Noches Tormentosas II: Nadia

Esto ocurrió hace unos días. Una mujer extraña nos pones a todos en una difícil situación.

Dije que contaría lo que pasó con mi relación con mi padre, pero eso fue antes de que pasara lo que ocurrió hace unos días. Así que he decidido que mejor esas historias las contaré luego, cuando todo se mejore un poco. Pues, la historia anterior ocurrió hace unos dos o tres años, y en ese lapso ocurrieron muchísimas cosas, pero lo que les quiero decir ahora, es algo más reciente, algo de la semana pasada.

Solo diré algunas cosas que pueden servir para entender la situación actual. Después explicaré las fuentes y razones de todo esto.

Pues, como dije, tengo dos amigas inseparables, Tania y Priscila, pero después conocí a otra chica que trabajaba en el mismo negocio que Priscila, como prostituta de lujo para hombres con dinero. Su nombre era Nadia, y era muy bella. Esa es la mejor manera de explicarlo todo. Era alta, tenía las pernas largas y bien formadas, y un redondo trasero que la hacía ver con una pose sensual en cada momento. Sus pechos eran también grandes, tenían el tamaño adecuado para no hacerla ver mal, y darle un toque de sofisticación con aquellos vestidos con escotes tan pronunciados que tanto usaba. En otro momento contaré cuando nos conocimos y cómo fue que ocurrió esto, pero por ahora solo contaré lo que hizo en estos días.

Es mejor decirlo directo y no con tantos rodeos: ella sedujo a Mario y se grabó teniendo sexo con él. Fue como si quisiera que yo la viera. Dejó la cámara en la sala de casa, justo donde ella produjo el crimen. Solo vi los primeros treinta segundos, en los que salían ambos hablando y después Mario le tocaba las bubis, y ella el pene por encima del pantalón. Por lo que entendí en la conversación, no era la primera vez que lo hacían, y que hacerlo a escondidas de mí, lo excitaba más.

Cuando vi eso, él no estaba, y no quería verlo. Así que salí y tomé el auto para ir con Tanía, que vivía al norte de la ciudad, en la colonia Satélite. Ella vive sola así que me recibió sin problemas. Cuando abrió, yo no pude soportar más y empecé a llorar. Ella me abrazó y me preguntó por qué traía una cámara. Entramos a su casa y me preparó un té de limón para que me pudiese tranquilizar un poco.

-          Solo ve el video, pero no me lo muestres – le dije tomando a sobos el té.

Ella se alejó y lo vio en otra habitación. Me empezaron a llegar los sonidos del video después de unos segundos. Eso solo me hizo sentir peor.

-          Hijo de la chingada – murmuraba enojada. Llegó el momento en el que no pudo ver más el video y se acercó a mí - ¿Dónde dejaste a  Luna? – Luna era el nombre que le había puesto a la hija que había tenido con Mario, o sea que también era mi hermana.

-          Con mi mamá, se quedará ahí cuanto tiempo sea necesario. No quiero que me vea así.

Se acercó más a mí y me abrazó. Ambas nos sentamos en el sofá y nos quedamos ahí un rato. Eso me relajó de una manera muy extraña. Me hacía sentir bastante tranquila, y más cuando empezó a acariciarme el cabello lentamente. Me susurraba palabras para calmarme y se mecía ligeramente.

Creo que a Tanía no la había descrito hasta ahora. Ella es una chica de mi misma edad. Como ya había dicho, es guapa y con un buen culo y unos pechos de buen tamaño. Su cabello es negro, y sus ojos castaños, similares a los míos, solo que su rostro es un poco mas redondo que el mío. Es más bajita que yo, pero no encuentro nada de malo con eso. En ese momento, ella me parecía la persona más importante del mundo.

Empezó a pasar su mano por mi espalda. Mi camiseta amortiguaba sus dedos, pero igual erizaban mi piel. Después empezó a acariciar mis mejillas con suavidad y después bajó a mi cuello. Cuando, por accidente, rozó mis pechos, una sensación electrizante cruzó mi columna e hizo que toda mi intimidad se humedeciera. Cuando ocurrió eso, solté un gemido, y ella lo notó.

-          ¿qué ocurre? – pregunto ella.

Me sonrojé cuando le contesté. Aun no sé por qué le dije la verdad.

-          Me mojé.

Ella se rió un poco y metió la mano en mis pantalones. Sentí su mano rozar con mi piel hasta llegar a mi vagina depilada. Su dedo medio se fue hacia donde recibía el semen de Mario, justo donde se había humedecido. Cuando sentí su dedo, otra oleada de líquido cayó sobre su dedo.

