Noches de lujuria
Se llama Daniel, mi amiga me lo había presentado en aquella fiesta de año nuevo. Él era alto, atlético, tenía el pelo semilargo y una sonrisa realmente encantadora que, junto con su físico, era potencialmente petable. Congeniamos bien pero teníamos vidas muy diferentes. Aquel día habíamos hablado...
Se llama Daniel, mi amiga me lo había presentado en aquella fiesta de año nuevo. Él era alto, atlético, tenía el pelo semilargo y una sonrisa realmente encantadora que, junto con su físico, era potencialmente petable. Congeniamos bien pero teníamos vidas muy diferentes.
Aquel día habíamos hablado y echo planes para salir a dar una vuelta. Al final mi amiga recibió un mensaje en su móvil: “estamos al lado de las escaleras de el Pub DIVINA”. Inmediatamente acabamos las copas y decidimos acercarnos. Como estábamos ella y yo solas pensamos que sería divertido acercarnos hasta allí, seguro que pasábamos un buen rato.
Cuando llegábamos al lugar vimos que había demasiada gente en la puerta, todos estaban ya muy bebidos, reían y bailaban mientras había chicas que rodeaban a algunos chicos de por allí. Mi amiga resbalo con un charco que estaba congelado en la puerta, el apuesto chico que cuidaba la entrada se nos acerco y le tendió la mano para que se levantara, él era tan grande que ver a mi amiga menuda cogiéndole la mano hacia que nuestras mentes—ya un poco tocadas por el alcohol y alguna sustancia ilegales—pensaran deliberadamente en los paquetes de los hombres según se nos acercaban. Así al menos nos asegurábamos las risas.
Entramos en el local, la música tecno house hacia que las piernas y los brazos se nos movieran al ritmo casi sin esfuerzo. La noche se calentaba: roces con la gente, “hay que paso pero te toco el paquete” “que me tocas el culo”… cuando quisimos llegar a donde estaba Daniel y sus amigos ya íbamos bastante calentitas. La química entre aquel chico y yo aumentaba a la misma vez que el nivel de alcohol en nuestras sangre: un cupito, una foto en pose sexy, una manera de tocar que simplemente el roce me erizaba la piel de la nuca, de vez en cuando compartíamos copas, cada mirada fija a mis ojos era una llama de deseo inmediato y mutuo.
Las horas pasaban y nosotros seguíamos bailando y bebiendo, yo había olvidado a mí amiga aunque estaba cerca yo solo tenía en mente en acariciar otra vez el torso de Daniel, aunque fuese solo para sacarnos más fotos. Mi cuerpo cada vez pedía más y más así que decidí ir a por otra copa para al menos refrescarme un poco, a ver si me bajaba el calentón. Cuando le di el primer trago me percate que él había desaparecido y pensé << todo mi gozo en un pozo>>. Me acerqué hacia uno de sus amigos con el que no me gustaba hablar mucho porque tenía las manos muy largas y me dijo que había ido al baño, sin más le di otro trago largo a mi copa busqué a mi amiga para que bebiera y fui toda decidida al baño de caballeros. Allí estaba él, con miramos, nos deseamos. Lo tomé de la mano y lo invité a entrar en el baño de señoras, él no puso demasiada resistencia para acompañarme, agarró mi mano fría con la suya a 40º.
Paso sus labios por los míos. Olí su perfumado cuello, le cogí los brazos y bajé mi mano por ellos a la vez que respirábamos hondo, sin dudarlo mas empezó una lucha lujuriosa por ver quién desnudaba al otro más rápido mientras nos besamos, mí cuerpo se llenó de calor rápidamente. Paseó sus grandes manos por mis muslos mientras yo intentaba luchar con el cinturón de su pantalón. Colgué finalmente mis brazos de su cuello, nos reímos y me levantó en volandas apretándome contra la pared, se bajó los pantalones mientras me besaba y lo sentí: lo tenía tan duro que pude sentirlo completo dentro de mí. ¡Estábamos follando con tal placer que creo que todo el mundo desde fuera podía escucharnos! Y aquello nos excitaba aun más.
Finalmente nuestros cuerpos sudaban todas las toxinas acumuladas en aquella noche, nuestros olores se mezclaron y al fin el clímax llegó para los dos… siguieron los besos pero ya menos desenfrenados, comenzábamos a vestirnos y seguíamos mirándonos con ganas de mas y mas… Su lengua se paseaba por mis hombros cuando intentaba ponerme el sujetador, mi nuca empezaba a erizarse de nuevo cuando mi amiga golpeó la puerta preguntando si estábamos bien. Salimos de allí y a cuenta de la gente nos despistamos. Pero no os preocupéis: Tengo su teléfono ;).
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