía. Apenas era mayor de edad y ya sería mamá, ¡y lo tendría de mi padre!
Entonces, sentí una fuerte sensación que recorrió todo mi cuerpo y me hizo gritar. Mi espalda se curveó, y mi padre aumentó la velocidad. “ya casi” pensaba.
- ¡Quiero tu leche, papi! – le gritaba. Hablar así me hacía sentir sucia, y más porque estaba en medio de un orgasmo en ese mismo instante.
- Si, bebé, te daré toda la que quieras – dijo y casi de inmediato sentí otro fuerte orgasmo que incluso hizo que perdiera la fuerza de las piernas y me cayera hacia adelante.
Mi cara estaba contra el suelo, pero eso no detuvo a mi padre. Siguió y siguió hasta que sentí como su semen entraba casi a presión dentro de mí.
Lo sacó y yo me dejé caer de lado, abatida por el cansancio. Respiraba muy agitadamente y todo me daba vueltas. Pero si pude notar como Mario se arrodillaba al lado de mí y ponía su pene contra mis labios.
- ¿quieres que te lo limpie, papi?
- Hasta la última gota.
Y me lo metí y empecé a chuparlo. Lo limpié excelentemente, tratando de llevare cada gota de su semen y de mis fluidos. Sentir mi propio sabor hizo que me sintiera aun mas excitada y empecé a chupar con más fuerza.
- Parece que quieres mas, ¿he? Es una lástima que haya ensuciado tu disfraz.
- Ensúcialo, no me importa. Soy una chica sucia.
Usualmente no tenía esa imagen de mí misma. Pero siempre había escuchado en la escuela que entre más seria es una mujer, más puta puede llegar a ser. Seguía cachonda a pesar de lo cansada que estaba. Pero sentí como unos brazos me levantaban y me llevaban a una cama suave y amplia. Estaba en la habitación de mi padre y por un momento creí que me dejaría ahí durmiendo, pero no. Repentinamente me lo metió.
Yo estaba bocarriba y lo observaba mientras me penetraba. Me miraba ojos llenos de pasión, como si fuera una llama imposible de apagar. Noté su parentesco conmigo, la nariz, los ojos tan cautivadores, los pómulos, el cabello negro. Solo pensar que estábamos emparentados me hizo tener un orgasmo tan fuerte que creí que mi grito rompería una ventana o que lo confundirían con un asesinato o algo así.
Él estaba muy excitado y tenía leche para poder embarazarme muchas veces. Lo bueno era que en ese momento no había riesgos. Posteriormente usé parches para evitar esa clase de problemas. No quería tener hijos de nuevo sino hasta terminar la universidad. Pero ese es otro asunto. Al ver mi orgasmo, Mario no pudo contenerse y solo hizo que mi placer fuese más grande al sentir su leche calientita en mi interior. Cuando lo sacó, sentí como todo ese semen resbalaba por mis piernas y manchaba las sabanas y la faldita de colegiala.
- ¿recuerdas que no te di ninguna condición para que vivieras aquí? – me preguntó, cansado y jadeante, quitándose lo que quedaba de la ropa y acostándose junto a mí – pues ahora tienes una: recíbeme siempre de esta forma.
Contenta dije que sí y le di un largo beso en la boca.
- No le digas a nadie que eres mi hija, por favor. Si te preguntan eres… - se quedó pensando qué decir.
- Una chica que conquistaste una vez que fuiste de compras – respondí.
- Si quieres.
Esa noche dormimos abrazados.
A la mañana siguiente, me desperté mientras él se movía apurado para ir a trabajar.
- Papá, ¿puedes venir?
Él se acercó apurado. Me incorporé poquito y, cuando lo tuve frente a mí, desabroché el pantalón que se acababa de poner y al sentir su miembro como se ponía duro, me lo llevé a la boca.
El sabor que tenía mío se había ido al bañarse, pero eso no me molestó. Con las manos lo apretaba y lo giraba ligeramente para que él lo sintiera mejor. Trataba de no poner mis dientes, aunque a veces se lo apretaba ligeramente. Lo recorría con la lengua en toda su extensión y después empecé a meterlo y sacarlo más rápido. Él se movía como si me penetrara y eso hacía que entrará más y más.
Finalmente sentí como me inundaba la boca y, a pesar de que por poco me ahogo, me lo tomé todo.
- Eres una buena niña – me dijo, viendo como yo abría lo boca para que viera que me bebí todo.
- Siempre lo he sido.
Ese día fue feliz y tranquilo a trabajar.
Este fue mi relato de navidad, aunque llegó un poco tarde. He estado ocupada. Nadia vino a hablar conmigo el primer dia de enero para proponerme algo, pero eso lo contaré en otro momento. Espero que ese asunto se solucione. Me siento mal por estar enojada con Mario, yo de verdad lo amaba. Ahora tengo ganas de cogérmelo en este momento por haber escrito esto.
Bueno, escribiré más lo más pronto posible.
PD: Alguien de los comentarios dijo que esto se parecía a un anime. No, nunca he visto esa serie, aunque tal vez me interese en pronto.