-          Uh, parece que estas un poquito caliente – movió su dedo mas próximo a mi clítoris y me hizo estremecer – Ash, me hiciste mojar a mí también.

Entonces la miré a los ojos y no sé qué se apoderó de mí que hizo que la besara. Tal vez fueron las muchas películas porno que Mario y yo veíamos mientras cogíamos. Mientras su lengua se movía en mi boca, sus dedos brincaban dentro de mí. Me estaba humedeciendo aun más y más, cuando sentí como mi espalda se contraía. Lo sentí más fuerte que la primera vez que lo había hecho con Mario. Ese orgasmos se sentía más fuerte porque tenía una esencia de prohibido. Claro, hacerlo con mi propio padre, también lo tenía, pero hacerlo con una chica lo era más.

Ella me recostó sobre el sillón y empezó a besarme el cuello. Yo la rodeaba con los brazos mientras respiraba pesadamente. Lentamente, ella me quitó la camiseta y después el bra. Se quedó viendo mis pezones desnudos y empezó a lamerlos mientras que con la otra mano, acariciaba mi clítoris con movimientos acompasados.

-          Tania, ¿qué estamos haciendo? – pregunté, tratando de mantenerme cuerda.

Se alejó de mi pezón y me miró.

-          Pues yo estoy liberándome. Tú te estás vengando de tu novio.

Y volvió a chupar mis senos, esta vez con más fuerza. Sentía como si estúdieseme a punto de salir un poco de leche, pero si salió o no, estaba muy ocupada sintiendo mi clítoris acariciado por ella. Mi respiración se hacía cada vez más pesada hasta que sentía que ya no podría respirar más.

En ese momento, ella soltó mi pezón y me quitó el pantalón y los calzones.

-          No sabía que te depilaras, Janis – dijo  y de dejó llevar por lo primero que se le ocurrió. Empezó a lamerme justo por encima de por donde orino. Ahí, justo en aquel punto sensible de las mujeres, el clítoris.

En vez de gemir como antes, grité y grité. Y más cuando metió sus dedos. Adentro, afuera, adentro, afuera. Era tan rápido que sentía como si fuese la verga de Mario entrando y saliendo. Sentía como salpicaba mis piernas con mis propios fluidos. Entonces, a mi mente llego la imagen de Mario agarrándole los pechos a Nadia. Pero en vez de molestarme, me excitó más. Imaginé a aquella exquisita mujer encima de mí, chupando mi vagina con tanta pasión como lo hacía Tania. Sentía sus manos acariciando mis pechos y apretando mis pezones. La imagine lamiendo todo mi cuerpo mientras Mario la penetraba por detrás, y yo gozando como una perra loca.

Entonces, como si fuese una fuente me vine en la boca de Tania. Ella gritó divertidamente y se alejó un poco. Yo grité de placer. Bueno, mejor dicho, rugí con todas mis fuerzas. Nunca había tenido un orgasmo igual. Me sentí mareada después de eso, pero me di cuenta de que no habia terminado todavía. Tania de nuevo me volvió a besar y me acarició mi cosquilleante clítoris.

Entendí de inmediato. Ella aun tenía energía porque, a diferencia del sexo heterosexual, en el lésbico solo se viene uno de los dos a la vez.

Así que, aun estando mareada, hice que se recostara y esta vez, fue mi turno de estar arriba de ella. La comencé a besar con más pasión que antes. Me estaba excitando de nuevo, y más porque me gustaba la idea pensar que ella tendría una experiencia como la mía.

Yo no perdí tiempo, y en vez de entretenerme con sus pechos, bajé directamente por su vagina. Casi sin piedad, metí dos dedos y los empecé a sacar repetidamente. Ella gritaba y gemía. No puedo olvidar como lo hacía.

-          ¡AY! ¡SI! ¡SI! ¡TE AMO, JANIS! TE AMO MUCHISMO.

Sus fluidos caían a chorros sobre mis dedos y me salpicaban incluso en mi cara. Eso me hacía sentir sucia, y me encantaba. Empecé a lamerle el clítoris como ella lo hacía, en círculos y como si fuera una paleta. Había un sabor salado ahí debajo, pero me gustaba, lo sentía dulce y excitante. Me encantaba sentirla de esa manera.

Cuando volteé a mirarla, no vi a Tania, sino a Nadia, quien gemía y ponía los ojos en blanco de tanto placer. Gritaba y gritaba con aquellos labios que le lamian el pene a mi padre y amante. Eso hizo que llevara la mano que aun tenía libre a mi vagina y empezara a meter mis dedos repetidamente, humedeciéndolos y haciendo que mis propios fluidos chorrearan sobre mis piernas.

Entonces Nadia gritó algo, pero no fue con su voz seductora, sino con la voz tierna de Tania.

-          ¡ME VENGO, QUERIDA, ME VENGO! – y todos sus fluidos fueron a dar contra mi boca.

Así me levanté y fui a besarla con más pasión que antes.

-          ¿quieres ir a vengarte de ella? – pregunto Tania, jadeando por el orgasmo.

-          No, quiero ir a vengarme de él. y quiero cogérmela y voy a necesitar tu ayuda para eso.

Estaba enojada con Mario, y eso no se lo iba a perdonar. Aunque quería cogerme a aquella puta que destruyó esa relación con mi padre. Para mi plan necesitábamos a Priscila, pero por más que la llamáramos por teléfono, no la podíamos localizar. Decidimos actuar sin ella y, después de vestirnos, salimos de la casa de Tania para ir a la mía.

Cuando llegamos noté que afuera estaba el auto de Mario, pero no el de Nadia. Había tantas cosas que quería decirle a ese desgraciado que ni siquiera podía pensar con claridad. Sabía que mi plan consistía en grabarme con Nadia y Tania y subir el video a internet y mandárselo a todos los conocidos de ella. Eso destruiría su vida prácticamente. Aunque también la mía, pero ese era solo daño colateral.

Le dije a Tania que hiciera el menor ruido posible al entrar. Abrí la puerta de la casa y vi que Mario estaba en la sala acomodando sus costosos sillones para ver la televisión. Parecía como si estuviese buscando algo.

Yo me acerqué furiosa y le di una fuerte bofetada. Él ni siquiera había visto que ya había llegado, así que el golpe lo sobresaltó. Él rápidamente se puso a la defensiva, pero yo lo miré con más rabia, y, por sus ojos, supe que él sabía qué estaba pasando.

-          ¡Eres un imbécil traidor! – le grité – buscas tu puta cámara, ¿no? No quieres que alguien más vea como te coges a esa puta, ¿no? – lo empuje furiosa - ¿desde cuándo lo hacen? -  a pesar de la furia, sentía que los ojos se me llenaban de lagrimas.

-          No sé de qué hablas.

-          ¡NO JUEGUES CONMIGO! ¡lo sé todo! Vi la grabación de la cámara y observé cómo te cogías a esa piruja. La dejaste ahí para que la viera, ¿verdad? Todo fue parte de un puto plan para que yo  viera como te tirabas a Nadia.

Él se quedó en silencio. Sabía que no había salida en ese momento. Miró al suelo con resignación.

-          Perdóname, amor. Ella es muy… persuasiva, y me tentó demasiado… ningún hombre puede negarle nada a esa mujer y yo… yo sabía quién era en realidad…

-          ¿Cómo que sabías quien era? Dímelo o te corto los huevos, ahorita mismo.

-          Ella es la hija de una chica que conocí antes que a tu madre… solo ve su cabello y sus ojos… son tan… tan iguales…

No lo podía entender, no claro que no. Empecé a imaginar su rostro, y después miré a mi padre, después miré mi reflejo en nuestra televisión de alta definición. Empezaba a entenderlo.

Ni siquiera me di cuenta cuando Tania empezó a subir las escaleras para revisar los cuartos de arriba. Empezó a revisar, pero, cuando abrió una puerta, algo hizo que se metiera rápidamente y se callara.

Yo seguía tratando de procesar lo que me decía mi padre. Me sentía tan confundida en ese momento. Ahora recuerdo como me esforzaba por entender, pero la verdad, todo era muy sencillo.

-          Ella es…

-          Es tu hermana – dijo él – Solo es uno o dos años mayor que tu. Yo no sabía que su madre se había quedado embarazada, y de repente la trajiste aquí y ella me obligó a todo esto… incluso ahora. Todo esto lo planeó. Es tan lista como tú y como yo.

Entonces, una figura esbelta empezó a bajar la escalera. Yo la miré de inmediato, y no pude evitar sentirme excitada al verla desnuda. Nadia caminaba hacia mí mostrándolo todo, caminando sensualmente con aquella mirada seductora que provocaba erecciones. Me rodeó con los brazo y llevó sus labios a mi boca. Inexplicablemente, yo ya estaba completamente húmeda, casi chorreando y mojando mi pantalón. Sus manos empezaron a acariciar mis senos por debajo de la camiseta y metió una rodilla entre mis piernas. Cuando me soltó, yo apenas podía respirar y estaba casi jadeando por tanta excitación.

-          Perdón por no traer nada, hermanita, pero papá no me deja usar tus disfraces – dijo y empezó a quitarme la camiseta. Traté de evitarlo, pero su rodilla entre mis piernas hacía que no quisiera hacerlo. Me dejó en bra frente a ella y lo quitó con mucho cuidado – Uh, parece que tener un bebé le ayudó a tus senos. Se ven muy buenos, ¿no, papá?

-          Por supuesto, pequeña – él se colocó detrás de mí, apretándome contra ella, arrimando su pene erecto bajo los pantalones contra mi firme trasero.

Estaba entre ambos, cada vez mas excitada. Rápidamente, ella empezó a chupar uno de mis pezones y a apretar el otro. Mi padre me deslizó los pantalones, con todo y calzones para poder quitármelos mas rápido.

Yo solo gemía. Estaba tan mojada que parecía que me estaba orinando.

Entonces, Nadia me tomó del cabello y me jaló para llevarme a donde estaba la mesita de cristal de la sala. Ella se subió a ella con las piernas abiertas y tiró de mi cabello para hacer que me arrodillara y pusiera mi cabeza sobre su entre pierna. Mario no desaprovechó el momento para ponerse detrás de mí y meterme su verga violentamente. Solté un fuerte gemido cuando fue la primera envestida, pero después empezó a subir la velocidad y yo no dejaba de gritar. Mis ojos sacaban lágrimas y mi respiración era muy forzada.

Ahí fue cuando Nadia metió los dedos en mi cabello y puso mi rostro contra su vagina, obligando a chupársela. Aunque estaba enojada con ambos, lo hice con gusto.

-          Chupa, perrita. Demuestra que sirves para algo además de para tener hijos – decía Nadia entre gemidos - ¡Vamos, chupa, perra!

La velocidad de Mario empezó  aumentar. Sabía lo que eso significaba. Estaba demasiado excitado con la situación que no pudo resistir más. Entonces, justo cuando yo sentía un fuerte orgasmo, mi útero se llenó de su leche.

Ella se levantó, pero yo me quedé en esa misma posición, con la cara pegada contra el vidrio de la mesita, respirando pesadamente. Sentí su lengua chupando el semen que escurría por mis piernas y también escuché algunas cosas que decía mi padre. Yo estaba exhausta, y todo la ira que me había controlado había desaparecido por el momento.

Nadia se empezó a reír inexplicablemente y se inclinó sobre mí, dejando su boca justo sobre mi oreja.

-          Es demasiada lechita, pequeña. Espero que no quedes embarazada otra vez. De todos modos, no creo que nuestro papi esté en condiciones de aguantar al tuyo y el mío al mismo tiempo – susurró, pero al parecer, Mario alcanzó a oír.

-          ¿a qué te refieres con eso? – preguntó confundido.

Ella se levantó y lo miró con aquella mirada picara que tanto había admirado. Puso una mano en la cintura y la otra sobre su vientre.

-          Estoy embarazada, papi. No creíste que tanto sexo iba a tener un costo, ¿verdad? Y te tengo otra noticia: la chica de allá arriba, Pris, también lo está.

¿Pris? ¿Priscila? Ella también estaba en la casa, justo arriba, por eso Tania no había bajado aun. Le habían pagado para entretenerla. Ahora mis amigas también estaban siendo afectadas por los planes de Nadia, y eso hacía que me sintiera de dos maneras: Furiosa con ella por habernos utilizado, y excitada, bastante excitada por el control que tenía sobre todos a través de su cuerpo.

Esto, como dije ocurrió hace unos días, prácticamente la semana pasada. Después de todo eso, Nadia se fue y nos dejó a todos en la casa prácticamente en un silencio spulcral porque no sabíamos que hacer. Mi odio hacia mi padre pasó a convertirse en lastima y tuve que explicarles a mis amigas qué él era mi padre y, ahora, que Nadia era mi hermana.

Escribí esto solo porque quería desahogarme un poco. Esto ocurrió y me confunde mucho. Pronto subiré una continuación inmediata a lo que ocurrió en mi primer relato, solo para que haya un poco de continuidad en todo esto.